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La trampa de las guarderías en EEUU: no hay suficientes, carísimas... pero no son rentables
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La trampa de las guarderías en EEUU: no hay suficientes, carísimas... pero no son rentables

Una guardería cualquiera de Brooklyn puede cobrar 3.000 dólares mensuales por una plaza de lunes a viernes, de nueve de la mañana a tres de la tarde

Foto: Una guardería de Chigago. (EFE)
Una guardería de Chigago. (EFE)
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Como saben especialmente los padres, uno de los misterios más intrigantes de la vida en Estados Unidos, sobre todo en una ciudad como Nueva York, es el que rodea al precio de las guarderías. Una guardería cualquiera de Brooklyn puede cobrar 3.000 dólares mensuales por una plaza de lunes a viernes, de nueve de la mañana a tres de la tarde. Y no suelen ser guarderías particularmente amplias o especializadas, sino bajos estrechos y con ventanas llenas de barrotes. Además, uno quiere pedir información y no se molestan en atenderle, o le dicen que las plazas están ocupadas hasta 2027. Y cobrando 3.000 dólares al mes. ¿Por qué? ¿Cómo es posible?

Incluso para una economía con salarios medios más altos que en el resto de países industrializados, las guarderías son prohibitivas. El Departamento de Salud de EEUU dice que el coste del cuidado infantil asequible no debe rebasar el 7% de los ingresos familiares. Pero, según una encuesta de agosto del año pasado, casi siete de cada diez familias gastan en guarderías una media del 24% de sus ingresos. Otro informe de Bank of America, más reciente, eleva la cifra al 30%. Por eso el cuidado infantil no es técnicamente asequible en ninguno de los 50 estados del país.

El caso de Nueva York es todavía más extremo. Un detallado informe del 5Boro Institute dice que los neoyorquinos con hijos se enfrentan a dos grandes problemas: primero, que, según datos de 2022, solo hay plazas de cuidado infantil (incluyendo guarderías establecidas en viviendas particulares) para el 46% de los 500.000 niños menores de cinco años que viven en la ciudad. Y segundo, que dichas plazas son carísimas. Siguiendo ese estándar oficial del 7% de los ingresos dedicados al cuidado infantil, una familia neoyorquina tendría que ganar más de 300.000 dólares anuales para costear una guardería. Pero el 80% de las familias no llega a ese nivel.

Y la tendencia va a peor: desde 2019, cuando el coste medio de una guardería en Nueva York era de 2.600 dólares al mes, los precios han subido un 32%. Las consecuencias son múltiples, entre otras, muchos progenitores, sobre todo las madres, se ven obligadas a dejar de lado sus carreras profesionales para cuidar a la descendencia, lo cual le costó a la economía la cifra estimada de 23.000 millones de dólares en 2022. Y, sobre todo, hay un éxodo de familias de clase media y baja que simplemente no pueden permitirse vivir en ninguno de los barrios de Nueva York.

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“El cuidado infantil en Nueva York siempre ha sido bastante caro”, dice Grace Rauh, directora ejecutiva del 5Boro Institute. “Cuando tuve a mi primer hijo hace 12 años y medio, el coste era abrumador. Fue como si de repente nos alquilásemos un segundo apartamento en Manhattan solo por diversión. Y la situación ha empeorado. Especialmente desde la pandemia. Para muchas familias esto se ha vuelto una verdadera fuente de estrés: por la falta de plazas y por el coste. Hoy en día hay en Nueva York unas 1.400 guarderías menos que hace una década, en 2015”.

¿Por qué no son rentables?

A primera vista, parece un sencillo problema de oferta y demanda. Si hay tan pocas plazas disponibles, es normal que estas resulten carísimas, igual que son carísimos los diamantes. Porque son escasos. Sin embargo, los dueños de las guarderías no nadan en la abundancia, sino que apenas llegan a fin de mes. Una de las razones por las que tantas han cerrado las puertas en los últimos años es que, a pesar de cobrar a los padres el equivalente a un salario mensual, no son rentables. ¿Cómo? ¿Por qué?

Foto: Un niño en una escuela infantil de Madrid. (EFE/David Fernández)

“Están los altísimos precios inmobiliarios. Un gran problema”, dice Rauh. “Creemos que la ciudad debería de ser un poco más flexible respecto al tipo de espacios adecuados para crear un centro infantil. Ahora mismo si quieres abrir un centro infantil tiene que estar en un bajo, que suele ser la propiedad inmobiliaria más cara. Si fuera un piso más arriba, se ahorrarían costes y el centro sería más asequible”.

Otro desafío tiene que ver con la mano de obra. “La ciudad y el estado de Nueva York, por buenas razones, requieren una alta proporción de adultos por cada niño. No estamos hablando de que una persona sola esté a cargo de 20 niños y cobre 3.000 dólares por cada uno. Es una industria que requiere muchos empleados. Y luego, también, hay una disparidad entre los proveedores privados y los públicos”.

Los cuidadores infantiles del sector público, que, gracias a la iniciativa del anterior alcalde, Bill de Blasio, ofrece clases a los niños de tres años con el programa 3K, gozan de condiciones mucho mejores que sus contrapartes del sector privado. “Quienes trabajan para el Departamento de Educación cobran más dinero y tienen más prestaciones, mejores vacaciones, etc”, dice Rauh. El resultado es que todo el gremio de la educación infantil quiere asegurarse una plaza pública, de manera que a las guarderías privadas les cuesta mucho contratar y mantener a los trabajadores.

Foto: Comedor escolar de St Dunstan's College, en Londres, en 2020. (Reuters/Simon Dawson)

Como la mayoría de los neoyorquinos simplemente no pueden pagar una guardería, recurren a otros medios. Una opción habitual es contratar niñeras, que, si bien resultan caras, ofrecen más flexibilidad de horarios y pueden venir a casa; algunos padres se alían para colocar a varios niños a cargo de unas pocas niñeras, aunque esto suele hacerse en negro y por tanto sin las garantías que da un centro infantil. Otros dejan de trabajar y la familia acaba tirando con un sueldo. Por eso, en Nueva York, tener unos abuelos que puedan echar una mano está considerado un bien de lujo. Es como tener un Porsche.

Tampoco es obvio que las familias adineradas lo tengan fácil. Uno de los problemas mencionados es la escasez de plazas, de manera que algunos padres tienen que coger el metro para desplazarse a otro barrio y dejar al niño, cada mañana, en una guardería. Hay barrios que son childcare deserts, desiertos de cuidados infantiles.

El precio de las guarderías se alía con los alquileres galácticos, que se supone que han subido un 70% entre 2012 y 2022, aunque lo cierto es que, a ojo de buen cubero, esta cifra se antoja bastante modesta: desde la pandemia da la impresión de que los precios del alquiler en Brooklyn se han duplicado, o más. Y luego está el aumento general de la inflación desde 2021 y los recortes sociales que planea el alcalde, Eric Adams. Una serie de factores que explican el éxodo neoyorquino.

Foto: El alcalde de Nueva York, Eric Adams. (Reuters/Brendan McDermid)

La solución para el cuidado infantil, según el 5Boro Institute, es que Nueva York establezca un sistema universal de centros gratuitos o asequibles; esa es su “Estrella del Norte”, en palabras de Grace Rauh. Pero, mientras se llega a ese punto, se pueden aplicar ya algunas medidas para aliviar un poco la carga de las familias.

“Hay una serie de políticas a corto plazo que pueden estabilizar el sistema y hacerlo algo más asequible”, dice Grace Rauh. “Hay familias que cumplen los requisitos para recibir subsidios de cuidado infantil, pero no lo aprovechan. Hay un problema de comunicación y algunos de los formularios oficiales que hay que rellenar son complejos. Es posible simplificar el proceso. También necesitamos más espacios para montar centros infantiles. Una idea es reconvertir las aulas vacías de los colegios públicos en guarderías, dada la pronunciada caída en las matrículas”.

Este último punto, el de las aulas vacías, está relacionado con el problema que nos atañe: dado que Nueva York se está convirtiendo en una ciudad inhabitable para mucha gente, los primeros que suelen poner tierra de por medio son las familias con hijos pequeños, tal y como refleja un informe del Fiscal Policy Institute. Por eso la población de niños en edad de ir a un colegio público ha descendido. Por eso hay cada vez más aulas vacías.

“Corremos el riesgo de convertirnos en una ciudad para los ultrarricos o para los muy pobres que no tienen los medios para dejar Nueva York”, dice Rauh. “Creemos que es muy importante para la salud de la ciudad que esta siga siendo hospitalaria para las familias y los niños, y eso es cada vez más difícil”.

Como saben especialmente los padres, uno de los misterios más intrigantes de la vida en Estados Unidos, sobre todo en una ciudad como Nueva York, es el que rodea al precio de las guarderías. Una guardería cualquiera de Brooklyn puede cobrar 3.000 dólares mensuales por una plaza de lunes a viernes, de nueve de la mañana a tres de la tarde. Y no suelen ser guarderías particularmente amplias o especializadas, sino bajos estrechos y con ventanas llenas de barrotes. Además, uno quiere pedir información y no se molestan en atenderle, o le dicen que las plazas están ocupadas hasta 2027. Y cobrando 3.000 dólares al mes. ¿Por qué? ¿Cómo es posible?

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