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La City advierte: la próxima gran crisis financiera no vendrá de donde tú crees
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La banca en la sombra

La City advierte: la próxima gran crisis financiera no vendrá de donde tú crees

Las entidades no bancarias ya representan la mitad del sistema financiero a nivel global. Pero mientras que en la UE solo el 27% de la financiación para las empresas proviene de capital privado, en el Reino Unido es el 50%

Foto: Un ciudadano corre frente al paisaje de la City de Londres. (EFE/Andy Rain)
Un ciudadano corre frente al paisaje de la City de Londres. (EFE/Andy Rain)
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El mandato de Liz Truss en 2022 duró poco más de un mes. Acabó antes que se pusiera mala la 'lechuga rival' comprada por el tabloide Daily Star ante las pocas esperanzas depositadas en la sucesora de Boris Johnson. Pero puede que, después de todo, los bancos centrales tengan que estar en deuda con la primera ministra más breve de la historia del Reino Unido.

Nada más mudarse a Downing Street, Truss anunció el paquete de recortes de impuestos más radical desde 1972 con el objetivo de impulsar la economía. La medida, sin embargo, provocó un desplome histórico de la libra que obligó al banco central a lanzarse a comprar bonos británicos. La industria de fondos de pensiones estuvo al borde del colapso y, ante la preocupación de que los tipos de interés llegara al 6% —finalmente alcanzó el 11%—, el número de hipotecas canceladas por algunas entidades duplicó al registrado en el inicio de la pandemia.

Pero fue precisamente este escenario lo que evidenció los riesgos de un sector clave que ha tomado cada vez más peso en los últimos años y que está encaminado a protagonizar la próxima crisis global. A diferencia de lo que ocurrió en 2008, esta vez el peligro no lo representan los bancos, sino la llamada “intermediación financiera no bancaria” (IFNB) un término largo que abarca fondos de cobertura, fondos de pensiones, aseguradoras o capital privado.

Las entidades no bancarias ya representan la mitad del sistema financiero a nivel global. Pero, mientras que en la UE solo el 27% de la financiación para las empresas proviene de capital y crédito privado, en el caso del Reino Unido el porcentaje es del 50%. Por lo que para el Banco de Inglaterra es una cuestión particularmente apremiante.

Foto: La lechuga que había enfrentado el 'Daily Star' contra la primera ministra Liz Truss.

Durante la década posterior a la crisis de 2008 —cuando montones de dinero fluían por el sistema por las bajas tasas de interés—, las entidades no bancarias se atiborraron de deuda barata para impulsar los retornos para los inversores. Y la preocupación ahora es que esta parte del sistema haya absorbido todo el riesgo. “Los bancos ya nos estamos preparando ante escenarios en los que somos la parte contagiada, no el origen del problema”, aseguran a El Confidencial fuentes de la City.

El Banco de Inglaterra publicará en junio más detalles sobre la amenaza potencial de este sector, incluyendo cuán dominante es en la economía del Reino Unido. Pero la crisis no entiende de fronteras. Londres siempre ha sido un hub global y su centro financiero no es como Las Vegas: lo que pasa en la City no se queda en la City, sino que se expande a todo el mundo. Por lo tanto, si no hay coordinación internacional por parte de los reguladores, la batalla está perdida. Y, de momento, hay división de opiniones. El regulador principal de mercados del Reino Unido, Nikhil Rathi, ha restado importancia a las preocupaciones, pero esto no ha hecho otra cosa que preocupar aún más al banco central.

Ya en 2023, poco después del casi colapso de los fondos de pensiones británicos durante el breve mandato de Truss, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ponía el foco en el asunto, advirtiendo que los rescates de Silicon Valley Bank y Credit Suisse tal vez no fueran incidentes aislados y que existía la posibilidad de que las complicaciones se extendieran más allá del sector bancario tradicional. El importante prestamista californiano de las empresas tecnológicas protagonizó a la mayor quiebra de una entidad bancaria en Estados Unidos desde 2008, mientras que la absorción exprés del Credit Suisse por parte de su rival, el UBS, fue orquestada por el gobierno suizo para evitar un colapso del sistema bancario mundial.

Foto: El expresidente de Credit Suisse, Urs Rohner. (Reuters/Arnd Wiegmann)
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Un blog de tres funcionarios del FMI (Fabio Natalucci, Antonio García Pascual y Thomas Piontek) recalcó entonces que "las preocupaciones sobre la situación fiscal del país provocaron un fuerte aumento en los rendimientos de los bonos del gobierno del Reino Unido". "Esto, a su vez, causó grandes pérdidas en los fondos de pensiones de beneficios definidos que habían tomado préstamos usando estos bonos como garantía. Como resultado, los fondos tuvieron que vender más bonos del gobierno, lo que hizo que los rendimientos subieran aún más", explicaban los analistas.

El Banco de Inglaterra intervino para ayudar a los fondos de pensiones prometiendo comprar hasta 65.000 millones de libras en bonos gubernamentales, pero el FMI señaló entonces que tales medidas tenían inconvenientes en un momento en que los bancos centrales estaban tratando de aliviar las presiones del costo de vida.
También hubo una carrera por conseguir efectivo con el comienzo de la pandemia, la explosión del fondo de cobertura Archegos y la agitación en los mercados del níquel después de la invasión rusa de Ucrania. En cada ocasión, la City de Londres estuvo particularmente expuesta.

“El crecimiento del sector de IFNB se aceleró después de la crisis financiera global y ahora representa casi el 50% de los activos financieros globales. Como tal, el buen funcionamiento del sector no bancario es vital para la estabilidad financiera. Sin embargo, las vulnerabilidades de las IFNB parecen haber aumentado en la última década”, advertían los expertos.

Desde la crisis de 2008, cuando se sacudieron los cimientos de la economía global, los bancos se han visto obligados a volverse más resistentes a una gran cantidad de regulaciones. “Hubo una sobrerreacción de supervisar los bancos universales comerciales y una actitud más laxa con el resto del sistema financiero. Y ahora resulta que es esta otra parte del sistema lo que puede explotar”, aseguran fuentes de la City.

“Aunque no es nada nuevo. Cuando en 2012 se revisaban los entonces mercados emergentes o mercados en países en desarrollo medio como China, Brasil, a este sector se le llamaba "shadow banking", que suena a algo oscuro, porque había un prejuicio por parte de Occidente. Tú no puedes llamarlo así en la BBC porque cunde el pánico. De ahí que ahora se hable de "private credit" o "no bank financial credit". Nadie lo quiere llamar shadow banking, pero es lo que es”, añaden.

Para evitar otro colapso de la economía global, la regulación debería ponerse ahora antes de que estallara todo, no después. Pero la dificultad para el Banco de Inglaterra es que simplemente no sabe mucho sobre quién se ha endeudado excesivamente y dónde exactamente. “Las lagunas en nuestro conocimiento han significado que, en gran medida, estamos construyendo resiliencia en las finanzas en respuesta a las crisis, mientras que deberíamos buscar desarrollar resiliencia antes de que las vulnerabilidades cristalicen”, dijo Sarah Breeden, vicegobernadora del Banco de Inglaterra, en un evento en febrero.

Foto: Ben Bernanke, ganador del Nobel. (EFE/Claudio Bresciani)

Por su parte, Nathanaël Benjamin, director ejecutivo de la entidad, advirtió en abril sobre "el aumento en los tipos y la cantidad de apalancamiento [uso de fondos prestados para aumentar el potencial de retorno de una inversión], e incluso del 'apalancamiento sobre apalancamiento', en todo el ecosistema".

El Banco de Inglaterra está realizando las primeras pruebas de resistencia para investigar cómo reaccionarían las entidades no bancarias ante tensiones potenciales extremas en los mercados. Los resultados se publicarán a finales de este año, lo que podría dar lugar a normas más estrictas. Pero dado que los riesgos no bancarios son inherentemente globales, el banco central del Reino Unido puede estar actuando en vano. Realmente necesita que entidades como el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB), un organismo de control global, o sus contrapartes, tomen medidas inmediatas.

El FSB, a través de un grupo copresidido por la reguladora de mercados del Reino Unido, Sarah Pritchard, producirá una consulta sobre el apalancamiento, cuyo objetivo será abordar la raíz del problema, en lugar de limitarse a cuando se convierta en una calamidad. Sin embargo, eso no ocurrirá hasta diciembre y es poco probable que se convierta en una política definitiva hasta dentro de bastante tiempo.

El Banco de Inglaterra tiene algunos aliados en su impulso para actuar cuanto antes. El banco central francés, en una presentación en Bruselas en febrero vista por el diario Político, pidió un enfoque más amplio en el FSB, y la UE sugirió algunos pasos para un marco más amplio. Pero, por separado, está surgiendo una división entre los banqueros centrales y los reguladores de los mercados sobre hasta dónde llegar. La arena del reloj baja cada vez más deprisa. “Aprendemos las lecciones, pero se nos olvidan demasiado rápido”, concluyen desde la City.

El mandato de Liz Truss en 2022 duró poco más de un mes. Acabó antes que se pusiera mala la 'lechuga rival' comprada por el tabloide Daily Star ante las pocas esperanzas depositadas en la sucesora de Boris Johnson. Pero puede que, después de todo, los bancos centrales tengan que estar en deuda con la primera ministra más breve de la historia del Reino Unido.

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