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El exembajador de EEUU en Ucrania: "La postura de Biden es torpe y lenta"
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Entrevista a John Herbst

El exembajador de EEUU en Ucrania: "La postura de Biden es torpe y lenta"

John Herbst ha trabajado muy cerca con el Gobierno como asesor para la resolución de conflictos, y critica que la gestión de las ayudas a Ucrania es ineficiente y tarda mucho

Foto: El exembajador de Ucrania en EEUU, John Herbst. (Cedida)
El exembajador de Ucrania en EEUU, John Herbst. (Cedida)

Exactamente diez años antes del Euromaidán, en Ucrania prendió la mecha del descontento social. Fue durante la llamada Revolución Naranja, en la que cientos de miles de ucranianos salieron a las calles vestidos de este color para protestar por unas elecciones catalogadas como fraudulentas, lograron revertir los comicios y, de paso, pusieron a Ucrania en el mapa para millones de personas en todo el mundo. En ese momento, John Herbst era el embajador de Estados Unidos en el país, un cargo que ocupó de 2003 a 2006. Durante las manifestaciones, ayudó a garantizar la celebración de unas elecciones presidenciales ucranianas justas y a prevenir la violencia.

En sus años en el Departamento de Estado, ha trabajado liderando la capacidad civil del Gobierno de Estados Unidos en sociedades en transición de conflictos. Antes de Ucrania, fue embajador en Uzbekistán (de 2000 a 2003), donde desempeñó un papel fundamental en el establecimiento de una base estadounidense para ayudar a llevar a cabo la Operación Libertad Duradera en Afganistán. Actualmente, es el director principal del Centro Eurasia del Atlantic Council.

PREGUNTA. La ayuda de EEUU a Ucrania estuvo bloqueada durante meses. A pesar de que el apoyo de la administración de Joe Biden sigue siendo notable, están surgiendo voces dentro de la política estadounidense para poner un freno. ¿Cómo ha cambiado la percepción de la sociedad del país?

RESPUESTA. Ha habido cierta erosión en el apoyo entre los republicanos. Hay una facción populista que, en mi opinión, es muy ingenua sobre el peligro que supone Rusia para Estados Unidos. Y, como consecuencia, no hay una mayoría de republicanos que apoyen una ayuda sustancial a Ucrania. Pero creo que el apoyo entre el pueblo estadounidense es bastante fuerte.

El paquete de ayudas, que se aprobó después de un retraso de seis meses y medio, obtuvo más del 70 % de los votos tanto en la Cámara como del Senado. Es una mayoría muy amplia y es notable que el candidato presidencial Donald Trump no haya apoyado a quienes piden en voz muy alta que se ponga fin a la ayuda a Ucrania.

Trump brindó cierto apoyo al congresista Mike Johnson, quien tomó la decisión de desafiar a aquellos que se oponen a la ayuda a Ucrania. El problema real al que se enfrentaría Ucrania si Trump ganara las elecciones es si empezara a escuchar a aquellas personas que quieren poner fin a la ayuda a la guerra. Mucha gente asume que eso va a pasar, pero no veo ninguna razón, por ahora, para esa suposición.

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P. Ucrania ha criticado en varias ocasiones la lentitud con la que se aprueban las ayudas y el tiempo que pasa hasta que llegan el frente. ¿Qué piensa sobre esta postura?

R. He estado criticando a la administración Biden incluso desde antes de la invasión a gran escala. Por su timidez, falta de voluntad para hacer las cosas audaces necesarias de manera rápida y luego por demora. Este es el patrón de su diplomacia. Es desafortunado. Y en Alemania las cosas son aún peores. Hay algunas otras naciones en Europa que tampoco parecen entender cuán peligrosa es la situación. Dicho esto, hay un buen número de países europeos, como Gran Bretaña y Polonia, que entienden esto muy bien y toman decisiones rápidamente y alientan de alguna manera a Estados Unidos y Alemania a tomar esas decisiones en una manera más rápida.

P. ¿Cómo describiría las relaciones entre Estados Unidos y Ucrania en este momento y cómo cree que pueden cambiar si Donald Trump ganara las elecciones este año?

R. La relación entre Estados Unidos y Ucrania es sólida, pero también complicada y tiene elementos de fricción. Y los elementos de fricción provienen de las insuficiencias de la política de Biden, es decir, la lentitud en el envío de ayuda, al rechazo de ciertos tipos de ayuda porque temen que Rusia escale la tensión, a pesar de que en muchos aspectos eso ya ha pasado.

Volodímir Zelenski, por un lado, necesita desesperadamente el apoyo estadounidense. Por otro lado, a veces tiene que molestar a la administración para conseguirlo. Y esta ha sido una característica constante de la relación. Si gana Trump, mucho depende de su enfoque general. Es importante que hace aproximadamente un mes dijera que la supervivencia de Ucrania es importante para Estados Unidos. Eso no se oye de gente como Marjorie Taylor Greene —una de las políticas más críticas con el envío de ayuda—, que no tiene ni idea de lo peligrosa que es Rusia para nosotros. No podemos estar seguros de cómo actuaría Trump, pero yo sospecho que proporcionaría más ayuda a Ucrania y mejores armas de forma más rápida, porque esa es su forma de operar. Pero nuevamente, hay dudas sobre si entendería lo importante que es asegurarse de que Ucrania sobreviva.

P. ¿Cómo eran las relaciones entre los dos países cuando era embajador estadounidense en Ucrania?

R. Las relaciones eran muy fuertes. El entonces presidente, Víktor Yúshchenko, había sido el candidato reformista en las elecciones presidenciales de 2004. Y después de un intento fallido de Víktor Yanukóvich, el otro candidato, de robarse las elecciones. Después de las protestas en el marco de la Revolución Naranja, Yúshchenko se convirtió en presidente. En ese momento, Ucrania estaba mirando hacia Estados Unidos en busca de relaciones mucho más sólidas y de más apoyo. Ese apoyo se proporcionó, aunque debo decir que nos decepcionó porque Yúshchenko no se opuso tan firmemente a la corrupción como esperábamos. Y ese problema persistió entonces y persiste hasta el día de hoy, aunque ha habido avances notables, pero no suficientes, desde la revolución de Euromaidán hace diez años.

"Rusia ha jugado con las fronteras en el Báltico y demostrado que sus intenciones no son buenas"

P. Cada cierto tiempo surgen rumores sobre que Vladimir Putin podría estar dispuesto a negociar una propuesta de alto al fuego. ¿Cuál cree que sería el escenario en el que una negociación podría convertirse en una posibilidad?

R. El objetivo de Putin sigue siendo tomar el control político de Ucrania. No hemos visto ningún indicio de que renuncie a ese objetivo. Y Ucrania no quiere entregar su soberanía a Rusia. Aunque es cierto que estos rumores aparecen de vez en cuando, el último hace un par de semanas. Pero si eso pasara, si se hiciera una propuesta y se negociara, eso sería solo una pausa para que Putin pudiera fortalecer su ejército y producir más armas antes de reanudar su guerra contra Ucrania.

Además, Rusia seguro que exigiría en la propuesta que se quedara no solo con Crimea, sino con el Donbás y otros territorios. Eso es algo que Ucrania no va a aceptar por razones obvias. Ni siquiera creo que un alto al fuego sea algo en lo que Putin esté pensando ahora mismo.

P. Varios líderes occidentales han alertado de una escalada con Rusia en los próximos años si Ucrania pierde la guerra. ¿Nos estamos acercando a este escenario?

R. Rusia ya ha mostrado varios deseos, como el de recuperar cierto control de zonas de los expaíses de la Unión Soviética, como los Estados bálticos. Deberíamos estar muy preocupados si Putin ganara en Ucrania y de repente tuviera recursos ucranianos como parte de su máquina de guerra. Veríamos grandes provocaciones, más duras de las que hemos estado viendo, como que Rusia ha estado jugando con las fronteras marítimas en el mar Báltico. Eso nos muestra que sus intenciones no son buenas.
El peligro de tener que defender a nuestros aliados de la OTAN de una agresión rusa si Ucrania pierde la guerra es real. Biden ha prometido defender cada centímetro del territorio de la OTAN. Pero no tengo ninguna duda de que si la debilidad estadounidense y la debilidad occidental llevan a Putin a ganar Ucrania, tendrá amplias razones para poner a prueba la determinación estadounidense.

Foto: Los buques de guerra rusos abandonan un puerto durante los ejercicios navales organizados por las fuerzas de la Flota del Báltico de la Armada rusa, como parte de los ejercicios militares Zapad-2021. (REUTERS / Vitaly Nevar)

P. ¿Hasta qué punto cree que llegan los esfuerzos de Rusia para interferir en los procesos electorales de Europa y de Estados Unidos?

R. Moscú intenta influir en la política estadounidense y europea, y eso es algo que deberíamos esperar que pase. Sabemos que algunos partidos, incluido uno de extremaderecha en Francia, ha recibido una cantidad importante de dinero de Rusia. Así que ese es un papel que sabemos que desempeña la propaganda rusa en nuestros debates internos. Eso es un problema, pero somos conscientes de ello y creo que estamos tomando medidas razonables contra esto. Y no lo enfatizaría demasiado como una amenaza. Deberíamos considerarlo como un peligro que podemos manejar.

Para mí, lo más importante es que esto demuestra cómo Rusia actúa directamente en contra de nuestros intereses. Y por eso, al menos en el contexto estadounidense, resulta imperdonable que personas que afirman, en la derecha estadounidense, querer hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande, se nieguen a reconocer que Rusia es nuestro enemigo. Los rusos dicen claramente que Estados Unidos es nuestro principal adversario. Y no entiendo por qué esa gente no parece entenderlo.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, estrecha la mano del presidente de Túnez, Kais Saied. (EFE)

P. Ucrania ha recibido una parte importante del paquete militar, como los misiles de largo alcance, y dentro de poco recibirá finalmente los aviones F-16. ¿Qué nos espera el campo de batalla?

R. Sí, pero son muy pocos. En cuestión de meses tal vez tengan 30 o 40 aviones, pero Ucrania necesita mucho más que eso. Y Estados Unidos tiene una gran cantidad de F-16 que básicamente están ahí esperando a ser destruidos Deberíamos encontrar una manera de llevarlos a Ucrania. Esto implica en parte que los pilotos ucranianos reciban capacitación. Nosotros y nuestros aliados deberíamos hacer de eso una prioridad.

Pero lo más importante es que debemos pensar de forma proactiva y creativa, no reactiva. ¿Qué armas necesita Ucrania para lograr resultados decisivos en el campo de batalla? Y luego deberíamos trabajar con ellos para asegurarnos de que reciban esas armas. No necesitamos una aproximación de dónde observamos el campo de batalla. No deberíamos decir: 'tal vez Ucrania necesite esto, tal vez Ucrania necesite aquello'. Y mucho menos debemos escuchar durante un año cómo Ucrania pedía armas antes de decir finalmente que sí.

P. ¿Cree que Ucrania formará parte de la UE y de la OTAN en un futuro cercano?

R. No tengo ninguna duda de que si Ucrania gana esta guerra y sigue siendo un Estado soberano e independiente, se unirá tanto a la UE como a la OTAN. La UE, que ya ha comenzado las negociaciones de adhesión y se ocupará de la corrupción en Ucrania, será una parte importante de ese proceso. Será un incentivo para, en general, solucionar el problema de la corrupción en Ucrania. Tomará algún tiempo, tomará años, pero sucederá.

También creo que Ucrania se convertirá en miembro de la OTAN. Eso será importante para que Ucrania detenga nuevas agresiones rusas en el futuro. Pero también es importante para Europa. Quieren asegurarse de que un país tan importante en el corazón de Europa no esté en el punto de mira de Rusia. De modo que la estabilidad europea requiere el fin de la agresión rusa contra Ucrania. La manera de garantizarlo es darle la bienvenida a Ucrania a la OTAN.

Exactamente diez años antes del Euromaidán, en Ucrania prendió la mecha del descontento social. Fue durante la llamada Revolución Naranja, en la que cientos de miles de ucranianos salieron a las calles vestidos de este color para protestar por unas elecciones catalogadas como fraudulentas, lograron revertir los comicios y, de paso, pusieron a Ucrania en el mapa para millones de personas en todo el mundo. En ese momento, John Herbst era el embajador de Estados Unidos en el país, un cargo que ocupó de 2003 a 2006. Durante las manifestaciones, ayudó a garantizar la celebración de unas elecciones presidenciales ucranianas justas y a prevenir la violencia.

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