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Cincuenta sombras de azul: entendiendo a las (muchas) derechas del Parlamento Europeo
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De Von der Leyen a Le Pen

Cincuenta sombras de azul: entendiendo a las (muchas) derechas del Parlamento Europeo

Las formaciones de centro-derecha, derecha radical y ultraderecha suponen más del 50% de los representantes del nuevo Hemiciclo, que encara su mandato más conservador

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. (EFE/Olivier Hoslet)
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. (EFE/Olivier Hoslet)
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Las elecciones europeas de 2024 dejan el arco parlamentario más a la derecha de la historia de la Unión Europea. Las formaciones de centroderecha, derecha radical y ultraderecha pintan de azul más del 50% del nuevo hemiciclo. Pero una de las grandes incógnitas es la de cómo se forjarán las nuevas alianzas, pactos y coaliciones de estas fuerzas en medio de su amalgama de rostros, siglas, visiones y diferencias.

Según las estimaciones publicadas por el Parlamento Europeo, a cierre de esta edición, el PPE lograría 189 de los 720 escaños a repartir; 135 irían para los Socialdemócratas; 83 para los Liberales de Renovar Europa; 71 para Conservadores y Reformistas; Identidad y Democracia con 58. Los Verdes bajarían a 53 y la Izquierda a 35. Por su parte, 95 son nuevos o se encuentran en los no inscritos, como es el caso de la alemana AfD o el Fidesz húngaro. No son los resultados definitivos, pero dejan ya una fotografía bastante fiel de la arquitectura del nuevo hemiciclo, donde las fuerzas ultranacionalistas, que han abandonado la bandera de salir del bloque comunitario, tendrán más peso que nunca.

Sin embargo, una de las mayores lecturas que dejan las urnas del domingo es que el centro aguanta. La coalición actual entre populares, socialdemócratas y liberales sumaría 409 eurodiputados, por encima de los 360 requeridos para la mayoría. Esta es la opción favorita de Ursula von der Leyen. La candidata que encabeza las quinielas para liderar la Comisión Europea ha asegurado que confía en este escenario para forjar una "UE fuerte" sobre esta relación "constructiva y probada". Pero es una mayoría débil y volátil. La exministra de Angela Merkel está llamada a buscar nuevos aliados.

En su primera comparecencia después de que hablaran las urnas, Von der Leyen no ha cerrado la puerta a apoyarse en los "partidos pro-OTAN, pro-Estado de Derecho y pro-Ucrania". Es decir, continúa tendiendo la mano a los Hermanos de Italia e ignora a Los Verdes, que se desinflan tras tocar el cielo en 2019. Pero aquí no sale la cuadratura del círculo. España y Alemania, en manos socialdemócratas, ya advierten de que las tentaciones con la extrema derecha son para ellos una línea roja. Amenazan con no apoyar a Von der Leyen, que debe ser nominada a través del consenso de los 27 líderes de Estado y de Gobierno.

Tres escenarios

Los resultados son claros. Pero componer el puzzle es el gran desafío del nuevo y el viejo conservadurismo. El juego estadístico arranca ahora. Y con él, las calculadoras de pactos. En esta ecuación, la extrema derecha tiene mucho que decir. Por lo pronto, el escenario que se anticipa más descartable es la unión de los dos partidos ultras actualmente presentes en la Eurocámara en un partido único. En los Conservadores y Reformistas (ECR), sus principales motores son Hermanos de Italia, el PiS polaco y Vox. Mientras que el núcleo de Identidad y Democracia (ID) bebe de Marine Le Pen, el neerlandés Geert Wilders y la Liga italiana. Las diferencias entre ambos han sido, hasta la fecha, insalvables. Se han hecho especialmente patentes en las posiciones respecto a la guerra en Ucrania. Los primeros defienden a ultranza la ayuda a Kiev, mientras que los segundos se muestran más tibios con Rusia.

Foto: Santiago Abascal y Marine Le Pen, durante el VIVA 24 organizado por Vox. (Europa Press/Pérez Meca)

Pero incluso dentro de las mismas familias hay diferencias. En plena campaña europea, ID expulsó a AfD después de que uno de sus representantes blanqueasen el nazismo. Esta fuerza ha pasado en escasos años de ser un paria a aterrizar en el Bundestag por primera vez en 2017. Ahora, con una previsión de 16 escaños, le disputa el segundo puesto a los socialdemócratas. Sus representantes están huérfanos en la Eurocámara y se encuentran en el grupo de los no inscritos. Pero no están solos. El prorruso Partido de la Libertad (FPO) se distanció de la línea de ID y no le dio la espalda. En las actuales elecciones europeas, el FPÖ ha sido el partido más votado, duplicando sus resultados y pasando de tres a seis representantes en la Eurocámara. Los sondeos pronostican que serán también los triunfadores en las elecciones nacionales de otoño.

Por ello, hay varios movimientos a seguir de cerca en los próximos días, que estarán marcados por la composición de las nuevas familias políticas. Una equis a despejar es qué harán partidos como AfD o el FPÖ, considerados incluso demasiado extremos por ID, formación que se sustenta sobre los 30 eurodiputados con los que ha arrasado Le Pen. A su vez, Le Pen ha querido edulcorar su imagen en esta campaña y ha hecho ojitos a Von der Leyen, que, a su vez, ha descartado cualquier alianza con la francesa.

Otro de los pasos a seguir es el destino de los 10 eurodiputados del Fidesz de Viktor Orbán, que fue expulsado por el Partido Popular Europeo durante este ciclo debido a su deriva antidemocrática. El primer ministro magiar ha deslizado su deseo de unirse a ECR y ha llamado a Le Pen y Meloni, las damas de oro del ultraconservadurismo europeo, a ponerse de acuerdo para aunar fuerzas en torno a la misma familia. Sin embargo, la posición de Orbán como el líder europeo más opuesto a la ayuda a Ucrania no le deja las cosas fáciles.

Foto: Vladímir Putin y Viktor Orbán tras una rueda de prensa en Budapest en octubre de 2019. (Reuters/Bernadett Szabo)

Hablar de derecha radical en la UE es hablar en estos momentos de Georgia Meloni, la líder que ha consolidado el fin de los cordones sanitarios que habían imperado hasta ahora en la capital comunitaria. En 2000, la llegada al Gobierno de coalición del FPÖ en Austria se saldó con un aislamiento por parte de sus 14 socios europeos, que le impusieron sanciones y aislaron diplomáticamente. Meloni ha leído bien la jugada. Se ha alineado al discurso y a la agenda europea en cuestiones de máxima prioridad para la UE, especialmente en el apoyo a Ucrania y la respuesta contra Rusia. En paralelo, dentro de casa ha adoptado una política de control con los medios de comunicación públicos, ha restringido que las parejas homosexuales puedan inscribir a sus hijos en el registro y quiere obligar a las mujeres que quieran abortar a escuchar antes el latido del feto, algo que ya hace Hungría.

Meloni será una ficha clave en el tablero de la política europea del próximo lustro. Y tiene una posición privilegiada, ya que cuenta con la capacidad de seducir a fuerzas tan alejadas como Von der Leyen o Le Pen. Se abren ahora diferentes escenarios sobre sus posibles pasos. El más remoto es su unión al Partido Popular Europeo. Un segundo, más viable, es que continúe liderando a los Conservadores y tienda la mano al centro-derecha. Y un tercero, improbable, pero no descartable, es la creación de una nueva familia política.

Las elecciones europeas de 2024 dejan el arco parlamentario más a la derecha de la historia de la Unión Europea. Las formaciones de centroderecha, derecha radical y ultraderecha pintan de azul más del 50% del nuevo hemiciclo. Pero una de las grandes incógnitas es la de cómo se forjarán las nuevas alianzas, pactos y coaliciones de estas fuerzas en medio de su amalgama de rostros, siglas, visiones y diferencias.

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