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Bélgica solo esquiva la conquista de la ultraderecha gracias a los nacionalistas flamencos
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La N-VA gana las federales

Bélgica solo esquiva la conquista de la ultraderecha gracias a los nacionalistas flamencos

A la extrema derecha radical del Vlaams Belang solamente se le escapa la victoria gracias a otro partido de extrema derecha, los nacionalistas de la N-VA

Foto: Bart De Wever, líder de la N-VA, celebra los resultados. (EFE)
Bart De Wever, líder de la N-VA, celebra los resultados. (EFE)

Bélgica se parte en dos en muchos asuntos. La mitad del norte, rica, acomodada, conservadora, casi siempre se sitúa a un lado de los debates, y la mitad del sur, más pobre, sufriendo la desindustrialización, más progresista, se sitúa en el contrario. Flandes y Valonia, flamencos y francófonos. En estas elecciones generales la división se ha acrecentado, especialmente en las semanas previas: en el norte se temía una victoria del Vlaams Belang, el partido de extrema derecha con raíces que se hunden hasta el colaboracionismo flamenco con la ocupación nazi del país, y en el sur se esperaba un buen resultado del Partido de los Trabajadores de Bélgica (PTB), el partido comunista belga.

Ninguno de los dos han logrado lo que esperaban. La N-VA, los nacionalistas flamencos derechistas, que se enmarcan en el grupo ultraconservador de los Conservadores y Reformistas (ECR) en la Eurocámara, han ganado en Flandes y a nivel federal, obteniendo el 16,8% de los votos, y han logrado evitar la victoria del Vlaams Belang en territorio flamenco. Ha sido un súper-domingo electoral, con los comicios al Parlamento Europeo y triples elecciones a nivel belga: el parlamento federal, y las cámaras de Flandes, de Valonia y la bilingüe de Bruselas-Capital. Las elecciones son importantes porque dan forma al país para los próximos cuatro años. Bélgica es una especie de cebolla, aunque normalmente se le compara con una lasaña, pero en la que las capas inferiores tienen mucho poder sobre las superiores, por lo que el encaje a todos los niveles es fundamental. En los próximos meses las negociaciones serán durísimas: habrá que formar coaliciones a todos los niveles de esa 'lasaña' belga, y los equilibrios de poder tendrán que tener en cuenta el reparto en las distintas capas.

La N-VA espera que con su resultado electoral llegue su momento para poder volver a entrar en el Gobierno federal después de que en 2020 el resto de formaciones le dejaran fuera. En un ejemplo de cómo funciona esa negociación paralela de la 'lasaña' belga, la N-VA puede conectar las negociaciones para formar Gobierno en Flandes, donde tiene la mano ganadora de manera clara, con las de la formación del ejecutivo federal, exigiendo a los socios que le necesitan en Flandes para entrar en el gobierno regional que le ayuden en su encaje en el federal. Y en este proceso para regresar al poder central, donde están algunas de las competencias clave para su electorado como la inmigración, los nacionalistas flamencos han entendido que el Vlaams Belang no es su aliado. La N-VA ha empezado a rechazar la visión más radical del partido radical, y ha comenzado a reconstruir puentes con las formaciones que pueden servir como base para el próximo Gobierno. En este proceso Bart de Wever, líder de la N-VA y alcalde de Amberes, ha mostrado las cartas del partido ante el fortalecimiento de la formación a su derecha: la independencia de Flandes no es necesaria si el confederalismo se muestra “eficaz”.

“Si el confederalismo nos permite tener nuestra propia responsabilidad financiera y reforzar y proteger la prosperidad de Flandes, me basta”, explicaba esta semana De Wever en una entrevista en Radio 1. “La independencia de Flandes siempre ha sido el sueño del Movimiento Flamenco, pero ¿qué significa eso en el siglo XXI? (...) Es una idea anticuada en un contexto geopolítico que no es amable y que nos obliga a mirar a lo grande”, añadió el líder de la N-VA. Ahora, con los resultados en la mano y su legitimidad para entrar en el gobierno, los nacionalistas flamencos van a exigir en el marco de las difíciles negociaciones que se les hagan concesiones en su promoción de unos mayores poderes para Flandes.

Con los resultados en la mano una posibilidad es que la negociación para formar el próximo Gobierno federal arroje un Ejecutivo más hacia la derecha, con la N-VA acompañada de los democristianos tradicionales de CD&V (flamencos) y Les Engagés (valones) y los liberales del MR y Open Vld, el partido del actual primer ministro Alexander de Croo, que este domingo anunció su dimisión tras conocer los resultados electorales, aunque parece que el partido preferiría quedar fuera del Gobierno. Las conversaciones serán tremendamente complejas, porque la N-VA exige una reforma constitucional muy difícil y amenaza con tumbar cualquier eventual Gobierno si no se cumplen sus exigencias a mitad de legislatura. Sin el Open Vld el resto de formaciones se quedarían cortas y no alcanzarían una mayoría en la cámara. Además, hay que tener en cuenta que en Bélgica existe un cordón sanitario contra Vlaams Belang que se respeta a todos los niveles, y la N-VA mantiene su compromiso por el momento con esa promesa, aunque también existen tensiones dentro del partido, con algunos sectores creyendo que se debe abrir la puerta a la cooperación con VB.

placeholder Celebración en la sede de la N-VA. (EFE)
Celebración en la sede de la N-VA. (EFE)

El regreso del Vlaams Belang

El Vlaams Belang es una refundación del Vlaams Block, el principal partido de extrema derecha flamenca desde los años setenta, que se reorganizó después de que la justicia belga sentenciara que el partido había violado las leyes contra el racismo de 1981 como respuesta a que uno de sus líderes pusiera en duda el número de judíos exterminados durante el nazismo. Aunque el nacionalismo flamenco se empezó a estructurar a principios del siglo XX fundamentalmente alrededor de partidos de izquierdas, como el Frontpartij, aunque este pedía autonomía y no la independencia, en los años treinta el movimiento giró hacia la derecha con el Vlaamsch Nationaal Verbond (Frente Nacional Flamenco), que colaboró con el nazismo durante la ocupación de Bélgica.

Las elecciones confirman en todo caso el regreso de la extrema derecha radical independentista a la política flamenca y la nacional con mucho peso. El Vlaams Belang puede no haber ganado las elecciones en Flandes, pero sí ha ganado las europeas, obteniendo el 14,5% de los votos, por delante de la N-VA y ha obtenido un muy buen resultado en Flandes. Tras la disolución del Vlaams Block el nuevo partido sufrió una travesía por el desierto de más de una década, pero desde 2019 el nuevo Vlaams Belang ha ido recuperando terreno, y Van Grieken se ha esforzado por intentar presentar al nuevo VB como un partido conservador, no radical.

Sin embargo, lo cierto es que dentro del VB siguen existiendo elementos del Block, y la mano derecha de Van Grieken, Tom Vandendriessche, ha afrontado acusaciones de realizar discursos neonazis por utilizar un término relacionado con el Tercer Reich, Omvolking, algo así como “repoblación”. El término original es Umvolkung, utilizado como un término de asimilación étnica y de regermanización de los terrenos conquistados por los nazis. En la actualidad alimenta el discurso de que existe un plan para sustituir a la población local por población extranjera. No es la primera vez que esta idea aparece en el discurso del VB. Filip Dewinter, un antiguo líder del partido, actual diputado del parlamento regional, ya usó ese término en 2017, hablando de un plan de resistencia ante supuestos planes de “islamización”.

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El líder del VB durante la celebración de los resultados. (EFE)

Otros resultados

En Bélgica los partidos se dividen por las distintas regiones. En Flandes y en Valonia hay partidos distintos, que normalmente se agrupan en familias políticas, con los comunistas del PTB siendo los únicos que participan en todos los niveles con la misma marca. En estas elecciones algunas de estas familias han mejorado su resultado a nivel federal gracias a procesos inversos en las dos regiones. Por ejemplo, mientras el Partido Socialista ha empeorado su resultado en Valonia, sus ‘hermanos’ flamencos, Vooruit, han salvado el resultado creciendo un 1,4%. El mismo caso en los liberales: mientras que el Open Vld ha caído un 3,1% a nivel federal, su partido hermano en Valonia, el Movimiento Reformador (MR) ha quedado tercero con un 10,2% y un crecimiento del 2,7%.

El MR es uno de los grandes ganadores de la noche tras haber vencido en las regionales en Valonia. Su líder, Georges-Louis Bouchez, ha endurecido mucho el discurso del partido y los votantes valones le han premiado con un crecimiento de algo más de 9 puntos. Bouchez tendrá un papel importante en la negociación de la composición del próximo Gobierno, que probablemente será larga y tediosa. Mientras tanto, el Open Vld, que históricamente ha estado siempre en el Gobierno federal, ahora quiere dar un paso atrás y pasar a la oposición.

Bélgica se parte en dos en muchos asuntos. La mitad del norte, rica, acomodada, conservadora, casi siempre se sitúa a un lado de los debates, y la mitad del sur, más pobre, sufriendo la desindustrialización, más progresista, se sitúa en el contrario. Flandes y Valonia, flamencos y francófonos. En estas elecciones generales la división se ha acrecentado, especialmente en las semanas previas: en el norte se temía una victoria del Vlaams Belang, el partido de extrema derecha con raíces que se hunden hasta el colaboracionismo flamenco con la ocupación nazi del país, y en el sur se esperaba un buen resultado del Partido de los Trabajadores de Bélgica (PTB), el partido comunista belga.

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