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Rusia y Corea del Norte firman un acuerdo de defensa mutua en caso de "agresión", en un éxito para Kim Jong-un
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Kim logra grandes réditos por su ayuda

Rusia y Corea del Norte firman un acuerdo de defensa mutua en caso de "agresión", en un éxito para Kim Jong-un

Con una Rusia siendo esta vez la que se acerca a Pyongyang, por primera vez Kim (a diferencia de en negociaciones con China, con EEUU) es el que tiene la opción de apretar en la negociación

Foto: El líder norcoreano, Kim Jong-un, esperando al presidente Vladímir Putin. (Sputnik)
El líder norcoreano, Kim Jong-un, esperando al presidente Vladímir Putin. (Sputnik)
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La relación estratégica entre Corea del Norte y Rusia, que despertó durante la mayor sequía de munición y artillería en el frente, sigue fortaleciéndose después de que se produjera la primera cumbre entre los dos países hace más de seis meses. Este miércoles, en una histórica visita, el presidente ruso Vladímir Putin y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, añadieron una nueva capa a esa renovada amistad con la firma de un acuerdo que exige ayuda mutua en caso de "agresión" contra cualquiera de los dos países.

El pacto, que coloca a Corea del Norte en una posición de seguridad como nunca antes, sería uno de los frutos más visibles que el líder norcoreano ha logrado obtener de Moscú a cambio de lo que analistas surcoreanos y estadounidenses estiman como varias docenas de misiles balísticos y millones de tandas de munición de artillería que Pyongyang ha entregado a Putin para ayudarlo en su guerra contra Ucrania.

El presidente ruso anunció esta firma en una sesión informativa tras su llegada a Corea del Norte, pero no aclaró si dicha asistencia mutua en caso de "agresión" requeriría una intervención militar inmediata y completa en caso de un ataque, como habría implicado un tratado conjunto y ya extinto firmado en 1961, en plena Guerra Fría. Pero, aseguró que Rusia "no excluye el desarrollo de una cooperación técnico-militar" con Corea del Norte.

En una columna publicada coincidente con la visita en el periódico estatal norcoreano Rodong Sinmun, Putin elogió las “gloriosas tradiciones históricas” que unen a Moscú y Pyongyang desde que “los soldados soviéticos y coreanos lucharon hombro con hombro”. “Estoy convencido de que nuestros esfuerzos conjuntos llevarán nuestra interacción bilateral a un nivel superior”, escribió. No menciona que, desde la última vez que Putin viajó a Corea del Norte para visitar al padre de Kim Jong-un, Kim Jong-il, en el año 2000, mucho antes de que Naciones Unidas aprobara sanciones contra el régimen norcoreano y Rusia congelase las relaciones, dejando a Corea del Norte en manos de China.

Tuvo que ser la escasez de artillería ante la inesperada resistencia ucraniana en el frente de batalla lo que hizo al líder del Kremlin replantarse la relación con uno de los pocos países que sabía no le cerraría la puerta. Ahora, en un momento en el que el arsenal norcoreano ha servido para que Rusia, al menos, coja una bocanada de aire en la guerra, toca seguir ahondando en las conversaciones que parecen fructificas para ambos países. Sin embargo, en este intercambio de pan por armas entre los dos socios: ¿quién tiene la sartén por el mango en las negociaciones?

Foto: Soldados talibanes hacen guardia durante una ceremonia de bienvenida de los dos últimos prisioneros afganos de la Bahía de Guantánamo, en el aeropuerto de Kabul. (EFE/Samiullah Popal)
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Según han sugerido las diligencias de las naciones, ambos dirigentes ampliarán la cooperación en turismo, cultura y educación. Pero, en una visita que se ha demorado casi un cuarto de siglo, no solo se va a hablar de visados. El asistente de Putin, Yuri Ushakov, aseguró en una rueda de prensa que planean firmar una nueva asociación estratégica con Corea del Norte. “Cualquier acuerdo formalizado reforzaría la perspectiva de Corea del Norte de que Rusia es un socio estratégico ‘invencible’ –como sugirió recientemente Kim Jong-un – y, por lo tanto, afianzaría la cooperación en los ámbitos militar y económico”, asegura a El Confidencial el investigador de la Universidad de Oxford, Edward Howell.

Howell señala que Corea del Norte es reacia (debido a su doctrina comunista Juche, que se basa en los propietarios únicos de la revolución y la construcción posterior son las masas) a materializar cualquier tratado sustancial en materia de defensa, pero que, de producirse, significa que ambos países “seguirán ayudándose mutuamente para evadir las sanciones bilaterales”, así como para formar un bloque contra Estados Unidos y Occidente.

Es en este punto —las sanciones de la ONU contra Corea del Norte— donde Kim se frota las manos. Rusia, como miembro del Consejo de Seguridad con derecho a veto, puede presionar para que las restricciones económicas se diluyan. Aunque sea algo insospechado, Putin prometió, en el mismo editorial para el diario estatal norcoreano, construir sistemas comerciales y de seguridad con Pyongyang "que no estén controlados por Occidente".

“Este pacto, sumado al evidente flujo de armas norcoreanas hasta el frente ruso en Ucrania, muestra hasta qué punto cada dirigente siente el pellizco del aislamiento político y económico mundial”, apunta a este diario George A. López, investigador del Kroc Institute for International Peace Studies.

Foto: Fotografía cedida por la Agencia de Noticias Central de Corea del Norte (KCNA) que muestra un misil mientras es lanzando durante un simulacro de ataque. (KCNA/Archivo))

Corea del Norte, entre otras cosas, también necesita ayuda con la tecnología espacial después de su reciente fracaso a la hora de poner en órbita un segundo satélite espía, así como con alimentos, combustible, divisas… y lo que más persigue Kim: capacidad nuclear para ser un actor considerado en la región. Todo lo que Rusia le puede dar.

Para seducir a Putin, en las últimas semanas, Kim Jong-un se ha mostrado junto a su catálogo de armas y misiles, el cual, aunque no suponga ninguna novedad para Rusia, deja leer entre líneas el interés de sacar músculo frente a su socio. Al igual que ha intensificado su actividad en la zona desmilitarizada entre las dos coreas (DMZ, por sus siglas en inglés), para demostrarle de lo que es capaz.

Pan por armas

Viendo todo lo que Corea del Norte está consiguiendo de su socio estratégico, los misiles balísticos de corto alcance KN-23 y KN-25, que recuenta A. López, o los más de 3 millones de cartuchos de proyectiles de artillería de 152 mm y los más de 500.000 lanzacohetes de 122 mm, que Rusia utiliza contra ciudades ucranianas, no parecen una moneda de cambio acorde.

Es decir, Rusia obtiene material militar que fácilmente puede conseguir en sus fábricas si no fuera por la exhausta producción armamentística y Corea del Norte obtiene todo lo que lleva persiguiendo en la última década.

"Los norcoreanos intentarán obtener a cambio todo lo posible, porque la situación les parece favorable", declaró el fin de semana Chang Ho-jin, asesor de seguridad nacional surcoreano, al canal de televisión Yonhap News.

Por primera vez desde que se interpusieron las sanciones contra el régimen de Pyongyang, parece que Corea del Norte no recibe solo caridad de sus socios estratégicos, sino que toma ventaja de las relaciones.

Foto: Vladimir Putin junto a Kim Jong-un. (Reuters)

Volviendo a la pregunta principal, ¿quién tiene la sartén por el mango? Ambos obtienen lo que necesitan del otro pero, cuantitativamente, quizá Corea del Norte está un ligero paso por delante en el intercambio.

“Lo singular de esta situación es que, mientras continúe la guerra de Ucrania, Rusia será un claro cliente de las armas, la artillería y los misiles norcoreanos”, asegura Edward Howell. “Sin embargo, Corea del Norte se beneficiará sustancialmente, y más a largo plazo, de cualquier experiencia y tecnología en misiles (especialmente tecnología de satélites) que Rusia le proporcione”.

Si a esto se le suma los esfuerzos por flanquear las sanciones impuestas contra el régimen, la posición de Corea del Norte no podría estar en un punto más dulce. “Las relaciones hasta ahora se han desarrollado de tal manera que Rusia continuará apoyando a Corea del Norte en el Consejo de Seguridad de la ONU, socavando así completamente la institución”, agrega el investigador de Oxford. “Al socavar estas instituciones centrales del orden internacional, ambos países pueden tratar de dejar en claro cómo Estados Unidos y Occidente no pueden simplemente aislarlos”.

Foto: Escenas de la explosión de la oficina de enlace, retransmitidas por la televisión surcoreana. (EFE)

Con la alfombra roja sobre Pyongyang, carteles con la cara de Putin, banderas e himnos militares rusos; Kim Jong-un recibe al líder de una superpotencia en una situación en la que no se ha visto en los últimos diez años.

En esta cumbre, Corea del Norte no solo obtiene reconocimiento, también consigue dinero para levantar su maltrecha economía desde que el país se cerró a cal y canto a causa de las restricciones sanitarias por coronavirus.

Obtiene, de la misma manera, tecnología para su desarrollo armamentístico a la par que prueba su armamento en una situación de combate real. Y, por si fuera poco, aventaja su situación diplomática en el Consejo de Seguridad de la ONU.

“Esto va mucho más allá de la cortesía. Esta es una visita muy significativa de su parte. Putin necesita contrarrestar el impacto de las reuniones en la Cumbre de Paz de Suiza de la semana pasada que prometieron miles de millones de dólares estadounidenses y euros a Ucrania durante una década”, cierra A. López. “Putin necesita desesperadamente un gran espectáculo político y nuevas armas y el régimen de Kim se complace en proporcionarle ambas cosas. A cambio, Kim recibe el prestigio de ser cortejado por una superpotencia y una lucrativa suma para la compra de municiones de la RPDC”.

La relación estratégica entre Corea del Norte y Rusia, que despertó durante la mayor sequía de munición y artillería en el frente, sigue fortaleciéndose después de que se produjera la primera cumbre entre los dos países hace más de seis meses. Este miércoles, en una histórica visita, el presidente ruso Vladímir Putin y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, añadieron una nueva capa a esa renovada amistad con la firma de un acuerdo que exige ayuda mutua en caso de "agresión" contra cualquiera de los dos países.

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