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¿Invasión en tres días? Dos millones de soldados (e ingente artillería) para un 'ataque de un golpe sin parar'
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visión realista del ejército más hermético

¿Invasión en tres días? Dos millones de soldados (e ingente artillería) para un 'ataque de un golpe sin parar'

En enero, Kim Jong Un amenazó con "aniquilar totalmente" a Corea del Sur y Estados Unidos en caso de provocación. Esta semana firma un tratado de defensa mutua con Rusia. ¿Qué sabemos de sus fuerzas militares?

Foto: Kim Jong Un visita una fábrica de misiles tácticos. (Reuters)
Kim Jong Un visita una fábrica de misiles tácticos. (Reuters)

Desde el pasado mes de abril, Corea del Sur está sufriendo una inusual agresión procedente del otro lado de la Zona Desmilitarizada. Corea del Norte lleva semanas mandando cientos de globos cargados con bolsas de basura o excrementos como respuesta al envío de globos similares con propaganda y memorias USB que contienen canciones y vídeos de música pop lanzados por activistas desde Corea del Sur (una práctica vetada desde 2020 hasta que el constitucional anuló la prohibición el año pasado). El intercambio de estos 'mensajes hostiles' es síntoma del mal momento que atraviesan la relación de las dos Coreas, que se ha deteriorado velozmente desde el acuerdo militar firmado en 2018 para relajar las tensiones entre los dos vecinos.

En enero de 2020, el régimen del norte ya había dado muestras de que algo profundo estaba cambiando en la relación bilateral cuando ordenó la demolición de la Oficina de Enlace Intercoreana —un elemento clave en la delicada comunicación entre ambos páises— ubicada en la ciudad de Kaesong. Pero en enero de este año, el líder norcoreano, Kim Jong Un, copó los titulares de la prensa internacional y los informes políticos y militares de medio mundo al amenazar con “aniquilar totalmente” a Corea del Sur y Estados Unidos en caso de provocación.

Palabras mayores para un país que acaba de firmar con Moscú un histórico tratado de defensa mutua en plena invasión de Ucrania. Un pacto que ha rubricado el propio Vladímir Putin durante una visita de Estado al inescrutable país asiático, estrechando una amistad vertebrada por el odio común a Washignton y Occidente.

En enero, Kim Jong también había hecho un llamamiento a reforzar las defensas del país y desarrollar drones y satélites militares durante el plenario del Partido de los Trabajadores. De hecho, se ha convertido en una línea de flotación para el desgastado arsenal ruso, suministrando proyectiles y otros componentes militares. El 'líder supremo', en el poder desde 2011, renunció públicamente al objetivo de la reunificación ("ya no es posible") y dijo que la constitución incluiría una referencia a Corea del Sur como "principal enemiga" del Norte. Acto seguido, tres instituciones norcoreanas dedicadas a la reconciliación de las dos Coreas fueron disueltas. La retórica fue tan beligerante que no pocos analistas se preguntaron si estaba preparando a su país para una guerra con el vecino democrático del sur.

Discernir las verdaderas intenciones políticas del llamado 'Reino Hermético' es tan complejo como evaluar sus capacidades militares. Un ejercicio que nos devuelve a los tiempos de la vieja Guerra Fría, donde los especialistas deben nutrir sus análisis fundamentalmente del material mostrado en desfiles militares, vídeos de propaganda de ejercicios militares y testimonios de exiliados y desertores, además de otras fuentes cómo son el estudio de material militar norcoreano aparecido en campos de batalla como Gaza o Sudán.

Históricamente, el liderazgo de Corea del Norte ha reiterado su objetivo de unificar la península mediante una invasión relámpago que ha descrito en su doctrina militar como un “ataque de un golpe sin parar”. En 1992, durante el mandato de Kim Jong Il, padre del actual líder, se dio a conocer una estrategia denominada “Ocupando Corea del Sur, todo el camino hasta Busán en tres días”. Busán es una ciudad portuaria ubicada en el sureste de la península y fue el último reducto de las fuerzas aliadas en el verano de 1950.

Estas declaraciones altisonantes contrastan con los planes que realmente manejaría el liderazgo de Corea del Norte, aseguran los expertos militares, que reconocen que una invasión del sur sería una larga y costosa campaña militar. Pero el mandatario norcoreano insiste en que su ejército esté preparado para luchar en condiciones de inferioridad tecnológica. Esto es prueba de que los líderes del país, más allá de los discursos beligerantes, son conscientes de las debilidades de sus fuerzas armadas, que son una combinación de piezas de museo, modificaciones de viejos diseños soviéticos y tecnología conseguida de las más diversas fuentes.

Nacido para invadir

Lo más llamativo del ejército norcoreano es la acumulación de material procedente de la vieja Guerra Fría, desde blindados a todo tipo de armas de fuego. El que nada viejo se descarta responde al desafío de pertrechar un ejército que suma entre 700.000 y 1.200.000 combatientes activos, reforzados por una reserva movilizable de 600.000 combatientes adicionales y con otros cientos de miles de reservistas y milicias que se activarían en caso de guerra. Estamos hablando de hasta dos millones de efectivos en un país de poco más de 26 millones de habitantes.

El ejército de Corea del Norte concentra los Cuerpos de Ejército I, II, IV y V cerca de la Zona Desmilitarizada. Esta primera línea incluye numerosas unidades de zapadores e infantería ligera pensadas para abrirse paso en los campos de minas y sortear obstáculos naturales. La segunda línea norcoreana lo forman unidades mecanizadas y de artillería que tendría como misión lograr la ruptura del frente. Actualmente, la frontera entre ambos países es de apenas 240 kilómetros en la zona desmilitarizada, que tiene cuatro kilómetros de ancho (en comparación, en Ucrania hay una línea de contacto activa de más de 1.000 kilómetros).

El primer carro de combate avanzado al que tuvo acceso el régimen de Corea del Norte fue el T-62 soviético, que como su nombre indica fue introducido en 1962 y producido en la URSS hasta mediados de los 70. La nación asiática generó diversas variantes durante años, hasta que logró un ejemplar de una versión básica del más moderno T-72. Con esto, los ingenieros norcoreanos crearon un híbrido con elementos del T-62 y T-72 para operar un carros de combate más ligero que los occidentales y que surcoreanos.

Foto: La fragata F-100 Cristóbal Colón en Ferrol. (EFE/Kiko Delgado)

Para sorpresa de muchos, Corea del Norte mostró en un desfile militar en 2020 un nuevo carro de combate conocido provisionalmente en Occidente como M2020. Sus líneas parecen inspiradas por el M-1 Abrams estadounidense y el T-14 Armata ruso. La torre luce abigarrada de sistemas y equipos, quedando la duda de cuánto hay de real y operativo. Mientras que el chasis no guarda ninguna relación con diseños anteriores. El tiempo dirá si se trata de otro callejón tecnológico sin salida o si Corea del Norte ha dado realmente un salto en capacidad de producir carros de combate más sofisticados.

El ejército norcoreano apenas cuenta con vehículos de combate infantería. Sin embargo, sí tiene numerosos blindados de transporte de tropa, también más ligeros que los empleados por Corea del Sur. El planteamiento es que en acciones ofensivas prima la movilidad todoterreno, la velocidad y la capacidad de superar los obstáculos naturales de la península coreana, con una geografía atravesada por montañas y ríos.

El ejército norcoreano cuenta con 8.600 piezas de artillería y 5.500 lanzacohetes de artillería

Los expertos destacan a que una posible señal de que las fuerzas armadas norcoreanas son conscientes de la inferioridad tecnológica de sus viejos diseños es que a los carros de combate y a numerosos blindados se les han añadido misiles anticarro, misiles antiaéreos, lanzagranadas y lanzacohetes. La premisa de partida es que sus fuerzas mecanizadas tendrán que combatir contra carros de combate con más blindaje y con cañones más precisos y con más alcance. Añadir misiles anticarro busca compensar la falta de capacidad de destruir blancos protegidos a larga distancia. En cuanto los misiles antiaéreos, se han instalado siendo conscientes de la inferioridad de su fuerza aérea, lo que convierte a sus fuerzas terrestres en un objetivo al alcance de la aviación enemiga.

Corea del Norte busca compensar su desventaja en medios aéreos y blindados con el empleo de una gran variedad de piezas de artillería de largo alcance y sistemas de cohetes de artillería. Las cantidades son apabullantes. Se calcula que el ejército norcoreano cuenta con 8.600 piezas de artillería y 5.500 lanzacohetes de artillería (eso sí, incluyendo piezas diseñadas en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial). Pese a lo viejo del material, este músculo artillero supone un gran desafío para Corea del Sur ya que su capital Seúl y su enorme área metropolitana circundante, que alberga casi la mitad de la población del país, está a menos de 60 kilómetros de la frontera.

Un sorprendente museo volante

Pero es en la fuerza aérea donde el aislamiento del país y el atraso tecnológico se hace notar más. El acuerdo con la Unión Soviética para montar localmente aviones Mikoyan Gurevich MiG-29S versión 9.13, el modelo de exportación más avanzado disponible entonces, se vio interrumpido por el fin de la Guerra Fría. Al país llegaron en 1992 componentes para montar sólo tres aviones antes de que el acuerdo quedara roto. Aquellos tres aviones se sumaron a un lote anterior de MiG-29 versión 9.12, que, según la escasa información disponible recabada por expertos, sumaban entre una docena y algo más de una treintena.

En cualquier caso, hablamos de aparatos con tecnología de hace treinta años, cuyo mantenimiento y operatividad debe haber supuesto un desafío para Corea del Norte. Así que se calcula que. en caso de guerra, el país podría poner en servicio apenas una docena.

El resto de material de la fuerza aérea constituye un asombroso museo volante donde no hay avión que se descarte por viejo. Así, encontramos los veteranos MiG-23, que deben estar entre los últimos en servicio en el mundo. Se trata de un aparato que la Unión Soviética produjo entre 1967 y 1985, incorporando avances notables para la época, como un radar con capacidad para disparar blancos volando mucho más bajo y misiles de largo alcance. Sin embargo, sus versiones de exportación destacaron siempre por estar varios escalones tecnológicos por debajo de lo que empleaban los soviéticos en casa.

Pero lo más llamativo de la fuerza aérea norcoreana es que todavía mantiene en servicio versiones de los vetustos MiG-19, MiG-17 y MiG-15 producidas bajo licencia en China. En el caso de los MiG-15, encontramos el mismo diseño que entró en servicio en la Guerra de Corea (1950-1953). Todos estos aparatos han sido relegados a misiones de entrenamiento y ataque a tierra, quedando la duda de su verdadera utilidad en una guerra convencional moderna.

Una de las misiones más importante de la fuerza aérea norcoreana en caso de guerra sería la infiltración de fuerzas de operaciones especiales y paracaidistas en el sur para abrir lo que en Corea del Norte se denomina el “Segundo Frente”, que se nutriría también de efectivos infiltrados mediante túneles y embarcaciones. Para ello, la fuerza aérea cuenta con una enorme flota de viejos aparatos Antonov An-2, modernizados con radares de evitación del terreno, junto con gran cantidad de helicópteros.

Curiosamente, Corea del Norte adquirió más de 80 helicópteros Hughes 500 de origen estadounidense como los que la Armada española operó hasta hace poco. Esos helicópteros terminaron en Corea del Norte en los años 80 gracias a una empresa alemana y dos hermanos californianos que dieron con sus huesos en la cárcel. Se trata de un modelo del que Corea del Sur llegó a adquirir más de 200 ejemplares, así que su utilidad para operaciones clandestinas estaba claro.

Armada asimétrica

La armada norcoreana ostenta, al menos sobre el papel, el título de ser una de las más grandes del mundo por número de buques y embarcaciones en servicio, que superan el medio millar. Al igual que con la artillería, la cifra se alcanza en su mayor parte con unidades de poco porte diseñadas en la vieja Guerra Fría y de dudosa utilidad en caso de un conflicto actual. Pero los planificadores navales parecen plenamente conscientes de la inferioridad de medios de la que parten y han tratado de innovar con diseños futuristas (más o menos afortunados).

La construcción de buques de gran porte ha sido siempre un desafío para la industria norcoreana. Gracias a las fotos de satélite se han identificado cascos cuya construcción y alistamiento han durado largos años. En esto fueron clave los buques procedentes de la disolución de los arsenales de la Unión Soviética, incluyendo un casco inacabado de un astillero ucraniano. Y, aun así, el diseño de nuevos buques se ha convertido en un proceso de prueba y error.

La inusual fragata portahelicópteros clase Soho resultó un proyecto fallido y enviado a la chatarra. La primera generación de corbetas clase Tuman lucía unas líneas más propias de una embarcación de recreo y fueron modificadas posteriormente. La falta de transparencia y rendición de cuentas propias de un régimen autoritario y hermético explica la sucesión de proyectos fallidos o dudosos que han consumido los escasos recursos. Sólo la siguiente generación de corbetas, la clase Amok, ha dado como resultado unos buques de guerra capaces.

El número total de fragatas y corbetas de la armada norcoreana no llegaría a la docena. Y hay que tener en cuenta además que se trata de un país que tiene dos líneas de costa separadas por Corea del Sur. Así que esta debilidad en medios y capacidades es compensada con modelos pensados para la guerra naval asimétrica, que incluye patrulleras lanzamisiles de diverso porte, embarcaciones semisumergibles, aerodeslizadores y cañoneras que van de lo interesante a lo estrafalario.

Si la armada de Corea del Norte entra en la lista de las más grandes del mundo es gracias al gran número de patrulleras y cañoneras de pequeño porte. En una era de combates navales con misiles antibuque es cuestionable la utilidad militar de esas unidades navales. Su papel en escenario de conflicto en la península podría ser navegar cerca de la costa para infiltrar combatientes para abrir el Segundo Frente. Ese objetivo justifica el diseño y desarrollo de varios tipos de minisubmarinos que se hicieron tristemente célebres cuando algunas misiones fallidas terminaron con estos equipos norcoreanos encallado en las costas del sur o arrastrado por las redes de un buque pesquero surcoreano (cuando no directamente hundidos sin que tengamos noticias de ellos).

Sin embargo, Corea del Norte nos dio una de las mayores sorpresas en desarrollo de submarinos cuando, en 2019, mostró un submarino Tipo 033, versión china de un viejo diseño soviético de entre 1957 y 1961, modificado para albergar un misil balístico. Se trataba de una modificación experimental que dio paso en 2023 a un submarino lanzamisiles, el único del mundo de propulsión convencional y con capacidad de lanzamiento de misiles balísticos.

El desarrollo norcoreano de misiles balísticos de lanzamiento terrestre y submarino cambia por completo las reglas de juego. El régimen tendría ahora mismo capacidad de golpear no sólo las bases estadounidenses en Guam y Japón, sino cualquier ciudad de Estados Unidos gracias a una carrera tecnológica acelerada que en este siglo ha viso la presentación de misiles balísticos de más largo alcance y cabezas de guerra nuclear más miniaturizadas.

El propósito evidente de Corea del Norte es lograr una capacidad de disuasión nuclear que compense la debilidad en el terreno militar convencional y sirva de seguro de vida del régimen. Pero la reciente experiencia de la invasión rusa de Ucrania y las acciones de Irán en Oriente Medio nos enseñan que en esta nueva era, el escudo atómico es un incentivo para que los regímenes autoritarios se comporten de forma más agresiva.

La duda definitiva, como todo lo que concierne a Corea del Norte, es cuánto hay de real y capaz detrás de esos materiales de guerra que aparecen en desfiles y vídeos propagandísticos convenientemente editados.

Desde el pasado mes de abril, Corea del Sur está sufriendo una inusual agresión procedente del otro lado de la Zona Desmilitarizada. Corea del Norte lleva semanas mandando cientos de globos cargados con bolsas de basura o excrementos como respuesta al envío de globos similares con propaganda y memorias USB que contienen canciones y vídeos de música pop lanzados por activistas desde Corea del Sur (una práctica vetada desde 2020 hasta que el constitucional anuló la prohibición el año pasado). El intercambio de estos 'mensajes hostiles' es síntoma del mal momento que atraviesan la relación de las dos Coreas, que se ha deteriorado velozmente desde el acuerdo militar firmado en 2018 para relajar las tensiones entre los dos vecinos.

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