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¿Qué hace un árabe musulmán en las IDF de Israel? Entre el deber a la patria y la identidad
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Entre dos tierras

¿Qué hace un árabe musulmán en las IDF de Israel? Entre el deber a la patria y la identidad

Los árabes que deciden alistarse al ejército de Israel forma voluntaria corren el riesgo de perderlo todo: la familia y las raíces

Foto: Un soldado de las IDF inspecciona un tanque cerca de Gaza. (EFE/Abir Sultan)
Un soldado de las IDF inspecciona un tanque cerca de Gaza. (EFE/Abir Sultan)

"Mi hijo tiene diez años y dice que cuando sea mayor se unirá a las Fuerzas de Defensa de Israel", confiesa Ahmed mientras esperamos a que los soldados nos den permiso para cruzar uno de los checkpoints en Cisjordania. "Siete miembros de nuestra familia han sido asesinados en Gaza desde octubre, por eso mi hijo quiere ser de los que matan y no de los que mueren. Cuando uno de nuestros jóvenes se une al ejército, no lo hace por patriotismo, lo hace porque se ha cansado de ser un ciudadano de segunda. Quiere llevar un arma y que los ciudadanos lo miren con admiración, no con miedo o con asco", agrega.

Son más de 350 los árabes musulmanes que sirven en las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés). A pesar de que el servicio militar es obligatorio para los judíos, no lo es para los musulmanes, árabes y beduinos. Sin embargo, cientos de miembros de estas minorías se ofrecen voluntariamente cada año y su número está aumentando significativamente. Los drusos, que hablan árabe y practican una rama del islam chiíta, son la única minoría que ha sido parte integral de las IDF desde 1956, cuando sus líderes firmaron un 'pacto de sangre' con el gobierno israelí.

Las personas provenientes de esas minorías que deciden alistarse al ejército de forma voluntaria corren el riesgo de perderlo todo: la familia, las raíces y la pertenencia.
"¿Ves esta barra de hierro que llevo en el coche?", pregunta Ahmad. "Es la única arma que puedo llevar encima, e incluso por llevar esto pueden detenerme. Los colonos, mientras tanto, llevan sus armas colgadas al hombro cuando salen de paseo con sus familias. Un palestino armado es un terrorista, un israelí armado es un héroe. No es de extrañar que nuestros niños sueñen en secreto con ser parte de ellos, por mucho que nos horrorice la idea", espeta Ahmed.

"Estoy matando terroristas, no musulmanes"

Faiz se reclutó en secreto. La primera vez que el espejo le devolvió su imagen uniformada, su corazón dio un vuelco. Había crecido temiendo a esos soldados a los que ahora él se parecía. Uno de ellos le rompió las piernas a su tío cuando este se negó a dejarle entrar a su casa sin permiso. Quiso hacerse una foto y mandársela a su prometida, pero sabía que no era posible. Sabía también que probablemente ella jamás se casaría con él al enterarse de que se había alistado en las IDF. "Ahora tengo derechos", quería decirle. "Ahora me miran a los ojos".

Foto: Soldados israelíes juegan con la ropa interior de los residentes de una casa abandonada en Gaza. (Reuters)

Mantener la doble vida fue imposible cuando, al comienzo de la guerra, fue enviado a servir en Gaza. "No, mamá, no estoy matando musulmanes. Estoy matando terroristas", trataba de defenderse de las acusaciones de su madre. "Soy árabe, soy musulmán, soy israelí, sirvo a mi país. Creo en la lucha contra Hamás, lucho contra asesinos, no contra mis hermanos. No tengo que sentir empatía por un terrorista que se considere musulmán; sigue siendo un terrorista, aunque compartamos religión y raza", agregaba. Se amparaba en un sentido de patria que había decidido aceptar, como un deber superior que trascendía las divisiones religiosas y étnicas.

Hanin Zoabi, exparlamentaria árabe israelí, se posiciona en contra de la integración en el IDF, argumentando que el 90% de los árabes que sirven en el ejército no tienen igualdad con los israelíes. "Este pequeño grupo marginado en el ejército, que sirve a Israel en contra de su pueblo, sabe que están cruzando una línea roja patriótica", explica.

Faiz cruzó esa línea y su pueblo lo repudió. Su prometida rompió el compromiso. Quizá en un intento de reforzar su decisión, comenzó a subir videos a TikTok, donde recibía alabanzas de usuarios israelíes que le agradecían su servicio al país. "Recuerda que los judíos dicen que el único árabe bueno es el árabe muerto", le recordaba su madre, quizá como presagio.

Cuando devolvieron su cuerpo destrozado, vestido con un uniforme nuevo, la comunidad se negó a enterrarlo entre los suyos. "Pertenece a la basura", dijeron. "No merece que lo entierren como a un musulmán. Que se lo coman los gatos en un basurero". Esa fue la oración final que salió de la boca de su padre. La madre lloró a escondidas. Su nombre fue borrado de la historia de la comunidad.

Su hermano me señala su tumba, un montículo cerca de un montón de basura en el desierto del Negev. No hay un nombre; es solo un cuerpo más, pasto de gusanos y de vergüenza. Los israelíes alabaron su muerte más que su vida y se olvidaron de él al cabo de una semana. Después de él, hubo más soldados muertos. "El nombre de Faiz se pudre entre la sangre de los gazatíes a los que mató", lamenta su hermano.

Mientras tanto, los medios israelíes aprovechan las tragedias de los árabes en el IDF para completar su perfecta narrativa de guerra. Todas las semanas se publican historias que reflejan los sacrificios de estos soldados. Las más leídas son las que describen en detalle el reguero de corazones rotos que estos hombres dejan tras de sí: el de la madre, el del padre, el de la prometida, el de toda su comunidad. Los artículos publican fotos de musulmanes que todos los viernes cantan el Tikva (himno de Israel) y que se postran a rezar con el arma sobre la alfombra de rezo. "Es puro marketing", explica Sahi. H, reservista israelí. "La presencia de árabes en el IDF es una incomodidad necesaria de la que al menos se saca el beneficio de la publicidad. Es el lavado de cara perfecto: ya no somos judíos matando palestinos, sino soldados, de cualquier religión, matando terroristas".

El mensaje cala en la sociedad; a pesar de que gran parte de esos "terroristas" que caen en el campo de batalla sean niños y mujeres.

Foto: EC Diseño.
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Ciudadanos de segunda

"He pasado de ser considerado un terrorista a ser visto como un traidor", se lamenta Nidal, un musulmán sirviendo en las IDF. "A los ojos de los demás, siempre somos el enemigo".

Los motivos para que un árabe musulmán se una a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) varían. Oficialmente, se habla de ciudadanos que encuentran un sentido de orgullo y aceptación en la sociedad israelí. Otros consideran que el servicio en el IDF es una forma de escapar de las limitaciones socioeconómicas de sus comunidades. "Tengo un futuro que hubiera sido imposible si no hubiera servido en el ejército", dice Nasser, soldado musulmán del IDF. "Pero sé que me enfrento a la desconfianza de los israelíes, que nunca me considerarán uno de ellos. Una parte importante de la sociedad israelí teme que los árabes tengamos acceso a material clasificado y armas, muchos nos acusan de ser la causa de que haya tantas armas ilegales en Cisjordania", agrega.

A pesar de que el gobierno asegura que aumentar el número de soldados árabes es clave para la integración y mantener el statu quo demográfico, algunos políticos árabes señalan al gobierno de utilizar la pobreza y el soborno como tácticas. "Israel busca personas para servir en el ejército que son pobres y no tienen trabajo", dice Hanin Zoabi. "Del 52% al 54% de nuestro pueblo palestino en Israel está por debajo del umbral de pobreza", añade. Unirse al ejército para salir de la pobreza parece ser la única vía fácil para muchos de los jóvenes árabes israelíes.

Foto: Vista de la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén. (EFE/Manuel de Almeida)

"Fui parte del genocidio"

Ser testigos del sufrimiento en Gaza a través de las redes sociales no es fácil para nadie. Los musulmanes de todo el mundo celebran este Eid, la fiesta del cordero, sin poder apartar la vista de las pantallas de sus móviles, viendo cómo sus hermanos musulmanes lloran a sus hijos, a sus maridos, a sus esposas; cómo mueren de hambre y cómo las bombas caen a diario, destrozando toda una nación. Pero en este relato, siempre hay una separación: es el ejército sionista el que lleva la sangre en las manos. "Pensar que dentro de ese ejército sionista haya soldados musulmanes es algo difícil de digerir", explica Fatma, enfermera palestina en Jerusalén.

"Cuando entré en el ejército me explicaron que tanto israelíes como palestinos teníamos el deber de erradicar el terrorismo", cuenta Wael, ex-soldado musulmán en el IDF. "Inmediatamente, entendí la separación entre matar y asesinar: los palestinos asesinan a los israelíes, y eso es terrorismo, mientras que los israelíes matan a los terroristas en defensa propia. Esos son los términos que se utilizan, esa es la narrativa que manejamos", agrega. Los soldados musulmanes del IDF tienen algo en común: la predisposición a agarrarse a cualquier explicación que justifique su decisión y que calme su conciencia. El ejército de Israel es experto en manejar mecanismos como la distancia moral, social y emocional, para reducir el peso psicológico sobre los soldados.

"Matar es normalmente fácil porque se hace desde la distancia", confiesa Wael. "No ves el terror de las víctimas. Al fin y al cabo, estás cumpliendo con tu deber; es tu trabajo explotar un edificio entero lleno de supuestos terroristas. Al final del día, todo es impersonal: no somos nosotros individualmente los que matamos, es el grupo", añade.

Foto: El recién nombrado diputado europeo Grzegorz Braun. (EFE/Marcin Obara)

Sin embargo, Wael, comenzó a ver en sus redes sociales el sufrimiento de sus propias víctimas. Para él, fue imposible separar el sentido del deber de la realidad. Cuando empezó a hacer preguntas, lo sacaron de Gaza y lo retiraron del servicio. "Dijeron que sufría de depresión y que no era apto para seguir sirviendo", cuenta. "No es depresión, tan solo soy consciente de la realidad, de lo que pasa en Gaza, de que ya no es una guerra. La matanza que se está llevando a cabo no puede explicarse en nombre de la defensa", añade.

Existe el concepto erróneo de pensar que el Ejército Israelí es un ejército exclusivamente judío. Es importante que al hablar de lo que ocurre en Gaza, no olvidemos que los soldados implicados no son solo judíos; son también drusos, musulmanes y cristianos, luchando juntos como hermanos en armas. "En este Eid, los musulmanes celebran como pueden en Gaza", reflexiona Wael. "No son los únicos, también hay soldados rezando al mismo dios, a Alá, para que les salve, para no ser ellos quienes mueran. Esa es la barbarie. Yo estuve ahí como musulmán y soldado. Sé que fui parte del genocidio. Y sé que me quiero morir", sentencia.

"Mi hijo tiene diez años y dice que cuando sea mayor se unirá a las Fuerzas de Defensa de Israel", confiesa Ahmed mientras esperamos a que los soldados nos den permiso para cruzar uno de los checkpoints en Cisjordania. "Siete miembros de nuestra familia han sido asesinados en Gaza desde octubre, por eso mi hijo quiere ser de los que matan y no de los que mueren. Cuando uno de nuestros jóvenes se une al ejército, no lo hace por patriotismo, lo hace porque se ha cansado de ser un ciudadano de segunda. Quiere llevar un arma y que los ciudadanos lo miren con admiración, no con miedo o con asco", agrega.

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