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Ucrania siembra vientos en la defensa antiaérea rusa para cosechar tempestades con los F-16
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Ucrania siembra vientos en la defensa antiaérea rusa para cosechar tempestades con los F-16

Ucrania está degradando activamente las defensas antiaéreas rusas para preparar la llegada de los F-16. Aunque los cazas no darán a Kiev la ansiada superioridad aérea, sí le pueden dar ciertas oportunidades para

Foto: Soldado ucraniano en una estación de defensa antidrón. (Reuters/Ivan Antypenko)
Soldado ucraniano en una estación de defensa antidrón. (Reuters/Ivan Antypenko)

Es difícil leer las hojas del té de la guerra. Los expertos escudriñan los movimientos tácticos, las decisiones operativas y las acciones bélicas en busca de indicadores y patrones que les ayuden a desentrañar el devenir de la contienda. En este caso, la señal es el despliegue en Crimea del primer (¿y único?) S-500, el más sofisticado sistema de defensa antiaérea ruso. Pero, ¿por qué Moscú se arriesga a poner en funcionamiento un arma considerada todavía experimental en una zona que es objetivo prioritario para los ucranianos? Aquí viene la tendencia.

Aprovechando la llegada de nueva munición de largo alcance, especialmente los Atacms estadounidenses, —y con luz verde de la Casa Blanca para utilizar este armamento occidental sobre territorio ruso—, Ucrania lleva semanas inmersa en una campaña de buscar y destruir los equipos antiaéreos rusos. Con estos proyectiles, capaces de golpear a 300 kilómetros de distancia y evadir la defensa del enemigo, Kiev habría encadenado una racha de ataques contra sistemas S-300 y S-400 sin precedentes en la guerra.

"Ninguno de nuestros misiles fue interceptado por la muy efectiva defensa aérea rusa. Además, se observaron detonaciones adicionales en las tres áreas donde estaban ubicadas las posiciones de lanzamiento de las divisiones antiaéreas rusas", informó el Alto Mando militar ucraniano al reportar este mes la neutralización de tres sistemas antiaéreos en varios puntos la península de Crimea (un S-400 en Dzhankoi y dos S-300, en Chornomorske y Yevpatoria).

Foto: Ejercicios militares Quadriga de la OTAN. (DPA/Kay Nietfeld)

Es complicado llevar un registro de los impactos y el alcance del daño causado, ya que estos equipos tienen varias partes (puestos de comando, lanzaderas, varios tipos de radares, transporte). La página especializada Oryx tiene evidencias visuales de al menos dos puestos de comando S-400 destruidos, así como unos 18 lanzadores, cuatro radares y dos blindados de transporte. Además, tres lanzadores de S-300, cuatro Telar de S-300 (el transporte con lanzadera y radar), tres TEL de S-300/S-350 (transportes con lanzadera) y cinco radares para S-300. También confirma el daño de cinco sistemas antiaéreos Tor, más de una veintena del Pantsir-S1 y docenas de otros equipos de ataque tierra aire (para un total de 251 bajas confirmadas) más rudimentarios en uso desde que estalló el conflicto en febrero de 2022.

El momento, aseguran los analistas, no es casual.

"Las fuerzas ucranianas podrían estar buscando degradar activamente las defensas antiaéreas rusas antes de recibir un significativo número de cazas con el objetivo de lograr las condiciones necesarias para utilizar su poder de ala fija cerca de los frentes de batalla", explicaron los expertos del Institute for the Study of War en su reporte del 13 de junio.

Con el refuerzo de los F-16, Kiev podría aspirar a diseñar operaciones combinadas, donde las tropas terrestres reciben cobertura aérea y de artillería para buscar un avance táctico importante. Este plan pasa por recibir un número considerable de cazas, tener suficientes pilotos entrenados y limar las defensas rusas para minimizar riesgos. Además, apuntan los expertos, no será un cheque en blanco para una ofensiva a gran escala.

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A comienzos de 2023, Rusia tenía operativos en torno a un centenar de S-400, según las estimaciones del Instituto de Estudios Estratégicos. Algunos analistas creen que ese número podría haberse visto reducido a la mitad. Con un alcance de 400 kilómetros y un costo de entre 500-1.000 millones de euros, según la configuración y el destino, estos sistemas de 2007 funcionan de forma similar a los Patriot estadounidenses. Además, Moscú contaba con al menos 300 unidades de la versión S-300, diseñada en la Guerra Fría y con un alcance de 40 kilómetros.

"No diría que Ucrania pueda ser capaz de conseguir la superioridad aérea. Pero quizás sí pueden conseguir una superioridad aérea localizada durante pequeños lapsos de tiempo. El ritmo y la velocidad de las operaciones lo son todo. Si Ucrania destruye los sistemas de defensa aérea rusa en un área, será cuestión de tiempo que sean reemplazados”, comenta Hunter Stoll, experto en defensa en el grupo de análisis Rand. "Las operaciones combinadas deben ser cuidadosamente planificadas, coordinadas y rápidamente ejecutadas entre las fuerzas aéreas y terrestres para lograr éxitos concretos".

Tempestad F-16

Ucrania espera comenzar a recibir los primeros F-16 este verano (tan pronto como junio o julio, según dijo una fuente ucraniana a Reuters). No está claro el número definitivo de ejemplares. Según las informaciones públicas, hay unas 85 de unidades comprometidas por Bélgica (30), Países Bajos (24), Dinamarca (19) y Noruega (12) para entregar hasta 2028. Además, Grecia podría llegar a enviar una treintena (32) adicional, según reportes de prensa.

Desde octubre de 2023, Estados Unidos lidera un pequeño grupo de países que están dando formación a pilotos ucranianos, un proceso mucho más complejo y largo (unos seis meses) que el entrenamiento exprés que reciben las tropas terrestres. Los primeros finalizan el adiestramiento en las próximas semanas, pero todavía queda la logística de trasladar las máquinas al país en guerra y poner su logística a punto. Se especula con que la mayoría podría permanecer en bases fuera de territorio ucraniano y disponer de unos pocos en el terreno para disuadir a la aviación rusa, cuyas bombas planeadoras de alta potencia KAB están siendo muy efectivas para atacar entornos urbanos.

Foto: F-16C Fighting Falcon de la USAF. (USAF)

El mítico caza de la estadounidense Lockheed Martin, apodado Fighting Falcon (halcón de combate) o Viper (víbora), es uno de los modelos más populares del mundo, con más de dos docenas de usuarios. Sin embargo, con más de medio siglo de operación (y por más que se hayan actualizado), no suponen por sí mismos un elemento que pueda desequilibrar la guerra. De hecho, como los Rafale o los Eurofighter, no tienen una tecnología furtiva capaz de evadir los sistemas antiaéreos rusos. Así que cualquier operación aérea seguirá suponiendo un riesgo humano y material significativo.

"No sería capaz de calcular el número exacto de F-16s (o cazas similares) que serían necesarios para ayudar en la ruptura del frente ya que las fortificaciones rusas (las más extensas vistas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial) varían en tamaño, resistencia, protección, armamento. Las Fuerzas Armadas Ucranianas necesitarán ser muy selectivos y deliberados sobre cómo utilizar los F-16. Si no, se arriesgan a perderlos sin conseguir los objetivos", detalla Stoll, que sigue la evolución de la guerra antiaérea de cerca.

El portavoz de las Fuerzas Aéreas Ucranianas, Ilya Yevlash, aseguró recientemente que con apenas 18 cazas F-16 ya sería suficiente para impactar de forma relevante el combate por el control espacio aéreo. Pero el alto mando sabe que necesita muchos más. Al menos 150, ha asegurado el presidente Volodímir Zelenski, para concretar esa oportunidad aérea. Su misión será llevar bombas de alta precisión, como los proyectiles planeadores GBU que pueden alcanzar blancos a unos 100 kilómetros, e interceptar misiles crucero y Herans, los drones kamikaze basados en el Shaheed iraní, consideran los expertos.

"Como punto de inicio, la OTAN debería estar dispuesta a reemplazar todos los cazas de la era soviética por F-16 o equivalentes. Algunas estimaciones apuntan a que el tamaño de la fuerza aérea ucraniana era de apenas 69 aparatos en marzo de 2023. Según los estándares de la OTAN, el número de esos aviones debería llegar a no menos de tres escuadrones de combate (con 18 aviones por escuadrón). Pero Ucrania necesita cerca de 12 escuadrones para lograr el apoyo aéreo que la guerra necesita en el terreno. Estos son 216 ejemplares de F-16", calculó el Center for Strategic and International Studies en un informe sobre el impacto de los F-16 en el conflicto.

Ansiedad antiaérea

Mientras tanto, todos los ojos siguen puestos en Crimea. El aeropuerto de Belbek, pocos kilómetros al norte de Sebastopol —capital crimea y punto clave de la fuerza naval rusa del Mar Negro— se ha convertido en una trampa de desgaste para los sistemas de defensa antiaérea de Rusia.

A mediados de abril, cuatro unidades de S-400 fueron destruidas en un ataque al aeródromo de esta población. Un mes después, otro ataque con Atacms con bombas de racimo destruyó un radar y dos lanzadores de una batería S-400. Además, se reportaron daños contra cuatro aviones en una base cercana. El pasado 11 junio, los ucranianos volvieron a atacar este mismo sistema en Belbek y otras dos baterías cercanas S-400 y S-300, cuyos radares quedaron inutilizados, según los ucranianos.

"Al menos 10 misiles Atacms fueron utilizados en el ataque", informó el Centro de Estrategias de Defensa, un centro de análisis ucraniano. "Los sistemas de defensa aérea rusos no fueron capaces de interceptar ninguno".

Foto: Ilustración: Sofía Sisqués.

Moscú trata de seguir el ritmo, reemplazando las baterías antiaéreas atacadas por otras unidades. Pero los ataques sostenidos contra Crimea parecen estar forzando a los rusos a comprometer recursos antiaéreos adicionales para proteger sus bases militares e infraestructuras logísticas en la península. El objetivo de Kiev es hacer la defensa del territorio insostenible. La llegada de los F-16, armados con bombas planeadoras de precisión y largo alcance, podrían suponer un nuevo quebradero de cabeza para los invasores.

La ansiedad antiaérea rusa se habría materializado en el despliegue del sistema S-500 para reforzar el 'paraguas crimeo', según informó la inteligencia militar ucraniana. Este equipo de última generación es considerado "experimental" y tan solo se estarían utilizando algunas partes del mismo. Tras más de una década de desarrollo (y varias demoras por la guerra), la fecha de puesta en servicio y producción a escala estaba fijada para 2025. Sobre el papel, este equipo mejora su capacidad de detección con tres radares, uno (el 77T6) de ellos especializado en identificar misiles balísticos de alta velocidad.

El objetivo del S-500 sería proteger el puente de Kerch, que conecta Rusia con la península de Crimea y supone la principal arteria logística para las tropas de ocupación en el frente sur. Ucrania lleva desde el comienzo del conflicto tratando de neutralizar esta arteria de combustible, munición y alimentos, crucial para desfondar la fracasada contraofensiva de 2023, con misiles balísticos, drones aéreos y navales. Pero por el momento, los ataques se han mostrado infectivos contra la estructura de acero y hormigón de 19 kilómetros, que integra una carretera de cuatro carriles y una vía férrea.

El boomerang de Putin

Si las noticias en Crimea no son buenas para el Kremlin, tampoco son mejores en el resto del frente activo. El contragolpe de Vladímir Putin en el norte de Ucrania se ha estancado; desde hace días, el avance territorial en los dos ejes de ataque, Vovchansk y Lyptsi, es prácticamente nulo. Un intento de incursión en norte de Sumi el pasado 9 de junio apenas logró avanzar 500 metros en territorio ucraniano, pero no pudo establecer una presencia relevante o duradera en el área.

Tampoco este movimiento ha logrado estresar a las defensas ucranianas, como querían los estrategas rusos. Los invasores han conseguido ganancias mínimas en su avance hacia Chasiv Yar, un enclave crucial en Donetsk. El Grupo Khortytsia mantiene la posición y los rusos todavía no operan en la zona urbana. Evidencias visuales sobre el terreno sugieren que las fuerzas rusas están todavía a casi un kilómetro al este del Canal de Siverskyi Donets-Donbas, una vía de agua que recorre el flanco oriental de esta localidad estratégica y simbólica.

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Así que la última apuesta militar de Putin se ha convertido en un boomerang militar que ha acabado por convencer a los aliados —especialmente a EEUU— de que Ucrania debe poder utilizar su arsenal contra objetivos militares en Rusia. Los efectos de levantar esta veda fueron inmediatos. Este mes, Kiev utilizó las baterías de artillería de precisión Himars para impactar cuatro S-300 en la provincia de Belgorod. Más importante fue el ataque contra el aeródromo Akhtubinsk, en el sur de Rusia, donde Kiev aseguró haber dañado dos unidades del más moderno caza furtivo ruso, el Su-57.

"Atacar los sistemas de defensa antiaérea rusos en la frontera probablemente liberará a la artillería ucraniana para apuntar más objetivos de lo que hubieran podido en el pasado. Sin embargo, incluso si Ucrania es capaz de destruir estas defensas, todavía tienen que lidiar con la guerra electromagnética que pueden inutilizar municiones guiadas con GPS", advierte Stoll.

Ucrania parece estar armándose de munición y paciencia para la próxima ofensiva, tras el fracaso de la de 2023. El país ha asumido que no habrá un contragolpe perfecto y que las defensas rusas siguen siendo formidables. Pero suficiente para, una vez más, darle un golpe de timón a la narrativa del conflicto.

"Ucrania se ha defendido exitosamente contra grandes ataques y ahora puede volver a la ofensiva y sacar el máximo provecho de su espíritu de lucha y equipos militares occidentales, sin las ridículas ataduras que exigían los aliados occidentales", aseguró el excoronel Hamish de Bretton-Gordon en una columna en el diario británico The Telegraph. "Muchos expertos —yo incluido— creen que una pequeña ruptura del frente podría llevar a un colapso de las fuerzas rusas, especialmente en el frente de Crimea. Si Putin pierde Crimea, pierde la guerra”, concluyó.

Es difícil leer las hojas del té de la guerra. Los expertos escudriñan los movimientos tácticos, las decisiones operativas y las acciones bélicas en busca de indicadores y patrones que les ayuden a desentrañar el devenir de la contienda. En este caso, la señal es el despliegue en Crimea del primer (¿y único?) S-500, el más sofisticado sistema de defensa antiaérea ruso. Pero, ¿por qué Moscú se arriesga a poner en funcionamiento un arma considerada todavía experimental en una zona que es objetivo prioritario para los ucranianos? Aquí viene la tendencia.

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