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Fracasa en Bolivia el golpe de Estado en medio del choque interno de la izquierda
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CRISIS POLÍTICA EN EL PAÍS

Fracasa en Bolivia el golpe de Estado en medio del choque interno de la izquierda

El asalto ha sido protagonizado por varias decenas de militares que previamente habían cercado la Plaza Murillo, donde se encuentra la sede de Gobierno

Foto: El destituido jefe militar del Ejército de Bolivia, Juan José Zúñiga. (EFE/STR)
El destituido jefe militar del Ejército de Bolivia, Juan José Zúñiga. (EFE/STR)

Una tanqueta del Ejército de Bolivia reventaba a las 15:50 horas de este miércoles las puertas del Palacio Quemado, la sede del Gobierno, dejando una imagen que dio la vuelta al mundo y que quedará marcada en los libros de historia bolivianos.

La acción añade más tensión a un país en crisis política y dificultades económicas, con el oficialismo izquierdista profundamente enfrentado entre los seguidores del exmandatario Evo Morales, y de su antiguo delfín y actual presidente, Luis Arce.

Al mando de los golpistas, el muy controvertido comandante del Ejército, el general Juan José Zúñiga, destituido unas horas antes y que protagonizó un desconcertante intento de golpe de Estado sin apenas apoyo del grueso de las Fuerzas Armadas y ninguno en política interna o en el exterior del país. A pesar de la tensión que vivió durante esas horas, el asalto protagonizado por decenas de militares que previamente habían cercado la Plaza Murillo —donde se encuentra la sede de Gobierno— fue breve.

Dos horas después de la rotura de las puertas el presidente Arce, que estaba en el edificio y llegó a enfrentarse a Zúñiga en otra imagen para la historia, había nombrado una nueva cúpula militar y los rebeldes huían despavoridos mientras eran atacados por los ciudadanos que habían intentado ingresar a la plaza durante horas.

Foto: Militares se forman frente a la sede del Gobierno de Bolivia. (EFE/Luis Gandarillas)

Zúñiga escapó en su tanqueta, pero fue capturado poco después y trasladado a un comando policial. Pudo, eso sí, dar unas declaraciones a la prensa durante su arresto en las que acusó al presidente Arce de haber orquestado el asalto, es decir, de haberse dado un autogolpe, añadiendo más confusión a una acción militar que algunos vieron como extravagante.

“El presidente me dijo: la situación está muy jodida, muy crítica. Es necesario preparar algo para levantar mi popularidad”, reveló Zúñiga, aunque las declaraciones fueron rápidamente desmentidas por el llamado ‘arcismo’ como se conoce en Bolivia a los parlamentarios y afines al presidente Arce dentro del dividido partido oficialista, el Movimiento al Socialismo (MAS).

“Zúñiga, acorralado por los actos ilegales que ha cometido, no ha visto otra alternativa que pretender invisibilizarlos generando un manto de incertidumbre. Nos parece que es algo descabellado e irracional lo que está pretendiendo utilizar como argumento para justificarse”, expuso el parlamentario ‘arcista’ Juan José Jáuregui, al canal de televisión Red Uno.

Otros analistas —muchos de ellos también desconcertados este miércoles— creen que la hipótesis más plausible es una acción temeraria de Zúñiga motivada por su destitución.

“Si Arce planeó el golpe con Zúñiga para aumentar su popularidad, entonces el plan era que el golpe fallara. Si en efecto lo hizo, ¿por qué Zúñiga está ahora delatando a Arce como si necesitase seguridad al ser arrestado? Esto es realmente absurdo”, señaló Alonso Gurmendi, profesor de Relaciones Internacionales de la Kings College de Londres. Para analizar lo sucedido este miércoles es necesario analizar al protagonista y el contexto que vive el país.

Un manto de incertidumbre

Zúñiga es comandante del Ejército desde 2022. No era de los oficiales más brillantes de su promoción y fue acusado hace una década por supuesto desfalco de fondos militares y contrabando. Sus mismos compañeros lo señalaron, según informaron este miércoles varios medios bolivianos. Una de las claves de su relevancia es que es experto en inteligencia militar, y conoce los entresijos políticos.

En 2022, Evo Morales, presidente entre 2006 y 2019, ya acusó a Zúñiga de estar planeando y ejecutando un plan para desprestigiar su figura a través de una unidad militar. En ese entonces ya habían surgido las primeras desavenencias entre Evo y Arce, el durante tres periodos exministro de economía del exmandatario, que el mismo líder indígena había seleccionado como candidato presidencial y se convirtió en jefe de Estado a finales de 2020, tras el breve gobierno opositor, que duró menos de un año.

Los desencuentros iniciaron en 2021 cuando el antiguo delfín comenzó a distanciarse de Evo, y se disparó el año pasado, cuando el exmandatario convocó a un congreso del MAS al que no se presentaron las facciones ‘arcistas’, siendo declarado allí Morales como líder de la formación y “candidato único” presidencial”.

La decisión fue anulada por la Justicia, y ese fue el momento en el que se desató el monumental conflicto entre facciones de un oficialismo completamente dividido entre ‘arcistas’ y ‘evistas’. Evo ha llamado a su antiguo ministro “traidor”, “corrupto” y “dictador” e incluso ha sugerido racismo de su exvicepresidente, el veterano izquierdista Álvaro García Linera, por intentar mediar entre ambas partes.

Desde el ‘arcismo’ se ha tildado a Evo como una persona cuya única ambición es el poder. Este mismo fin de semana la ministra de la presidencia, María Nela Prada, señaló que sectores vinculados al líder indígena buscan propiciar “inestabilidad y violencia” en Bolivia por la “ambición enfermiza de poder” del expresidente y que incluso buscarían acortar el periodo presidencial de Arce antes de las elecciones del próximo año.

“El MAS como partido unitario, cohesionado, se ha agotado”, considera el analista Gustavo Pedraza. “Es consecuencia del error de Morales de no reconocer el resultado negativo del referéndum de 2016 y habilitarse como candidato en 2019, manipulando el Supremo. Después del Gobierno de Jeanine Áñez (2019-2020), que fue un gravísimo error de la oposición, y la victoria de Arce, Morales vuelve a Bolivia, quiere seguir manejando el Gobierno como jefe del partido y el presidente resiste. Desde entonces hay tensión permanente”, añade.

Foto: Evo Morales, en un acto en junio. (EFE/Jorge Abrego)

En esa disputa, Arce parte con ventaja porque administra los fondos del Estado y ha logrado el apoyo de organizaciones clave de la izquierda como la poderosa Central Obrera Boliviana, que este miércoles declaró una huelga general a nivel nacional y la movilización de todos los sindicatos hacia La Paz tan pronto como Zúñiga ingresó al Palacio de Gobierno.

El enfrentamiento entre ‘arcistas’ y ‘evistas’ tensiona la sociedad porque ambos se acusan mutuamente de querer controlar la Justicia. En un contexto de tensión política, Morales ha convocado grandes movilizaciones en reclamo de la celebración de unas elecciones judiciales —en Bolivia los magistrados de las altas cortes se eligen por voto popular— que el Gobierno ha dilatado ante las críticas de la oposición no izquierdista.

Estos comicios son clave para Evo porque busca que la Justicia le permita presentarse a las elecciones de 2025. Por ahora, los magistrados con turno cumplido han “autoprorrogado” su mandato. Y entre medias continún las acusaciones de instrumentalización de la oposición.

Ni siquiera en los otros partidos reina la calma. La izquierda está, a su vez, también dividida entre quienes apoyan al expresidente Carlos Mesa (2003-2005), candidato en 2019 contra Evo, los seguidores de Jeanine Áñez y Luis Fernando Camacho, presos tras ser condenados por golpismo, y otros actores políticos. “El límite de la disputa en la izquierda es el riesgo de perder el poder y, además, si no hay una buena alternativa opositora el MAS va a ganar aunque tenga dos candidatos”, cree Pedraza.

Zúñiga se quedó solo

Para algunos, un atisbo de esos límites se dio esta semana, después de que el general Zúñiga rechazase, en una entrevista televisiva, una nueva candidatura presidencial de Evo y amenazase con detener al líder indígena si volvía a presentarse. A pesar del enfrentamiento público con su antiguo mentor, el Gobierno de Arce filtró el martes por la noche la destitución de Zúñiga y, según los medios locales, citó al general en palacio de Gobierno este miércoles para oficializar su salida.

El militar se presentó, pero acompañado de decenas de soldados y varias tanquetas, dispuesto a “recuperar la patria” y “reestructurar la democracia”, después de unas semanas muy agitadas, con una economía muy afectada por una muy aguda escasez de divisas y una gran crisis energética alimentada por una escasez de combustible que había generado en los días previos relevantes movilizaciones, críticas de todos los sectores -especialmente del ‘evismo’- y una huelga de transportistas.

La oposición reaccionó de manera casi inmediata y en bloque, condenando de manera frontal las acciones de Zúñiga. “Los insurrectos deben ser procesados. A los saqueadores corruptos de Arce y Evo los sacaremos el próximo año con votos, nunca con botas”, señaló el ex presidente conservador Jorge Quiroga (2001-2002), todavía una de las voces más escuchadas en la oposición. “Repudio esta acción militar” dijo, por su parte, Mesa, muy probablemente de nuevo candidato en 2025.

En el careo con Arce, Zúñiga reclamó, según los medios bolivianos, la destitución del ministro de Defensa, encontrándose con la negativa del presidente, y acto seguido el golpista se encerró en su tanqueta.

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Volvió a la calle brevemente, a los pocos minutos, para reclamar la salida de las cárceles de los líderes opositores Camacho y Áñez, condenados en el marco de la crisis política de 2019 que acabó con el Gobierno de Evo. Los juicios relacionados con esta trama han sido muy criticados por la oposición, que denuncia persecución y los considera presos políticos.

Ambos, sin embargo, habían repudiado el golpe de Zúñiga a través de sus redes sociales, que administran sus familiares. Zúñiga estaba solo en el marco político.

Arce acabó moviendo ficha y nombró a tres nuevos líderes del Ejército. “Pido, ordeno, dispongo, que todo el personal que se encuentra movilizado en las calles debe retornar a sus unidades”, señaló el nuevo comandante, José Wilson Sánchez, y apenas diez minutos después los rebeldes habían abandonado la Plaza Murillo.

“Han querido sorprendernos y sorprender al pueblo boliviano. Hemos reaccionado y también el pueblo movilizado ha hecho retroceder esta intentona golpista. Nos hemos mantenido aquí en Casa Grande donde ustedes nos han puesto y los únicos que nos pueden sacar de aquí son ustedes”, dijo Arce en un discurso en el balcón de la sede de Gobierno, ante una plaza ya repleta de sus seguidores.

Después, tras las declaraciones de Zúñiga, tanto desde el ‘evismo’ como desde la oposición tradicional se acusó a Arce de haber orquestado las acciones del miércoles. “De magistrados autoprorrogados a un autogolpe, el pueblo boliviano se hunde en la incertidumbre”, criticó el presidente de la Cámara de Senadores, el izquierdista Andrónico Rodríguez, de 35 años, que es visto por algunos como una tercera vía entre Evo y Arce.

“¿Cómo fortalecer a un presidente en crisis económica? Desviando el foco y convirtiéndolo en mártir con un autogolpe y movilizando"

“¿Cómo fortalecer a un presidente en crisis económica? Desviando el foco y convirtiéndolo en mártir con un autogolpe logrando movilizar al pueblo para defender y restaurar la democracia. El presidente sale fortalecido, amenazando con que el pueblo defenderá la democracia otra vez si es necesario”, expresó el ‘evista’ César Dockweiler.

Para otros el tratamiento judicial de Zúñiga constatará la naturaleza de sus acciones. “Tiene que ser castigado con la mayor rigurosidad posible porque es inaceptable esta clase de actitudes en democracia y hay gente que va a tener ciertas dudas de que esto haya sido un show, un montaje, un intento de autogolpe para que el Gobierno se victimice y ganar cierto apoyo popular”, reclamó el expresidente Quiroga.

No parece que la tensión vaya a aplacarse pronto en un país que estalló hace un lustro y cuyo panorama político sigue siendo muy complejo.

Una tanqueta del Ejército de Bolivia reventaba a las 15:50 horas de este miércoles las puertas del Palacio Quemado, la sede del Gobierno, dejando una imagen que dio la vuelta al mundo y que quedará marcada en los libros de historia bolivianos.

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