Es noticia
Pánico en el debate: ¿es posible todavía sustituir a Biden por otro candidato?
  1. Mundo
Convención Demócrata en agosto

Pánico en el debate: ¿es posible todavía sustituir a Biden por otro candidato?

La actuación de Biden en el debate contra Trump ha traído por fin a la primera línea los recurrentes susurros de que habría que buscar un nuevo candidato para enfrentarse a Trump

Foto: Momento del debate entre Biden y Trump (Will Lanzoni / Zuma Press)
Momento del debate entre Biden y Trump (Will Lanzoni / Zuma Press)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

​Frases incoherentes, datos olvidados, ideas inconexas, murmullos y balbuceos... La triste actuación del presidente estadounidense y candidato demócrata, Joe Biden, en el debate contra Donald Trump ha desatado el pánico entre el partido. Si la campaña demócrata necesitaba un golpe de mano de Biden para borrar de un plumazo todas las dudas sobre si está capacitado para gobernar un segundo mandato (más del 85% de la población, incluidos demócratas, piensan que está demasiado mayor), la noche del jueves al viernes cristalizó todos los miedos. Y, tras meses cerrando filas en torno a Biden, los recurrentes susurros de los mentideros demócratas han salido por fin a la luz: toca sustituir a Joe Biden como candidato.

Conscientes de que la principal debilidad de Biden es la cuestión sobre su edad, la campaña demócrata había limitado sus apariciones públicas y mítines. Sin embargo, el clásico debate (que podría ser el último, tras el devastador resultado) era una cita ineludible. La idea del Partido era mostrar a Biden como un candidato mayor pero competente, con gran experiencia y solvencia, con datos objetivos sobre la economía estadounidense y sin la mancha de los juicios que salpican a Trump, frente a un candidato salvaje que recordara a los televidentes todas las razones por las que todavía da miedo una segunda presidencia de Donald Trump. El resultado ha sido el opuesto: Trump se mostró coherente, vivaz, con su clásico buen hacer frente a las cámaras y sin perder los papeles. Los datos (un análisis de la CNN recoge que mintió en más de 38 ocasiones, prácticamente una por pregunta) no importan frente al jarro de agua fría para los votantes más indecisos de los estados clave en la carrera electoral.

Según recoge la prensa estadounidense, la actuación de Biden en el debate encendió las alarmas en parte del partido demócrata. El New York Times adelanta frenéticas llamadas en la maquinaria del partido, incluso entre aquellos que han apoyado más ardientemente una segunda candidatura de Biden. Antes la terrible conclusión que ha dejado el debate entre muchos de los televidentes de que, en esta ocasión, Biden no esté en forma como para lograr derrotar a Trump, la pregunta sobre si es posible sustituir el candidato es legítima, y se la hacen prácticamente todos los columnistas de la prensa estadounidense.

Foto: Biden y Trump en el debate. (EFE/EPA/Will Lanzoni)

Pero, antes incluso de señalar posibles reemplazos, hay que bajar a lo más mundano. A estas alturas del año electoral, apenas cuatro meses antes de la cita del 5 de noviembre, ¿se puede cambiar de candidato? La cita clave es la Convención Demócrata del 19 al 22 de agosto.

El partido demócrata ha perdido un valioso tiempo no solo durante los últimos cuatro años, en los que Joe Biden no preparó ningún posible rostro para sustituirlo, sino también durante la campaña de las primarias. Con las líneas cerradas tras Biden y con el mensaje de que sólo él sería capaz de vencer a Trump, ni siquiera se presentó ningún candidato reseñable. Joe Biden ganó todas y cada una de sus primarias y caucus (con la excepción de Samoa Americana), acumulando más del 85% del voto agregado. En cuanto a delegados, Joe Biden se aseguró el 95% de los cerca de 4.000 que acudirán a la Convención Demócrata.

Dos meses antes de la Convención

Se esperaba que la Convención Demócrata coronara a Biden como candidato, pero ahora no está tan claro. Técnicamente, en las primarias el voto popular elige unos delegados que, a su vez, elegirán al candidato definitivo en una nueva votación en la Convención Demócrata. Los delegados ganados por Biden votarían a Biden, pero no es exactamente una obligación, aunque la necesidad de ofrecer una sensación de proceso democrático así lo implica. En caso de que Biden, decidiera renunciar, el caos sería máximo, pero la Convención Demócrata podría elegir otro candidato a través de un segundo tipo de proceso, no utilizado en décadas.

Pero para eso sería necesaria la renuncia de Biden, ya que no existe ningún mecanismo específico para que otros líderes del partido puedan sacar a Biden de la lista contra su voluntad, según las reglas del Comité Nacional Demócrata. Si alguien en el partido quiere reemplazarlo, será abriendo el proceso de nominación en la convención y atrayendo a suficientes delegados.

Complicado, pero no imposible. En los últimos meses, voces más de izquierdas han ido avisando de que el riesgo de presentar un nuevo candidato en la convención demócrata, pese al caos y la posible guerra civil por el poder dentro del partido que desatará la decisión, tiene menos riesgo que presentar de vuelta a Joe Biden.

Entre los nombres que empiezan a sonar para sustituir a Joe Biden en una carrera contrarreloj por hacerse primero con el partido demócrata, y luego con los corazones del votante estadounidense en apenas cuatro meses estarían la actual vicepresidenta de Biden, Kamala Harris, Gavin Newsom, gobernador de California, Gretchen Whitmer, gobernadora de Michigan o Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania. Ninguno, sin embargo, elimina el mayor punto a favor de la candidatura de Biden, que sus acérrimos defensores han defendido una y otra vez: Biden regresó en 2020 como único candidato capaz de vencer a Trump. ¿Lograrían hacerlo ellos?

El 'fiasco' de Kamala

La sucesión más natural debería haber sido la vicepresidenta de Biden, Kamala Harris. Ya en la campaña de 2020, el equipo de Joe Biden filtró a medios estadounidenses que el candidato, ya entonces muy mayor, solo se presentaba casi como un sacrificio para salvar al país de una segunda venida de Trump. Así mismo, dejaba caer que sólo lo haría una vez, por lo que la elección de su compañero de ticket era visto como una posible preparación para la sucesión.

Cuando Joe Biden nombró a la entonces senadora californiana como compañera vicepresidenta, esta ya había lanzado una campaña presidencial prometedora y fracasado en el intento. Aun así, era 2020, y el asesinato de George Floyd había causado en Estados Unidos de la pandemia una ola de histeria identitaria. Siendo Biden un hombre mayor, blanco y moderado, la elección de una mujer relativamente joven, mitad asiática y mitad negra, como número dos, parecía la opción correcta. Una candidata que mucha gente, seguramente de forma errónea, percibió como el futuro, la transición a una nueva generación demócrata. La heredera de Joe Biden.

Foto: Momento del debate Biden-Trump en la CNN (Europa Press)

Poco después de inaugurarse en la vicepresidencia, sin embargo, Harris fue protagonista de montones de artículos poco lisonjeros: que si era caprichosa y susceptible, que si su entorno de trabajo era "tóxico", que sí continuaba cambiando de parecer de un día para otro, etcétera. Hay quien dice también que ni siquiera en el aspecto identitario ha logrado encajar. Es afroamericana, pero no, en realidad, es mestiza, y su experiencia vital, como hija de académicos inmigrados a California, la distancia de la experiencia general de los negros y de otras minorías. Lo mismo se puede decir de su estilo, Kamala Harris fue una fiscal dura con el crimen, faceta que tradujo después en el Senado, donde se labró fama de ser una firme interrogadora. Pero en 2020, de repente, se convirtió en una reformadora woke: la antítesis de "dura con el crimen". ¿En qué quedamos? Desde entonces, su popularidad no ha hecho más que caer en picado.

Para muchos, la elección de Harris sería una derrota segura, más incluso que con Joe Biden.

Un 'tiburón' demócrata

Entre los nombres que más suenan está el de Gavin Newsom, gobernador de California.

El californiano, que empezó su carrera profesional en el mundo de los negocios con la fundación y desarrollo de PlumpJack Group, una empresa vinícola y hostelera que sigue funcionando, desempeñó cargos en la alcaldía de San Francisco desde 1996, fue alcalde de esta ciudad entre 2004 y 2011, vicegobernador de California entre 2011 y 2019, y gobernador desde 2019. Sus orígenes fueron humildes y todavía se faja con una dislexia severa que le dificulta la lectura y la comprensión de números. Razón por la cual el gobernador continúa recibiendo muchos de los informes en formato de audio.

En los círculos demócratas, tiene fama de ser un político hambriento, con instinto depredador, y que en unas circunstancias tan tribalizadas y convulsas podría plantar cara a un toro de lidia como Donald Trump. La ventaja de Newsom es su dilatada experiencia y su perfil cada vez más nacional.

Pero tampoco tendría las cuentas hechas para el reto de ganar a Trump, viniendo de un estado demócrata clásico y cuando es tan importante hacerse con el voto de los dudosos en estados clave (Pensilvania, Wisconsin, Michigan, Nevada, Arizona, Georgia y Carolina del Norte) con un margen muy estrecho.

Newsom no es el único potencial candidato. Además de Kamala Harris, suenan también los nombres de la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer (moderada, tiene fama de eficaz y procede de un estado electoralmente suculento), Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania, o JB Pritzker, gobernador de Illinois. Se podría incluso recuperar a alguno de los que se batieron con Biden en las primarias de las elecciones de 2020, como Elizabeth Warren, Amy Klobuchar o el actual secretario de Transporte, Pete Buttigieg.

Pero, ¿hay tiempo de, primero, superar la guerra civil demócrata que seguro desataría la renuncia de Biden y, después, preparar una batalla contrarreloj versus Donald Trump? Todo esto podría haberse solucionado con un largo, medido y estratégico plan de sucesión que desembocase en las primarias y que diese tiempo para que el ganador o ganadora, desde el pasado marzo en adelante, restañase las heridas y consolidase su posición en el partido. Dos meses y medio que van de la convención a las elecciones tendrían que ser suficientes para que el candidato o candidata consolide su nombre, se haga una reputación nacional y dé a conocer sus propuestas.

​Frases incoherentes, datos olvidados, ideas inconexas, murmullos y balbuceos... La triste actuación del presidente estadounidense y candidato demócrata, Joe Biden, en el debate contra Donald Trump ha desatado el pánico entre el partido. Si la campaña demócrata necesitaba un golpe de mano de Biden para borrar de un plumazo todas las dudas sobre si está capacitado para gobernar un segundo mandato (más del 85% de la población, incluidos demócratas, piensan que está demasiado mayor), la noche del jueves al viernes cristalizó todos los miedos. Y, tras meses cerrando filas en torno a Biden, los recurrentes susurros de los mentideros demócratas han salido por fin a la luz: toca sustituir a Joe Biden como candidato.

Estados Unidos (EEUU) Elecciones EEUU