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Fin de una era: ¿se imaginan que desaparece el Partido Conservador? En Reino Unido, sí
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Una apuesta por el 'Cambio'

Fin de una era: ¿se imaginan que desaparece el Partido Conservador? En Reino Unido, sí

Tras 14 años en el poder, los 'tories' se encaminan a la aniquilación. El laborista Keir Starmer puede obtener una mayoría aplastante de 212 escaños

Foto: El primer ministro británico, Rishi Sunak, en un acto de campaña, en mayo de 2024. (Reuters/Alastair Grant)
El primer ministro británico, Rishi Sunak, en un acto de campaña, en mayo de 2024. (Reuters/Alastair Grant)

En los años cincuenta, transformaron un imperio enfermo y bombardeado en un país próspero. En los ochenta, bajo Margaret Thatcher, redujeron el tamaño del estado y remodelaron la economía. Pero ¿ahora? ¿Qué legado dejan los 'tories' tras catorce años en el poder? El Partido Conservador, la máquina que ha dominado la historia reciente de la política británica, se encamina a unos niveles de aniquilación nunca vistos en las elecciones de este jueves, donde pueden perder más del 70% de los escaños que ganaron en 2019 con su promesa de ejecutar el Brexit.

Pese a la súplica del aún premier Rishi Sunak a los votantes de no dar mayoría absoluta a la oposición, los laboristas podrían obtener 431 escaños, lo que le daría a Keir Starmer una mayoría aplastante de 212, superando la histórica victoria de Tony Blair en 1997 y convirtiéndole en el líder más exitoso en términos electorales, según la última encuesta de YouGov. Si se confirman las predicciones, sería la mayoría más grande que haya obtenido cualquier formación en Westminster desde 1832.

El manifiesto electoral de Keir Starmer es simple: “Cambio”. Sin más añadiduras. Porque esto es precisamente lo que define esta cita con las urnas. Los laboristas son conscientes de que no entusiasman. Los británicos simplemente quieren echar a un Partido Conservador que, tras cinco primeros ministros, muestra claros signos de agotamiento.

Foto: Boris Johnson, en la campaña electoral de Rishi Sunak. (EFE/Andy Rain)

El propio tory Danny Kruger, responsable del grupo de Nuevos Conservadores elegidos en el Muro Rojo los pasados comicios de 2019 — donde Boris Johnson consiguió arrebatar a los laboristas distritos del norte de Inglaterra que tenían desde la II Guerra Mundial— lamenta que dejen al país “más triste, menos unido y menos conservador”.

Las filas de Rishi Sunak ni siquiera se atreven a mencionar ahora el Brexit que tanto anhelaban. Primero, porque no se les atribuye ni su triunfo.

Fue el populista Nigel Farage —que ahora contribuye a su declive con Reform UK— quien se posicionó como el gran protagonista. Segundo, porque tampoco hay mucho de lo que sacar pecho.

Foto: El líder de Reform UK, Nigel Farage, en la presentación de su manifiesto (EFE)

La burocracia, lejos de desaparecer, se ha multiplicado y la economía no mejora. Nunca se destinó más dinero al sistema nacional de salud (ahora en una de sus peores crisis), y el control de las fronteras era puro espejismo. La inmigración —tanto la legal como ilegal— ha alcanzado cifras récord. Y aun así, existe un grave problema de falta de mano de obra que mina aún más la baja productividad.

Sería injusto no tener en cuenta la pandemia y los desafíos geopolíticos con dos guerras (Ucrania y Gaza) con el potencial de expandir sus fronteras geográficas en cualquier momento. Con este escenario como telón de fondo, Dame DeAnne Julius, miembro distinguido think tank Chatham House y exresponsable de políticas del Banco de Inglaterra, advierte que la herencia para el próximo gobierno laborista puede resultar incluso más dura que la que recibió en su día David Cameron. "Nuestras limitaciones son peores ahora, más estrictas que en 2010", dijo.

Entre las razones se encuentran un sistema de planificación congelado y la crisis inmobiliaria asociada, una inversión débil, escasez de habilidades y niveles más altos de deuda pública, que se prevé que alcance el 90% del PIB en el actual año fiscal, en comparación con el 70% cuando la coalición liberal-conservadora demócrata asumió el poder hace 14 años.

Camino a la aniquilación

Cuando Sunak anunció en mayo un adelanto electoral aprovechando que la inflación —que llegó hasta los dos dígitos— mejoraba, su aspiración era repetir el milagro cosechado por John Major en 1992, cuando este desafió todo pronóstico y terminó superando incluso los triunfos cosechados por la Dama de Hierro en 1979, 1983 y 1987. Ningún gobierno desde la reforma parlamentaria de 1832 había ganado cuatro elecciones consecutivas y ninguno había conseguido una victoria empezando la campaña con los sondeos en contra.

Pero, lejos de poder repetir tal hazaña, los conservadores se encaminan ahora a una derrota nunca vista. Aparte de la encuesta de YouGov, el sondeo del reputado The Economist les otorga apenas 76 asientos, los peores resultados de su historia, frente a los 465 que podrían conseguir los laboristas, lo que sería una aplastante mayoría absoluta. Por su parte, los independentistas escoceses del SNP, que llevan dominando las últimas dos décadas en Edimburgo, también se encaminan al abismo.

Foto: El primer ministro británico, Rishi Sunak. (Reuters/Pool/Stefan Rousseau )

El nivel de aniquilación que se espera para los tories se compara incluso con los conservadores canadienses en 1993 cuando terminaron con tan solo el 16% de los votos, un apoyo tan nimio que pasaron de 169 escaños a solo dos. Hasta el día de hoy, es la peor derrota sufrida por cualquier partido gobernante en una democracia avanzada.

En Canadá (donde existe el mismo sistema electoral británico del FPTP) había surgido un nuevo partido populista, audaz, descarado e influenciado por el núcleo duro de la derecha llamado Reform, el mismo nombre con el que Farage —el enfant terrible de la política británica y amigo de Donald Trump— ha bautizado ahora su nuevo proyecto (Reform UK). ¿Casualidades?

Stephen Harper, uno de los fundadores de Reform, se convirtió luego en primer ministro canadiense en 2006, fusionándose con lo que quedaba de los antiguos conservadores ¿Absorbieron los conservadores canadienses a Reform? ¿O fue al revés?

Foto: Nigel Farage, el 4 de junio de 2024. (DPA/James Manning)

Se antoja complicado pensar que en 13 años, Farage podría convertirse en el próximo inquilino de Downing Street. Lo que sí tiene son muchas opciones de conseguir ahora (en su octavo intento) es su primer escaño en la Cámara de los Comunes. Y las posibilidades de incorporarle luego a las filas tories ya está siendo tema protagonista en la batalla por el liderazgo tras la más que esperada dimisión de Sunak. Todo apunta a que la formación tomará una deriva a la derecha radical antes de regresar de nuevo al centro.

El conservadurismo ha dominado la historia de Westminster, por lo que Starmer —el primer laborista que se mudará a Downing Street desde 2010, según predicen las encuestas— tendrá ahora que convencer a los británicos que no tienen que temer un viaje hacia el socialismo radical.

Un laborismo 'renovado'

En 1997, cuando se vivió otra histórica victoria laborista como la que se espera ahora, Tony Blair intentó disipar temores similares: "Hemos sido elegidos como Nuevo Laborismo y gobernaremos como Nuevo Laborismo". Y ahora Starmer —que nada tiene que ver con su radical predecesor, Jeremy Corbyn, apodado como el Pablo Iglesias británico— se hace eco exactamente de las palabras de su mentor. "Hemos hecho campaña como un Partido Laborista renovado y gobernaremos como un Partido Laborista renovado". Nadie sabe aún con certeza qué significa el Starmerismo, pero sí pasa por estrechar de nuevo relaciones con Bruselas tras los turbulentos años del Brexit.

Foto: El primer ministro británico, Rishi Sunak. (Reuters/Pool/Dan Kitwood)

En este sentido, aunque Theresa May pasará a la historia como la primera ministra obligada a renunciar después de que sus propias filas rechazaran —hasta tres veces— el acuerdo de divorcio que alcanzó con Bruselas, antes de abandonar Downing Street, anunció que Reino Unido se convertiría en la primera gran economía del mundo en consagrar por ley un objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050. Y no son pocos los que consideran que esta normativa, que en su momento pasó desapercibida, es el legado más importante de 14 años de gobierno conservador.

El Partido Conservador siempre ha sido la máquina más eficaz de la democracia británica, con asombrosa capacidad camaleónica para ir cambiando según las circunstancias. Nada tiene que ver la formación liderada por David Cameron con la de Theresa May. No digamos ya la de Boris Johnson o Liz Truss (que apenas estuvo un mes en el cargo). Y luego con Rishi Sunak, el primer inquilino de Downing Street de origen indio y religión hindú.

Con todo, tal y como aseguraba Wayne Hunt, analista de The Spectator, biblia para los tories, la sensación que dejan es de "haber carecido de una visión o misión central" habiendo pasado en su lugar por "varios cambios de dirección, sacudidas por sus facciones internas y por la atracción de las tendencias electorales". "Desde la austeridad hasta el Brexit, el partido no ha logrado encontrar ni articular una visión global de lo que hace, por lo que su paso por el poder parece más una serie de problemas a medio gestionar que un plan bien ejecutado", matiza.

En los años cincuenta, transformaron un imperio enfermo y bombardeado en un país próspero. En los ochenta, bajo Margaret Thatcher, redujeron el tamaño del estado y remodelaron la economía. Pero ¿ahora? ¿Qué legado dejan los 'tories' tras catorce años en el poder? El Partido Conservador, la máquina que ha dominado la historia reciente de la política británica, se encamina a unos niveles de aniquilación nunca vistos en las elecciones de este jueves, donde pueden perder más del 70% de los escaños que ganaron en 2019 con su promesa de ejecutar el Brexit.

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