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Gana el 'cambio': los conservadores cosechan una derrota histórica en las elecciones de UK
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¿conservará Sunak su escaño?

Gana el 'cambio': los conservadores cosechan una derrota histórica en las elecciones de UK

La encuesta de urna de la BBC y otros dos medios británicos apunta a que Keir Starmer se convertirá en primer ministro con 410 parlamentarios laboristas

Foto: El líder del partido laborista, Keir Starmer, vota en las elecciones generales de Reino Unido. (EFE/Neil Hall)
El líder del partido laborista, Keir Starmer, vota en las elecciones generales de Reino Unido. (EFE/Neil Hall)

Algunos políticos lo han definido como un "terremoto político". Han sido los miembros del Partido Laborista, que ganará de forma aplastante las elecciones generales con una mayoría de 170 votos, según la encuesta a pie de urna de la BBC, ITV y Sky que tradicionalmente ha sido bastante acertada. Si el pronóstico se cumple, significa que Keir Starmer se convertirá en primer ministro con 410 parlamentarios laboristas, algo menos del triunfo de Tony Blair en 1997, pero no por ello deja de ser épico.

Por su parte, el Partido Conservador, hasta ahora la máquina electoral más potente de la política británica, cosecha una derrota catastrófica. Caerán a 131 diputados, su cifra más baja en la historia de la posguerra. Está por ver si el propio Rishi Sunak conserva su escaño. Fin de una era tras 14 años en el poder y un legado marcado por un Brexit que no ha repuntado la economía ni ha recuperado el control de la fronteras

Se prevé que los demócratas liberales ocuparán el tercer lugar con 61 diputados. Repuntan así tras su caída al vacío tras el gobierno de coalición con los tories de 2010 a 2015. Y el Partido Nacional Escocés, que había dominado la política en Edimburgo las dos ultimas décadas, verá caer su número de diputados a 10. Un segundo plebiscito de secesión, su gran demanda tras el Brexit, es ya imposible. "Esto es una masacre", dijo la exlíder conservadora escocesa, Ruth Davidson, sobre las proyecciones de las encuestas a pie de urna.

Pero la noticia más impactante la protagoniza el populista Nigel Farage con su Reform UK. Pese a que el sistema electoral británico hace realmente difícil la entrada de nuevas formaciones a la Cámara de los Comunes, el partido de derecha radical obtendría 13 diputados. A su octavo intento, el enfant terrible de la política británica, el amigo de Donald Trump, consigue finalmente su escaño en Westminster. Sin asiento, ya en los últimos años había hecho bailar a los partidos mayoritarios bajo su batuta.

Foto: El primer ministro británico, Rishi Sunak, en un acto de campaña, en mayo de 2024. (Reuters/Alastair Grant)

Fue su popularidad con el UKIP —su primer proyecto político— lo que llevó al Gobierno conservador de David Cameron a convocar el referéndum del Brexit. Por lo tanto, con su entrada ahora en la Cámara Baja, tomará aún más influencia. Su irrupción tendrá tremendas repercusiones en la dirección que tome ahora un Partido Conservador que se encuentra a la deriva, girando, casi con toda seguridad, a la derecha radical en las primarias que se prevén tras la más esperada dimisión de Sunak.

La encuesta a pie de urna, supervisada por el experto John Curtice y un equipo de estadísticos, se basa en datos de votantes en unos 130 colegios electorales en Inglaterra, Escocia y Gales. La encuesta no cubre Irlanda del Norte. En las últimas cinco elecciones generales, la precisión de las encuestas a pie de urna se sitúa con margen de error entre 1,5 y 7,5 escaños.

'Más triste y menos unido'

El manifiesto electoral de Starmer es simple: "Cambio". Sin más añadiduras. Porque esto es precisamente lo que define esta cita con las urnas. Los laboristas son conscientes que no entusiasman. Los británicos simplemente quieren echar a un Partido Conservador que, tras cinco primeros ministros, muestra claros signos de agotamiento.

El propio tory Danny Kruger, responsable del grupo de Nuevos Conservadores elegidos en el Muro Rojo los pasados comicios de 2019 —donde Boris Johnson consiguió arrebatar a los laboristas distritos del norte de Inglaterra que tenían desde la Segunda Guerra Mundial con su promesa de ejecutar el Brexit— lamenta que dejen al país "más triste, menos unido y menos conservador".

Las filas de Rishi Sunak ni siquiera se atreven a mencionar ahora el Brexit que tanto anhelaban. Primero, porque no se les atribuye ni su triunfo. Fue el populista Nigel Farage, que ahora contribuye a su declive con Reform UK, quien se posicionó como el gran protagonista. Segundo, porque tampoco hay mucho de lo que sacar pecho.

Foto: Nigel Farage, el 4 de junio de 2024. (DPA/James Manning)

La burocracia, lejos de desaparecer, se ha multiplicado. La economía no mejora, nunca se destinó más dinero al sistema nacional de salud (ahora en una de sus peores crisis); y el control de las fronteras era puro espejismo. La inmigración —tanto la legal como ilegal— ha alcanzado cifras récord. Y aun así, existe un grave problema de falta de mano de obra que mina aún más la baja productividad.

Sería injusto no tener en cuenta la pandemia y los desafíos geopolíticos con dos guerras (Ucrania y Gaza) con el potencial de expandir sus fronteras geográficas en cualquier momento. Con todo, Dame DeAnne Julius, miembro distinguido think tank Chatham House y exresponsable de políticas del Banco de Inglaterra, advierte que la herencia para el próximo gobierno laborista puede resultar incluso más dura que la que recibió en su día David Cameron. "Nuestras limitaciones son peores ahora, más estrictas que en 2010", dijo.

Entre las razones se encuentran un sistema de planificación congelado y la crisis inmobiliaria asociada, una inversión débil, escasez de habilidades y niveles más altos de deuda pública, que se prevé que alcance el 90% del PIB en el actual año fiscal, en comparación con el 70% cuando la coalición conservadora-liberal demócrata asumió el poder hace catorce años.

Una derrota inédita

Cuando Sunak anunció en mayo un adelanto electoral aprovechando que la inflación, que llegó hasta los dos dígitos, mejoraba, su aspiración era repetir el milagro cosechado por John Major en 1992, cuando este desafió todo pronóstico y terminó superando incluso los triunfos cosechados por la Dama de Hierro en 1979, 1983 y 1987. Ningún gobierno desde la reforma parlamentaria de 1832 había ganado cuatro elecciones consecutivas y ninguno había conseguido una victoria empezando la campaña con los sondeos en contra.

Pero, lejos de poder repetir tal hazaña, los conservadores se encaminan ahora a una derrota nunca vista. Aparte de la encuesta de YouGov, el sondeo del reputado The Economist les otorga apenas 76 asientos, los peores resultados de su historia, frente a los 465 que podrían conseguir los laboristas, lo que sería una aplastante mayoría absoluta. Por su parte, los independentistas escoceses del SNP que llevan dominando las últimas dos décadas en Edimburgo también se encaminan al abismo.

El nivel de aniquilación que se espera para los tories se compara incluso con los conservadores canadienses en 1993 cuando terminaron con tan sólo el 16% de los votos, un apoyo tan nimio que pasaron de 169 escaños a sólo dos. Hasta el día de hoy, es la peor derrota sufrida por cualquier partido gobernante en una democracia avanzada.

En Canadá (donde existe el mismo sistema electoral británico del FPTP) había surgido un nuevo partido populista, audaz, descarado e influenciado por el núcleo duro de la derecha llamado Reform, el mismo nombre con el que Farage ha bautizado ahora su nuevo proyecto (Reform UK). ¿Casualidades?

Stephen Harper, uno de los fundadores de Reform, se convirtió luego en primer ministro canadiense en 2006 fusionándose con lo que quedaba de los antiguos conservadores ¿Absorbieron los conservadores canadienses a Reform? ¿O fue al revés?

La falta de visión de los 'tories'

Se antoja complicado pensar que en 13 años Farage podría convertirse en el próximo inquilino de Downing Street. Lo que sí tiene son muchas opciones de conseguir ahora (en su octavo intento) su primer escaño en la Cámara de los Comunes. Y las posibilidades de incorporarle luego a las filas tories ya está siendo tema protagonista en la batalla por el liderazgo tras la más que esperada dimisión de Sunak. Todo apunta a que la formación tomará una deriva a la derecha radical antes de regresar de nuevo al centro.

Foto: El primer ministro británico, Rishi Sunak, en la base militar de Moray (Escocia). (Europa Press/Jeff J Mitchell)

El conservadurismo ha dominado la historia de Westminster, por lo que Starmer —el primer laborista que se mudará a Downing Street desde 2010, según la encuesta de la BBC— tendrá ahora que convencer a los británicos que no tienen que temer un retroceso hacia el socialismo radical.

En 1997, cuando se vivió otra histórica victoria laborista como la que se espera ahora, Tony Blair intentó disipar temores similares. "Hemos sido elegidos como Nuevo Laborismo y gobernaremos como Nuevo Laborismo". Y ahora Starmer —que nada tiene que ver con su radical predecesor, Jeremy Corbyn, apodado como el Pablo Iglesias británico— se hace eco exactamente de las palabras de su mentor. "Hemos hecho campaña como un Partido Laborista renovado y gobernaremos como un Partido Laborista renovado". Nadie sabe aún con certeza qué significa el Starmerismo, pero sí pasa por estrechar de nuevo relaciones con Bruselas tras los turbulentos años del Brexit.

En este sentido, aunque Theresa May pasará a la historia como la primera ministra obligada a renunciar después de que sus propias filas rechazaran, hasta tres veces, el acuerdo de divorcio que alcanzó con Bruselas, antes de abandonar Downing Street, anunció que Reino Unido se convertiría en la primera gran economía del mundo en consagrar por ley un objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050. Y no son pocos los que consideran que esta normativa, que en su momento pasó desapercibida, es el legado más importante de 14 años de gobierno conservador.

Foto: El primer ministro británico Rishi Sunak habla con el público mientras pasea por la calle Mayor. (Reuters / Dan Kitwood)

El Partido Conservador siempre ha sido la máquina más eficaz de la democracia británica con asombrosa capacidad camaleónica para ir cambiando según las circunstancia. Nada tiene que ver la formación liderada por David Cameron, con la de Theresa May. No digamos ya la de Boris Johnson o Liz Truss (que apenas estuvo un mes en el cargo). Y luego con Rishi Sunak, el primer inquilino de Downing Street de origen indio y religión hindú.

Con todo, tal y como aseguraba Wayne Hunt, analista de The Spectator, biblia para los tories, la sensación que dejan es de "haber carecido de una visión o misión central" habiendo pasado en su lugar por "varios cambios de dirección, sacudidas por sus facciones internas y por la atracción de las tendencias electorales". "Desde la austeridad hasta el Brexit, el partido no ha logrado encontrar ni articular una visión global de lo que hace, por lo que su paso por el poder parece más una serie de problemas a medio gestionar que un plan bien ejecutado", concluye.

Algunos políticos lo han definido como un "terremoto político". Han sido los miembros del Partido Laborista, que ganará de forma aplastante las elecciones generales con una mayoría de 170 votos, según la encuesta a pie de urna de la BBC, ITV y Sky que tradicionalmente ha sido bastante acertada. Si el pronóstico se cumple, significa que Keir Starmer se convertirá en primer ministro con 410 parlamentarios laboristas, algo menos del triunfo de Tony Blair en 1997, pero no por ello deja de ser épico.

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