Es noticia
El gran elefante en la habitación del nuevo Gobierno laborista en Reino Unido
  1. Mundo
¿Qué podemos esperar del nuevo Gobierno?

El gran elefante en la habitación del nuevo Gobierno laborista en Reino Unido

El Acuerdo de Comercio y Cooperación —el conocido por pacto de divorcio firmado en su día por Boris Johnson— contempla su propia revisión en 2025. Y los laboristas no quieren desaprovechar la oportunidad para estrechar relaciones con la UE

Foto: El candidato a las elecciones británicas, Keir Starmer. (Reuters/Phil Noble)
El candidato a las elecciones británicas, Keir Starmer. (Reuters/Phil Noble)

En la antesala de las elecciones de 1997, cuando Tony Blair consiguió una victoria histórica acabando con casi dos décadas de gobierno conservador, el entonces líder laborista fue comparado con “un hombre cargando un jarrón chino Ming de valor incalculable sobre un suelo muy pulido”. El jarrón representaba la gigantesca ventaja que sacaba en las encuestas. Y el miedo a que se le cayera estaba grabado en su rostro. Lo mismo ha pasado ahora con Keir Starmer. Durante la campaña no ha querido salir de un guión —tan escueto como su manifiesto— por miedo a dar un paso en falso. Nadie sabe aún en qué consiste el Starmismo, pero con una aplastante mayoría absoluta se puede permitir, ahora sí, el lujo de mostrar sus verdaderas cartas sin pudor, incluido quizá un acercamiento con Bruselas.

¿Aprobará el plan de movilidad juvenil entre Reino Unido y la UE? Cuando la Comisión Europea propuso recientemente la apertura de negociaciones, Starmer se negó en redondo al considerarla como “sinónimo de libertad de movimiento”. Pero los políticos son dados a cambiar de opinión. Y los analistas consultados por este diario dan por sentado que esta será una de las cuestiones que se aprobarán ahora bajo el posiblemente nuevo gobierno laborista.

Cuando Starmer fue elegido en 2020 como líder de la formación, se comprometió a seguir el legado de su predecesor, el radical Jeremy Corbyn, pero luego aceleró el proceso de giro al centro. Abandonó sus promesas de abolir las tasas de matrícula universitaria, aumentar el impuesto sobre la renta para el 5% de los que más ganan y recuperar la propiedad pública de los ferrocarriles, Correos, agua y energía. También hizo, y luego abandonó, una promesa de gastar 28.000 millones de libras al año en inversiones verdes, y diluyó una política emblemática para mejorar los derechos de los trabajadores.

Por tanto, cuando asegura que sus líneas rojas pasan por no meter a Reino Unido de nuevo en el club comunitario, ni en la unión aduanera, ni en el mercado único, ¿hay que creerle? De momento el Brexit seguirá siendo una realidad. Pero la posibilidad de que los ciudadanos de la UE y Reino Unido de entre 18 y 30 años puedan moverse con libertad bajo las propuestas realizadas por Bruselas —que pasan, entre otras, por limitar el período hasta cuatro años— es ahora muy plausible.

Foto: Montaje: Raquel Cano

En la recta final de la campaña, David Lammy —candidato casi seguro a convertirse en el nuevo responsable de la diplomacia británica— se reunió con los corresponsales en un encuentro organizado por la Asociación de Prensa Extranjera y señaló que quieren “reconstruir una relación de confianza” con el bloque comunitario. “Tenemos que pasar la página del rencor y la amargura que vivimos en el pasado. Queremos ver un continente europeo en el que haya crecimiento y prosperidad para todos los europeos. Y Reino Unido es parte fundamental en ese futuro. Por eso nos proponemos iniciar conversaciones con nuestros colegas europeos desde la buena fe”, aseguró.

El Acuerdo de Comercio y Cooperación —el conocido pacto de divorcio firmado en su día por Boris Johnson— contempla su propia revisión en 2025. Y los laboristas no quieren desaprovechar la oportunidad. La próxima reunión el 18 de julio de la Comunidad Política Europea, en la que Reino Unido actuará como anfitrión ante 47 líderes tanto dentro como fuera de la UE, será una gran carta de presentación para el nuevo inquilino de Downing Street. Fue Emmanuel Macron quien impulsó este nuevo foro de cooperación europea. Pero la posición del presidente galo está más cuestionada que nunca, especialmente si la segunda vuelta de las elecciones a la Asamblea Nacional de París termina con Jordan Bardella como potencial nuevo primer ministro de extrema derecha.

La crisis al otro lado del canal de la Mancha no puede ser más inoportuna para las filas de Starmer, ya que la cooperación anglo-francesa en materia de defensa es la piedra angular del pacto de seguridad que quieren alcanzar ahora con el bloque. El mandato laborista comienza con dos guerras en marcha, ambas con el potencial de expandir sus fronteras geográficas en cualquier momento. Con Ucrania va a seguir el mismo apoyo incondicional llevado a cabo por los tories. Con Oriente Medio —donde Starmer aboga por la solución de dos estados— lo tiene más complicado por la importancia del voto musulmán para su formación.

Todo el contexto geopolítico, incluidas las relaciones con China —donde Starmer seguirá la máxima de "cooperación" en unas áreas, "competencia" en otras, pero siempre "protegiendo la seguridad nacional"— gira además en torno a las elecciones presidenciales de Estados Unidos —el aliado más importante históricamente para Londres— donde una eventual victoria de Donald Trump amenaza con sacar a los americanos de la OTAN, que celebra su próxima cumbre en Washington el 9 de julio.

Resurge la confianza de la City

Por su parte, en materia de inmigración, el nuevo Gobierno se ha comprometido a abolir el polémico Plan Ruanda para extraditar a los solicitantes de asilo llegados por rutas irregulares. Y en economía, los laboristas han conseguido recuperar la confianza de la City gracias al securenomics, una estrategia de la 'Economía de la Seguridad', que combina el estímulo de la oferta de mano de obra y el aumento de productividad con fuerte inversión en infraestructura pública y facilidades fiscales para la economía verde, un enfoque teórico incipiente que está influyendo actualmente en los Estados Unidos con la administración de Joe Biden.

Detrás de la estrategia está Rachel Reeves, la que se prevé sea la primera mujer en ponerse al cargo del Tesoro en la historia de Reino Unido. Educada en el rigor presupuestario después de su paso por el departamento de Estudios del Banco de Inglaterra, promete un gobierno “que sea protrabajadores y proempresas, sabiendo que cada uno depende del éxito del otro”. Reeves también se ciñe al guión de que no habrá reincorporación a la UE. “No vamos a volver a entrar, ese barco ya zarpó”, repite en sus entrevistas. Pero al mismo tiempo recalca que las relaciones con el bloque “se pueden mejorar”.

"No vamos a volver a entrar, ese barco ya zarpó"

Su objetivo es “devolver la estabilidad”. “Los mercados financieros y los inversores han tenido que atravesar estos últimos años por inestabilidad y compromisos sin financiación. Yo quiero asegurarme de que las sumas siempre cuadren y recuperaré esa estabilidad para que las empresas puedan planificar con confianza el futuro. Creo que a los inversores les gusta lo que escuchan de mí”, argumenta.

No habrá un 'presupuesto de emergencia'. Quiere que todos sus planes sean evaluados y puntuados primero por la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria —el organismo independiente que fiscaliza los presupuestos y cuentas del Gobierno— por lo que su primer presupuesto no saldrá hasta otoño, como muy pronto. Asimismo, plantea celebrar una cumbre mundial de inversores en los primeros 100 días de un ejecutivo laborista para subrayar sus credenciales.

Su hoja de ruta pasa por una reestructuración de las reglas de planificación, pero Reeves no quiere llevar a cabo drásticos recortes de impuestos para impulsar la economía. Más bien, su estrategia es inspirar confianza y persuadir a las empresas a invertir. Rishi Sunak intentó lograr algo similar tras el desplome de la libra con la fugaz Liz Truss. El ex primer ministro esperaba que, al aparecer como la figura más creíble, los intereses tendieran a bajar en el mercado hipotecario. Pero las tasas han estado aumentando lentamente durante meses.

Foto: Liz Truss, de salida. (Reuters/Henry Nicholls)

Los nervios del mercado no tienen que ver realmente con qué partido está en el gobierno, sino hasta qué punto la economía de Reino Unido es vulnerable a la deuda y cómo podrían empeorar las cosas si los políticos entran en pánico. Reeves ha prometido comportarse, pero incluso el Instituto de Estudios Fiscales ha acusado al Partido Laborista (junto con los conservadores) de una conspiración de silencio sobre las difíciles decisiones de gasto que tendrán que acometer.

Sería injusto no tener en cuenta la pandemia y las guerras que marcan ahora el tablero geopolítico, pero la realidad es que las finanzas públicas que los conservadores se comprometieron a arreglar están colapsando. A medida que al ajuste de cinturón le siguieron sobresaltos y despilfarros, la deuda pública se ha disparado. Como porcentaje del PIB, los impuestos están en su nivel más alto en 70 años. La economía está cojeando. En términos reales, los ingresos han decepcionado desde la crisis financiera de 2007-2009, el peor período de estancamiento salarial en dos siglos.

El monto total que debe el gobierno asciende actualmente a unos 2,7 billones de libras, lo que representa el 100% del PIB. El nivel es más del doble del observado desde la década de 1980 hasta la crisis financiera de 2008. Pero en relación con el tamaño de la economía, las cifras siguen siendo bajas en comparación con otras potencias del G7.

En la antesala de las elecciones de 1997, cuando Tony Blair consiguió una victoria histórica acabando con casi dos décadas de gobierno conservador, el entonces líder laborista fue comparado con “un hombre cargando un jarrón chino Ming de valor incalculable sobre un suelo muy pulido”. El jarrón representaba la gigantesca ventaja que sacaba en las encuestas. Y el miedo a que se le cayera estaba grabado en su rostro. Lo mismo ha pasado ahora con Keir Starmer. Durante la campaña no ha querido salir de un guión —tan escueto como su manifiesto— por miedo a dar un paso en falso. Nadie sabe aún en qué consiste el Starmismo, pero con una aplastante mayoría absoluta se puede permitir, ahora sí, el lujo de mostrar sus verdaderas cartas sin pudor, incluido quizá un acercamiento con Bruselas.

Reino Unido Brexit
El redactor recomienda