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Guerra de extrarradios: de la 'banlieue' a la urbanización para explicar la elección más radical de Francia
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Guerra de extrarradios: de la 'banlieue' a la urbanización para explicar la elección más radical de Francia

El duelo de este domingo en muchas circunscripciones entre la ultraderecha de Le Pen y la izquierda del Frente Popular también se ve reflejado en la geografía de un país fracturado

Foto: Un grupo de jóvenes se siente junto a unos carteles electorales en París. (EFE/EPA/Mohammed Babra)
Un grupo de jóvenes se siente junto a unos carteles electorales en París. (EFE/EPA/Mohammed Babra)

Representa la otra cara de la región de París. Es la excepción dentro de la excepción. La capital francesa contrasta con el resto del territorio galo por la escasa implantación de la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen. Esta formación de extrema derecha no conseguirá ninguno de los 18 diputados (de un total de 577) que se reparten en las circunscripciones parisinas. Se trata de una de las pocas certezas de la incierta segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia, que se celebran este domingo. Situado a unos 50 kilómetros de París, sin embargo, el departamento (provincia) de Seine-et-Marne resulta otra historia.

Con poco más de 1,2 millones de habitantes, esta zona encarna el equivalente del Madrid rural. Estas mismas tierras, visitadas cada año por los millones de turistas que van a Disneyland, podrían teñirse del pardo del lepenismo. Siguiendo una lógica concéntrica, el apoyo a RN crece a medida que uno se aleja de las grandes ciudades. El geógrafo Christophe Guilluy bautizó como la Francia periférica —un término que ha generado acalorados debates— estos territorios dependientes del vehículo privado y con precios inmobiliarios sensiblemente inferiores a los de las grandes urbes.

¿Esta Francia periférica decantará la balanza de las legislativas anticipadas? ¿O solo de manera parcial? De eso van los comicios, convertidos en un plebiscito sobre la llegada al poder de la ultraderecha. A diferencia de las presidenciales de 2017 y 2022, esta vez el principal adversario de Le Pen no es la coalición del presidente Emmanuel Macron (centroderecha), sino el Nuevo Frente Popular, una alianza unitaria de las formaciones progresistas, desde la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos) hasta el Partido Socialista, pasando por los verdes y los comunistas. Hay más dudas de si esta vez funcionará el tradicional cordón sanitario al nacionalismo y la xenofobia.

Problemas parecidos, identidades opuestas

De los 577 escaños, 76 salieron elegidos desde el 30 de junio al haber superado el 50% de los votos en sus respectivas circunscripciones. El resto se decidirán básicamente en duelos. RN está presente en la mayoría de ellos y se enfrenta a candidatos del Frente Popular o de la coalición Juntos de Macron, quien confía en que el cordón sanitario a la extrema derecha le ayude a salvar los muebles tras el batacazo del 30 de junio. La configuración más habitual consiste en un enfrentamiento entre opciones antagónicas: la derecha radical ante la izquierda del Frente Popular.

Esta dicotomía también queda reflejada en la geografía. Si RN cuenta con su principal caladero de votos en los territorios rurales y periurbanos, la alianza progresista, cuyo núcleo duro de votantes se encuentra en los centros urbanos, basa sus esperanzas en otra periferia: las "banlieues", es decir, las barriadas con viviendas públicas y un elevado porcentaje de población de origen extranjero. Son dos periferias con malestares y problemas compartidos —la falta de poder adquisitivo, la dependencia de un vehículo privado cada vez más caro de utilizar…—, pero con miedos y visiones sobre la identidad del país opuestos.

Foto: El historiador francés Benoît Pellistrandi. (EFE/Teresa Suárez)

Esas dos periferias llegan a coincidir en el mismo espacio en algunos territorios. Así sucede en Seine-et-Marne. Ubicado en la franja oriental de la parisina Île-de-France, ese departamento resulta una heterogénea mezcla entre pueblos y pequeñas localidades residenciales con ciudades medianas, con sus respectivas barriadas. Algunos de los escrutinios que se prevén ajustados tienen lugar en ese territorio, donde RN fue la opción más votada en 7 de sus 10 circunscripciones el 30 de junio. Allí se disputan el escaño el actual ministro de Comercio, Franck Riester, con el lepenista Philippe Fontana. O también hay un interesante duelo entre Béatrice Roullaud, una diputada saliente del partido de Le Pen, y la militante antirracista Amine Bentounsi, con los colores del Frente Popular y la Francia Insumisa.

"RN no es racista, sino un partido cualquiera"

"Estamos obligados a elegir entre los dos extremos. (…) Ninguna de estas dos opciones cumple con todos los valores republicanos", lamenta Jade Le Bon, de 18 años y que acabó recientemente los exámenes de Selectividad. Junto con su amigo Corentin, ella estaba sentada en las escaleras de la imponente catedral gótica de Meaux. Situada a unos 55 kilómetros al este de Paris, esta localidad, de 55.000 habitantes, representa un feudo municipal de la derecha republicana. Gobierna allí desde 1995 Jean-François Copé, el presidente de la derecha republicana entre 2012 y 2014 cuando esa formación ya vivió un culebrón marca de la casa.

Pese a ser un feudo de la derecha republicana, Meaux y sus alrededores se han convertido en el escenario de un incierto duelo entre la extrema derecha y la izquierda insumisa. Regis Sarazin, candidato de la derecha republicana y respaldado por los partidos afines a Macron, quedó tercero en la primera vuelta (26,7%) y se retiró de cara a la segunda vuelta, pero sin dar una consigna de voto. "Nunca voy a escoger entre la Francia Insumisa y la Agrupación Nacional", declaró Copé. El barón local ahora se encuentra en fuera de juego de un escrutinio convertido en una confrontación entre las dos periferias.

No es en el centro de Meaux, sino en los pequeños municipios de sus alrededores donde marca las diferencias la extrema derecha, obteniendo el respaldo de alrededor del 50% de sus votantes, es decir, unos 20 puntos por encima de la media nacional. "Recuerdo que en un grupo de Facebook de habitantes de esos pueblos uno de los mensajes publicados era 'Mira lo que han hecho los árabes', refiriéndose a un incidente del que se desconocía la autoría", critica Manon, de 33 años, mientras tomaba una copa de vino con su amigo Hamid en una terraza enfrente de la catedral.

Foto: Un poster mezcla la cara de Macron con la de Le Pen antes de la segunda vuelta en París. (EFE/Mohammed Badra) Opinión

"Mucha gente me dice que RN no es racista, sino un partido cualquiera como el resto", añade esta trabajadora en el sector bancario, que votará a la candidata de la izquierda insumisa, aunque no termine de entusiasmarla. El resentimiento contra los extranjeros, sumados al hartazgo contra Macron y las élites en general, representan los principales motores del auge del lepenismo. Una ideología que ha ganado en transversalidad, entre las edades y las clases sociales.

"A los franceses se los valora mucho menos que a los extranjeros. A ellos les dan los papeles con mayor facilidad", sostiene Corentin Le Guen, de 18 años, quien se decanta por votar a la extrema derecha. "Me gusta su voluntad de aplicar puño de hierro con los extranjeros, como con el joven yihadista —fichado por radicalismo— que mató al profesor Dominique Bernard" el pasado octubre en Arras (norte), reconoce su amiga Jade, mucho menos convencida por el hecho de depositar una papeleta de RN. Reprocha a ese partido "sus silencios respecto a los derechos de las mujeres".

El miedo moviliza a los votantes de las "banlieues"

La penetración del canto de las sirenas del lepenismo no resulta ninguna novedad en esta zona del este de la región parisina. RN ya obtuvo ahí uno de sus 88 diputados en las anteriores legislativas en 2022. Aunque la abogada Béatrice Roullaud logró mejorar su resultado en la primera vuelta respecto hace dos años, ahora se enfrenta a la dificultad de una segunda vuelta convertida en un referéndum sobre un hipotético Gobierno de cohabitación con Jordan Bardella, mano derecha de Le Pen, como primer ministro. Esa hipótesis no solo ha reavivado el llamado "rente republicano" —numerosos candidatos de izquierdas y macronistas retiraron sus candidaturas para obstaculizar la victoria de la ultraderecha—, sino también el miedo en la Francia más mestiza.

Encarnada en las pantallas por las estrellas de la selección francesa, como Kylian Mbappé o Jules Koundé, esa Francia se refleja sobre el terreno en las "banlieues". Se trata de los barrios de los contrastes: con pobreza, delincuencia, pero también un elevado porcentaje de jóvenes que representa parte del potencial del país. La estrategia del Frente Popular en numerosas circunscripciones consiste en movilizar a esos habitantes de los barrios populares, donde solían registrarse elevados niveles de abstención.

Foto: Marine le pen reacciona tras los resultados de la primera vuelta de las elecciones legislativas anticipadas de 2024. ( REUTERS/Yves Herman)

En el caso de Meaux, su candidata, Amal Bentounsi, de 41 años, creció en uno de esos distritos con bloques de inmuebles de viviendas públicas. Su vida cambió desde abril de 2012, cuando mataron a su hermano con un tiro por la espalda por parte de un policía. Ese agente fue condenado en 2017 a una pena de cinco años de prisión. Durante esos cinco años de pelea judicial, ella fundó el colectivo Urgence notre police assassine y se convirtió en una conocida militante antirracista. Y ahora podría dar el salto a la Asamblea Nacional.

"Todo el mundo la conoce. Ella es una figura en esta ciudad", destaca Isabelle, de 45 años, una funcionaria municipal, sentada junto con dos amigas en las escaleras del Ayuntamiento. "Aquí hemos crecido en medio de la diversidad. Yo tengo orígenes españoles, ella es portuguesa y ella maliense", añadía refiriéndose a sus colegas. Estas legislativas anticipadas se han convertido prácticamente en un plebiscito sobre la identidad de Francia. Una votación que corre el riesgo de dejar para más adelante la tarea de coser un país fracturado por sus múltiples periferias.

Representa la otra cara de la región de París. Es la excepción dentro de la excepción. La capital francesa contrasta con el resto del territorio galo por la escasa implantación de la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen. Esta formación de extrema derecha no conseguirá ninguno de los 18 diputados (de un total de 577) que se reparten en las circunscripciones parisinas. Se trata de una de las pocas certezas de la incierta segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia, que se celebran este domingo. Situado a unos 50 kilómetros de París, sin embargo, el departamento (provincia) de Seine-et-Marne resulta otra historia.

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