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Mientras la OTAN habla en Washington, Rusia despliega misiles en Libia que pueden reventar media España
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Mientras la OTAN habla en Washington, Rusia despliega misiles en Libia que pueden reventar media España

Rusia está desplegando en Libia fuerzas militares con misiles de crucero Kalibr, cuya autonomía permite alcanzar y destruir objetivos situados en media España

Foto: Hospital infantil dañado por un ataque de misil ruso en Kiev. (Reuters/Oleksandr Ratushniak)
Hospital infantil dañado por un ataque de misil ruso en Kiev. (Reuters/Oleksandr Ratushniak)
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Mientras en los pasillo de la base Andrews, en Washington, los líderes de la OTAN se pasan tres días hablando sobre lo humano y lo divino de la defensa de Occidente, Rusia está actuando. Moscú quiere aprovecharse de la descompuesta y deteriorada Libia, rica en petróleo, diamantes, y recursos naturales, desplegando fuerzas militares con misiles de crucero Kalibr —capaces de llevar carga nuclear— en la ciudad portuaria de Tobruk. La autonomía de estos proyectiles, que ronda los 2.600 kilómetros, permite atacar y destruir objetivos situados en media España, incluyendo puntos clave en Barcelona o Zaragoza.

Los Kalibr son una de las armas predilectas de Moscú en la guerra de Ucrania. Se trata de una familia de misiles rusos de crucero antibuque, antisubmarinos y de ataque a tierra que pueden ser lanzados desde plataformas aéreas, navales y terrestres. Pueden llevar una carga útil de entre 400-500 kg de explosivos de gran potencia —un nivel similar al del SCALP/Storm Shadow franco británico, el Taurus alemán o el Tomahawk estadounidense de ataque a tierra. Además, tienen capacidad de ir armados con una ojiva nuclear.

Según expertos militares consultados por El Confidencial, estos misiles tienen un alcance efectivo de unos 2.600 kilómetros, dejan buena parte de Europa a tiro Moscú. En España, quedaría expuesta prácticamente toda la fachada mediterránea, de Girona hasta Málaga. Además, podría golpear tierra adentro en la mitad oriental de la península. En Madrid, por ejemplo, la base aérea de Torrejón, la principal del Ejército del Aire español quedarían apenas fuera de su radio de acción, a unos 2.634 kilómetros de distancia. Las fuerzas rusas también podría disparar los misiles desde buques en el Mediterráneo, con lo que podrían cubrir casi la totalidad del continente.

El despliegue ruso en Tobruk (la ciudad más importante del oriente libio) ha hecho sonar las alarmas en el Estado Mayor de la Defensa, el máximo órgano de dirección de las Fuerzas Militares Españolas, desde que fue confirmado a finales del mes de abril por fuentes de inteligencia británicas. El alto mando monitoriza de cerca, a través de sus servicios de información y los aliados, la compleja situación en Libia, donde varias facciones armadas luchan por controlar el poder.

“Hoy en día, un misil balístico puede llegar perfectamente desde Rusia a España”, advirtió la ministra de Defensa, Margarita Robles, el pasado 17 de marzo. “Me gustaría una llamada de atención a la sociedad española porque a veces tengo la percepción de que no somos conscientes del enorme peligro que hay en este momento”, subrayó.

La defensa aérea de España es una misión compartida entre Ejército del Aire como el de Tierra, aunque la Armada también cuenta con sofisticados sistemas para repeler estos ataques en caso de necesidad. El primero a través de sus Escuadrones de Vigilancia Aérea (EVA), una unidad militar especializada en la detección y seguimiento de aeronaves o amenazas en la zona el espacio aéreo español a través de sofisticados radares 3D del modelo Lanza, desarrollado por la multinacional española Indra.

Para la interceptación de las amenazas, España cuenta con baterías antiaéreas Patriot, diseñadas por la compañía estadounidense Raytheon para derribar misiles a una distancia superior a los 100 kilómetros. Se trata de un sistema móvil de defensa aérea que utiliza misiles guiados que simultáneamente enganchan y destruyen múltiples objetivos bajo un ambiente de contramedidas electrónicas. Cada unidad está compuesta por la estación de control de empeño; la planta de suministro de energía; el radar, con un alcance de entre 70 y 130 km; y un lanzador, cada uno de los cuales puede transportar 4 misiles.

Entre sus capacidades, contrarrestar misiles balísticos tácticos (TBM), misiles de crucero (CM), objetivos de pequeña sección radar (LCSR) y aviones de última generación. El Ejército español cuenta actualmente con tres baterías de misiles Patriot en configuración 2+, con cuatro lanzadores cada uno, en servicio en el Grupo, situado en Marines (Valencia) y adscritas al Regimiento de Artillería Antiaérea nº73. Dos baterías están desplegadas en el sur, cerca del estrecho de Gibraltar, y la otra de forma permanente en Turquía como parte de la misión Active Fence de la OTAN, que protege a este país de posibles ataques con misiles balísticos procedentes de la vecina Siria.

El pasado 25 de junio, el Consejo de Ministros aprobó casi 3.000 millones de euros para la obtención y modernización de sistemas Patriot, una de las mayores compras en este ciclo expansivo del presupuesto. Este contrato incluye adquisición de 51 misiles PAC-3, 24 estaciones de lanzamiento Patriot M903, cuatro radares AN/MPQ-65, cuatro estaciones de control de combate AN/MSQ-132, dos centrales de coordinación de la información (ICC), ocho grupos de mástiles de antena, cuatro centrales eléctricas y cuatro unidades de potencia energética. De esta manera, las Fuerzas Armadas españolas contarán pronto con más del doble de unidades de este sistema antiaéreo de las que dispone hoy en día.

El Africa Corps de Moscú

Aa finales de abril, los servicios de inteligencia occidentales advirtieron del inicio del despliegue de tropas rusas en Libia bajo la bandera del Africa Corps, heredero del grupo de mercenarios Wagner. Aviones de carga rusos aterrizaron en la base aérea de Brak al-Shati con decenas de soldados, mientras que los buques rusos Ivan Gren y Aleksandr Otrakovskiy atracaron en puerto de Tobruk con más 6.000 toneladas de equipo militar, incluidos vehículos ligeros y pesados, misiles de crucero Kalibr, y artillería antiaérea ZU-23-2. Era el quinto envío de material militar ruso en menos de un mes.

Foto: Los últimos miembros del contingente español de la misión de la Unión Europea en Malí a su llegada a la base aérea de Torrejón de Ardoz. (EFE/Ministerio de Defensa/Marco Romero)

Este Cuerpo Africano está directamente subordinado al Ministerio de Defensa ruso, en concreto al viceministro Yunus Bek Yevkurov, expresidente de la República Rusa de Ingushetia. El 31 de mayo, Yevkurov visitó Bengasi para reunirse con Jalifa Hafter, comandante el jefe del autoproclamado Ejercito Nacional Libio (LNA), con la meta de reforzar su alianza político-militar. Portavoces de la OTAN entienden que la visita de Yevkurov es una prueba más de la decisión de Moscú por incrementar su influencia en Libia para amenazar el flanco sur de la Alianza Atlántica. Además, algunos analistas consideran que el Kremlin pretende utilizar este país como plataforma para ampliar su injerencia en el Sahel, tras la seguidilla de golpes militares y el repliegue militar de Francia.

Formado en agosto de 2023, el Cuerpo Africano ruso ha ampliado sus operaciones Burkina Faso, Níger y, más recientemente, Mali y República Centroafricana. Su objetivo es, entre otros, asegurarse recursos naturales, como los más de 2.500 millones de dólares en oro que han extraído en los dos años para mantener su esfuerzo bélico en Ucrania, según el informe Blood Gold Report. Gran parte de este botín procede de la mina de oro de Intahaka, situada en Mali, cerca de la frontera con Burkina Faso, cuyo control fue obtenido por los mercenarios rusos en febrero pasado.

De acuerdo con el Instituto de Estudios de la Guerra (ISW, siglas en inglés), la presencia militar rusa en territorio libio ascendería a unos 1.800 efectivos. Sus fuerzas operan varias instalaciones militares, como la base de Al-Jufra, que utilizan como escala hacia otras naciones africanas, y la naval de Al-Hariga en Tobruk.

“Una base naval rusa en Libia amenazaría a Europa y el flanco sur de la OTAN al ayudar a apoyar la actividad rusa en el mar Mediterráneo y potencialmente posicionar una fuerza rusa permanente capaz de amenazar la infraestructura crítica de la OTAN con ataques con misiles de crucero de largo alcance desde el mar”, agrega el instituto estadounidense.

Diseño soviético, características únicas

El desarrollo del Kalibr comenzó en la década de 1980. En ese entonces, Ejército soviético necesitaba una nueva versión no nuclear del misil de crucero estratégico KS-122. La Oficina de Diseño Novator (ahora parte del consorcio armamentístico ruso Almaz-Antey) finalizó el desarrollo del arma, con capacidad de impulso supersónico en la fase final de vuelo, en 1990 y realizó su primera aparición pública en una exposición militar en 1993. Sin embargo, su entrega se vio demorada por el colapso de la URSS y los profundos recortes en el gasto militar que siguieron a la implosión del bloque socialista.

Una de las principales características del Kalibr es su velocidad y, más importente, su capacidad para alterar su velocidad durante el vuelo, consideró el experto militar ruso y director del Museo de Defensa Aérea, Yuri Knútov, citado por la agencia de noticias rusa Sputnik. Esto lo distingue, según los rusos, de sus similares occidentales.

"El Tomahawk tiene una velocidad de vuelo más o menos estable, mientras que, si hablamos del Kalibr, pueden modificar la velocidad de vuelo en un rango bastante amplio", indicó Knútov, resaltando que la maniobra única del misil, al estilo de la curva de campana, durante la fase final del vuelo puede hacer que el misil sea "prácticamente inalcanzable a las defensas aéreas enemigas".

Foto: Soldado ucraniano en una estación de defensa antidrón. (Reuters/Ivan Antypenko)

Los ingenieros rusos han desarrollado más de una docena de variantes nacionales y de exportación a lo largo de las últimas dos décadas y media. El primer despliegue operativo tuvo lugar en 2015, cuando fueron utilizados contra milicias terroristas en Siria. Los lanzamientos fueron realizados desde pequeñas corbetas de la Armada rusa en el mar Caspio, así como desde fragatas de guerra pesadas y submarinos.

Posteriormente, ha sido utilizado en el conflicto en Ucrania desde 2022, donde, según fuentes rusas, ha demostrado su eficacia gracias a su sistema autónomo de guiado inercial, su resistencia a las interferencias y su capacidad de seguir el terreno a baja altitud durante el vuelo, lo que aumenta drásticamente su capacidad de penetrar las defensas antiaéreas y antimisiles enemigas y alcanzar sus objetivos.

En agosto de 2022, se informó de que misiles de crucero Kalibr disparados desde fragatas rusas destruyeron un depósito de misiones ucraniano en la ciudad de Mayorskoye, en la región de Odessa, donde se almacenaban cohetes para los sistemas M142 Himars suministrados por el Pentágono. Knútov, señaló, asimismo, que está "en constante modernización", con una nueva variante con una ojiva de una tonelada y características de precisión y velocidad mejoradas.

Mientras en los pasillo de la base Andrews, en Washington, los líderes de la OTAN se pasan tres días hablando sobre lo humano y lo divino de la defensa de Occidente, Rusia está actuando. Moscú quiere aprovecharse de la descompuesta y deteriorada Libia, rica en petróleo, diamantes, y recursos naturales, desplegando fuerzas militares con misiles de crucero Kalibr —capaces de llevar carga nuclear— en la ciudad portuaria de Tobruk. La autonomía de estos proyectiles, que ronda los 2.600 kilómetros, permite atacar y destruir objetivos situados en media España, incluyendo puntos clave en Barcelona o Zaragoza.

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