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Al 'querido dictador' de Ruanda le dan igual tus ideas democráticas europeas. Él está doblando el PIB del país
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Kagame está en el poder desde 1994

Al 'querido dictador' de Ruanda le dan igual tus ideas democráticas europeas. Él está doblando el PIB del país

El presidente ganará con total seguridad su cuarto mandato en un país al que la visión occidental condena al ostracismo, pero donde cuenta con un gran apoyo

Foto: El actual presidente de Ruanda, Paul Kagame, saluda a sus seguidores durante el lanzamiento de su campaña presidencial en Musanze, Ruanda. (EFE)
El actual presidente de Ruanda, Paul Kagame, saluda a sus seguidores durante el lanzamiento de su campaña presidencial en Musanze, Ruanda. (EFE)

A Kubwimana Seleman le gusta pintar cuadros de la vida diaria de aquellos que, como él, trabajan en silencio por sacar al país adelante. Detrás hay un óleo en lienzo de gran tamaño distinto: es un retrato de Paul Kagame y líder del Frente Patriótico Ruandés (FPR). Sale de perfil, sonriendo y con las gafas de sol puestas. Seleman solo tiene palabras de respeto y admiración para un hombre que no aparenta tener 66 años. A su edad, la mayoría están ya enfilando la jubilación en Europa y en Ruanda acecha la muerte –la esperanza de vida son 70 años–.

Aun así, Kagame no quiere jubilarse, pero él no se traba como Joe Biden ni ha perdido el apoyo de muchos. Nadie discute que ganará un cuarto mandato en las elecciones de este 15 de julio. En las últimas, en 2017 consiguió un 99% de los votos. Esta vez la oposición también estará silenciada y no podrá impedir que repita.

Lo habitual en un país con una edad mediana de 19 años sería que quisieran cambiar a un líder autoritario que ha manejado con puño de hierro el país en los últimos 30 años y maneja el país a su antaño. En Ruanda, no es así. "No hay duda de que Kagame ganaría en unas elecciones completamente abiertas", asegura Phil Clark, profesor de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres.

Kagame llegó al poder y acabó con uno de los peores genocidios del siglo XXI. Por aquel entonces los ruandeses se mataban entre ellos, unos hutus atacando a otros tutsis, que son minoría en el país (84%-15%). 30 años después, no hay rastro del hedor de la muerte ni el recuerdo del odio entre vecinos. “Entre los hutus es popular porque le atribuyen la paz y la estabilidad de las que disfruta Ruanda desde el genocidio”, dice Clark.

Foto: Ruandeses con carteles de Paul Kagame durante un mitin electoral en Kigali. (Reuters)

Como un buen estratega político, Kagame, que es parte de la minoría tutsi, supo trazar un proyecto de país contando con los hutus para eliminar las divisiones, crear una identidad nacional y sanar a una nación rota. Cinco años después, los tribunales estaban colapsados: solo habían juzgado a 5.000 de las 130.000 personas encausadas y el Ejecutivo rescató la justicia comunitaria. Mediante asambleas en los pueblos se hablaron las barbaridades cometidas y comenzó el periodo de perdón. Clark publicó el libro 'Los tribunales Gacaca, justicia posgenocidio y reconciliación en Ruanda: justicia sin abogados sobre el innovador sistema'.

A la paz y la reconciliación se le ha unido un sistema de concienciación para mantener el país limpio y desarrollado. Umuganda es la política nacional por la cual de 8 a 11 de la mañana, el último sábado de cada mes, todos los ciudadanos ruandeses deben contribuir al desarrollo del país limpiando las calles, reparando desperfectos y construyendo centros sociales.

Pero no solo eso, el gobierno introdujo a principios de siglo la educación y sanidad gratuita para todo el mundo. "El sistema de bienestar de Ruanda es el más extenso de la región, lo que ha ayudado a la reconciliación y la estabilidad después del genocidio", afirma Clark. "Esta es la doble realidad de Ruanda bajo el FPR: un importante control gubernamental junto con una importante provisión gubernamental". Antes del descenso en la esperanza de vida causada por la guerra civil que acabó en genocidio, el pico histórico en Ruanda había sido de 50 años. En 1994 bajó hasta los 26 años y ahora es ya de 70 años.

Al desarrollo social se une un crecimiento inusitado en los últimos años y un aperturismo como un hub geopolítico y económico en la región. En 2023, Ruanda creció a un 8,3% impulsado por el sector servicios. El país se ha posicionado como un lugar turístico tranquilo y atrayendo la celebración de congresos y eventos deportivos del más alto nivel.

Foto: Rishi Sunak, en una rueda de prensa sobre temas de migración, en 2023.  (REUTERS / James Manning

Kagame alega que los ruandeses están felices con él, pero sigue cerrando el espacio político. ¿Por qué? Para Clark, el razonamiento detrás de esa cerrazón no es otra que la "paranoia" por perder el poder. “Creen que podrían ser derrocados por la fuerza, tal como derrocaron al régimen anterior y ven oponentes dondequiera que miren. Esto conduce a una mentalidad perpetuamente ansiosa que alimenta un alto grado de control político”, asegura el profesor.

Si, en cambio, le preguntas a Victoire Ingabire, una de las pocas opositoras a Kagame que vive en su país, ella lo achaca a que no tiene un verdadero apoyo. "Kagame no quiere competir contra mí porque soy popular entre los ruandeses, lidero una mayoría silenciosa que no está con el Gobierno, pero tiene miedo a hablar", dice. Ingabire se presentó en 2010 a las elecciones y acabó encarcelada durante ocho años. A pesar de salir de prisión, la condena le sirve de justificación al régimen para impedirle participar. Ahora le han impedido viajar a ver a su familia al extranjero y su equipo ha hecho una campaña pidiendo que respeten su libertad de movimientos.

La opositora afirma que el gobierno encabezado por Kagame no ha traído una verdadera reconciliación al país ni desarrollo más allá de la capital. "La gente le elogia porque solo ven Kigali, pero desarrollar un país no es celebrar reuniones internacionales ni pagar a empresas para que visiten Ruanda. Necesitas gente educada y trabajando", crítica Ingabire. Casi dos tercios de la población sigue dedicándose a la agricultura y el 90% de los ruandeses vive de la economía informal.

Por qué debe irse

En 2015, el parlamento de Ruanda aprobó por mayoría cambiar la constitución para permitir un tercer mandato en 2017 de Kagame. A partir de ese último periodo de siete años, el país pasará a tener mandatos de cinco años, empezando tras estos comicios.

Las críticas en Occidente se acentuaron en un momento donde se intentaba frenar que dictadores longevos extendieron su tiempo en el poder. La cobertura mediática occidental de Ruanda con el presidente Kagame se centra en su mano dura, con la falta de libertades políticas, representando al país como un lugar oscuro donde la gente vive infeliz y oprimida. Sin embargo, no es esa toda la realidad. "La mayoría de cobertura occidental de Ruanda se centra en el control estatal y el nivel de control que crea grandes ansiedades en los ruandeses comunes y corrientes. Pero ese panorama deja de lado la inmensa provisión estatal de atención médica, educación y otros bienes sociales", afirma Clark.

Kagame ha sabido posicionarse como un líder estratégico en el panorama internacional y un socio indispensable. Es el país africano que más ayuda al desarrollo per cápita recibe y el que más contribuye a misiones de seguridad de la ONU. El favor occidental que se le tiene muestra las costuras del modelo de democracia occidental. En España, Alemania y la mayoría de países europeos, un presidente puede presentarse a la reelección sin límites de mandatos.

El caso de Kagame, un presidente autoritario que ha traído la paz y el desarrollo a su país a base de un plan claro y mano dura (poniendo en peligro eso sí la de sus vecinos como R.D. Congo) muestra los límites de la democracia. Si Kagame quiere presentarse y le siguen queriendo, por qué no va a seguir. La duda es si algún día Ruanda existirá sin Kagame.

A Kubwimana Seleman le gusta pintar cuadros de la vida diaria de aquellos que, como él, trabajan en silencio por sacar al país adelante. Detrás hay un óleo en lienzo de gran tamaño distinto: es un retrato de Paul Kagame y líder del Frente Patriótico Ruandés (FPR). Sale de perfil, sonriendo y con las gafas de sol puestas. Seleman solo tiene palabras de respeto y admiración para un hombre que no aparenta tener 66 años. A su edad, la mayoría están ya enfilando la jubilación en Europa y en Ruanda acecha la muerte –la esperanza de vida son 70 años–.

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