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Donald Trump, intocable a menos de cuatro meses de las elecciones
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Donald Trump, intocable a menos de cuatro meses de las elecciones

Las circunstancias políticas de Trump parecen inmejorables: ventaja saludable en las encuestas, opiniones positivas de los votantes, los demócratas en aparente implosión respecto a la candidatura de Biden y la pátina del martirio

Foto: Un ciudadano apoya a Trump tras su intento de asesinato. (Reuters/ A. Kelly)
Un ciudadano apoya a Trump tras su intento de asesinato. (Reuters/ A. Kelly)
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El Trump de carne y hueso recibió una herida en la oreja y un susto que probablemente lo acompañará siempre. El Trump político, en cambio, es ahora intocable. La confianza de Trump en la victoria de las elecciones de noviembre es tan grande que ni siquiera ha hecho aquello que acostumbra: coger cada acontecimiento, cada pieza de información, y retorcerla para estimular el tribalismo y retratarse como una víctima del "Estado profundo" o del Estado a secas. No le hace falta.

"No tendremos miedo, sino que seguiremos resilientes en nuestra fe y desafiantes ante la maldad", escribió Trump en su red social, Truth Social. "Nuestro amor va a las otras víctimas y a sus familias. En este momento, es más importante que nunca que estemos unidos y mostremos nuestro verdadero carácter como americanos, manteniéndonos fuertes y determinados, y no permitiendo que gane el mal".

Tal ha sido el mensaje del hombre que, hace menos de un año, se mofó durante un discurso de la expresidenta demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y de su marido, Paul Pelosi, atacado con un martillo en su propia casa. Tal ha sido el mensaje de quien se niega a reconocer su derrota en las elecciones de 2020, o a condenar a la turba que, arengada por él, trató de impedir violentamente la certificación de la victoria de Biden en el Capitolio en enero de 2021.

Es posible que el dramático poder del incidente del sábado, de sus visuales y terribles imágenes, baste por sí solo. Para qué hablar o acusar si el capital político de este martirio está ya en el vídeo y las instantáneas de un candidato que se inspiró en la lucha libre para hacer política y que este sábado elevaba el puño, rodeado por una muralla de agentes del Servicio Secreto, con media cara ensangrentada, después sobrevivir a un atentado por literalmente dos o tres centímetros.

Foto: Imagen de Donald Trump en los tribunales, el pasado mes de abril. (Reuters)

La reacción del magnate, en realidad, encaja con la estrategia más organizada y disciplinada que lleva practicando estos meses y que está a años luz de las campañas anteriores. Trump siempre será Trump, pero el republicano ya no es el rebelde antisistema que atacaba a izquierda y derecha y se arrojaba en plancha sobre todos los charcos en 2016, ni tampoco el presidente desbordado de 2020: con una campaña desorganizada, sin mensaje claro, que no tenía ni agenda política.

El Trump de ahora ha nombrado a dos veteranos operativos políticos para dirigir su campaña: Susie Wiles y Chris LaCivita. La primera, como describía Tim Alberta en The Atlantic, puede ser considerada la responsable de haber teñido Florida, un viejo estado veleta, de rojo republicano. LaCivita fue uno de los arquitectos de la destrucción del aspirante presidencial demócrata, John Kerry, en 2004. Con ambos al mando, la campaña de Trump avanza suavemente, como un crucero: retratándolo como el hombre estable, presidencial y enérgico, en contraste con el frágil y desmejorado Biden. Una campaña visual que se hace sola.

Este nuevo perfil de Trump, algo más discreto y estratégico, se ha manifestado de varias maneras en los últimos meses: Trump se mantuvo callado las dos semanas posteriores al debate, en las que Joe Biden trataba de apagar un incendio en su propia casa, entre los demócratas que le pedían que reconociera el estado pésimo de las encuestas y pasara la batuta; se mostró colaborativo con la facción republicana moderada en el Congreso, y apoyó a sus críticos dentro del Partido Republicano, como el exgobernador de Maryland, Larry Hogan, para el Senado.

La cuestión religiosa

Otro elemento que suele pasar desapercibido es el religioso: a medida que avanza la polarización en EEUU, la figura de Trump ha adquirido contornos mesiánicos. En sus mítines suelen participar predicadores evangélicos que lo bendicen y los saludan como el redentor del verdadero espíritu americano, y la parafernalia de los seguidores del trumpismo abunda en comparaciones de Trump y Jesucristo: ambos juzgados, se dice muchas veces, por gobiernos corruptos.

La justificación de Trump, lo más antitético que puede haber a un evangélico de servicio diario que bendice la mesa antes de comer, siempre ha tenido contornos religiosos: Trump sería un "emisario imperfecto" de esos que aparecen, como el conquistador persa Ciro el Grande, en la Biblia. Un humano defectuoso que, sin embargo, ha sido enviado para hacer el bien. Es de esperar que su clarísimo roce con la muerte sea explicado, entre muchos de sus seguidores, como otra señal divina.

El intento de asesinato sucedió en un momento bisagra: entre los enormes problemas de credibilidad de Biden, perdiendo apoyos y donaciones, y el inicio, hoy, de la Convención Nacional Republicana en Milwaukee. Se supone que esta es la semana grande del Partido Republicano y de Donald Trump: el momento de explicitar su agenda política y su visión para 2025, de anunciar quién será el compañero de ticket o candidato a vicepresidente, y, sobre todo, de confirmar la nominación de Trump como candidato, y ya van tres veces, a la Casa Blanca.

Otro elemento que pasa desapercibido: a medida que avanza la polarización, la figura de Trump ha adquirido contornos mesiánicos

Disipando los rumores de que habría cambios, Trump confirmó ayer que saldría para Milwaukee a las tres y media de la tarde, como estaba previsto. "Iba a retrasar mi viaje a Wisconsin, y a la Convención Nacional Republicana, dos días", declaró. "Pero acabo de decidir que no puedo permitir a un 'tirador', o potencial asesino, forzar un cambio en el calendario o en cualquier otra cosa. Por eso, partiré hacia Milwaukee como estaba planeado".

Las fuerzas de seguridad locales, estatales y federales han aumentado el nivel de alerta y efectúan refuerzos de última hora tras el intento de magnicidio de Trump. El FBI, el Servicio Secreto y la Policía de Milwaukee han creado un grupo de evaluación de amenazas. Por ahora no se ha identificado ninguna.

Antes del miércoles conoceremos quién acompañará a Trump en el ticket presidencial, una ambicionada posición para la que se barajan tres nombres: el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, un candidato sazonado en las tareas de gobierno y con reputación, al menos hasta hace pocas semanas, de moderado; el senador de Florida, Marco Rubio, que sería el más cercano al establishment de Washington; y el senador de Ohio, J.D. Vance, de 39 años, retratado como el posible futuro líder del movimiento trumpista cuando Trump, si gana las elecciones y no sucede nada raro, abandone el poder con 82 años en 2029.

Foto: Un hombre en EEUU sostiene un rifle AR-15 con mira telescópica. (Reuters)

Las circunstancias políticas de Trump parecen, ahora mismo, inmejorables: ventaja saludable en las encuestas de los estados clave, opiniones de los votantes mucho más positivas respecto a la economía y la política exterior que las adjudicada a Biden, un Partido Demócrata en aparente implosión respecto a la candidatura de Biden, y, desde el sábado, la pátina del martirio. La ya famosa imagen del puño en alto y sus palabras mientras se lo llevaban ensangrentado: "¡Fight, fight, fight!".

Pero la política estadounidense, como se ha visto en los últimos 15 días, siempre guarda sorpresas. Todavía quedan más de tres meses para las elecciones presidenciales y los obstáculos insalvables o las bendiciones del cielo no lo parecen tanto de una semana para otra, porque, de repente, ha ocurrido algo todavía más inesperado. Lo cual suele suceder, como es tradición, en el mes de octubre.

La naturaleza tribalizada de la política estadounidense, por otra parte, también limita los hundimientos y los subidones de popularidad. Cuando pocos votantes están dispuestos a cambiar de opinión, y sienten los colores políticos con igual o mayor intensidad que los de su equipo de fútbol, los índices de popularidad se mueven muy poco. Donald Trump, durante su presidencia, jamás bajó de 34%, ni subió del 49%. Con Joe Biden sucede lo mismo, y el catastrófico debate del 27 de junio apenas trastocó sus índices de aprobación. Las encuestas que van saliendo de NBC, CNN y Fox sugieren que la popularidad de Trump, después del fracasado atentado, ha aumentado entre uno y dos puntos. Su ventaja es poderosa, pero no está sellada.

Quedan más de tres meses para las presidenciales y los obstáculos o las bendiciones no lo parecen tanto de una semana para otra

Mientras tanto, el FBI dirige las investigaciones sobre lo ocurrido: se sabe que el tirador era un joven llamado Thomas Matthew Crooks, que tenía veinte años y que usó un rifle semiautomático del tipo AR-15 que había comprado, legalmente, su padre. La policía encontró dos artefactos explosivos en el coche de Crooks, aparcado a poca distancia de donde se celebraba el mitin. Crooks estaba registrado como republicano, aunque había donado 15 dólares a una causa progresista, y ha sido descrito por sus compañeros de instituto como una víctima del abuso escolar.

Todavía pesan muchos interrogantes, sobre todo cuál pudo ser el móvil de Crooks, si actuó solo, y, especialmente, cómo fue posible que pudiera posicionarse en el tejado de un edificio bajo a unos 120 metros de donde hablaba Donald Trump. La Administración Biden ha anunciado una investigación independiente y la directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, ha sido llamada a comparecer ante el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes el 22 de julio. Los republicanos quieren conocer todos los detalles de la planificación del evento y de su seguridad.

El fallido intento de magnicidio ha resucitado viejos miedos en EEUU. Casos como este abundaron en las décadas de los sesenta y setenta, pero, salvo algunos ejemplos, como el disparo a Ronald Reagan en 1981, eran cosa del pasado. Lo que sí ha empeorado son las amenazas a cargos públicos, la presencia de armas y el aumento de matanzas, y la retórica partidista, que insiste en que la existencia de EEUU depende de que se les vote a ellos y no a los otros. Como apuntaba Thomas Zeitzoff, del School of Public Affairs de American University: "Cuando los políticos y las élites siente que no pueden perder unas elecciones, la democracia está en un mal lugar".

El Trump de carne y hueso recibió una herida en la oreja y un susto que probablemente lo acompañará siempre. El Trump político, en cambio, es ahora intocable. La confianza de Trump en la victoria de las elecciones de noviembre es tan grande que ni siquiera ha hecho aquello que acostumbra: coger cada acontecimiento, cada pieza de información, y retorcerla para estimular el tribalismo y retratarse como una víctima del "Estado profundo" o del Estado a secas. No le hace falta.

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