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Trump y la revolución dentro del partido republicano: el mundo que viene
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Trump y la revolución dentro del partido republicano: el mundo que viene

La elección de James David Vance no es más que una parte de la impugnación que la derecha está llevando a cabo contra sí misma en EEUU. Las consecuencias serán globales

Foto: Trump con Vance en la Convención republicana. (Reuters/Bryan Snider)
Trump con Vance en la Convención republicana. (Reuters/Bryan Snider)

La elección de James David Vance es una parte importante de la revolución que el partido republicano actual está llevando a cabo contra el viejo partido republicano, con notables consecuencias ideológicas.

Habitualmente, las figuras elegidas como vicepresidentes juegan un papel o táctico, ya que ofrecen elementos que compensan y complementan a las de los candidatos principales. Trump llevó consigo a Michael Pence, alguien con un perfil respetable para el viejo republicanismo, y Biden optó por Kamala Harris, una mujer de origen afroamericano y asiático con la que pretendía ampliar electorado.

El nombramiento de Vance también forma parte de la táctica, ya que puede afianzar espacios en los que el candidato necesita reforzarse. El día que Trump afirmó que si no era reelegido habría un “baño de sangre”, Vance estaba a su lado en el mitin. Se refirió a él en varias ocasiones. Solo que ese bloodbath fue tergiversado, ya que el expresidente aludía a la cantidad de dolor que sufriría la industria automovilística estadounidense si no se imponían aranceles masivos a los coches chinos y a los que provenían de México, donde Pekín estaba trasladando fábricas. Vance es senador republicano por Ohio y se ha caracterizado los últimos años por una defensa firme de los puestos de trabajo estadounidenses, que puede ser particularmente útil en Estados bisagra que fueron industriales y cuyo vigor ha sido mucho menor en las últimas décadas. Esos Estados pueden ser decisivos y Vance está ahí para ayudar a ganarlos.

"Tenemos una cantidad limitada de tiempo para implementar grandes políticas en nombre de los estadounidenses olvidados"

Sin embargo, la elección de Vance es producto de una mirada estratégica, la que está refutando decididamente la ideología que imperó en el partido republicano durante décadas. No hay que olvidar que este mandato será, si lo logra, el último de Trump, y también se están jugando los liderazgos a medio plazo de los republicanos. En ese sentido, J.D. Vance no es una figura aislada: su elección ha sido muy bien acogida en distintos sectores del partido, desde la Fundación Heritage hasta los nacional conservadores, pasando por figuras mediáticas como Tucker Carlson o por intelectuales relevantes en ese ámbito como Patrick Deneen.

Foto: Donald Trump y J. D. Vance. (Reuters/Andrew Kelly)

Kevin Roberts, presidente de la Heritage, afirmó estar feliz por la elección, ya que Vance “entiende el momento en el que nos encontramos en este país; tenemos una cantidad limitada de tiempo para implementar grandes políticas en nombre de los estadounidenses olvidados, a los que J.D, Vance personifica”. La idea de que los cambios en EEUU serían significativos si Trump llega a gobernar está siendo claramente instigada por sectores importantes del partido.

Republicanos contra el neoliberalismo

El tercer elemento en juego es el regreso de Trump al impulso populista que exhibió en 2016. Los vicepresidentes juegan en demasiadas ocasiones un papel meramente decorativo, pero también ofrece una importante carga simbólica, y el puesto de Vance puede dar alas a esa corriente a la que pertenecen Marco Rubio, Tom Cotton y el muy combativo Josh Hawley, que se está situando de manera poderosa frente a los sectores más económicamente liberales del partido.

Foto: El expresidente de EEUU Donald Trump. (Reuters/Ronda Churchill) Opinión
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Este giro ideológico ha sido muy evidente en el propio Vance. Fue el autor de Hillbilly Elegy, una muy condescendiente y neoliberal mirada sobre la basura blanca, sobre esos deplorables que estaban emergiendo como una fuerza importante de voto, pero que eran despreciados a un lado y otro. El libro de Vance compartía la mirada sobre ellos que había verbalizado Hillary Clinton, solo que estaba narrado de una manera más suave y empática. Por eso gustó tanto a los liberales republicanos y demócratas: era la clase de historia reconfortante que querían oír sobre los perdedores. Pero Vance no solo se convirtió al trumpismo tiempo después, sino que lo hizo al catolicismo, con San Agustín como su figura de referencia. El obispo de Hipona ha sido una gran influencia para él, y confiesa acudir con frecuencia a Las confesiones y La ciudad de Dios. Desde entonces, y doctrina social de la iglesia mediante, el “si tú quieres y te esfuerzas puedes”, ha dejado paso en sus análisis a las causas estructurales de la pobreza, en general focalizadas en las consecuencias de la desindustrialización que causó la época global en EEUU.

Hay una posición electoral, la de ganarse a los trabajadores en Estados clave, pero hay otro elemento claramente ideológico

Durante mucho tiempo, la alianza entre conservadores y libertarios de mercado ha dado forma al partido republicano, y esta corriente piensa que esa fórmula no funciona, y que es hora de cambiar las cosas. Son republicanos combativos con Wall Street, y ese hecho es ya muy significativo. El historial reciente de Vance atestigua la magnitud de ese giro. Se alió con la demócrata, y emblema del antitrust, Elizabeth Warren y con el senador por Illinois Dick Durbin para legislar contra los grandes bancos, así como con el senador Sherrod Brown para proteger a la industria ferroviaria. Afirmó que la presidenta de la FTC, Lina Khan, que lleva un mandato peleando con uñas y dientes contra el poder de las grandes corporaciones, es la mejor persona de la administración Biden. Sean O’Brien, presidente de Teamsters, uno de los sindicatos más importantes del país, y un apoyo tradicional de los demócratas, ha elogiado a Vance y a Hawley por su tarea a favor de los trabajadores.

Esta posición cuenta con un componente claramente electoral, ligado a las clases trabajadoras y a las medias que pueden ser decisivas en estados clave, pero también posee una visión ideológica relevante. El discurso del nuevo republicanismo parte de la convicción de que la era del neoliberalismo terminó, que el orden descrito por Fukuyama, ese que tanto tiempo defendió su partido (y el demócrata) ya no existe y que ha llegado el momento de dejar paso a algo nuevo. Una vez que la filosofía política que sostenía el sistema ha quebrado, debe construirse otra. La esencia de la nueva posición llevaría tiempo describirla, pero sus elementos principales sí son bien conocidos.

Los puntos clave

El neoliberalismo ha fracasado porque ha permitido que China se convirtiera en una potencia a partir de la absorción de la fuerza productiva estadounidense. China es el rival en el que hay que concentrar los esfuerzos. Es Asia el espacio en el que se está librando la batalla y hacia esa zona deben dirigirse todos los efectivos, al mismo tiempo que hay que recomponer el poder industrial de EEUU. Vance se ha referido con insistencia a las posturas erróneas del Wall Street Journal en este sentido lo que supone una ruptura clara con un ámbito intelectual que era la referencia económica del partido republicano. El liberalismo del libre comercio es cosa del pasado y hay que reconstruir el orden comercial internacional a partir de nuevas relaciones, “más justas”. Figuras como Lighthizer o Navarro pueden jugar un papel importante en ese terreno.

La posición en política exterior, que no es aislacionista, afirma que EEUU se debe centrar en proteger sus intereses en aquellas zonas en las que en realidad estén amenazados. La idea de un orden liberal basado en valores defendidos por EEUU como policía global ya no está operativa. Eso significa muchos cambios de eje. Rusia es un rival, pero con el que habrá que colaborar en ocasiones y Europa tendrá que lidiar con sus problemas por sí misma.

El partido republicano es proisraelí, y prestará a su gobierno apoyo incondicional. La forma en que Trump abordará la situación de tensión en la zona está por definirse. Lo que ha subrayado es que las sanciones económicas a Irán funcionaron en su anterior mandato, pero este es otro momento.

Ha nacido una nueva derecha, cuya suerte electoral está por decidirse, pero tiene visos de permanencia. En España no somos conscientes

La inmigración es central de sus políticas. Vance ha asegurado que la mayor amenaza para su país no son ni China ni los dictadores de otros países, sino esos políticos estadounidenses que, a pesar de que la población vota sistemáticamente en contra de la inmigración, continúan abriendo las puertas del país. Conjuga dos mensajes: por una parte, asegura que hay muchos inmigrantes que acuden a EEUU a ganarse honestamente la vida, pero que su papel es el de preocuparse primero de los estadounidenses. Por otra, sube el volumen cuando habla de los peligros: aseguró en una reciente conferencia que el primer país islámico que tendrá una bomba atómica no será Irán, sino un Reino Unido que ahora está gobernado por los laboristas.

La defensa de la familia y la natalidad forma parte de ese programa, así como el combate contra lo woke. Sin embargo, en este ámbito hay una variación. Lo woke ya no está en el centro del programa, como lo situó Ron de Santis, y las posturas antiaborto no estarán tan presentes en la campaña porque Trump es consciente de que la mayoría de la sociedad estadounidense las rechazaría.

En ese giro, la insistencia en los trabajadores y en la necesidad de que los salarios permitan una existencia digna será un aspecto en el que Vance hará hincapié, porque cada vez está más clara la conciencia entre el partido republicano de que la inflación ha dañado seriamente a Biden y necesitan una promesa que active a esas clases en favor de los republicanos. Piensan además que, en esa eje de élites liberales contra el pueblo, ellos deben representar al segundo.

Todo esto supone un cambio notable respecto de las posiciones republicanas anteriores, que tiene ramificaciones evidentes en Europa. Bálasz Orbán ha colgado una foto con Vance celebrando su nombramiento, y no es extraño, porque buena parte de la derecha europea articulada en torno a Orbán comparte muchos de sus planteamientos. Está por ver cómo Europa reacciona a estas transformaciones. Ha nacido una nueva derecha, cuya suerte electoral está por decidirse, pero que tiene visos de permanencia. En España apenas somos conscientes.

La elección de James David Vance es una parte importante de la revolución que el partido republicano actual está llevando a cabo contra el viejo partido republicano, con notables consecuencias ideológicas.

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