Es noticia
El motivo del atentado contra Trump no puede ser más inquietante y conspiratorio
  1. Mundo
Carlos Prieto

Por

El motivo del atentado contra Trump no puede ser más inquietante y conspiratorio

Las autoridades estadounidenses se topan contra un muro: el chaval de 20 años que intentó asesinar a Trump ha resultado ser un significante vacío. El colmo de una época con explicaciones políticas para todo

Foto: La oreja de Donald Trump tras el atentado. (EFE/EPA/Allison Dinner)
La oreja de Donald Trump tras el atentado. (EFE/EPA/Allison Dinner)

Habían pasado pocos minutos del atentado contra Donald Trump, con la escena del crimen frustrado todavía en caos, y el Twitter español ya era una estridente refriega política por los motivos del disparo. Bien Trump había fabricado un atentado fake para ganar las elecciones subido a una ola de empatía. Bien el tirador seguía los impulsos de la turba progresista que siempre había querido liquidar a Trump. “Hay que detener a la izquierda globalista que está sembrado el odio, la ruina y la guerra. Lo terrible es que en España gobierna la peor versión de esta izquierda y ahora mismo estarán lamentando intimamente que el asesino haya fallado", tuiteó Santiago Abascal en caliente.

El ardor tuitero cañí era tal que cualquiera diría que el verdadero motivo del francotirador había sido desestabilizar la política española y a sus comentaristas.

Pero no. Los tiros estaban lejos de ir por ahí; lejos, de hecho, de llegar a algún tipo de explicación razonable sobre los motivos del atentado...

Del hombre que intentó asesinar a Donald Trump sabemos que se llamaba Thomas Crooks, que tenía veinte años y que murió durante el atentado.

No mucho más que permita descifrar el enigma de sus actos.

Dejando la puerta abierta a un futuro volantazo narrativo, la desmotivación del francotirador es ahora mismo el principal motivo del atentado, es decir, el escenario más inquietante posible: nada deja más helado que alguien cometiendo un crimen porque sí, algo que en EEUU ocurre más a menudo de lo que parece.

Inevitablemente, tras un atentado contra Trump, lo primero en lo que piensas es que algún izquierdista ha podido estar detrás, impresión enfriada tras conocerse que Crooks estaba registrado como votante republicano. ¿Por qué iría a matar un votante republicano a Trump? ¿Se le había recalentado la cabeza tras pasar demasiadas horas en los foros de QAnon en los que algunos -haberlos haylos- acusan a Trump de ser demasiado reformista?

Una persona llamada igual que Crooks donó una vez 15 dólares a una organización progresista.

Un vecino de la casa familiar de los Crooks dijo al Washington Post que recordaba haber visto un cartel pro Trump en su patio en alguna ocasión.

Es desconcertante encontrar a alguien que, contra toda predicción controladora razonable, decide matar a Trump porque sí

Pero todas las ramificaciones políticas, algunas de ellas contradictorias, están ahora mismo en un callejón sin salida.

En efecto, tras varios días investigando el teléfono y el entorno del Crooks, las autoridades están lejos de tener una explicación sobre de qué pie cojeaba o qué se le pasaba por la cabeza.

Lo que han reunido los investigadores hasta ahora, según el New York Times, es "menos un retrato del sospechoso que un marco vacío”.

Crooks no dejó manifiesto alguno sobre sus actos. No tenía antecedentes penales o mentales de ningún tipo. Sus compañeros de instituto han dicho que iba a su bola y que le gustaba pasar desapercibido y guardarse sus opiniones: era un “estudiante inteligente pero solitario que caminaba por los pasillos con la cabeza gacha y rara vez levantaba la mano en clase. No quería recibir ningún tipo de atención, ni positiva ni negativa”, resume el rotativo.

placeholder Donald Trump, baño de masas tras el atentado. (Reuters)
Donald Trump, baño de masas tras el atentado. (Reuters)

Hasta ahora, su teléfono “no ha revelado ninguna creencia política arraigada”. “Los motivos del joven que intentó asesinar al expresidente Trump sigue siendo un misterio, incluso después de que el FBI accediera a su teléfono móvil… Técnicos del laboratorio han examinado mensajes de texto, sus correos electrónicos y otros datos del francotirador, pero no han encontrado evidencias claras de una causa potencial del atentado”, añade el New York Times.

Según el Washington Post, pese al rastreo del móvil del Crooks, "siguen existiendo lagunas desconcertantes sobre la personalidad del francotirador".

El rastreo de la actividad digital de Crooks es tan poco concluyente y connotada políticamente, que parece una paradoja macabra que haya acabado protagonizando el atentado político de la década.

Imposible acertar

Dos siglos y medio después de la fundación de EEUU, parece mentira que cometamos todavía el error de sacar conclusiones precipitadas sobre los motivos de los estallidos violentos en el país. Digamos que la psique nacional estadounidense es compleja.

Foto: Donald Trump disparado en un mitin. (Getty Images/Anna Moneymaker)

Si usted cree que tiene que haber necesariamente intentos motivos políticos detrás del atentado contra un presidente, quizá es porque ha olvidado lo que pasó en el exterior del Hilton de Washington un 30 de marzo de 1981, cuando un tipo llamado John Hinckley Junior disparó contra Ronald Reagan. ¿La primera hipótesis de los servicios secretos sobre el atentado? El KGB. En efecto, se dudó si se trataba de una oleada de atentados, o de una acción concreta, pero siempre con los rusos en el punto de mira. Todo listo para un festival de lamentos mediáticos sobre la polarización (de la Guerra Fría) y la violencia hacia el rival político.

La reunión del gabinete de crisis tras el atentado, que está grabada, tomó las siguientes medidas: poner a la fuerza aérea en alerta máxima y tener a mano el maletín nuclear por si la URSS invadía EEUU. Que se dice pronto.

placeholder Reagan saludando al salir del hospital tras el atentado. (Dominio Público)
Reagan saludando al salir del hospital tras el atentado. (Dominio Público)

Pues bien: si en 1981 a usted le hubieran dado 1000 posibilidades para averiguar los motivos del atentado contra Reagan, habría fracasado lastimosamente. ¡Quién iba a pensar que Hinckley disparara a Reagan para ligar con Jodie Foster! (lógicamente, ninguna agencia de seguridad mundial está preparada para anticiparse a un escenario así). En efecto, las causas del atentado contra Reagan no hay por dónde cogerlas: tras caer fascinado con la Jodie Foster de Taxi Driver, Hinkley inició una campaña de flirteo (en su cabeza)/acoso (en realidad) a la estrella de Hollywood, que se zafó de él como pudo.

Pero aún le quedaba la traca final: a imagen y semejanza de Travis Brickley en Taxi Driver, que disparaba contra un candidato presidencial, Hinkley pensó que era buena idea disparar a un político de referencia (antes de Reagan, Hinkley pensó en atentar contra el presidente de EEUU, el demócrata Jimmy Carter, al que hizo seguimientos, ergo apuntar a motivos ideológicos detrás de sus acciones era un auténtico dislate). Todo ello para, ejem, conquistar el corazón de Foster (en efecto, máxima toxicidad patológica sentimental, aunque Hinkley calificó luego los disparos como "la mayor muestra de amor de la historia de la humanidad").

Por cierto, tras los disparos de Hinkley, Reagan fue trasladado al hospital con un balazo. En la mesa de operaciones, hizo algo que sintetiza su éxito como político costumbrista. Justo antes de la operación, Reagan se quitó de pronto la máscara de oxígeno y dijo a los médicos: “Espero que todos ustedes sean republicanos”. Estruendosas risotadas en quirófano.

Un jurado absolvió a Hinckley del atentado por considerarle un chalado.

Piensen en Hinckley, por tanto, cada vez que hagan una valoración en caliente sobre disparos a presidentes en EEUU.

La mano negra

No es casualidad que las conspiraciones más salvajes surjan cuando los padres/madres que han perdido a sus hijos de manera brutal y gratuita -por ejemplo, el crimen de Alcàsser- buscan dar sentido a sus muertes con relatos hiperbólicos que implican a malvados poderosos.

En el caso del atentado contra Trump, nos encontramos con que el francotirador era un libro vacío, es decir, uno en el que cualquiera puede escribir lo que le plazca en sus páginas. Hoja en blanco con relato por escribir: munición perfecta para que la conspiración sobreviva hasta el fin de los tiempos (en defensa de los conspiranoicos hay que decir algo: no parece normal que alguien se suba a un tejado con un fusil, a 150 metros de Trump, sin que ningún agente se entere; si no ha sido una grave negligencia policial, se le parece bastante).

Foto: Donald Trump, instantes después del ataque en un mitin en Pensilvania, el 13 de julio. (REUTERS / Brendan McDermi)

¿Por qué intentó Croocks entonces matar a Trump? Porque quería y porque podía hacerlo: aunque su padre era asistente social, tenían un rifle AR-15 en casa. Si usted tiene en el salón un gato de la suerte que mueve la pezuña, los americanos tienen fusiles de asalto. Es su cultura y hay que respetarla.

Ahora que el algoritmo lo conoce todo sobre ti -sabe qué periódico lees por la mañana, a qué horas irás a al súper y qué marca de galletas comprarás, todos tus gustos pasados y futuros en materia política y sentimental (hasta los que tú aún no sabes que tienes)- es desconcertante encontrar a alguien que se levanta por la mañana y, contra toda predicción securitaria y controladora razonable, decide matar a Donald Trump. Jornada aciaga para el gran hermano digital.

En una época en la que hasta cambiar una bombilla se considera un acto polarizado con oscura agenda política detrás, la idea de que alguien haya intentado matar a Donald Trump porque sí, parece la madre de todas las provocaciones. Absolutamente contracultural.

Habían pasado pocos minutos del atentado contra Donald Trump, con la escena del crimen frustrado todavía en caos, y el Twitter español ya era una estridente refriega política por los motivos del disparo. Bien Trump había fabricado un atentado fake para ganar las elecciones subido a una ola de empatía. Bien el tirador seguía los impulsos de la turba progresista que siempre había querido liquidar a Trump. “Hay que detener a la izquierda globalista que está sembrado el odio, la ruina y la guerra. Lo terrible es que en España gobierna la peor versión de esta izquierda y ahora mismo estarán lamentando intimamente que el asesino haya fallado", tuiteó Santiago Abascal en caliente.

Donald Trump
El redactor recomienda