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La mujer más poderosa de Europa de la 'década de los 20': cuatro retos para Von der Leyen
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Reelegida al frente de la Comisión Europea

La mujer más poderosa de Europa de la 'década de los 20': cuatro retos para Von der Leyen

La alemana ha logrado ser reelegida al frente de la Comisión Europea, confirmándose como la mujer más poderosa de la UE. Estos son los cuatro principales retos a los que se enfrenta

Foto: Ursula von der Leyen reacciona tras ser elegida Presidenta de la Comisión Europea para un segundo mandato. (Reuters/Johanna Geron)
Ursula von der Leyen reacciona tras ser elegida Presidenta de la Comisión Europea para un segundo mandato. (Reuters/Johanna Geron)

Los cambios que han comenzado en el último lustro, entre 2019 y 2024, la primera Comisión de Ursula von der Leyen, se van a acelerar y profundizar durante los próximos cinco años. Ahora, la actual presidenta acaba de ser reelegida para el cargo con 401 votos a favor de los 360 que debía obtener en la Eurocámara, lo que le confirma en el puesto hasta finales del 2029. Cuando haya concluido su segunda etapa al frente del Ejecutivo comunitario la política alemana habrá estado al frente del Ejecutivo comunitario durante toda la década de los años veinte del siglo XXI, los que muchos apuestan que marcarán toda una era, y se habrá convertido en una de las figuras centrales respecto al lugar de Europa en un mundo que ha cambiado por completo.

El discurso de Von der Leyen ante la Eurocámara, así como las prioridades políticas reflejadas en un documento de unas treinta páginas circuladas a todos los grupos políticos poco antes de su intervención ante el Parlamento Europeo, dejan entrever algunos de los grandes retos que afrontará la alemana durante el próximo lustro, pero no todos.

1. Expectativas y promesas

En demasiadas ocasiones la política consiste en prometer hasta alcanzar el poder, y dedicar tus años en él a gestionar los efectos de no ser capaz de cumplir las expectativas. Von der Leyen sabe bien cómo funciona. Al inicio de su etapa en la Comisión Europea bombardeó con anuncios, planes a cien días y grandes eslóganes. Luego las distintas crisis, primero el coronavirus, después la guerra de Ucrania, hicieron que la alemana le diera otro sentido a su presidencia y fuera capaz de reafirmarse como la política más poderosa en el ámbito europeo. Pero las acusaciones de funambulista, de trilera, estaban ahí. En la Comisión había cierto enfado con su tendencia a hacer anuncios que casi todos por debajo de ella en el organigrama sabían que no se podían cumplir.

En los días previos a la votación este jueves en Estrasburgo, hablando con eurodiputados de distintos grupos políticos de las expectativas que tenían respecto al discurso de Von der Leyen, todos hacían referencias a esas costumbres de la alemana a hacer referencia a grandes objetivos “en los primeros cien días”, apostillando que todos ellos sabían que eran difíciles de cumplir, brindis al sol destinados a dar forma a su discurso. Por supuesto, el jueves, la alemana hizo promesas en ese sentido: un plan para la industria limpia en sus primeros cien días al frente de la nueva Comisión.

Foto: Ursula von der Leyen, reelegida como presidenta de la Comisión Europea. (Europa Press/LaPresse/Roberto Monaldo)

También hizo promesas incluso más difíciles de cumplir que esa. Von der Leyen habló de un plan de acción para el acceso a la vivienda para el que la Comisión no tiene casi margen de maniobra ni competencias. La alemana debe tener cuidado con las expectativas. Cada vez más, los ciudadanos tienen integrada la idea de que los problemas son europeos y las soluciones deben ser europeas. Lo que muchas veces no saben es que las competencias siguen estando en los Estados miembros. La nueva Comisión Europea debe tener precaución a la hora de generar la expectativa de ella tiene capacidad para resolver dichos problemas, o puede acabar atrapada en su propia trampa, siendo culpada de no tomar medidas cuando en realidad sencillamente no puede hacerlo.

2. La sombra de Trump y sus consecuencias

La gran amenaza para la presidencia de Von der Leyen es el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Si el candidato republicano se impone habrá un terremoto que durará casi durante toda la presidencia de la alemana. Es cierto que la administración de Joe Biden ha mantenido en algunos sentidos la dirección en cuestiones como las relaciones con China o el comercio, pero las relaciones entre Bruselas y Washington han sido radicalmente diferentes durante los últimos cuatro años.

Foto: Presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky en imagen de archivo. (EFE/Andy Rain)

Además, la más clara y obvia diferencia entre Biden y Trump en relación con la Unión Europea es su compromiso con la seguridad del espacio euroatlántico. La elección de JD Vance como su candidato a vicepresidente muestra la dirección que toma Trump de cara a su segunda etapa en la Casa Blanca: aislacionismo total y una falta de interés absoluta por Europa y todos los intereses que no sean total y directamente americanos. Como ya sabe Viktor Orbán, primer ministro húngaro, que se ha reunido con Trump y ha hablado de ellos, la intención del magnate es intentar forzar a Ucrania a una paz rápida con Rusia incluso si es a costa de importantes pérdidas territoriales, reforzando así el incentivo ruso a una nueva agresión en el futuro.

Y lo que se espera, en el tradicional estilo de negociación de Trump, es que el republicano ofrezca dos opciones: o que Kiev le haga caso de inmediato o retirarle el apoyo. Eso se traducirá en que el sustento a Ucrania recaerá directamente sobre los hombros de los socios europeos y del Reino Unido. Todo el debate sobre seguridad y defensa en la Unión Europea deberá realizarse en contraste con la realidad de una nueva presidencia Trump que obligaría a pisar el acelerador a fondo.

En cuestión comercial también se notará. La Comisión Europea ha pasado cuatro años intentando restablecer lazos con Washington a través del Consejo de Comercio y Tecnología creado expresamente para ello. Los avances han sido limitados, pero al menos ha habido cooperación.

3. La crisis de gobernabilidad europea

Las elecciones legislativas en Francia mostraron lo cerca que está la Unión Europea de una crisis institucional grave. Si el Rassemblement National hubiera podido entrar en el Gobierno francés, entonces la extrema derecha y los ultraconservadores podrían articular fácilmente una minoría de bloqueo dentro del Consejo de la UE, la institución en la que están representados los Estados miembros. La crisis interna en Francia está lejos de haber sido abortada con la victoria del Nuevo Frente Popular, y lo cierto es que París va a ser en los próximos años una fuente de inestabilidad. Las elecciones presidenciales de 2027 están en el horizonte de todos.

Al mismo tiempo, en Alemania el Gobierno sigue gripando debido a las diferencias de opinión entre los socios de coalición, los socialdemócratas, liberales y verdes, y la expectativa es que Berlín y el canciller alemán Olaf Scholz sigan siendo actores dubitativos. Hasta octubre de 2025, cuando se celebren las elecciones federales, Alemania seguirá sin asumir totalmente su rol de líder dentro de la Unión Europea. Ello, sumado a la crisis interna francesa, va a complicar sacar adelante grandes acuerdos.

Además, el avance de la extrema derecha se puede seguir notando durante los próximos años. En las propias elecciones federales alemanas se espera que Alternativa para Alemania (AfD) obtenga un muy buen resultado. La ultraderecha o los ultraconservadores ya gobiernan o forman parte de gobiernos en Países Bajos, Italia, Hungría y Eslovaquia y tiene previsto obtener muy buenos resultados próximamente en países como Austria. Cuando un partido de extrema derecha entra en un Gobierno obtiene ministerios y estos están presentes en el Consejo de la UE en las distintas reuniones sectoriales. La Comisión Europea va a notar cada vez más su aliento.

Foto: Olaf Scholz. (EFE/Hannibal Hanschke)

Por último, la mayoría del Parlamento Europeo es muy débil. Von der Leyen ha salido elegida con 401 votos a favor de una coalición del Partido Popular Europeo (PPE), los socialdemócratas (S&D), los liberales de Renew Europe y Los Verdes. Pero dentro del PPE ya intentan dejar claro que los ecologistas no forman parte de la “plataforma”, es decir, del núcleo duro de la coalición, y seguramente los conservadores buscaran atar en corto a socialistas y liberales amenazando puntualmente con votar junto a los ultraconservadores y la extrema derecha para tumbar iniciativas cuando no estén convencidos de ellas.

4. Mantenerse en el juego

El gran debate que ha tenido ocupado a los líderes europeos y a buena parte de la conocida como burbuja de Bruselas ha sido el de la competitividad de la Unión Europea. Falta inversión, capacidad de que las empresas europeas escalen y falta ponerse las pilas en la carrera tecnológica. Todo ello quedó reflejado en el conocido como “informe Letta”, encargado por Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, al exprimer ministro Enrico Letta, y quedará también reflejado en el informe que realice Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo (BCE), que ya ha adelantado que deben hacerse cambios “radicales”.

Hay muchas ideas sobre la mesa. La Unión de Mercados de Capitales (UMC), una “unión de ahorro” u otras iniciativas. Se hacen continuamente propuestas, documentos de reflexión y debates, pero con una notable falta de acción, una especie de euroesclerosis en lo que se refiere a esta cuestión. Todo ello rodeado de una nueva visión de la geoeconomía, necesidad de proteger los sectores críticos, especialmente relacionados con las tecnologías fundamentales para lograr la transición ecológica.

"El futuro de nuestra prosperidad debe fabricarse en Europa"

Ese será uno de los principales retos: evitar quedarse atrás en la carrera tecnológica. Esa idea estuvo presente durante el discurso de Von der Leyen en Estrasburgo. “La elección se reduce a si nos dejamos moldear por los acontecimientos y el mundo que nos rodea. O si nos unimos y construimos nuestro futuro por nosotros mismos”, explicó la presidenta de la Comisión Europea ante el hemiciclo. Eso requerirá seguir transformando al Ejecutivo comunitario en un actor geopolítico, capaz de defender la industria europea de posibles distorsiones externas, tanto por parte de China como de Estados Unidos, continuando con el trabajo realizado en ámbitos como la nueva normativa de control de subvenciones extranjeras o la investigación lanzada sobre el sector de los coches eléctricos chinos.

“Propondré un nuevo Fondo Europeo de Competitividad. Se centrará en proyectos europeos comunes y transfronterizos que impulsen la competitividad y la innovación, en particular para apoyar el Pacto de Industria Limpia. Garantizará que desarrollemos tecnología estratégica y la fabriquemos aquí, en Europa. Así pues, desde la inteligencia artificial a la tecnología limpia, el futuro de nuestra prosperidad debe fabricarse en Europa”, ha explicado Von der Leyen en la Eurocámara, de nuevo arriesgándose a estar prometiendo más de lo que puede cumplir, pero sabiendo que este será uno de los ámbitos fundamentales en la segunda mitad de la década.

En los próximos cinco años se consolidarán muchos de los cambios que marcarán el siglo XXI. Una lucha brutal por el control de la ventaja tecnológica, un creciente uso torticero de las relaciones comerciales y un mundo cada vez más inestable van a ser algunas de las características de este mandato. Von der Leyen y su equipo lo saben, lo mismo que son conscientes de que es una tarea que les viene grande, que en muchas ocasiones se escapa de su capacidad y de su ámbito de acción. La gran duda es si la Unión Europea será capaz de no verse totalmente abigarrada por la crisis de gobernabilidad y, como ha hecho en estos últimos cinco años, si será capaz de responder de manera ágil y coherente a los nuevos retos, estando a la altura de las circunstancias.

Los cambios que han comenzado en el último lustro, entre 2019 y 2024, la primera Comisión de Ursula von der Leyen, se van a acelerar y profundizar durante los próximos cinco años. Ahora, la actual presidenta acaba de ser reelegida para el cargo con 401 votos a favor de los 360 que debía obtener en la Eurocámara, lo que le confirma en el puesto hasta finales del 2029. Cuando haya concluido su segunda etapa al frente del Ejecutivo comunitario la política alemana habrá estado al frente del Ejecutivo comunitario durante toda la década de los años veinte del siglo XXI, los que muchos apuestan que marcarán toda una era, y se habrá convertido en una de las figuras centrales respecto al lugar de Europa en un mundo que ha cambiado por completo.

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