Es noticia
Tres lecciones del pasado para entender lo que Ucrania 'pierde' sin Biden (y lo que está por ganar)
  1. Mundo
Biden renuncia a la candidatura

Tres lecciones del pasado para entender lo que Ucrania 'pierde' sin Biden (y lo que está por ganar)

Trump ha demostrado en incontables ocasiones que es un charlatán, pero no que sea tonto

Foto: Foto de archivo de la visita de Joe Biden a Kiev en febrero de 2023. (Reuters/Presidencia de Ucrania)
Foto de archivo de la visita de Joe Biden a Kiev en febrero de 2023. (Reuters/Presidencia de Ucrania)

¿Una sentencia de muerte o una nueva oportunidad? La renuncia de Joe Biden a la reelección abre un abanico de temores y preguntas en Ucrania. Y en el frente de batalla, como en la política, sobrevive el que mejor gestiona la incertidumbre. Con Kiev defendiendo en las trincheras y Moscú sacrificando vidas y blindados a diario para avanzar unos metros, ¿cambiará esta decisión tomada en Washington el curso de la guerra? La historia reciente exige cautela en los análisis, y para entenderlo, nada mejor que echarle un ojo al pasado.

Cinco décadas en política y un último mandato marcado por la invasión rusa, Biden deja un legado profundo. Su gran aportación para Ucrania: ser el valedor de los 175.000 millones de dólares en ayuda para Kiev desde febrero de 2022. Pero su idilio con Ucrania empezó antes, en la era Barack Obama, todavía como vicepresidente. Un periodo convulso con guerras en Siria, Libia, Afganistán y la invasión rusa de Crimea y el Donbás. Obama, a través de su famosa doctrina de la no escalada, decidió no enviar "material letal" a Ucrania, aunque los medios estadounidenses siempre defendieron que Biden presionó para hacerlo.

El planteamiento era simple: "Ucrania no pertenece a la OTAN y va a ser vulnerable al dominio militar de Rusia hagamos lo que hagamos". "Tenemos que ser muy claros sobre cuáles son nuestros intereses. Cuáles son las cosas por las que merece la pena ir a la guerra y cuáles no (…). La idea de que hablar duro o emprender alguna acción militar va a influir de alguna manera en la toma de decisiones de Rusia o China es contraria a todas las pruebas que hemos visto en los últimos 50 años", confesaba Obama en una entrevista en abril de 2016 en The Atlantic.

El Nobel de la Paz se equivocó.

Foto: Hillary Clinton con Biden. (Charles Mostoller/Reuters)

Hay dos lecciones claves que pueden extraerse de aquella época. La primera, que fueron los demócratas –y no los republicanos— quienes negaron el material militar ofensivo a Ucrania durante los años de mandato coincidentes con el inicio de la guerra (2014-2016). La postura parece superada, pero el sucesor de Biden podría transformarla en una reducción paulatina de la ayuda si la temida recesión económica llega en 2025 y el hartazgo ciudadano aumenta al otro lado del Atlántico.

La segunda clave: Trump ha fagocitado el partido republicano y sus ideas poco tienen que ver con las del difunto líder John McCain. “[Los ucranianos] nos suplicaron armas defensivas y les enviamos raciones de comida”, criticaba en 2014. “No queríamos provocar a Vladímir Putin, pero al mostrar debilidad, terminamos provocando Vladímir Putin”. Sus palabras y la sorprendente clarividencia con la que adelantó los planes de del Kremlim con una década de antelación todavía se recuerdan con frecuencia en Ucrania.

Sin embargo, eso no quiere decir que no existan diferentes familias políticas con visiones enfrentadas en el interior del partido republicano.

"Washington es un desastre, creo que no entienden la época en la que vivimos. Biden está anclado en el siglo anterior y muchos demócratas piensan como él. Creen que Rusia no puede ser vencida y tampoco pretenden intentarlo", resume Ilya Ponomarev, opositor ruso, tras su paso por la cumbre de la OTAN.

"Los republicanos, sin embargo, son mucho más honestos. Tienen un sector que defiende encargarse solo de sus problemas y no de los del mundo, y Trump es su líder. Pero otros republicanos entienden que esto es una violación del orden mundial y que el mal debe ser vencido. Las dos posiciones son muy honestas y podemos trabajar con ellas. No así con los demócratas. Por principios asumen que el débil debe recibir auxilio, pero, al mismo tiempo, les parece peligroso. Ayudan a Ucrania, pero no de una manera en la que pueda ganar. Te permiten vivir con las manos atadas en la espalda. Tienen miedo", resume el opositor ruso durante una entrevista con El Confidencial en un café en Kiev. Él fue el único diputado que votó en contra de la anexión de Crimea en la Duma rusa.

Foto: El presidente estadounidense, Donald Trump y el mandatario chino, Xi Jinping, durante un acto de bienvenida. (EFE / EPA / ROMAN PILIPEY)

La misma visión que defienden republicanos como Tom Brewer. Senador por Nebraska, que ha visitado cuatro veces el frente de Ucrania pertrechado con su chaleco y casco para conocer de primera mano la situación y explicarla en casa. Un coronel retirado que trata de influir en la visión de los suyos. "En el Congreso de Estados Unidos hay una pequeña parte que tiene una posición ultraderechista. Que cuestionan la concesión de ayuda a cualquier parte del mundo. Piensan que todo debería quedarse en casa", reconocía a mediados de mayo. "Es una mirada simplista del mundo porque no puedes aislarte. Vemos lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial y es simplemente una muy, muy mala decisión".

¿Trump tiene las cosas claras?

¿Escuchará Donald Trump? Hasta ahora, la hemeroteca no ayuda a confiar. El favorito en las encuestas presidenciales dice tener un plan para alcanzar la paz y "terminar la guerra en 24 horas". La estrategia, según revelaron fuentes anónimas al Washington Post, pasaría por obligar a Kiev a ceder Crimea y el Donbás. El magnate, por su parte, nunca ha explicado públicamente los detalles de su propuesta. Un silencio que da pie a la imaginación y al miedo.

Estados Unidos es el principal suministrador de ayuda militar y financiera de Kiev. No solo el frente sobrevive gracias a Washington, también las cuentas. Y como se vio de otoño a primavera, el último retraso de la ayuda tensionó las líneas de defensa y los 'stocks' de artillería, obligando a Ucrania a retirarse de Avdiivka, uno de los bastiones defensivos desde 2014.

Foto: La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris. (Reuters/Evelyn Hockstein)

"Todos seríamos felices si una persona en el mundo, da igual si es Donald Trump u otro, puede acabar con la guerra en 24 horas", suspiraba cansado, Volodímir Zelenski en una entrevista a la BBC el jueves pasado. “La cuestión es cuál es el precio, y quién pagará por ello. No digo que esa sea su idea, pero si quieres hacerlo en 24 horas, la manera más sencilla es forzarnos a pagar. Es simplemente decir que paremos, entreguemos y olvidemos (…). Nunca aceptaremos algo así y no hay ninguna persona en el mundo que pueda obligarnos a hacerlo”.

Dicen los que saben que la relación entre ambos mandatarios no es buena y que Trump siempre ha sentido a Ucrania como esa piedra en el talón que se cuela por el interior del zapato. Fue precisamente en Kiev donde empezó su primer proceso de impeachment (el segundo fue tras el asalto al Capitolio) tras filtrarse que Trump había congelado un paquete de seguridad de 400 millones de dólares para Ucrania con la intención de presionar a Zelenski para que investigara y le suministrara información comprometida sobre una posible corruptela del hijo de Joe Biden, Hunter, en Ucrania en 2014.

Tampoco aumentan las esperanzas ucranianas la elección de JD Vance como futuro vicepresidente republicano. El conservador de 39 años, exmarine en Irak y crítico de Trump hasta 2021, llegó a decir de su ahora compañero de ticket que era “peligroso” y que “no estaba preparado” para el puesto.

Foto: Donald Trump y J. D. Vance. (Reuters/Andrew Kelly)

Unidos ahora en la carrera presidencial, Vance también ha tenido palabras para Ucrania. Si antes de la invasión decía darle igual lo que ocurriera militarmente, a principios de año mostró su rechazo respecto a la política pacifista europea de las últimas décadas.

"Deberíamos ver el dinero que Europa no ha gastado en defensa como lo que realmente es: un impuesto implícito sobre el pueblo estadounidense para permitir la seguridad de Europa". Y añadía en una dura columna publicada en el Financial Times: “Europa está formada por muchas grandes naciones con economías productivas. Deberían tener la capacidad de manejar el conflicto, pero durante décadas se han debilitado demasiado. Se ha pedido a Estados Unidos que llene el vacío a un coste tremendo para sus propios ciudadanos”.

El puro negocio, un rayo de luz

Sin embargo, aunque muchos analistas le sitúan como un peligroso un activo político para Ucrania, sus tesis era una crítica a la Unión Europea, a la que tendía una mano en ese mismo artículo. Europa debe valerse por sí misma, decía, pero “eso no significa que tenga que hacerlo sola”. Una llamada de atención a unos socios cuyas capacidades de producción ni siquiera son capaces de suministrar proyectiles suficientes de artillería.

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden, en campaña. (EFE/Steve Apps)

Con Vance regresamos a la tercera lección del pasado. Ni en la dupla Obama-Biden el vicepresidente decantó la balanza sobre Ucrania ni en el primer mandato de Trump terminó imponiéndose la visión de America First respecto la ayuda militar. El magnate rompió con la política demócrata y desbloqueó la ayuda letal a Ucrania en 2018, con el envío de más de 200 misiles Javelin.

Los mismos que fueron vitales en la defensa de Kiev, cuatro años después. ¿Por qué no se usaron antes? Porque Trump forzó a alejarlos del frente. Un movimiento simbólico disuasorio para el Kremlim de un presidente escéptico que aprobó la decisión por los intereses económicos del país. Aquella fue una transacción de 47 millones de dólares. Y ahora, con mucho más dinero en juego, el argumento podría volver a funcionar. Según el análisis del American Enterprise Institute publicado a finales del noviembre de 2023, el 90% de la ayuda militar estadounidense a Ucrania se gasta en Estados Unidos.

Los tres encargados de rastrear el dinero, entre ellos el jefe de discursos del republicano George W. Bush, encontraron la existencia de, al menos, 117 líneas de producción en 31 estados y 71 ciudades en las que trabajadores estadounidenses producen armamento para Ucrania. Un boom industrial "que beneficia directamente a los trabajadores estadounidenses" y que está "creando puestos de trabajo y oportunidades para los proveedores locales, tiendas, restaurantes y otras empresas" que crecen como setas alrededor de las fábricas de armas.

Foto: Artilleros del Ejército ucraniano apuran el café antes de salir en misión para disparar sobre posiciones rusas. Foto: Fermín Torrano.
TE PUEDE INTERESAR
Dentro del 'pequeño cerebro' que dirige la defensa de Ucrania bajo tierra
Fermín Torrano. Donbás (Ucrania)

Pero esos no son todos los números.

Otras trece líneas de producción en diez estados trabajan para alimentar los almacenes extenuados de los socios occidentales que entregan armamento de todo tipo a Kiev desde 2022. Una industrialización lucrativa que, a más largo plazo, podría convertirse en el impulso perfecto para poner a punto las líneas de producción ante el temido enfrentamiento global.

Hipótesis, dudas y esperanzas de una incógnita que se despejará dentro de cuatro meses. ¿Puede alguien imaginar a Trump siendo recordado como el presidente que perdió la guerra? ¿O a Kamala Harris como la líder que abandonó la política exterior de su predecesor para alinearse con el ala dura del republicanismo? Lo único seguro es que Biden no volverá al Air Force One y que el 5 de noviembre la guerra estará a punto de cumplir 1.000 días, a pesar de los vaticinios expertos que aseguraban no duraría más de tres.

¿Una sentencia de muerte o una nueva oportunidad? La renuncia de Joe Biden a la reelección abre un abanico de temores y preguntas en Ucrania. Y en el frente de batalla, como en la política, sobrevive el que mejor gestiona la incertidumbre. Con Kiev defendiendo en las trincheras y Moscú sacrificando vidas y blindados a diario para avanzar unos metros, ¿cambiará esta decisión tomada en Washington el curso de la guerra? La historia reciente exige cautela en los análisis, y para entenderlo, nada mejor que echarle un ojo al pasado.

Ucrania Conflicto de Ucrania Elecciones EEUU
El redactor recomienda