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"Yo cago en el Sena": cómo boicotear el chapuzón de Macron (y de paso, su Gobierno)
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'La gente odia, Macron'

"Yo cago en el Sena": cómo boicotear el chapuzón de Macron (y de paso, su Gobierno)

Emmanuel Macron ha prometido que se bañará en el Sena y una parte de la población ha respondido que se cagará en el río. Un símbolo de la crisis de popularidad del presidente

Foto: Bañistas en el Sena antes de que se bañara la alcaldesa Anne Hidalgo. (EFE / Andre Pain)
Bañistas en el Sena antes de que se bañara la alcaldesa Anne Hidalgo. (EFE / Andre Pain)

Emmanuel Macron tiene una promesa pendiente con el pueblo parisino. Una que ya hizo en su momento el expresidente francés y exalcalde de Francia, Jacques Chirac, a finales de los años 80. Los dos dijeron que nadarían en el río Sena en un gesto simbólico por demostrar que la mayor insignia de la capital no está contaminada. Chirac no lo consiguió y tuvo que admitir que no podía cumplirla, y Macron todavía no ha especificado cuándo se metería en esas aguas. "Pueden apostar a que lo haré", dijo el mandatario, aunque el Elíseo aclaró que no lo hará necesariamente antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de París de este viernes.

Para el expresidente fue un fracaso político, y para el actual mandatario francés, su hipotético baño se ha convertido en un símbolo de su caída de popularidad y de credibilidad entre la población parisina. Antes incluso de que pueda llegar a bañarse en el Sena, se inició una campaña en redes sociales para boicotear el gesto político. Específicamente, cagándose en el río.

La limpieza del Sena ha sido una de las grandes apuestas del evento deportivo en la ciudad, y se han destinado cerca de 1.400 millones de euros para mejorar la calidad del agua. El objetivo es que se puedan celebrar en el río varias pruebas de natación del triatlón olímpico y paralímpico, así como la maratón de natación. Y también que sea uno de los grandes legados de los Juegos Olímpicos, para que los parisinos puedan bañarse en algunas partes del Sena en verano del año que viene.

El objetivo real del proyecto ambiental no es, en realidad, que los parisinos puedan nadar en esas aguas, sino la protección de una fuente de agua potable y que vuelva la fauna al Sena. La operación de limpieza ha generado las críticas de una parte de la población por la cantidad de dinero gastado en el proyecto, mientras que mucha gente tiene dificultades para afrontar el aumento de los costos de vida. Condenan, además, que el Gobierno ha priorizado reformas como la del Sena antes de aprobar medidas sociales. Las protestas se agruparon bajo el hashtag #jechiedanslaseine (Yo cago en el Sena) y se viralizó a finales del mes pasado, cuando la alcaldesa de la ciudad, Anne Hidalgo, anunció que se bañaría en el río el 23 de junio.

Foto: París está preparada para acoger los Juegos Olímpicos. (EFE/Christophe Petit)
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No se detalló si el presidente la acompañaría, pero los usuarios empezaron a publicar en redes sociales fotografías editadas de Macron cubierto de heces. Además, en esa semana, se celebraron manifestaciones en las orillas del río con rollos de papel higiénico. La alcaldesa retrasó su baño en las aguas parisinas al pasado miércoles, cuando se vistió con un traje de neopreno y unas gafas de piscina para darse su primer chapuzón en el Sena. Lo hizo antes la ministra francesa de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, para demostrar que el río está limpio de cara a los Juegos Olímpicos. Ha sido un momento histórico que muchos creían que no verían porque nadar en el Sena está prohibido desde hace un siglo.

El eslogan del movimiento parisino tiene un significado. "Porque después de meternos en la mierda, les toca a ellos bañarse en nuestra mierda". Un mensaje que queda muy lejos del apoyo que tuvo Macron cuando llegó al poder en 2017. Era el presidente electo más joven desde Napoleón Bonaparte y se perfiló como una renovación para combatir un sistema político estancado.

Las elecciones al Parlamento Europeo fueron un fracaso a voces para el partido oficialista y el mayor síntoma de que el presidente había perdido una gran parte del apoyo en las calles. "La gente te odia", le dijo el diputado del Partido Renacimiento Patrick Vignal cuando el mandatario le preguntó sobre el impacto social del adelanto de las elecciones legislativas francesas. “Emmanuel Macron es como un artista que ha pasado de moda”, dijo después a Le Monde.

Lejos de ser un líder cercano

Las encuestas arrojan que más del 65% de los franceses tienen una mala o muy mala opinión de su presidente, unas cifras que lo alejan de sectores poblaciones como los obreros o las clases bajas y medias. También es un batacazo para el apoyo de otros como las pequeñas y medianas empresas y los jubilados. "No sé si es odio lo que sienten, pero genera malestar porque toma las decisiones por sí solo. Esta manera de gobernar no le conviene a muchos franceses, ni a la clase política. Por eso hay mucha oposición a Macron", sostiene Francis Ghilès, investigador sénior asociado del Barcelona Centre for International Affairs (Cidob), a El Confidencial.

Foto: Los anillos olímpicos se exhiben en la Torre Eiffel, en vísperas de los Juegos Olímpicos de París 2024. (Reuters/Pawel Kopczynsk)i

Uno de los puntos de conflicto para la sociedad francesa es la confianza en sí mismo del presidente, que le impide parecer un líder cercano. "Las diferencias sociales son cada vez más grandes por distintas razones. Los que tienen inversiones, propiedades o buenas posiciones laborales han aumentado su capital, pero los que tienen empleos más humildes están viendo cómo baja su nivel de vida", continúa el investigador en entrevista con este periódico. "Y esa gente que tiene dificultades económicas tiene la impresión de que Macron ha hecho mucho más para ayudar a los que tienen dinero que a los que no lo tienen". Y va más allá de una impresión. Según Ghilés, es la consecuencia de sus políticas, que han provocado fenómenos políticos como el aumento del apoyo a la ultraderecha de Marine Le Pen.

La coalición de la izquierda ha logrado bloquear el ascenso de Frente Nacional en la Asamblea con un cordón sanitario, pero ninguno de los bloques ha conseguido formar Gobierno. Todavía no se ha nombrado a un primer ministro, y el presidente ha sugerido que lo haga antes de que acaben los Juegos Olímpicos. Ha pedido una "especie de tregua" entre las facciones políticas mientras dure el evento deportivo.

Este es el contexto político en el que Macron recibirá a más de 100 jefes de Estado en la ceremonia inaugural y que dista mucho de cómo se la imaginaba meses atrás. "Macron esperaba recibir los Juegos como un emperador. Pero ahora es un pato cojo", dijo el historiador francés Patrick Weil.

Foto: El líder de La Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Melenchon (EFE/Andre Pain)

En su discurso para despedir 2023, el mandatario francés vaticinaba que este año iba a ser "de determinación, de elecciones y de regeneración". Los Juegos Olímpicos también son una gran oportunidad para que Francia se convierta en un escaparate, pero ha acabado llegando en un gran momento de inestabilidad política.

El espectáculo continuará, pero las consecuencias de la crisis en el Ejecutivo francés no pasará desapercibida durante los Juegos. "A pesar de que esta celebración no tiene una influencia directa en la política, sí que hay varios aspectos en los que confluyen. El primero es que se ha hecho una inversión importante en estructuras deportivas y viviendas, así como la calidad del agua, especialmente en zonas como Saint Remy, uno de los barrios más pobres de Francia", explica Francis Ghilès.

El segundo aspecto es que en los Juegos Olímpicos compiten deportistas de todas las partes del mundo, de todos los colores y de todas las religiones. "En Francia hay gente que critica que sea una nación diversa y esa imagen que dan los Juegos pueden ser positivos para la sociedad porque es nuestra realidad", concluye.

El 23 de junio era el día en el que miles de personas iban a defecar en Sena. El día en el que la alcaldesa de París iba a bañarse, y quizá también Emmanuel Macron. Ninguno de los dos acabó haciéndolo ese día por la mala calidad del agua. A pesar de que la campaña en redes sociales prometía una gran concentración de parisinos indignados, no se veían restos de heces en el agua. Solamente el color turbio al que ya se han acostumbrado los franceses. Para algunos, la promesa de cagar en el Sena sigue presente, para otros se ha diluido en el tiempo y ha perdido impacto. Pero la razón por la que nació no ha muerto. "Tampoco hay necesidad de cagar allí, porque ya está lleno de mierda, orina y todo tipo de basura por culpa de este Gobierno", escribe un usuario en un canal de Reddit.

Emmanuel Macron tiene una promesa pendiente con el pueblo parisino. Una que ya hizo en su momento el expresidente francés y exalcalde de Francia, Jacques Chirac, a finales de los años 80. Los dos dijeron que nadarían en el río Sena en un gesto simbólico por demostrar que la mayor insignia de la capital no está contaminada. Chirac no lo consiguió y tuvo que admitir que no podía cumplirla, y Macron todavía no ha especificado cuándo se metería en esas aguas. "Pueden apostar a que lo haré", dijo el mandatario, aunque el Elíseo aclaró que no lo hará necesariamente antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de París de este viernes.

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