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Cómo el peor líder con el programa más radical puede ganarle la partida a Boris

El laborista Corbyn se ha convertido en el líder más impopular del Reino Unido con el programa electoral más radical en años. ¿Su ventaja? Que no necesita ganar para salir victorioso

Foto: Labour party leader jeremy corbyn delivers a speech on the nhs
Labour party leader jeremy corbyn delivers a speech on the nhs

El laborista Jeremy Corbyn -de 70 años- se ha convertido en una extraña criatura política de estudio para los analistas. Su clara ideología marxista crea pavor en la City. Su ambigüedad ante el Brexit resulta ya hasta cómica (el público no contiene la carcajada en los debates televisados). Las acusaciones de antisemitismo son un lastre que no consigue quitarse. Y sus ratios de popularidad son los peores que haya conseguido nunca un líder de los principales partidos en la historia del Reino Unido.

Pese a todo, existe aun el debate sobre si podría interponerse en el camino del 'premier' Boris Johnson a Downing Street. Las posibilidades de que el líder de la oposición gane las elecciones anticipadas del 12 de diciembre se reducen prácticamente a 0. Pero, para los laboristas, esta cita con las urnas no consiste tanto en ser el partido más votado, sino en evitar que los 'tories' logren la mayoría absoluta. Fue un logro que -contra todo pronóstico- ya consiguieron en 2017, pese a llegar a tener hasta 22 puntos de diferencia con su rival. ¿Podrán repetirlo ahora?

Foto: Boris Johnson en 2015, cuando ganó su escaño en el Parlamento por la circunscripción de Uxbridge. (Reuters)

De momento, la remontada no está siendo tan épica. La macro encuesta realizada por YouGov, publicada este jueves por The Times, otorga a los 'tories' una amplia mayoría de 68 escaños, el mayor éxito desde la tercera reelección de Margaret Thatcher en 1987. Los conservadores conseguirían ahora 359 asientos frente a 211 de los laboristas, en el que sería su peor resultado desde Michael Foot en 1983.

Por su parte, los independentistas escoceses del SNP serían la tercera fuerza con 43 asientos y los Liberal Demócratas con 13 asientos. Éstos últimos serían los mayores perjudicados por el complejo y poco proporcional sistema electoral británico, ya que, pese a casi duplicar los votos respecto a 2017, sólo conseguirían un escaño más.

Ahora bien, los propios autores de la encuesta recalcan que el margen de victoria conservadora proyectado en al menos 30 distritos es tan sólo del 5% por lo que, advierten que una caída de 11 puntos porcentuales a menos de 7 podría negarle Johnson la ansiada mayoría absoluta que necesita para ejecutar el divorcio con el bloque.

Foto: Boris Johnson y Jeremy Corbyn en un momento del debate. (Reuters)

Aunque cada día se publican diferentes encuestas, la de 'YouGov' se esperaba con gran expectación, ya que su sofisticado modelo de análisis fue el único que predijo en 2017 un Westminster sin mayorías. Tras realizar más de 100.000 entrevistas durante siete días, se elabora un modelo de las preferencias de votación en función de la edad, género, educación, voto anterior, localización y otros factores, que se aplica luego a la composición demográfica y las características individuales de cada distrito.

Francis Elliot, editor político de 'The Times', asegura que "pocos odiarán más las predicciones de una holgada victoria conservadora que el propio Boris Johnson". "En primer lugar, necesita que aquellos que dicen que tienen la intención de respaldarle realmente acuden luego a las urnas. No sabemos que influencia tendrá el clima en la participación de las primeras elecciones celebradas en diciembre dese 1923. En segundo lugar, los activistas experimentados se estremecen ante la complacencia y arrogancia", matiza.

Los expertos también señalan la importancia que toma ahora el voto táctico -pro o contra Brexit- en cada una de las 650 circunscripciones que están en juego por solo un puñado de votos. Sobre todo teniendo en cuenta las peculiaridades del sistema electoral, en el que solo es necesario un voto más para hacerse con el escaño. En definitiva, nada puede darse aún por sentado.

Foto: Fotograma de la película 'Brexit: The Uncivil War', cuyo protagonista principal es Dominic Cummings en la piel de Benedict Cumberbatch.

El propio Dominic Cummings -cerebro de la campaña euroescéptica y ahora principal asesor de Downing Street- ha escrito por primera vez en mucho tiempo en su blog para advertir que aún queda partido por jugar. "En su día os dije que volvería a escribir por aquí si veía peligrar el Brexit", señala. "En los próximos días veréis muchas encuestas. Algunos dirán que Boris ganará. Pero confiad en mí. Como alguien que ha trabajado en muchas campañas, las cosas están MUCHO más apretadas de lo que parece y existe una posibilidad muy real de que terminemos con un parlamento sin mayorías", recalca.

Rebelión en los bastiones laboristas

Las filas de Jeremy Corbyn han cambiado de estrategia al descubrir que están en riesgo al menos nueve distritos que llevaban votando por los laboristas desde la II Guerra Mundial. Fuentes de la formación aseguran que durante la primera parte de la campaña ha sido un error clave centrarse demasiado en los distritos que creían que podían perder a manos de los pro UE Liberal Demócratas y subestimar a los votantes euroescépticos de bastiones tradicionalmente laborista que nunca pensaron que podrían votar por los tories.

El partido ha mandado un batallón de 14.000 voluntarios que trabajarán a partir de ahora junto a los militantes a jornada completa en las zonas donde la distancia con el rival conservador es mínima.

Foto: Jeremy Corbyn. (EFE)

En algunos de estas circunscripciones, el Sistema Nacional de Salud es una de las grandes preocupaciones para los votantes. Y esto juega a favor de Corbyn, quien ha convertido el lema "El NHS no está en venta" en protagonista de la campaña. Para respaldarlo, el líder de la oposición publicó un documento confidencial del Gobierno de 451 páginas donde, según el veterano político, se demuestra que, en caso de que finalmente el país salga de la UE, los 'tories' planean poner en venta el NHS a Estados Unidos como parte del futuro acuerdo comercial. Lo cierto es que no hay evidencias de que el Ejecutivo esté pensando en privatizar la sanidad pública -el tesoro más preciado de los británicos- pero el informe sí puede tener ahora su impacto.

Peligrosa ambigüedad

Con todo, la ambigüedad que Corbyn sigue mostrando ante el Brexit es uno de los mayores lastres para el partido de la oposición. Cuando YouGov preguntó en enero a los votantes las razones por las que se habían "desenamorado" de Corbyn desde 2017, casi la mitad, el 43%, citó su postura respecto al divorcio con el bloque.

Lo cierto es que dos años después de los últimos comicios, Corbyn sigue sin tener un discurso claro respecto a la cuestión europea. Y eso en política es una eternidad. Tras muchas idas y venidas y presión de las bases, el manifiesto laborista defiende ahora que, si gana las elecciones, negociará en un plazo de tres meses un nuevo acuerdo de retirada con Bruselas y en un plazo de seis meses lo someterá a un referéndum, donde la permanencia en el bloque será una opción.

Foto: El líder del Brexit Party, Nigel Farage, en el Parlamento Europeo en Estrasburgo. (Reuters)
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Tras la insistencia de los periodistas, Corbyn ha acabado diciendo que en este eventual plebiscito se mantendrá "neutral". Por su parte, pesos pesados de la formación aseguran que tendrán que valorar primero el acuerdo cerrado antes de defenderlo o luchar por la permanencia. En definitiva, una posición poco clara que no ayuda en un país donde la crisis del Brexit lleva ya más de tres años dejando el resto de ministerios prácticamente paralizados.

Manifiesto ¿radical?

Lo que está claro es que Corbyn no se achanta con los sondeos. Es más, lejos de intentar complacer al electorado laborista que ve con recelo su giro (o más bien volantazo) hacia la izquierda ha presentado el manifiesto electoral más radical de los últimos tiempos.

Sus planes pasan por expandir el Estado a su mayor tamaño desde la Segunda Guerra Mundial, con un gasto adicional cada año de 83.000 millones de libras que espera recaudar a base de impuestos a los más privilegiados, entre ellos a las empresas. El laborista propone el aumento de hasta el 26% del impuesto de sociedades (actualmente en el 19%) que dejaría al Reino Unido con el gravamen más alto del G7. Asimismo apuesta por una subida de las cargas fiscales a aquellos que cobran más de 80.000 libras al año asegurando que sólo el 5% de los británicos se verían afectados.

placeholder Jeremy Corbyn en un debate electoral. (Reuters)
Jeremy Corbyn en un debate electoral. (Reuters)

Por otra parte, aboga por la nacionalización parcial de la empresa British Telecom para ofrecer banda ancha gratuita de Internet a todos los hogares, así como la renacionalización de los servicios de ferrocarril y de transporte en autobús.

El programa ha causado gran impacto. En su momento el veterano político fue bautizado como el Pablo Iglesias británico, pero ahora podría considerarse que deja el manifiesto de Unidas Podemos al nivel de Ciudadanos.

Ahora bien, ¿es realmente tan radical? Economistas consultados por el reputado 'Financial Times' -Biblia en la City- consideran que es “perfectamente posible administrar una economía exitosa con un gasto estatal de aproximadamente el 45% del PIB”. Bajo un gobierno laborista dirigido por Corbyn, el gasto sería menor que en Francia, casi igual que Alemania y solo un poco más alto que los Países Bajos. Todas economías capitalistas exitosas.

Foto: Una manifestación en Tblisi. (Reuters) Opinión

Con todo, el Reino Unido siempre se ha situado en una posición en el medio del Atlántico, es decir, con más gasto que Estados Unidos pero menos que la mayoría de los países europeos. Y, en este sentido, es la velocidad de la transición que ahora propone el laborista lo que realmente preocupa a los expertos, tal y como advierte Jagjit Chadha, director del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social: "hacer estas cosas de manera rápida nunca es una buena idea y conducirá a una mala asignación de recursos".

En cualquier caso, en un hipotético escenario en el que los laboristas lograran gobernar, sería en minoría y atados a varios pactos con otras formaciones que nunca les dejarían llevar a cabo propuestas tan drásticas.

Las nacionalizaciones "populares"

Por su parte, las nacionalizaciones son populares entre el electorado. Según el sondeo de YouGov, el 45% de los votantes está a favor de la nacionalización de las compañías de gas y electricidad. Y, según ComRes, el 51% está a favor de la nacionalización del servicio de correos y parte de la empresa British Telecom. El gran problema es que no confían en que Corbyn sea el hombre adecuado para llevar a cabo los planes.

Esto es un verdadero obstáculo porque, en política, el vendedor es más importante que el producto en sí. Y Corbyn no consigue desligarse de su época como diputado rebelde, aquella en la que veneraba públicamente la figura de Hugo Chávez, acudía a manifestaciones para defender la causa palestina y era uno de los primeros en viajar a Atenas para apoyar a Alexis Tsipras, cuando éste se convertía en su día al mismo tiempo en primer ministro griego y enemigo de la austeridad dictada desde Berlín.

Los ratios de popularidad de Corbyn son de "menos 60". No es Boris Johnson sea especialmente aclamado (su ratio es solo de dos puntos), pero mientras que el 'tory' es aprobado entre los suyos, para los votantes laboristas el líder de la oposición es demasiado “radical”, una visión compartida por el electorado en general.

Tim Bale, profesor de Política de la Universidad Queen Mary de Londres, señala que a pesar de la gran crisis financiera de 2008 y de la consecuente década de austeridad, los británicos no han girado tanto a la izquierda como muchos esperaban. "El electorado se encuentra ligeramente en el centro izquierda para cuestiones económicas y ligeramente em el centro derecha en cuestiones sociales", explica. "Dicho de otra manera, los votantes son moderadamente duros con el crimen y la inmigración, pero quieren servicios públicos de calidad y aprueban la intervención del Estado para proteger a los pobres", matiza.

Antisemita vs racista

Otra de las grandes piedras en la mochila laborista es la polémica antisemita que siempre acompaña a su líder. El rabino jefe de los judíos ortodoxos en el Reino Unido, Ephraim Mirvis, le echaba en cara esta semana que no había hecho lo suficiente por erradicar posturas antisemitas en el seno de la formación.

Foto: La secretaria de Interior, Priti Patel, en Manchester. (EFE)

En 2018, Corbyn ya tuvo que pedir perdón por el escándalo creado en torno a un evento en el que actuó como anfitrión cuando era diputado donde se comparó al Gobierno israelí con los nazis.

El 30% del electorado considera que Corbyn es antisemita. En cualquier caso, el mismo porcentaje también cree que Boris Johnson es racista por diferentes comentarios, como cuando comparó a las mujeres que llevan burka (velo que cubre el cuerpo y rostro de la mujer, dejando solo una ranura para los ojos) con buzones de correos.

Lucha generacional

Según la Comisión Electoral, para estos comicios se han registrado 3,2 millones nuevos de votantes, un 38% más que en 2017. Alrededor de dos tercios de los nuevos registros (que no especifican sólo nuevos votantes, sino también cambios de domicilio y otras causas) son de personas de 34 años o menos, según las encuestas más pro Laboristas, pro Liberal Demócratas, pro Verdes, pro UE.

En 2017, los laboristas tenían una ventaja de 47 puntos porcentuales entre los votantes primerizos (de 18 y 19 años), pero entre los mayores de 70 años los conservadores tenían 50 puntos porcentuales de ventaja.

¿Favorecen entonces los nuevos registros a los laboristas? Lo cierto es que no todos los jóvenes votan. En 2017, la participación entre aquellos de 18 y 19 años fue del 57%, en comparación con el 84% para los mayores de 70 años.

¿Sacrificar al líder?

En el hipotético escenario de que finalmente los 'tories' no consiguieran la ansiada mayoría absoluta, los partidos de la oposición podrían unir sus fuerzas para evitar in extremis el Brexit.

Por el momento, ya se ha creado un vínculo entre laboristas e nacionalistas escoceses del SNP, después de que Corbyn no haya rechazado por completo la petición de Nicola Sturgeon de un nuevo referéndum de independencia. El veterano político rechaza la consulta en los primeros años de un eventual Gobierno laborista, pero no cierra la puerta a fechas posteriores.

Foto: Jo Swinson. (Reuters)

Con todo, el mayor obstáculo para cerrar pactos con los laboristas es el propio Corbyn. Su figura genera especial rechazo para la líder de los Liberal Demócratas, Jo Swinson. En este sentido, figuras de peso como Tony Blair (de todos sabido no especial fan del nuevo líder) o Lord Kerslake (antiguo asesor laborista y aliado de John McDonnell, el poderoso portavoz de Economía de la oposición) recalcan que, llegado el momento, se podría barajar un cambio de líder.

'A priori' esto se antoja complicado. Pese a los inicios difíciles, la autoridad que tiene ahora Corbyn en la directiva es un hecho constatado a juzgar por el manifiesto presentado para estos comicios, que sigue sus tendencias de izquierda.

Pero, al mismo tiempo, volver al poder después de casi una década en la oposición podría ser un caramelo demasiado jugoso. En 2010, los laboristas ya fueron capaces de ofrecer la cabeza de Gordon Brown cuando hubo parlamento sin mayorías, aunque los Liberal Demócratas acabaron pactando con los 'tories', matrimonio ahora inconcebible.

Por lo tanto, queda aún campaña y todo puede pasar. La gran pregunta es si el laborismo -gracias a Corbyn o a pesar de él- logrará evitar que Johnson se haga con la mayoría absoluta. El futuro del Reino Unido y del propio Brexit, de momento, sigue en el aire.

El laborista Jeremy Corbyn -de 70 años- se ha convertido en una extraña criatura política de estudio para los analistas. Su clara ideología marxista crea pavor en la City. Su ambigüedad ante el Brexit resulta ya hasta cómica (el público no contiene la carcajada en los debates televisados). Las acusaciones de antisemitismo son un lastre que no consigue quitarse. Y sus ratios de popularidad son los peores que haya conseguido nunca un líder de los principales partidos en la historia del Reino Unido.

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