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Qué hay detrás de la rebelión de España contra el eje francoalemán en la UE
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La UE de las tribus

Qué hay detrás de la rebelión de España contra el eje francoalemán en la UE

Italia y Polonia se unen a las peticiones de Alemania y Francia para que Bruselas permita “gigantes europeos”, a lo que se opone España porque serán en realidad “gigantes alemanes”

Foto: Pedro Sánchez, junto a otros líderes europeos. (Reuters)
Pedro Sánchez, junto a otros líderes europeos. (Reuters)

Cuando Margrethe Vestager, comisaria europea de Competencia, vetó la fusión de los gigantes Alstom y Siemens, que habrían creado una enorme empresa europea, Berlín y París sacaron los cuchillos y no se escondieron a la hora de atacar a la danesa, que tuvo que defenderse como pudo ante el silencio del resto del club. La primera voz que salió en defensa de su rol como salvaguarda contra la competencia desleal de las grandes empresas y en contra de los intentos francoalemanes fue la de Nadia Calviño, a la sazón ministra de Economía española.

Es una de las consecuencias directas y más rápidas que puede generar el Brexit: la salida del Reino Unido elimina el contrapeso a Francia y Alemania en materia de competencia. Entonces, la ahora vicepresidenta fue clara: "La Comisión Europea está constantemente reflexionando, tratando de ver cómo se puede mejorar la política de competencia. Es un proceso deseable el de reflexión, siempre y cuando lleve a un refuerzo de esta política, y no a un debilitamiento".

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (Reuters)

Ahora, fuentes diplomáticas españolas se reafirman en la postura que Calviño mostró entonces, y aseguran que "gigantes europeos" quiere decir en realidad "gigantes alemanes" que dejarían fuera de juego, o muy debilitadas, a empresas de otros países miembros. Esas mismas fuentes se mostraron preocupadas por la ofensiva de Berlín y París por desmontar las actuales normas de competencia en la UE.

El silencio que se generó cuando el eje francoalemán atacó a Vestager ha ido tomando forma y España está visiblemente sola en este pulso. Los ministros de Economía y Finanzas de Francia y Alemania, pero también de Italia y Polonia, enviaron este jueves una carta a la vicepresidenta ejecutiva a cargo de Competencia, la propia Vestager, exigiendo cambios en las reglas.

placeholder Margrethe Vestager (EFE)
Margrethe Vestager (EFE)

Las fuentes diplomáticas explicaron que España no desea entrar en el eje francoalemán y que buscará "alianzas de geometría variable": en cada momento y dependiendo de cada debate, Madrid tiene que tejer alianzas con unos o con otros, como ha demostrado el movimiento de los “Amigos de la Cohesión”, un grupo de Estados miembros sureños y del este que, a priori, no tienen muchos intereses comunes, pero que sí que han detectado el riesgo que genera la posible pérdida de fondos de cohesión en el próximo marco presupuestario de la UE.

En el caso de la competencia, España lo tiene difícil. Con Italia y Polonia firmando debajo de Alemania y Francia, a Calviño y al Ministerio de Exteriores de Arancha González Laya solo le queda intentar sumar fuerzas con países pequeños que ven amenazadas sus empresas en los sectores en los que pueda aparecer un gigante europeo.

Además, Madrid tiene que afrontar una traba seria: hay una creciente preocupación en Bruselas con respecto a China, y ese debate está abriendo más la puerta a los argumentos esgrimidos por París y Berlín a favor de grandes gigantes empresariales europeos, a pesar de que Vestager tiene claro que eso no habría salvado la fusión Alstom y Siemens.

Lograr hacer frente a los retos estratégicos que plantea Pekín sin destruir los cimientos de la competencia interna en Europa es una ecuación compleja, llena de matices y que admite la brocha gorda. Y en ese pulso España no lo va a tener fácil para lograr que se acepte un delicado equilibrio en el que se cambien las normas de competencia, se permita más manga ancha para sectores que pueden tener que plantar cara a China, y al mismo tiempo se proteja el ecosistema europeo.

Tras la decisión de vetar la mencionada fusión, Vestager dio una explicación al respecto: el ecosistema económico europeo está lleno de pequeños animales e insectos, delicados, que viven en un difícil equilibrio. Y si de repente entra un elefante en acción, todo el sistema se ve alterado. Eso no ha cambiado, pero en Bruselas sí existe la sensación de que no va a poder frenarse el debate mucho más.

¿Una España hanseática?

Si hay un club de "amigos" en la UE que es completamente opuesto a España esa es la llamada Nueva Liga Hanseática, un grupo de países que han tejido una alianza ante la salida británica para seguir defendiendo una agenda de ortodoxia fiscal, libre comercio y libre competencia, algunos de los campos que podían sufrir un vacío tras la salida británica.

Pero quizás sean los único aliados que le puedan quedar a España en la lucha por evitar que las normas de competencia beneficien a posibles conglomerados europeos. Países Bajos, Dinamarca y otros nórdicos, junto a los países bálticos, además de quizás algunos países pequeños del este y Portugal, son los únicos que pueden unirse a Madrid en su petición.

Además, la salida del Reino Unido genera otro desequilibrio: Francia gana más peso específico, y las visiones de París respecto a comercio son más proteccionistas. Para España eso es un riesgo. Una fuente diplomática española admite que el país salió de la crisis en los peores momentos gracias a una devaluación de los salarios.

En esa búsqueda de alianzas europeas, en la que España ahora se aleja del eje francoalemán, Madrid lo va a tener muy difícil. Fuentes diplomáticas aseguran que no quieren un esquema de alianza estática, pero eso le genera el riesgo de poder no llegar a establecer un grupo que apoye su agenda. El resto de países se están aglutinando, están empezando formar equipos y están estabilizando sus cooperaciones. El bloque del este, los Hanseáticos, el eje franco-alemán con Italia de nuevo a bordo. España apuesta por alianzas de “geometría variable”. Y para que eso salga bien debe tener más músculo y una agenda clara. Ahora, por lo menos, sabe qué puntos del menú quiere frenar. Es un primer paso.

Cuando Margrethe Vestager, comisaria europea de Competencia, vetó la fusión de los gigantes Alstom y Siemens, que habrían creado una enorme empresa europea, Berlín y París sacaron los cuchillos y no se escondieron a la hora de atacar a la danesa, que tuvo que defenderse como pudo ante el silencio del resto del club. La primera voz que salió en defensa de su rol como salvaguarda contra la competencia desleal de las grandes empresas y en contra de los intentos francoalemanes fue la de Nadia Calviño, a la sazón ministra de Economía española.

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