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Juego de espías chino en el corazón de la UE: ¿es Malta el caballo de Troya de Pekín?
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China habría usado su embajada para espiar

Juego de espías chino en el corazón de la UE: ¿es Malta el caballo de Troya de Pekín?

La suntuosidad de la embajada maltesa en Bruselas, reformada con la ayuda de Pekín, desató las alarmas sobre su uso para espiar a las instituciones europeas

Foto: Imagen: Enrique Villarino.
Imagen: Enrique Villarino.

En el número 25 de la calle Archimède de Bruselas, a tiro de piedra de la sede de la Comisión Europea, hay un edificio moderno de nueve pisos que alberga las embajadas de Malta ante la Unión Europea y ante Bélgica. Los 50 funcionarios que allí trabajan ocupan solo cinco plantas del inmueble. Su tamaño siempre pareció desproporcionado para la representación del Estado miembro más pequeño de la UE, cuya población no llega al medio millón de habitantes y con una renta per cápita ligeramente inferior a la española.

Quizá la explicación a esa sobredimensionada sede diplomática en el corazón del barrio europeo de Bruselas sea que en ella se trabajaba para defender los intereses de Malta y, con más sigilo, los de una superpotencia: China. "Espionaje: sombras chinas en la embajada de Malta en Bruselas", tituló hace 10 días el diario francés 'Le Monde' una larga investigación sobre la utilización de ese inmueble para labores de inteligencia a la que desde entonces se han añadido otros elementos.

Foto: Enrique Villarino.
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Hace ya 10 años que el MI6, la agencia de inteligencia exterior británica, advirtió a la Seguridad del Estado belga, el servicio secreto civil, que desde Dar Malta (nombre del edificio, que significa 'Casa de Malta', en maltés) se espiaba a las instituciones europeas con medios tecnológicos sofisticados manejados por agentes chinos. Alain Winants, director hace una década de la Seguridad, se lo comunicó al entonces ministro belga de Asuntos Exteriores, Didier Reynders, que decidió no dar publicidad al asunto, según el periódico parisino, que cita informes confidenciales belgas. El edificio goza de inmunidad diplomática.

El portavoz de este ministerio no confirmó ni desmintió la información que Josep Borrell, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, sí puso en duda. “Si los belgas tienen algo que decirnos lo harán, pero, por ahora, no ha sucedido”, declaró a un grupo de periodistas. Además de a la prensa, ahora deberá contestar a las preguntas que le han sido formuladas al respecto en el Parlamento Europeo.

China se encargó de la reforma del edificio

La Seguridad del Estado, a la que corresponde proteger de las miradas indiscretas a las instituciones europeas y a la OTAN y que está en manos de flamencos belgas, dio su versión a 'De Morgen', un rotativo de Flandes. “Los chinos estuvieron implicados en la reforma del edificio Dar Malta en 2007, lo que llamó nuestra atención sin que nos tuviera que alertar ningún servicio extranjero”, indicó una fuente. “Nunca hubo ninguna evidencia de que el espionaje chino se estaba desarrollando desde dentro del edificio”, añadió. Ni que decir tiene que la embajada china ante la UE también desmintió la acusación.

La Seguridad del Estado no goza, así como tampoco la policía federal belga, de muy buena reputación, por lo menos en el ámbito de la lucha antiterrorista. Algunos de sus fallos saltaron a la palestra hace cuatro o cinco años tras los atentados perpetrados en Bruselas y en Francia por jóvenes musulmanes residentes en Bélgica. A la hora de expulsar a espías no parece, sin embargo, haberle temblado el pulso, según informó a veces el propio servicio secreto belga con una transparencia inimaginable en el sur de Europa.

Foto: El pasaporte de Ibrahim El Bakraoui, en una imagen obtenida por el diario turco 'Daily Sabah'

Malta ingresó en la UE en 2004 y, pese a ser el más pequeño de sus socios, quiso disponer de una embajada de lo más fastuosa, más que las de otros Estados con más peso y que pertenecían desde hace más tiempo al 'club europeo'. Adquirió por 21 millones de euros un edificio del que solo dejó el esqueleto para reformarlo con los mejores materiales y la más alta tecnología. La operación era costosa y las autoridades chinas se ofrecieron a ayudarl0. Tardaron tres años en rehabilitarlo hasta que fue inaugurado en 2007.

El Gobierno de Malta publicó el 15 de mayo un comunicado asegurando que sufragó el coste de aquella reforma. “Solo el mobiliario fue donado por China e instalado de acuerdo con los protocolos apropiados de seguridad”, añadió. “El 80% de ese mobiliario ha sido eliminado a lo largo de los dos últimos años y sustituido por otro nuevo que llegó desde Malta”, concluía. El texto no precisa el importe de la obra, que fue desorbitado para el presupuesto de un país con la misma población que Málaga.

Pese al cumplimiento de esas reglas de seguridad, los diplomáticos malteses no se debían fiar mucho de los dispositivos regalados por China. Los televisores que les entregaron —también formaban parte del mobiliario— nunca fueron enchufados a la red, según reveló el diario 'Times of Malta'.

Vulnerabilidad de los pequeños Estados

Aunque quizás el espionaje chino haya sido de corta duración, el episodio de Dar Malta ilustra la vulnerabilidad de algunos pequeños Estados miembros, pero con acceso a información confidencial sobre el conjunto de la UE, ante la avidez de las grandes potencias. China apuesta por Malta y por eso está construyendo en La Valeta, en una parcela de 19.000 metros cuadrados, un edificio que usará como embajada. Una de sus empresas públicas, Shanghai Electric Power, adquirió hace un lustro una participación del 33% en Enemalta, la pequeña compañía energética local, por 250 millones de euros. Una cantidad que parece sobrevalorar a la firma maltesa.

Malta ha sido además uno de los dos países de la UE que han mostrado su interés por apuntarse a la ambiciosa iniciativa china Cinturón y Carretera (Belt and Road), consistente en erigir una vasta red mundial de conexiones terrestres, marítimas y digitales entre el Imperio del Centro y, entre otros continentes, Europa. EEUU ha mostrado sus reservas, porque teme que ese plan de infraestructura sin precedentes favorezca a las empresas chinas y potencie la influencia de Pekín.

Foto: Imagen de archivo de un tren en Alemania. (Reuters)

Haya sido o no advertida por la inteligencia británica de las intenciones de China en Bruselas, la Seguridad del Estado belga es consciente de la avidez del gigante asiático. En noviembre de 2018, hizo un sorprendente ejercicio de transparencia y publicó algunos extractos de un informe con los seis desafíos a los que se enfrentaba el país. La mitad de ellos estaban relacionados con el yihadismo y la radicalización de los musulmanes, pero el primero de la lista era China.

“En ningún caso las actividades de inteligencia chinas contra los intereses belgas y europeos van a disminuir”, señalaba el informe. Pekín recurre, para desarrollarlas, a “grupos de reflexión ('think tanks'), medios de comunicación y empresas públicas”. Su propósito es recabar información “sobre los proyectos de la UE y las relaciones entre sus Estados miembros”, añadía.

Su propósito es recabar información sobre los proyectos de la UE y las relaciones entre sus Estados miembros

Coincidiendo con la publicación de ese informe, las autoridades belgas detuvieron y, por primera vez, extraditaron a EEUU a un espía chino, Yanjung Xu, al que la Justicia estadounidense acusaba de haber recabado información clasificada sobre la industria aeronáutica. Justo un año después, la Seguridad del Estado expulsó a Xinning Song, director del Instituto Confucio en Bruselas, que trataba de poner en pie una red de colaboradores académicos, científicos...

La Fiscalía federal de Karlsruhe abrió, por último, en enero una investigación al que quizás ha sido el principal espía chino en Europa durante las tres largas décadas en que trabajó para la Comisión Europea y el Servicio de Acción Exterior Europeo: el alemán Gerhard Sabathil. En esta última institución, llegó a dirigir el área de Asia y por sus manos transitaba no solo la información elaborada por su propia casa sino buena parte de los telegramas cifrados de los, entonces, 28 Estados miembros.

En el número 25 de la calle Archimède de Bruselas, a tiro de piedra de la sede de la Comisión Europea, hay un edificio moderno de nueve pisos que alberga las embajadas de Malta ante la Unión Europea y ante Bélgica. Los 50 funcionarios que allí trabajan ocupan solo cinco plantas del inmueble. Su tamaño siempre pareció desproporcionado para la representación del Estado miembro más pequeño de la UE, cuya población no llega al medio millón de habitantes y con una renta per cápita ligeramente inferior a la española.

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