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Error tras error con las vacunas (y más): el fin de semana 'horribilis' de Von der Leyen
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PRESIDENTA DE LA COMISIÓN EUROPEA

Error tras error con las vacunas (y más): el fin de semana 'horribilis' de Von der Leyen

Los críticos consideran que la última semana ha confirmado las tesis que defendieron desde el primer momento: que la presidenta alemana no entiende la Comisión Europea

Foto: Von der Leyen. (Reuters)
Von der Leyen. (Reuters)

Ursula von der Leyen se hizo construir un piso en la decimotercera planta del edificio Berlaymont. Justo junto a su despacho como presidenta de la Comisión Europea. Para algunos, eso fue una muestra más del compromiso de la alemana con su trabajo, su entrega total. Para muchos fue la muestra de que la exministra de Defensa alemana iba a intentar pasar los próximos cinco años subida a la torre más alta de su castillo.

La que fue durante muchos años mujer de confianza de la canciller alemana Angela Merkel (la única ministra que ha estado presente en todos sus Gobiernos) llegó a Bruselas con su círculo cercano exportado directamente desde el ministerio de Defensa. Las críticas de los primeros días por su opacidad, su falta de comprensión de la política europea, la ausencia de conocimientos sobre el funcionamiento del Ejecutivo comunitario y su comunicación vacía y llena de eslóganes fueron continuas y se suavizaron durante la pandemia. Un año después, dentro de la Comisión Europea vuelven a señalar con dedo acusador.

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Las críticas van más allá de la gestión de las vacunas. La mayoría en el Ejecutivo comunitario siguen creyendo que esta estrategia es mucho mejor que cualquier otra de las que se barajaba: es la única que garantiza que Alemania, Francia y los países ricos de la Unión Europea no monopolizan toda la producción de dosis, permitiendo así que las vacunas se repartan de forma equilibrada por toda la Unión. Será más lento, pero es más justo. Y aumentará la velocidad en los próximos meses.

Las críticas van dirigidas a Von der Leyen, personalmente. Los críticos consideran que la última semana ha confirmado las tesis que defendieron desde el primer momento: que la presidenta alemana no entiende la Comisión Europea, que la dirige de forma personalista y mantiene en la oscuridad al resto del Ejecutivo comunitario. Que su círculo cercano monopoliza el poder de decisión.

El cabreo de Irlanda

Los errores han sido demasiados durante los últimos días, pero se han acumulado en las últimas horas. La situación se tensó cuando el viernes la Comisión Europea publicó la norma aprobada por vía de urgencia que permitiría a la Unión Europea imponer restricciones a las exportaciones de dosis de la vacuna producidas en territorio comunitario. Uno de los párrafos señalaba que la prohibición de la exportación incluía a Irlanda del Norte, algo prohibido en el Protocolo de Irlanda del Acuerdo del Brexit de enero de 2020. La UE invocó el artículo 16 de ese Protocolo para establecer las restricciones de exportación al Ulster.

Dublín enfureció. Lo hizo por dos razones: la primera, porque nadie les había consultado y, la segunda, porque echaba por tierra la estrategia defendida durante los cuatro años de negociaciones con el Reino Unido, en el que la prioridad siempre fue evitar una frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. El movimiento del Ejecutivo comunitario ponía en riesgo lo conseguido y abría la puerta a que el Gobierno británico pudiera hacer lo mismo en el futuro.

placeholder Von der Leyen en una rueda de prensa junto a Charles Michel. (Reuters)
Von der Leyen en una rueda de prensa junto a Charles Michel. (Reuters)

Von der Leyen tuvo que hablar con Londres y Dublín, calmar ánimos y acabar retirando del texto la referencia a Irlanda del Norte. Pero ¿es que Mairead McGuinness, comisaria irlandesa, no se había dado cuenta de eso? El problema fue que el círculo cercano de la presidenta de la Comisión Europea solamente facilitó la información poco antes de que se adoptara. McGuinness ha coordinado una crítica dura al Ejecutivo comunitario, señalando que no se había entendido por completo la realidad del artículo 16 y que habría que reflexionar a nivel interno, con una defensa de Von der Leyen: “He descubierto que es una líder increíblemente capaz”, señaló en una entrevista este fin de semana. Pero lo cierto es que no tuvo la información suficiente.

Una tónica habitual, según los críticos de dentro de la organización: la alemana mantiene a los comisarios en la oscuridad hasta el último momento. Esa fue una de las críticas que se le hizo a Von der Leyen durante la preparación del Fondo de Recuperación. Entonces las fuentes señalaban que la presidenta estaba asumiendo un rol de coordinadora entre Berlín y París, y que, si bien su papel fue importante, lo cierto fue que rebajó a la Comisión Europea a un papel de mediadora y mantuvo sin información a algunas de las figuras intermedias más destacadas.

Para los críticos la situación está clara: Von der Leyen cuenta con un círculo de colaboradores muy cercanos, prácticamente todos alemanes, pero que un año después siguen sin haber entendido cómo funciona Bruselas y que siguen sin apoyarse sobre aquellos que sí conocen mejor cómo funciona la institución y la política comunitaria. Las críticas muchas veces no van señaladas directamente contra ella, sino contra ese grupo cercano a la presidenta.

Foto: Banderas europeas frente a la Comisión. (EFE)

Uno de los errores en los que más insiste la alemana es en el de la comunicación. Von der Leyen lleva tiempo sin someterse a las preguntas de los corresponsales comunitarios, beneficia de forma continua a los medios de comunicación alemanes y su prioridad está siempre en dirigirse al público germano. Cuando el viernes la presidenta de la Comisión Europea tuvo que informar de que finalmente se publicaría el contrato con AstraZeneca lo hizo en una radio alemana, y cuando el domingo quiso anunciar que la farmacéutica entregaría nueve millones de dosis más, de nuevo, lo hizo en una televisión alemana.

Von der Leyen se encierra en su castillo en la comunicación del día a día. Salvo su presencia en la prensa alemana, la presidenta de la Comisión Europea limita su actividad mediática a los continuos vídeos que sube a Twitter con los anuncios que quiera hacer, esquivando de forma sistemática la sala de prensa.

El Rasputín de Berlaymont

Algunos en la Comisión Europea echan de menos a Martin Selmayr, el “villano favorito” de Bruselas durante la legislatura pasada, entre el 2014 y el 2019. Fue jefe de gabinete del presidente Jean-Claude Juncker y después ascendido de forma muy polémica al cargo de director general de la Comisión Europea. Tras la llegada de Von der Leyen, de su misma nacionalidad, tuvo que dimitir y fue enviado a la delegación del Ejecutivo comunitario en Austria.

Las críticas contra Selmayr eran feroces: aislaba a Juncker, filtraba toda la información que llegaba al presidente, actuaba con mano de hierro y hacía la vida muy difícil a aquellos que querían línea directa con Juncker. Le llamaban el “Rasputín del Berlaymont”. Pero incluso alguno de sus críticos entonces admiten ahora que, con todos sus errores, al menos Selmayr controlaba la situación, mientras que en este momento existe una desconexión entre el corrillo de cercano de Von der Leyen y el resto de los engranajes de la institución que están limitando su capacidad de acción.

Ursula von der Leyen se hizo construir un piso en la decimotercera planta del edificio Berlaymont. Justo junto a su despacho como presidenta de la Comisión Europea. Para algunos, eso fue una muestra más del compromiso de la alemana con su trabajo, su entrega total. Para muchos fue la muestra de que la exministra de Defensa alemana iba a intentar pasar los próximos cinco años subida a la torre más alta de su castillo.

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