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Así te has convertido en cómplice de un genocidio cultural sin enterarte de nada
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¿Qué está pasando en Xinjiang?

Así te has convertido en cómplice de un genocidio cultural sin enterarte de nada

El 20% del algodón mundial se produce en una región de China donde cientos de miles de personas de etnia uigur son obligadas a trabajos forzados en un intento de borrar su identidad

Foto: Activistas musulmanes, en Turquía, protestando contra los abusos de China contra los uigures en Xinjiang. (Reuters)
Activistas musulmanes, en Turquía, protestando contra los abusos de China contra los uigures en Xinjiang. (Reuters)

A menos de 24 horas para dejar el cargo de Secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo anunció que el Gobierno chino había cometido "genocidio y crímenes contra la humanidad" en su campaña de represión contra los uigures, una etnia musulmana que vive en la región de Xinjiang, al oeste de China. Pese a la contundencia de las palabras, no era un movimiento sorprendente tras los últimos acontecimientos.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU prohibió hace unas semanas la importación de algodón de Xinjiang por estar empleando "trabajo forzoso" así como estar llevando a cabo otras violaciones de derechos humanos. El golpe era duro, sobre todo porque la región de Xinjiang copa el 20% de la producción mundial de algodón. Pekín siempre ha insistido en que se tratan de campamentos de reeducación y centros para reducir la pobreza, pero tanto EEUU como diversas asociaciones han asegurado que son campos de concentración. Se calcula que alrededor de uno y tres millones de uigures podrían haber pasado por estos campos.

Cada vez menos expertos dudan de que lo que ha ocurrido en los últimos cuatro años en Xinjiang con la campaña de erradicación de la identidad uigur se puede catalogar como un "genocidio cultural". Este concepto fue acuñado por Raphael Lemkin, el abogado polaco que en la década de 1940 definió el término de 'genocidio'. Para Lemkin, esto iba más allá de la matanza indiscriminada de cierto grupo y lo definió como "la destrucción de una nación o de un grupo étnico". Esta destrucción, apuntaba Lemkin, pocas veces se lleva a cabo de forma inmediata acabando con todos sus integrantes, sino que se va implementando a través de "la erradicación sistemática" de las características culturales y su forma de vida. Y justo eso es lo que podría estar ocurriendo en Xinjiang.

Foto: Protestas contra Pekín por su tratamiento a los figures. (EFE)

"La gente tiene que entender que si ignoramos lo que está ocurriendo en Xinjiang, estamos siendo cómplices de un genocidio cultural, porque la mayoría de lo que tenemos en casa ha sido producido en China", explica Sean Roberts, experto en la etnia uigur y autor del libro 'The War on the uighurs: China's internal campaign against a muslim minority'. En marzo de 2020, en pleno inicio de la pandemia en Occidente, el Instituto de Política Estratégica de Australia (ASPI) publicó un informe titulado 'Uyghurs for sale: ‘Re-education’, forced labour and surveillance beyond Xinjiang', en el que identificaron hasta 83 empresas internacionales que se beneficiaban de la mano de obra de los uigures, forzados a trabajar en Xinjiang. Nike, Adidas, Inditex, Apple o Marks and Spencer estaban en la lista.

Roberts considera que el ataque indiscriminado del Partido Comunista chino contra los uigures, que se recrudece a partir de 2017, tiene sus raíces en la guerra del terror, iniciada por Estados Unidos tras los atentados de las Torres Gemelas, así como en la deshumanización de la religión musulmana por parte de los líderes occidentales. China, explica Roberts, tan solo se ha escudado en el concepto 'contraterrorismo' para llevar a cabo una de las violaciones de derechos más flagrantes del siglo XXI.

PREGUNTA. ¿Podría explicar lo que ha ocurrido en Xinjiang en los últimos cuatro años para alguien que no sepa nada?

RESPUESTA. El Estado chino está tratando de desplazar y borrar la identidad de los uigures. Lo relaciono mucho con el proceso del colonialismo. En particular, con el siglo XIX y principios del XX, cuando varios Estados europeos obligaron a muchos pueblos a cambiar sus tradiciones y culturas. Es sorprendente ver que sigue ocurriendo en el siglo XXI. Es ilógico, pero ahí lo tenemos. La experiencia colonial en China ha sido muy gradual.

Foto: Un grupo de militares vigila una calle de Kashgar, la capital histórica de Xinjiang, en marzo de 2017. (Reuters)

P. Usted relaciona lo que está pasando allí con la idea de 'la guerra contra el terror' iniciada por países occidentales en 2001 tras el atentado contra las Torres Gemelas.

R. La guerra global contra el terror afectó a todos los musulmanes, porque los etiquetaba como un pueblo peligroso. En cierto modo, los deshumanizó, justificando la suspensión de sus derechos humanos. Una de las razones por las que China no ha sido criticada por lo que ocurre en la región uigur es que justifica lo que está haciendo como un ejercicio de contraterrorismo. "Esta gente es peligrosa", dicen. Y China trata de relacionarlo con movimientos que han hecho otros países contra el terrorismo islámico. Ese es un problema más amplio que tanto Europa como EEUU deben tratar y solucionar: cómo la guerra contra el terrorismo islámico ha acabado etiquetando a todos los musulmanes como peligrosos. Y esto es lo que ocurre en China. El problema no es que unos pocos sean extremistas. El problema es la religión.

P. Muchas veces, los uigures, aunque no tengan un pasado extremista, acaban en un centro de reeducación o, mejor dicho, en un campo de concentración. Según las informaciones de medios internacionales, da la sensación de que las autoridades chinas no hacen distinción alguna.

R. Una gran proporción que sufre estas campañas son intelectuales seculares. ¡Eran miembros del Partido Comunista chino! Han sido etiquetados como terroristas por el simple hecho de ser uigures. En China, piensan que el islam es una religión peligrosa y, por tanto, la cultura uigur lo es porque tiene sus raíces en el islam. Pero, al final, la cuestión que se esconde detrás es sobre el territorio. El hecho de que el Gobierno chino considere el territorio uigur como "extremadamente importante" para su propio desarrollo es clave.

Foto: Ilham Tohti, economista y defensor de los derechos de la minoría musulmana uigur en China. (EFE)

P. ¿Cree que han tenido éxito en su campaña de erradicación de la cultura uigur? Algunos expertos dicen que podría tener un efecto adverso, crear un sentimiento identitario más profundo aún.

R. Sí, es cierto. De alguna forma, ya ha tenido efectos adversos. Para el Gobierno chino, no existe una salida fácil a la situación actual. Si de repente decidiera dejar salir a cualquier persona que estuviera en un campo de internamiento o arrestado, habría muchos uigures muy enfadados que podrían hablar. Con su política uigur, el Gobierno chino se ha arrinconado a sí mismo en una esquina. Tendrá que hacer cambios dramáticos para evitar una catástrofe. Si continúa así de forma indefinida, podría conducir a la destrucción cultural y a la despoblación de los uigures de la misma forma que ocurrió con los pueblos nativos de EEUU. Podría ser exitoso a largo plazo, pero mi experiencia personal es que los uigures son muy resistentes.

P. Hablemos de lo que ocurre en los campos de internamiento. Hace unos meses, AP News reveló que China está tratando de reducir al mínimo la natalidad de los uigures a través de esterilizaciones. Otro de los aspectos que me sorprendieron y horrorizaron es que los internados se ven obligados a criticarse a sí mismos para avanzar.

R. Los campos difieren mucho entre ellos según el tratamiento a la gente. Pero sabemos que en todos estos campos se dedica mucho tiempo a dar forma a las ideas sobre el islam, el Partido Comunista chino, etc. Gente que ha podido escapar repite una y otra vez que los internados se ven obligados a explicar los "errores de su pasado". Muchas veces, están relacionados con la religión. Un error del pasado podría ser tan simple como haber ido a la mezquita o haber estudiado el Corán. Este tipo de cosas son elementos que, si estás en un campo de internamiento, tienes que entender por qué están 'mal'. Debilita mucho psicológicamente criticarte a ti mismo una y otra vez. Recuerda a los peores tiempos de Mao, cuando se obligaba a la gente a que criticara su pasado. Pero hay un elemento clave que explica por qué esta situación es diferente a la Revolución Cultural: esta vez, está motivado étnicamente. No todos los chinos se ven obligados a pensar en su pasado y a culparse a sí mismos.

La gente ha sido desplazada a campos de internamiento en Xinjiang porque ha rechazado beber alcohol o se ha negado a fumar tabaco

P. Usted explica que la vida en la región de Xinjiang no solo es complicada en los campos de internamiento, sino también fuera. Si rechazas fumar o beber alcohol, puede que acabes en la cárcel.

R. El sistema de internamiento está basado en cuotas. El Estado les dice a los funcionarios locales: tienes que encontrar X número de extremistas en tu comunidad. Y eso provoca definiciones muy arbitrarias sobre lo que en realidad significa 'comportamiento extremista'. La gente ha sido desplazada a campos de internamiento porque ha rechazado beber alcohol, se ha negado a fumar tabaco, etc. Y asume que lo hace por su código del islam. ¿Eso es comportamiento extremista? Para otros funcionarios, la clave es si tienen relación con gente en otros países musulmanes. Otros han sido mandados a campos de internamiento si tenían libros religiosos en sus casas.

placeholder Protesta en India contra los campos de internamiento chinos en Xinjiang. (EFE)
Protesta en India contra los campos de internamiento chinos en Xinjiang. (EFE)

P. ¿Cree que los chinos saben lo que está ocurriendo en Xinjiang?

R. La mayoría no. Tengo compañeros que han tratado de seguir lo que los chinos en Xinjiang piensan y varía mucho. Algunos compran la idea de que los uigures son extremistas. Otros, sin embargo, están incómodos porque su vida se ha vuelto más difícil. En Xinjiang, hay un control tecnológico bestial y también afecta a aquellos que no son uigures. Incluso aunque el objetivo son los uigures, también ha afectado a algunos Han. En general, fuera de Xinjiang muy pocos saben qué está pasando con los uigures. Muchos asumen que es una forma adecuada de tratar una amenaza terrorista. Otros no tienen ni idea, porque la propaganda china ha dado muchas justificaciones. Algunas veces, sugieren que solo es sobre entrenamiento vocacional y disminuición de la pobreza en la región uigur, les dan las herramientas que necesitan para ser más exitosos, etc. Otras veces, usan la justificación terrorista.

Por eso, muchos chinos piensan que toda la información sobre los campos de internamiento es propaganda internacional. Los líderes chinos tratan de relacionar los ataques con la competición geopolítica con Estados Unidos, sugiriendo que estas acusaciones buscan frenar el crecimiento chino en la economía global. Antes has dicho que en Occidente mucha gente no sabe lo que está pasando en Xinjiang. En China tampoco.

Foto: El expresidente de EEUU Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping. (Reuters) Opinión

P. ¿Cree que si fuera un país más pequeño el que estuviera encerrando a uigures en campos de internamiento la comunidad internacional haría algo más?

R. Sí, por supuesto. Una de las cosas que hemos visto es que el Gobierno chino ha tratado de recabar apoyos en la ONU para que otros países lo apoyen con Xinjiang. Hay muchas naciones que han pedido que se investigue lo que está ocurriendo, mientras que otras dicen que no hay nada que hacer ahí. Dice mucho del creciente 'soft power' chino. Otra pregunta es qué haría el resto de países si fuera una nación de tamaño medio. El genocidio contra los rohingya, por ejemplo, demuestra que la comunidad internacional a veces puede hacer muy poco. Por otro lado, es muy importante saber que se pueden tomar medidas. Cuando piensas en China, te das cuenta de que todo el mundo está interactuando comercialmente con ellos. Eso significa que si ignoramos lo que está ocurriendo en Xinjiang, somos cómplices del genocidio cultural, porque la mayoría de lo que tenemos en casa ha sido fabricado en China. Y muchos, aunque sean productos occidentales, han sido producidos por uigures en programas de trabajo. Y así es como los países occidentales podrían influir, diciendo: "No vamos a ser cómplices, vamos a dejar de comprar estos productos".

Somos cómplices si ignoramos lo que ocurre en Xinjiang, porque la mayoría de lo que tenemos en casa ha sido fabricado en China

P. ¿Cree que la respuesta de EEUU y Europa será cada vez más intensa contra China por Xinjiang?

R. Pienso que sí. No tengo una bola de cristal, pero veo que, poco a poco, coge más tracción. Espero que la Administración de Biden muestre una postura más dura y consiga construir una coalición internacional respecto al tema. Es muy fácil tomarlo como parte de la creciente tensión entre EEUU y China o como parte del enfrentamiento geopolítico. Pero no debería ser así. Esto no tiene nada que ver con la geopolítica. Tenemos que reconocer que la situación solo cambiará si el deseo político viene de China, pero la presión económica podría influir en la decisión del Gobierno.

P. ¿Cuál ha sido la respuesta del mundo musulmán?

R. Turquía, por ejemplo, a veces es crítica contra China pero, otras veces, parece que es cómplice. La mayoría de los países musulmanes están muy interconectados económicamente con China y prefieren no decir nada. Sin embargo, como cada vez hay más información de lo que ocurre en Xinjiang, los musulmanes muestran una mayor preocupación. En los países musulmanes que tienen información libre, es más probable que los musulmanes protesten. Estoy pensando en Indonesia, Malasia o Turquía. Por supuesto, debería afectar a todos los musulmanes del mundo, porque es un ataque directo contra su religión.

A menos de 24 horas para dejar el cargo de Secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo anunció que el Gobierno chino había cometido "genocidio y crímenes contra la humanidad" en su campaña de represión contra los uigures, una etnia musulmana que vive en la región de Xinjiang, al oeste de China. Pese a la contundencia de las palabras, no era un movimiento sorprendente tras los últimos acontecimientos.

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