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Bruselas y Londres se acercan a un nuevo choque frontal por Irlanda del Norte
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Bruselas y Londres se acercan a un nuevo choque frontal por Irlanda del Norte

La Comisión Europea ha perdido la paciencia con Londres tras meses intentando que aplique el Protocolo de Irlanda del Norte sin éxito, lo que les acerca a un nuevo choque de trenes

Foto: Conversaciones entre el vicepresidente de la Comisión Europea Maros Sefcovic y el ministro británico David Frost. (Reuters)
Conversaciones entre el vicepresidente de la Comisión Europea Maros Sefcovic y el ministro británico David Frost. (Reuters)

Desde que el Reino Unido abandonó la Unión Europea la Comisión Europea espera con una mezcla de paciencia e inquietud a que el Gobierno británico se implique en la aplicación del Protocolo de Irlanda del Norte, la clave de bóveda del acuerdo de retirada firmado en 2020 y que es fundamental para mantener la frontera abierta entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, una condición central de los Acuerdos del Viernes Santo que pusieron fin a la violencia en la isla tras cobrarse unas 3.000 víctimas en la segunda mitad del siglo XX.

En Bruselas la sensación es de que el Gobierno británico está jugando con su tiempo, dando patadas hacia delante y evitando tomar decisiones, y que sencillamente no tiene intención de aplicar el Protocolo. Hay una renovada sensación de provocación del lado británico, especialmente por parte del hombre al mando de las negociaciones, David Frost. El acuerdo firmado por Londres y Bruselas requiere que los productos que crucen de Gran Bretaña a la provincia británica de Irlanda del Norte pasen una serie de controles, de forma que no puedan entrar “por la puerta de atrás” en el Mercado Interior europeo aprovechándose de la inexistencia de controles entre el Ulster y la República de Irlanda.

Foto: EC.
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Sin esos controles entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, una carne que no cumple con las normas europeas, podría dirigirse hacia Belfast, luego bajar hasta Dublín y de ahí ser exportada a cualquier país europeo sin controles. Y eso es abrir un enorme agujero en el Mercado Interior que, potencialmente, puede llevar al Reino Unido a tener una puerta de atrás hacia él sin tener que cumplir con ninguna de las obligaciones que requiere, algo que era el objetivo final de muchos euroescépticos: mantener los privilegios económicos sin ninguna de las obligaciones vinculadas.

Ahora el Gobierno británico dice que subestimó la complejidad de los controles que deben realizarse en el mar de Irlanda y la capacidad que tienen de interrumpir el comercio entre ambas islas. Downing Street ya ha tomado medidas unilaterales para mantener la circulación de bienes entre el Reino Unido e Irlanda, algo que Bruselas no ha dudado en calificar como una nueva violación del derecho internacional. Pero eso no ahuyenta a Boris Johnson, primer ministro británico, que está dispuesto a volver a hacerlo, porque el próximo 30 de junio finaliza un periodo de gracia durante el cual los productores británicos podían seguir enviando bienes a Irlanda del Norte, algo que ya no se podrá hacer en el caso de algunos productos cárnicos, fundamentalmente procesados, al no poder comprobarse que cumplen con las normas europeas. Eso ha hecho que la prensa británica bautice este nuevo choque como “la guerra de las salchichas”.

La perspectiva de una nueva medida unilateral por el lado británico ha provocado una reacción inmediata en el lado europeo. “Estamos dispuestos a utilizar los diversos medios a nuestro alcance para proteger nuestros intereses y asegurar la integridad del mercado interior, para asegurarnos de que se respeten los acuerdos y también para proteger el Acuerdo del Viernes Santo”, ha asegurado este miércoles ante el Pleno del Parlamento Europeo el belga Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, el foro de líderes de la Unión.

placeholder Un manifestante contra el Protocolo de Irlanda frente a la asamblea norirlandesa en Belfast. (Reuters)
Un manifestante contra el Protocolo de Irlanda frente a la asamblea norirlandesa en Belfast. (Reuters)

Reunión sin éxito ni fracaso

Este miércoles se han reunido el negociador de lado británico, David Frost, con el vicepresidente de la Comisión Europea a cargo de la implementación de los acuerdos con el Reino Unido, Maros Sefcovic. Como estaba previsto nada ha cambiado tras un encuentro que Frost ha calificado de “franco”, que en argot diplomático suele ser sinónimo de increíblemente tenso. El diplomático británico ha vuelto a calificar de “purista” la posición europea.

No hay una solución sencilla a los problemas que hay sobre la mesa. Desde luego no para el Reino Unido. Para la Unión Europea la solución consiste en que Londres acepte y se alinee con las normas veterinarias y fitosanitarias de la Unión, de forma que Bruselas tenga la garantía de que los productos que cruzan el mar de Irlanda cumplen con sus estándares, y por lo tanto no tengan que ser frenados en Liverpool o algún otro puerto británico.

Sefcovic está de acuerdo con Frost en que el Gobierno británico no entendía la magnitud de las consecuencias del Brexit que negoció, aunque están en desacuerdo en un punto fundamental: eso solamente es responsabilidad del lado británico, no del europeo. “Puede ser que nuestros socios británicos no pudieran estimar completamente el total de las consecuencias del Brexit que han elegido, qué significaría salir del mercado único, la Unión Aduanera, lo complejo que sería para las empresas”.

placeholder Reunión entre Sefcovic y Frost en Londres. (Reuters)
Reunión entre Sefcovic y Frost en Londres. (Reuters)

El encuentro ha sido tenso, y Sefcovic no lo ha escondido, haciendo público que las primeras medidas unilaterales tomadas por el Reino Unido se anunciaron solamente unas horas antes de la primera llamada telefónica entre Frost y el vicepresidente de la Comisión Europea. “No era la mejor forma de iniciar una nueva relación”, ha explicado Sefcovic en una rueda de prensa en la que se ha mostrado visiblemente irritado. En los próximos días se espera que el asunto se trate también en el marco de la reunión del G7 que se celebra en Cornualles, donde los líderes europeos tienen esperanzas en que el presidente americano, Joe Biden, presione a Johnson para que cumpla con sus compromisos.

La tensión también sube sobre el terreno. Ya van varios capítulos desagradables que hacen que crezca la preocupación en Bruselas y otras capitales, y está previsto que en las próximas semanas siga aumentando el nerviosismo, con nuevas protestas de la comunidades protestantes del Ulster, que ven en estas medidas un intento europeo por empujar a la provincia británica hacia una unión forzosa con la católica y comunitaria República de Irlanda.

Otro asunto del que han discutido Sefcovic y Frost en unos encuentros que el europeo ha calificado de “muy difíciles” ha sido el asunto de la detención de ciudadanos comunitarios en las fronteras británicas, siendo encerrados en centros de detención durante días, que es solamente una muestra más de los numerosos roces que en estos días viven las relaciones entre ambos bloques.

Desde que el Reino Unido abandonó la Unión Europea la Comisión Europea espera con una mezcla de paciencia e inquietud a que el Gobierno británico se implique en la aplicación del Protocolo de Irlanda del Norte, la clave de bóveda del acuerdo de retirada firmado en 2020 y que es fundamental para mantener la frontera abierta entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, una condición central de los Acuerdos del Viernes Santo que pusieron fin a la violencia en la isla tras cobrarse unas 3.000 víctimas en la segunda mitad del siglo XX.

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