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Eslovenia estrena presidencia de la UE bajo las sombras de su primer ministro
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Inicia mandato de seis meses

Eslovenia estrena presidencia de la UE bajo las sombras de su primer ministro

La tendencia autoritaria de Janez Jansa, líder esloveno ultraderechista y aliado fiel de Viktor Orban, preocupa en Bruselas

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto al primer ministro esloveno, Janez Jansa. (EFE)
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto al primer ministro esloveno, Janez Jansa. (EFE)

Relevo en la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea. Portugal pasa el testigo a Eslovenia, que ocupará la presidencia por segunda vez desde su entrada en el club comunitario en 2004. Los seis meses que durará, hasta diciembre de 2021, estarán marcados no solamente por la agenda que dicte Liubliana, sino también por las sombras que se ciernen sobre el país balcánico por la tendencia autoritaria de su primer ministro, Janez Jansa.

Las presidencias rotatorias tienen más peso de lo que muchos creen. Están al frente de la dirección del trabajo más técnico en todas las capas del Consejo, que es el órgano en el que se reúnen los ministros y secretarios de Estado, así como las instituciones preparatorias en las que están representados los técnicos y diplomáticos que trabajan en las representaciones permanentes ante la Unión Europea. La presidencia es, por ejemplo, quien representa al Consejo en los llamados “trílogos”, las negociaciones con la Comisión y el Parlamento Europeo en las que se cierran los acuerdos sobre la nueva legislación europea. Una buena presidencia no se nota mucho: trabaja de forma discreta, media entre Estados miembros y busca que todo funcione de forma engrasada, sin estridencias. Pero una mala presidencia se nota y mucho, porque entorpece unos trabajos que tienen que avanzar sin perturbaciones.

Las presidencias se organizan por “tríos” que marcan los objetivos a largo plazo, para evitar que cada seis meses haya bandazos y cambios en las metas. En el caso de la eslovena su trío lo conforman Portugal y Alemania, que han dejado, por lo general, un buen sabor de boca en la inmensa mayoría de las delegaciones, especialmente en el caso de la presidencia alemana, que tuvo que gestionar las difíciles negociaciones del Fondo de Recuperación.

Foto: Janez Jansa, primer ministro de Eslovenia, durante una cumbre en Bruselas. (EFE)

Liubliana ha señalado como su principal objetivo el seguir profundizando en la agenda de “resiliencia”, tanto económica como sanitaria, y “autonomía estratégica” de la Unión Europea, además de la implementación del Fondo de Recuperación de 750.000 millones de euros, que comenzará a funcionar de manera efectiva bajo su presidencia: los primeros desembolsos se esperan para finales del mes de julio. Además, el equipo esloveno propone construir “una Unión Europea de la Salud”. También pone el acento sobre los trabajos de la Conferencia del Futuro de Europa, una idea patrocinada por el presidente francés Emmanuel Macron con la que se busca involucrar a los ciudadanos en los debates sobre el futuro de la Unión Europea.

Pero hay algo que revela claramente cuál es la principal preocupación de una presidencia: el tema al que dedica la cumbre informal que los jefes de Estado y de Gobierno celebran en el propio Estado miembro que ostenta la presidencia. En el caso de Alemania fueron las relaciones con China, aunque finalmente no se pudo celebrar por la pandemia, y en el caso portugués fue una cumbre social. Liubliana dedicará su cumbre a los Balcanes Occidentales, como por ejemplo ya hizo la presidencia búlgara.

Foto: Imagen: Irene de Pablo.
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Nacho Alarcón. Bruselas Ilustración: Irene de Pablo

Eslovenia es uno de los Estados miembros que más empujan para que la Unión Europea abra la puerta ya a algunos otros países de los Balcanes. Solamente Croacia y la propia Eslovenia han logrado su entrada en el club y Liubliana cree que hay que acelerar el proceso para Serbia y Montenegro. En todo caso es un error creer que ese es un debate inocente: es muy complejo y puntiagudo. Hace unos meses el equipo de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, recibió un “non paper”, un documento de trabajo informal, en el que se proponía disolver Bosnia y Herzegovina, cediendo gran parte de su territorio a Serbia y a Croacia, una idea que no sentó nada bien en algunas capitales y en algunos círculos. No se sabe exactamente quién es el autor de ese documento, pero muchos sospechan que vino del equipo de Jansa, reforzando el temor al uso que se pueda hacer de la presidencia.

Un primer ministro problemático

La gran sombra de la presidencia eslovena la de Jansa, un líder de extrema derecha con tendencia autoritaria y que ataca de manera sistemática a la prensa, la oposición y las instituciones. Considerado por muchos como un héroe del proceso de independencia por su papel como ministro de guerra durante la breve guerra de independencia frente a Yugoslavia, Jansa es hoy un estrecho aliado de Viktor Orbán que intenta replicar algunos de los métodos que le han permitido al húngaro cimentar su poder en el país vecino, aunque por ahora sin éxito gracias a una oposición mucho más activa y a una política eslovena que es, en general, mucho más inestable que la húngara. Budapest y la red de aliados empresariales y políticos de Orbán tiene una gran influencia sobre Jansa y sus círculos más cercanos.

El problema va más allá de ser una cuestión de liderazgo autocrático. La Comisión Europea ya tiene problemas reales con Liubliana. El más claro ejemplo es el bloqueo que el Gobierno de Jansa está planteando a la Fiscalía europea (EPPO), dirigida por la rumana Laura Kövesi, al no nombrar a los fiscales que le corresponden a Eslovenia y que deben ayudar a la oficina de Kövesi, con sede en Luxemburgo, a investigar posibles fraudes relacionados con el presupuesto europeo en el país.

Relevo en la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea. Portugal pasa el testigo a Eslovenia, que ocupará la presidencia por segunda vez desde su entrada en el club comunitario en 2004. Los seis meses que durará, hasta diciembre de 2021, estarán marcados no solamente por la agenda que dicte Liubliana, sino también por las sombras que se ciernen sobre el país balcánico por la tendencia autoritaria de su primer ministro, Janez Jansa.

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