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El partido clave para gobernar Alemania avisa: la orgía de deuda pública tiene que terminar
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EL MINISTERIO DE FINANZAS, EN JUEGO

El partido clave para gobernar Alemania avisa: la orgía de deuda pública tiene que terminar

De cara a las elecciones, se ha hablado mucho en Alemania del auge y caída de los Verdes, del derrumbe de la CDU y la resurrección de los socialdemócratas. Pero quienes pueden ser decisivos son los liberales

Foto: Christian Lindner, líder del FDP, en la convención del partido el pasado 19 de septiembre. (Reuters)
Christian Lindner, líder del FDP, en la convención del partido el pasado 19 de septiembre. (Reuters)

Si hay un líder en Alemania que ha entendido por dónde sopla el viento de la política pospandémica, ese es Christian Lindner. 'No podemos seguir como hasta ahora', se puede leer en un cartel electoral por las calles de Múnich, resumiendo el hartazgo por las restricciones por el coronavirus y la necesidad de cambio tras 16 años de Angela Merkel. Su partido, el FDP, ha pasado de rondar el 5% en enero a superar el 10% en las encuestas, suficiente para que la prensa nacional haya apodado a Lindner, uno de los pocos políticos que causan verdadera admiración o repulsa según a quién preguntes en el país germano, como el posible hacedor de reyes ('kingmaker') de la política alemana.

Pero más que inclinar la balanza de un lado u otro, Lindner tiene un objetivo político muy claro. En una reciente columna de opinión en 'The Guardian', el historiador Timothy Garton Ash revelaba una conversación con el político de 43 años en la que el líder del FDP ironizaba que en Berlín solo existe un ministerio. Y ese ministerio es el de Finanzas. El mismo ministerio que él está tan empeñado en conseguir, y, de lograrlo tras las elecciones de este domingo, esto podría afectar al rumbo económico de Europa y, por consiguiente, de España.

"Hay tres razones por las que nuestro partido no ha parado de crecer en los últimos meses", explica Konstantin Kuhle, diputado nacional del FDP, en un perfecto español a El Confidencial. "La primera es que hemos sido el partido que ha defendido las libertades de los individuos durante la pandemia, y la gente, confinada en sus casas, lo ha apreciado. La segunda es que, al contrario que muchos partidos liberales en Europa, nosotros no estamos divididos entre dos formaciones en que unos defienden más la libertad económica y otros la libertad personal. Aquí cabemos todos. Y la tercera es la debilidad de los conservadores".

Foto: Publicidad electoral de los liberales en Berlín (Reuters) Opinión

Durante décadas, el FDP se ha erigido como el partido bisagra por excelencia de la política alemana. Un partido que se sentía bien siendo tan minoritario como decisivo. Pero tras gobernar en coalición con Merkel entre 2009 y 2013, en plena crisis del euro, desaparecieron del mapa porque no alcanzaron el umbral del 5% en las siguientes elecciones. Después de unos años difíciles, ahora encaran estos comicios erigiéndose, de nuevo, en el partido que tiene las llaves de la cancillería. Por primera vez en la historia moderna del país, si las encuestas no fallan, se necesitarán tres partidos para formar un Gobierno. Y, salvo sorpresa de última hora o un Gobierno completamente de izquierdas, el FDP estará en la coalición de gobierno.

placeholder Konstantin Kuhle, diputado de FDP, en un acto de 2017. (Getty)
Konstantin Kuhle, diputado de FDP, en un acto de 2017. (Getty)

La más probable es la llamada 'coalición semáforo' (por los colores de los partidos integrantes), compuesta por el propio SPD, los Verdes y el FDP. Sin embargo, Lindner ha dejado caer en campaña que ve muy difícil que encajen los tres partidos. Pese a que el partido de centro izquierda de Scholz haya adelantado a la CDU en las encuestas, los liberales defienden como primera opción la 'coalición Jamaica' (CDU, Verdes y FDP). El motivo es sencillo: su política fiscal y económica tiene muchos más puntos en común con la CDU.

El temor a la deuda pública

La política fiscal es probablemente el área que más separa a verdes y socialdemócratas de los liberales en la coalición semáforo. Durante años, la izquierda alemana ha representado a los liberales como el partido de los ricos. “Alemania sería una república bananera si Lindner fuera el ministro de Finanzas: políticas para los ricos, lobistas y grandes empresas”, tuiteaba hace poco un diputado de Die Linke, de izquierda radical.

Sin embargo, son esas mismas políticas que critica la izquierda, unidas al escepticismo del FDP con las restricciones durante la pandemia en los últimos meses, lo que ha provocado que Lindner se haya vuelto a ganar el respeto entre los votantes de centro y de derecha. Porque, especialmente desde la crisis del euro que sembró la discordia entre los países del norte y del sur de Europa, los partidos conservadores alemanes que hacen campaña a favor de la austeridad y la ortodoxia fiscal suelen ser recompensados por sus votantes. "Los socialdemócratas dicen que todo se puede pagar con más deuda", explica Kohle, uno de los diputados más jóvenes del Bundestag con apenas 32 años, "pero a mí me parece un camino muy peligroso".

Foto: Angela Merkel. (Getty)

El partido de Lindner, quien lidera la formación desde su batacazo en 2013, ha reiterado una y otra vez que no aceptará subidas de impuestos ni tampoco tocará el freno de la deuda, una herramienta en la Constitución que limita la capacidad del Gobierno de endeudarse con un déficit anual por debajo del 0,35% del PIB. “Lindner ha sido muy claro: el freno de la deuda es más importante que el cero negro”, dice Kuhle en referencia a otro compromiso alemán de tener las cuentas equilibradas que durante años ha sido un fetiche para los conservadores de la CDU.

“De esta forma, la Constitución ofrece la posibilidad de endeudarse si un país se encuentra en crisis o ante una emergencia”, añade Kuhle. “Y ayuda al Estado a decidir cuáles son sus prioridades para invertir. Alemania debe ser un ejemplo en Europa: no podemos hablar con países como España, Italia o Grecia y decirles lo que tienen que hacer en materia fiscal si nosotros ni siquiera estamos cumpliendo con nuestros propios principios”.

Algunos analistas alemanes han escrito que detrás del escepticismo de Lindner con la coalición semáforo no hay más que una estrategia para conseguir una posición de fuerza en las futuras negociaciones de gobierno y pedir así el sillón del todopoderoso Ministerio de Finanzas. Pero si como enseña la serie televisiva 'Mad Men' la mejor forma de adivinar el comportamiento de alguien es mirando lo que ha hecho en el pasado, Lindner podría estar hablando en serio.

El halcón Lindner

Tras las elecciones de 2017 y sin mayoría absoluta, Merkel inició conversaciones con los Verdes y los liberales para constituir la coalición Jamaica. Tras varias semanas de tiras y aflojas, Lindner se retiró de las negociaciones. "Prefiero no gobernar a gobernar mal", dijo después. El movimiento fue un mazazo para la popularidad del partido y surgieron dudas de su liderazgo. Sin embargo, cuatro años más tarde, le confiere la suficiente credibilidad entre los votantes de centro derecha que no confían en Laschet, pero no quieren dar carta blanca a los Verdes.

Foto: El Confidencial Diseño.

"Christian Lindner ha logrado crear un electorado que siempre va a votar por nosotros. Solo una vez nos hemos encontrado por debajo del 5% en estos últimos cuatro años", reitera Kuhle.

Una de las críticas que más se le achacan al FDP es su supuesto euroescepticismo, especialmente en temas fiscales. Kuhle lo niega e insiste en que son marcadamente "europeístas". Lindner ya ha advertido de que si llega al poder, aunque buscará ser el defensor de la estabilidad en Europa y reducir la divergencia económica entre norte y sur, no lo hará a través de transferencias sino a través de ayudas al sector privado. “Hay varios campos donde buscamos más integración en Europa, pero se necesita algún elemento de competencia”, subraya Kuhle.

Si el FDP ocupa el Ministerio de Finanzas, algo a lo que 'a priori' socialdemócratas y Verdes se mostrarán reticentes si gobiernan con ellos, los países frugales del norte de Europa podrían sentirse con fuerza para exigir una vuelta a la ortodoxia económica y restablecer las normas fiscales europeas congeladas por la pandemia. Es decir, reducir el déficit en un momento en que países como Francia, Bélgica, Portugal, Italia y España mantienen una deuda por encima del 100%. “En el caso de que el FDP lograra el Ministerio de Finanzas, habrá más capital privado y menos capital del Estado para las inversiones. No todo tiene que venir del Estado”, insiste Kuhle.

En un claro guiño a España, Kuhle reconoce que, en circunstancias especiales con países con alto desempleo o con una gran necesidad de reformar infraestructuras, la inversión pública es necesaria. "El FDP quiere proteger la zona euro y es muy consciente de que el año que viene hay elecciones en Francia", asegura. Pero, al instante, como si recordara que también tiene que ganar votos en casa, vuelve a añadir: "Pero no es concebible que todos nuestros problemas, como prometen algunos, se solucionen gastando dinero público y endeudándose".

Si hay un líder en Alemania que ha entendido por dónde sopla el viento de la política pospandémica, ese es Christian Lindner. 'No podemos seguir como hasta ahora', se puede leer en un cartel electoral por las calles de Múnich, resumiendo el hartazgo por las restricciones por el coronavirus y la necesidad de cambio tras 16 años de Angela Merkel. Su partido, el FDP, ha pasado de rondar el 5% en enero a superar el 10% en las encuestas, suficiente para que la prensa nacional haya apodado a Lindner, uno de los pocos políticos que causan verdadera admiración o repulsa según a quién preguntes en el país germano, como el posible hacedor de reyes ('kingmaker') de la política alemana.

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