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Holandeses buscan enfermeras en España por 3.000 al mes: "Me voy, quiero estabilidad"
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GUERRA ANTE LA ESCASEZ

Holandeses buscan enfermeras en España por 3.000 al mes: "Me voy, quiero estabilidad"

Países Bajos u otros estados de la unión están intentando captar sanitarios españoles a través de la subvención de cursos y formación: muchas enfermeras no se lo piensan

Foto: Examen en la Universidad de Santiago. (EFE/Xoán Rey)
Examen en la Universidad de Santiago. (EFE/Xoán Rey)

Paloma Garzón Aguilar es enfermera, tiene 25 años y lleva un mes y medio estudiando neerlandés a tiempo parcial. Si todo sale bien, es el primer paso en un camino que le llevará la primavera del año que viene a trabajar en Países Bajos. Las cuentas en España no le salen. Abandonó su Castilla-La Mancha natal para trabajar en Ibiza, donde las condiciones eran un poco mejores en el sector público, pero se topó de bruces con unos alquileres casi inasumibles.

“Sigo compartiendo piso como en la universidad y tampoco puedo ahorrar porque me lo gasto todo en vivir”, explica. “Mi idea era buscar algo mejor y quería conocer un nuevo idioma”. Fue ahí cuando conoció Eduployment, una empresa de enseñanza de idiomas de Países Bajos que facilita a las enfermeras de otros países no solo su formación en el idioma, sino también un trabajo a tiempo completo. “Lo que te ofrecen es muy atractivo porque no te tienes que preocupar de nada, simplemente te esfuerzas en estudiar porque se encargan de todo el papeleo”, añade la profesional sanitaria.

“Para trabajar en Países Bajos, lo que necesitan las enfermeras de otros países de la Unión Europea es tener un buen nivel de idiomas, así que les proporcionamos el nivel que necesitan”, explica Selwyn Paehlig, CEO de la compañía. Garzón está siguiendo por ahora los cursos a tiempo parcial, porque compatibiliza sus estudios con el trabajo en el hospital, pero a partir de noviembre planea apuntarse a tiempo completo para conseguir el nivel B1 que exigen en Países Bajos y acceder a un sueldo muy superior al suyo.

Se trata de cursos esponsorizados por las instituciones sanitarias de Países Bajos, que costean la formación de las futuras enfermeras como medida desesperada para hacer frente a una pertinaz sequía de profesionales sanitarios. Tan solo hay que abonar los libros. “La razón por la que llevamos trabajando con las instituciones desde hace 20 años es porque necesitamos más personal, gran parte de la generación boomer necesita cuidados”, explica Paehlig. Países Bajos lo intenta a través de diversos métodos: aumentando el número de plazas en las universidades, subiendo los sueldos de los sanitarios (un 2,5% el año pasado) y captando enfermeras de otros países de Europa.

"El problema aquí son los contratos temporales que te impiden meterte en hipotecas"

Las españolas que lleguen a Países Bajos disfrutan de las mismas condiciones que las locales, explica, como una subida de salario interanual garantizada de un 7,4%. A cambio, se compromete a quedarse al menos dos años. “Al final, están invirtiendo en ti tiempo y dinero, así que hay que tener un compromiso”, responde la enfermera. “Si me gusta, me quedaré; mi familia está aquí pero es fácil y barato llegar en avión”. El suyo puede ser uno de esos casos de viaje sin billete de vuelta que se añaden a las 1.473 enfermeras que durante el año pasado emigraron a otro país en busca de una oportunidad, como señalan los datos de la Organización Colegial de Enfermería.

No se trata tanto de una cuestión de sueldo como de estabilidad lo que ha hecho que las jóvenes licenciadas planteen comenzar su carrera en otro país. “El problema es que en España vivimos constantemente con contratos temporales de tres o cuatro meses que te impiden meterte en una hipoteca”, explica la enfermera, que firma contratos de mes en mes. “Hay compañeros a los que llaman para horas sueltas en días sueltos y que a lo mejor se plantan en un año con 40 contratos diferentes: yo lo que busco es estabilidad”.

placeholder Paloma Garzón Aguilar, futura exiliada a Países Bajos. (Foto cedida)
Paloma Garzón Aguilar, futura exiliada a Países Bajos. (Foto cedida)

No es solo necesidad

Eduployment se da a conocer en España a través de la presencia en ferias en las facultades de enfermería, como explicaba un artículo de Galicia Press. El folleto que reparten en universidades como la de Santiago de Compostela promete “oportunidades para enfermeros diplomados en los Países Bajos” a cambio de “45.000 a 65.000 euros al año”. Garzón conoció la empresa a través de la plataforma Infojobs.

Según promete su página, una vez se aprueba el curso inicial y se supera un período de aclimatación, las enfermeras pasan a formar parte del programa Pleyade, que ofrece “36 horas de trabajo garantizadas” con un salario cercano a los 37.000 euros anuales netos en el quinto año, además de los ingresos adicionales que se pueden obtener por hacer horas extras. El primer año se perciben 33.814 euros netos.

Sin embargo, España no es uno de los principales mercados para la compañía. La mayor parte de sus estudiantes provienen de otros países del sur como Grecia, Italia o Portugal, donde “los profesionales sienten que no tienen futuro”. La situación es distinta para las enfermeras españolas, que no lo hacen por necesidad. Paehlig se congratula por ello: “Creo que las condiciones en España son relativamente buenas y por eso no se nos acercan tantas enfermeras de vuestro país, y las que lo hacen tienen unas razones muy específicas como que su familia o amigos están aquí o quieren probar suerte”.

"En España, si quiero hacer un máster, tengo que poner los 6.000 euros de mi bosillo"

La gran paradoja de esta migración es que en España virtualmente no existe el paro entre enfermeras, como explica Paloma Repila, portavoz del sindicato de enfermería SATSE. “No hay nadie en paro y si lo está, dura cero, no hay ni profesionales para cubrir nuestras vacaciones”, explica. Se trata, más bien, de una cuestión de “vivir una nueva experiencia y conocer un nuevo idioma” que, además, permite sumar puntos en el baremo de méritos para oposiciones.

El problema es, ante todo, la estabilidad. Una de las ventajas del sistema sanitario holandés es que los sueldos siempre suben un porcentaje de al menos un 2,5% de un año a otro, mientras que en España muchas veces se quedan congelados. Como explica la enfermera, sabes que tu situación nunca va a empeorar”. Además, hay una inversión pública en la formación de los profesionales que no existe en nuestro país. “Yo, si quiero hacer un máster, los 6.000 o 7.000 europeos tienen que salir de mi bolsillo”.

Repila espera que gracias a la Ley de Estabilización, la situación mejore, porque se trata del gran reto del sistema sanitario español. “A lo mejor se van porque es más fácil conciliar en otros países”, valora. “Tenemos que mejorar las condiciones porque las enfermeras solemos tener doble jornada en casa y así no se irían tantas o la gente que está fuera podría volver: el conocimiento es bueno, la formación es buena y el abanico de actividades es poco común en Europa”. La preparación de los profesionales sanitarios españoles está muy bien valorada en el extranjero. “Nuestra formación es muy versátil y el grado de enfermería da posibilidades que no existen en otros países de la Unión Europea, es una de nuestras ventajas competitivas”, añade.

placeholder Selwyn Paehlig, CEO de Eduployment.
Selwyn Paehlig, CEO de Eduployment.

La cara B

El funcionamiento de esta clase de programas, que también provienen de los países escandinavos o, antes, Reino Unido, es semejante al de una empresa de trabajo temporal, señala Repila, y buscan no solo enfermeras sino todo tipo de profesionales deficitarios en el país de origen. “Te ofrecen un combo de condiciones: te ayudan al asentamiento, te proporcionan un contrato con cierta estabilidad y te ayudan a realizar todo el papeleo”, explica. “Es muy cómodo porque te lo dan todo hecho”.

Por bien que puedan sonar estos programas, la enfermera advierte de la posible letra pequeña. Por una parte, debido a la versatilidad de la enfermería española, las funciones y actividades que se llevan a cabo pueden ser muy variadas. A menudo, se trata de ocupar “puestos de difícil cobertura” que no son los de más alto nivel sino aquellos que las enfermeras locales no quieren desempeñar. Es decir, “cuidados domiciliarios, residenciales y enfermerías de cuidados básicos”. El CEO de Eduployment confirma que muchos de estos puestos de entrada se encuentran en residencias de ancianos.

Italia y Hungría buscan en Asia mientras las suyas trabajan en Austria y Suiza

Cada vez hay más compañías de este tipo intentando captar profesionales españoles, muchas veces, a través de las universidades, con las que colaboran estrechamente, o con los colegios profesionales, como explica Repila: “Son listos y sagaces para llegar al colectivo que puede tener ganas de salir a otro país”. Pero es, ante todo, el síntoma de una guerra que se está librando a nivel europeo por un recurso preciado y escaso: los profesionales sanitarios.

La UE necesita 1,5 millones de enfermeras

En un continente que se hace viejo, “se necesitan 1,5 millones de enfermeras de primera línea”, calcula por correo para El Confidencial Paul De Raeve, secretario general de la Federación Europea de Asociaciones de Enfermeras (EFN). Es una estimación de la Comisión Europea de hace algunos años. “Si queremos tener niveles de personal seguros, necesitamos muchas más”, añade.

La escasez de enfermeras se exacerbó en los momentos más duros de la pandemia, especialmente en las unidades de cuidados intensivos, recuerda la OCDE en su informe 'El Panorama de la Sanidad' (2022). De media, en los países de la UE, había 8,3 enfermeras por mil habitantes en 2020. Las cifras varían significativamente entre países, de las más de 11 por cada mil habitantes de Finlandia (13,6), Irlanda (12,8), Alemania (12,1), Luxemburgo (11,7) y Francia (11,3) a las apenas 6,3 de Italia y 6,1 de España o las menos de 5 de Polonia, Bulgaria y Grecia (3,4).

La fuga de batas blancas suele ser multidireccional. En Hungría, cada año se produce un goteo de 2.000 enfermeras y 1.000 médicos, según la Cámara Profesional Húngara. Emigran a Alemania, Austria y el Reino Unido, donde ganan entre tres y cuatro veces más. En Austria, una enfermera principiante puede ganar entre 2.500 y 3.000 euros, mientras que en Hungría, recibe unos 900 euros por el mismo trabajo. Mientras tanto, Hungría recibe a los profesionales de una Ucrania devastada por la guerra, de Serbia y, cada vez más, del sur de Asia, como India y Filipinas.

La escasez especialmente se siente en cuidados crónicos, paliativos y a personas mayores, así como en atención psiquiátrica. A esto se suma la falta de sustitutas para las enfermeras que se jubilan, explica Zoltán Balogh, presidente de la Cámara Húngara de Profesionales de la Salud, que dice que "ya no se encuentran enfermeras menores de 40 años que trabajen en atención especializada."

En Bulgaria, la edad media de sus enfermeras es de 53 años y la de las parteras, de 49. "Cada año, el 20% de las enfermeras que se gradúan abandonan Bulgaria y se van a trabajar a otros países de la UE, principalmente a Alemania, Austria y Bélgica. Muchas de las que se quedan, no ejercen "porque prefieren un trabajo mejor remunerado", explica a Mediapool Milka Vasileva, presidenta de la organización profesional de enfermeras de Bulgaria. Entre las causas se encuentran los bajos salarios, el exceso de trabajo y el desprestigio de la profesión.

De igual modo, en Italia, sus enfermeras agotadas y con bajos salarios se marcharon al extranjero, por lo general, a la vecina Suiza. Hay al menos 70.000 puestos vacantes y en los próximos cuatro años, se espera que se jubilen aproximadamente 100.000 de las 460.000 enfermeras italianas. Para rellenar el agujero, el gobierno de Meloni ha optado por importarlas.

"Nos marchamos a Irlanda porque puntuamos y tenemos mejores condiciones"

El ministro de Sanidad italiano, Orazio Schillaci, está negociando traer enfermeras indias. Mientras tanto, Lombardía, la región más poblada del país con 10 millones de habitantes, está centrando sus esfuerzos de contratación en América del Sur. Y los centros de salud afiliados al Vaticano planean contratar alrededor de 1.000 enfermeras al año de universidades religiosas de países en desarrollo.

“Estas contrataciones son poco éticas”, cuestiona De Raeve, que considera los acuerdos bilaterales de la UE para contratar personal de América del Sur, África y Asia, “un error”, cuando los ministros de Sanidad deberían desarrollar su propia fuerza laboral, “haciendo que la enfermería sea más atractiva”.

Enfermeras españolas dejan Reino Unido tras el Brexit

De 2014 a 2016, Esther, una joven de Málaga, se embarcó como enfermera en el extranjero. Estuvo en Reino Unido, donde desde un principio solo le exigieron un nivel de inglés con el que poder desenvolverse y el nivel formativo (carrera). Ambas las tenía. Así, le ofrecieron un contrato indefinido en el sector público que le permitía, gracias a mantenerse dentro de los límites europeos, seguir puntuando para la bolsa.

placeholder Manifestación de enfermeras de Reino Unido. (EFE/EPA/Tayfun Salci)
Manifestación de enfermeras de Reino Unido. (EFE/EPA/Tayfun Salci)

“Desde las instituciones españolas se piden enfermeras, pero no se contratan. Están todas en sus casas”, reivindica. Confiesa que el sistema español no les asegura a los profesionales unas correctas condiciones de trabajo, ni la estabilidad que desearían. Encadenan contratos cortos sin saber en qué especialidad atenderán, ni cuál será el siguiente hospital, al pertenecer a una bolsa general. Trabajan “de donde nos llamen”, porque el objetivo es conseguir puntuar, acumular guardias y esperar a que en algún momento llegue esa plaza indefinida.

Ella se volvió por una situación personal, pero otras compañeras, años después, se tuvieron que volver por el Brexit. “Ahora conozco a compañeras y compañeros que se van a Irlanda porque sí puntúan y cuentan con condiciones que aquí no tenemos”, añade.

Atendiendo a los datos publicados por el Consejo de Enfermeras y Matronas de Reino Unido (NMC), el número de personal español de enfermería en Gran Bretaña pasó de más de 7.300 en marzo de 2017 a poco más de 3.800 en el mismo periodo de 2021.

Eso sí, para ella la diferencia no estaba tanto en el salario, sino en las condiciones: “A mí me gusta sentir seguridad en mi trabajo, para mí, para los profesionales y para los pacientes”. Algo que añade que, a veces, por falta de estructura, consolidación de equipos o especialización no sucede.

Paloma Garzón Aguilar es enfermera, tiene 25 años y lleva un mes y medio estudiando neerlandés a tiempo parcial. Si todo sale bien, es el primer paso en un camino que le llevará la primavera del año que viene a trabajar en Países Bajos. Las cuentas en España no le salen. Abandonó su Castilla-La Mancha natal para trabajar en Ibiza, donde las condiciones eran un poco mejores en el sector público, pero se topó de bruces con unos alquileres casi inasumibles.

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