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"Macron ha malgastado su gobierno y si dimite abrirá una crisis de régimen"
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Entrevista al historiador Benoît Pellistrandi

"Macron ha malgastado su gobierno y si dimite abrirá una crisis de régimen"

El historiador Benoît Pellistrandi cree que Francia camina hacia una crisis sistémica tras las elecciones si Le Pen obtiene mayoría absoluta y Macron, al que considera un producto "de la imagen y la comunicación", tiene que dimitir

Foto: El historiador francés Benoît Pellistrandi. (EFE/Teresa Suárez)
El historiador francés Benoît Pellistrandi. (EFE/Teresa Suárez)
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Benoît Pellistrandi (Boulogne-Billancourt, 1966) es doctor en Historia y profesor de esta disciplina en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y correspondiente de la Real Academia de la Historia. Es un hispanista de referencia y ha escrito Les fractures de l’Espagne: de 1808 à nos jours (Gallimard, 2022) y El laberinto catalán. Arqueología de un conflicto superable (Alianza Editorial, 2019). Pellistrandi ha escrito también Histoire de l’Espagne: des guerres napoléoniennes à nos jours (París, Perrin, 2013) y Un discours national?: La Real Academia de la Historia entre science et politique (1847-1897) (Madrid, Biblioteca de la Casa de Velázquez). En esta entrevista con El Confidencial analiza el panorama de su país en la jornada previa a la segunda vuelta de las decisivas elecciones legislativas francesas.

PREGUNTA. ¿Por qué se confundió Macron al adelantar las legislativas?

RESPUESTA. Se precipitó. La situación parlamentaria de Macron y de su gobierno era frágil. La reforma de las pensiones, el presupuesto 2024 solo superaron el obstáculo de la oposición mayoritaria del parlamento gracias al mecanismo de la cuestión de confianza (el famoso artículo 49.3 de la Constitución de 1958). Todo apuntaba a que una moción de censura iba a hacer caer al gobierno de Attal en otoño. Macron ha querido adelantarse y tomar a todos los partidos —también los de su coalición— a contrapié.

"Macron ha querido adelantarse a una moción de censura a su Gobierno, pero se equivocó al convocar elecciones"

P. Pero nada ha salido como él parecía esperar.

R. Se equivocó al creer que en tres semanas las dinámicas reflejadas en los resultados de las elecciones europeas podían cambiar. Y claramente el voto del día 30 de junio ha confirmado el peso de la extrema derecha. La Agrupación Nacional (RN) ha ganado 2,7 millones de votos entre el 9 y el 30 de junio… ¡Obteniendo un 33% con una participación mayor de 15 puntos!

P. ¿Habrá cohabitación si RN gana con mayoría absoluta?

R. La cuestión de la cohabitación fue resuelta en 1986, cuando Mitterrand y los socialistas perdieron las elecciones legislativas. Una parte de la derecha liberal —el ex primer ministro Raymond Barre en cabeza— era partidaria de rechazar formar gobierno bajo la autoridad del presidente Mitterrand. Se impuso la tesis de Chirac y hubo gobierno. Entonces vimos cómo el texto constitucional de 1958 era profundamente parlamentario. El poder se desplazó del Eliseo a Matignon. Ocurrió igual en 1997 y Lionel Jospin ha sido, sin la menor duda, el primer ministro más potente de la V República. El presidente Chirac se había convertido en un presidente protocolario.

"El presidente tendrá que cohabitar con RN, pero podría dimitir si su partido no obtiene al menos 70 diputados"

P. Pero, ¿esa cohabitación, con el cambio de contexto, sigue siendo posible?

R. Si el RN obtiene la mayoría absoluta, Macron está obligado a cohabitar. Lo interesante en el momento actual es ver cómo el RN está imponiendo la idea de que Bardella será el primer ministro cuando la lógica sería que Marine Le Pen sea la encargada de formar el gobierno. Bardella es el presidente del partido, pero es diputado europeo. Marine Le Pen ha sido reelegida diputada el domingo 30 y todos saben que es la máxima autoridad en su partido. Pero todo dependerá de la relación de fuerzas. Si el RN tiene mayoría absoluta y si el grupo macronista se hunde, la cohabitación será muy difícil para el presidente, que tendrá que instalarse en una posición de espera que no le va psicológica y políticamente.

P. Y si no tiene mayoría absoluta RN, ¿qué fórmula de gobierno sería posible?

R. En estos últimos días de campaña se está especulando sobre un gobierno de gran coalición que iría de los socialistas a los republicanos, pasando por los ecologistas y los macronistas. Quedarían excluidos los de Mélenchon (Francia Insumisa) y la extrema derecha. Todo eso se parece a una coalición de perdedores. Primero, eso supone que tanto Francia Insumisa como el RN no tengan entre los dos una mayoría absoluta de bloqueo. Segundo, eso significaría que gobernarían los que han sido derrotados en las urnas y que la mayoría de los electores no estarían reflejados en la nueva coalición gubernamental. Si llegamos a tal caso, creo que la crisis de la democracia francesa sería aún más grave después de las elecciones que antes.

P. Entonces el bloqueo es posible. ¿Podría llevarle a dimitir al presidente?

R. Todos los que conocen al presidente dicen que no tiene en la cabeza dimitir. Todo dependerá de la base parlamentaria con la cual podría resistir. Por encima de 120 escaños para los macronistas, es factible. Por debajo de 70, la posición del presidente será extremadamente débil. La única que podría tener interés en la dimisión del presidente es Marine Le Pen, ya que se ha impuesto como la candidata con más opciones en unas hipotéticas presidenciales. Se puede suponer también que, al encontrarse sin control sobre el gobierno y rechazado por la opinión pública, el presidente Macron se tenga él mismo por amortizado y decida dimitir para situarse en la "reserva" de la República. Al fin y al cabo, es un hombre joven… Ni siquiera ha cumplido 50… Con lo cual podría intentar volver… Miren lo que está haciendo el expresidente Hollande, candidato en estas elecciones. Él también se propone como un recurso posible.

"La democracia francesa puede morir de demagogia. Y el Nuevo Frente Popular tendría una gran responsabilidad en este drama"

P. ¿Es fiable desde el punto de vista republicano y democrático el Nuevo Frente Popular?

R. El Nuevo Frente Popular es un invento meramente electoral. Todos los saben. El nombre que permite hacer soñar a la izquierda francesa con un papel histórico —estamos en plena ola de lo que llamo el "no pasarismo", es decir, la utilización en francés del famoso "no pasarán" para hacernos creer que estamos entre julio de 1936 y julio de 1940— es retórico. El Nuevo Frente Popular era la única fórmula para impedir un triunfo arrollador del RN. La unión de las izquierdas era un salvavidas que ha funcionado. Pero políticamente nada está resuelto entre los tres componentes de esta izquierda. La izquierda radical de Mélenchon —dividida entre sí—, el Partido Socialista y los Ecologistas no son capaces de gobernar a largo plazo. Han sido también irresponsables en la redacción de un programa de gobierno insostenible en el marco europeo. La izquierda no podrá cumplir sus promesas. Lo sabe, pero le da igual. Seguimos haciendo una "vieja política": mañana todo será mejor. Y como el mañana no cumple con estas promesas, la crisis de confianza de los franceses se agudiza. No entiendo como la izquierda francesa no lo contempla. La democracia francesa puede morir de demagogia. Y el Nuevo Frente Popular tendría una gran responsabilidad en este drama. Tanto como el RN.

"El temor a la izquierda es por la confiscación fiscal y el atentado a la propiedad. El miedo a la derecha es más moral y sentimental que político"

P. Ambos frentes de derecha e izquierda radicales provocan temor.

R. Sin duda. Pero los temores son distintos a pesar de ser simétricos. El temor a la izquierda radical moviliza a la derecha, o más bien a los electores de derecha. Es el temor clásico hacia una confiscación fiscal, al atento a los derechos de propiedad, a un igualitarismo utópico. El temor a la extrema derecha moviliza a los recuerdos históricos. Es más moral y sentimental que político.

P. ¿Está en riesgo la V República? Muchos intelectuales y politólogos hablan ya de la VI República.

R. En 1997, Jacques Chirac disolvió el Parlamento y se enfrentó a una cohabitación larga de cinco años, de la cual salió airoso al ser reelegido. En 2000, se decidió cambiar la constitución con un mandato presidencial reducido a 5 años (antes era de 7) y cambiar el calendario electoral. Las elecciones legislativas debían tener lugar en marzo y las presidenciales en mayo. Se decidió retrasar las primeras a junio. Desde entonces estas elecciones se han caracterizado por una abstención creciente. La elección presidencial se convirtió en la única elección importante desvitalizando la vida democrática. Pero esta nueva disolución ha despertado el interés político de los franceses con una participación muy alta (66,7% frente al 48,9%). Es una buena señal, pero cabe preguntarse si es el inicio de un cambio cíclico o no.

"Macron es un producto de los tiempos, de la imagen y de la comunicación. Ha gobernado con el anuncio permanente, sin concreciones"

P. Entonces, podría producirse una crisis sistémica.

R. Sí. Puede haber después de estas elecciones una crisis de régimen con la dimisión del presidente. Se suele decir que el presidente Macron ha conseguido la hazaña de combinar lo peor de la V República – el poder vertical del presidente – con lo peor de la IV República – la inexistencia de mayoría parlamentaria. Estoy bastante de acuerdo y creo que Macron ha malgastado lo que hubiera podido ser su tarea política: reinventar unos nuevos equilibrios políticos e institucionales. Déjenme recordar en este 50 aniversario de la elección de Giscard d’Estaing a la presidencia que Macron no ha sido el nuevo Giscard. No dispone la cultura ni de la experiencia políticas. Macron es un producto de los tiempos, de la mera imagen y de la comunicación. Su gobierno ha caído en la trampa del anuncio permanente sin concreciones. De ahí las frustraciones democráticas francesas. Pero Macron es el sucesor de Chirac, un gran demagogo, de Sarkozy un personaje egocéntrico, y de Hollande "un capitán de bote de pedales" según el dicho cruel de Mélenchon.

P. ¿Cómo influirá la situación francesa en la Unión Europea, en la guerra de Ucrania y en el antisemitismo que se percibe de nuevo?

R. Esa es la gran pregunta. Desde el 9 de junio, Francia se ha encerrado en sí misma. El mundo apenas existe. No nos damos cuenta del terremoto que supondría la llegada al poder del RN en la UE y en el mundo. Salvando las distancias será un efecto Trump… Sin ofender a los húngaros, que Orbán gobierne Hungría tiene menos consecuencias europeas que si Le Pen y los suyos gobiernan a Francia. Rusia acaba de anunciar su apoyo al RN… Le Pen denuncia una "injerencia" pero sabemos todos el tropismo ruso de la extrema derecha francesa. Sobre todo, lo que está pasando revela al mundo la profundidad de la crisis francesa. Es una crisis nacional, es decir, no meramente material, sino colectiva, identitaria, espiritual.

"La crisis francesa es nacional, no solo material sino colectiva, identitaria, espiritual"

P. ¿Sigue estando en la raíz de la emergencia de RN el maquiavelismo de Mitterrand?

R. La historia de François Mitterrand como factor de la gran crisis de la democracia francesa está por escribir. Existe un mito sobre Mitterrand, muy arraigado y defendido por sus amigos. 1981 se ha convertido en una fecha histórica tan significante como 1936 (el Frente Popular de Léon Blum) y 1945 (el gobierno provisional y la creación del Estado de Bienestar). Pero como lo dijo Lionel Jospin, "Mitterrand nos dijo que las instituciones de la V República eran peligrosas antes de su llegada al poder y lo volverán a ser después de su salida, nosotros socialistas hubiéramos tenido que preguntarnos si no lo eran con él". Es un secreto a voces que Mitterrand ayudó al Frente Nacional de Le Pen, que dio órdenes para que saliera en televisión. El análisis de Mitterrand —que se ha verificado— es que el FN ascendiente iba a paralizar la derecha. Y es lo que ha pasado. En los años 1985-1995 se decidió el "frente republicano" es decir, el ostracismo del FN y el rechazo a cualquier alianza electoral. ¿Dónde estamos 40 años después? El voto conservador y liberal ha caído y es el voto de la extrema derecha el mayoritario en la derecha francesa. Desde el punto de vista electoral —no hablo ni en términos políticos ni en términos morales— la alianza de la derecha con la extrema derecha hubiera tenido que hacerse para arrimar el electorado a una fórmula republicana de la derecha. Es lo que el PP debe hacer en España. Es mucho más fácil absorber el 12% del electorado cuando uno está en el 30% que hacerlos al revés. Es como un OPA hostil: el grande se come al pequeño.

P. Las consecuencias de esas políticas de Mitterrand son tremendas.

R. Sí. Al final, ¿qué ha pasado con el Frente Nacional convertido en Rassemblement National por Marine Le Pen? Pues que la extrema derecha francesa se ha republicanizado. Si hoy el 34% de los franceses los votan es que no los ven como antirrepublicanos, sino como una oferta política entre las demás. Hemos moralizado la política, pero siempre de un mismo lado. Ahora nos vuelve como un búmeran el rechazo de una mayoría social de los franceses hacia las élites.

"¿Quién dijo que Puigdemont era un Le Pen español? ¿No fue el presidente Sánchez? Creo que este paralelismo lo dice todo"

P. ¿Cómo se ve la situación política de España a la luz de los acontecimientos en Francia?

R. Suelo decir a los amigos españoles que, a pesar de todo, la situación española es envidiable frente a la francesa. Pero se trata de una boutade. Creo, al contrario, que las dos sociedades expresan, desde sus instituciones, sus historias y sus características, la misma crisis de la democracia. Es decir, la misma incapacidad a racionalizar los conflictos inevitables en las sociedades para conseguir un acuerdo de mínimos. Los extremos se imponen porque hemos simplificado el debate, excitado las pasiones. Creo, y perdonen que hable aquí el profesor, que el hundimiento del nivel escolar y el crecimiento de las redes sociales favorecen esta destrucción de la racionalidad política.

P. O sea, que observa en España irracionalidad política.

R. Bueno, sabemos que la política es mucha pasión. Pero después de la pasión hay que gobernar. Y uno no puede gobernar sin pensar en los tiempos a largo plazo. Los extremos surfean sobre nuestras impaciencias. ¿Quién dijo que Puigdemont era un Le Pen español? ¿No fue acaso el presidente Sánchez? Creo que este paralelismo lo dice todo. Pero para ser completo, habría que añadir que hay mucho trumpismo metodológico en la manera de actuar del propio presidente Sánchez, como lo hay en algunas declaraciones de la presidenta Ayuso. De ahí que la palabra matizada de un Feijóo tenga dificultades para imponerse… por no decir nada de las del expresidente González que parece ya un predicador en el desierto.

Benoît Pellistrandi (Boulogne-Billancourt, 1966) es doctor en Historia y profesor de esta disciplina en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y correspondiente de la Real Academia de la Historia. Es un hispanista de referencia y ha escrito Les fractures de l’Espagne: de 1808 à nos jours (Gallimard, 2022) y El laberinto catalán. Arqueología de un conflicto superable (Alianza Editorial, 2019). Pellistrandi ha escrito también Histoire de l’Espagne: des guerres napoléoniennes à nos jours (París, Perrin, 2013) y Un discours national?: La Real Academia de la Historia entre science et politique (1847-1897) (Madrid, Biblioteca de la Casa de Velázquez). En esta entrevista con El Confidencial analiza el panorama de su país en la jornada previa a la segunda vuelta de las decisivas elecciones legislativas francesas.

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