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Violencia vial
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Violencia vial

La moda del lenguaje políticamente correcto, cargado de eufemismos y palabras edulcoradas, está dejando paso al conocido refrán que reza: al pan, pan y al vino,

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Violencia vial

La moda del lenguaje políticamente correcto, cargado de eufemismos y palabras edulcoradas, está dejando paso al conocido refrán que reza: al pan, pan y al vino, vino. Por lo menos, esas son las intenciones en el ámbito periodístico catalán con respecto a la información de tráfico. Poco antes de reducir la velocidad de los conductores en las cercanías de la capital condal a 80 kilómetros por hora, el Col•legi de Periodistes de Catalunya se sumaba a la causa editando junto a la Asociación de Ayuda a los Afectados por Accidentes de Tráfico una suerte de decálogo en el que se dan las claves para que los medios de comunicación contribuyan a la reducción de accidentes automovilísticos mediante el lenguaje.

La tabla de estos mandamientos se resumen en la aparición de una nueva forma de violencia en nuestras calles: la violencia vial, y en estos términos deben referirse los media cuando toca dar el parte de muertes en las carreteras. Por ejemplo, la propia palabra ‘accidente’ está prohibida. El vocablo correcto sería ‘siniestro’, cuando ha sido resultado de una infracción de las normas viales ya que lleva implícito el significado de “mala intención”.

Según el decàleg, al igual que en el caso de la violencia de género o doméstica, los conductores que cometan graves infracciones deben ser presentados como presuntos homicidas, agresores, criminales o asesinos. El colegio propone que “sería conveniente identificar al infractor con nombres y apellidos, igual que pasa en los casos de asesinato, robo o terrorismo”. Además, se debe “dignificar la información sobre las víctimas” acudiendo, por ejemplo, a las asociaciones de afectados y no reducir las bajas y heridos a meras estadísticas.

Crear conciencia contra la ‘violencia vial’

Las imágenes de cadáveres en los ‘siniestros’ de tráfico tampoco son bienvenidas, así como el tratamiento morboso. Huir de estos recursos evitar el dolor a los familiares. Otra de las recomendaciones es recordar continuamente que España tiene la peor estadística en esta materia con respecto al resto de Europa: “Bajar el número de muertos no implica dejar de estar a la cola de Europa”.

También hay mensajes para los medios especializados en motor: “Evitar la apología de la velocidad y de las maniobras delictivas e inaceptables en una vía pública”. Por otra parte, es preferible esperar a que las fuerzas de seguridad den la versión oficial de los ‘siniestros’ y no especular para que la información sea responsable. Finalmente, se pide que el periodista no sea neutral, “estamos hablando de un problema social muy grave y los medios de comunicación deben crear conciencia”. Lo dicho: al pan, pan y al vino, vino.

La moda del lenguaje políticamente correcto, cargado de eufemismos y palabras edulcoradas, está dejando paso al conocido refrán que reza: al pan, pan y al vino, vino. Por lo menos, esas son las intenciones en el ámbito periodístico catalán con respecto a la información de tráfico. Poco antes de reducir la velocidad de los conductores en las cercanías de la capital condal a 80 kilómetros por hora, el Col•legi de Periodistes de Catalunya se sumaba a la causa editando junto a la Asociación de Ayuda a los Afectados por Accidentes de Tráfico una suerte de decálogo en el que se dan las claves para que los medios de comunicación contribuyan a la reducción de accidentes automovilísticos mediante el lenguaje.