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“Sobreviví a la operación de corazón gracias a mi resistencia física como deportista de elite... ahora soy pensionista”
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CASO HOSPITAL UNIVERSITARIO DE CANARIAS

“Sobreviví a la operación de corazón gracias a mi resistencia física como deportista de elite... ahora soy pensionista”

Ingeniero aeronáutico y campeón nacional en inmersión a pulmón libre. Así era Nicolás Sosa antes de someterse a una operación de corazón en el Hospital Universitario

Foto: “Sobreviví a la operación de corazón gracias a mi resistencia física como deportista de elite... ahora soy pensionista”
“Sobreviví a la operación de corazón gracias a mi resistencia física como deportista de elite... ahora soy pensionista”

Ingeniero aeronáutico y campeón nacional en inmersión a pulmón libre. Así era Nicolás Sosa antes de someterse a una operación de corazón en el Hospital Universitario de Canarias (HUC) por el cirujano Rafael Martínez Sanz, jefe del servicio de cardiocirugía y cuya labor se ha puesto en entredicho por el escándalo de la excesiva tasa de mortalidad en quirófano. Sosa no falleció pero tiene la invalidez total: “Varios médicos, en distintos ámbitos, me han dicho que sobreviví a mi operación gracias a la resistencia física que mi cuerpo había desarrollado por practicar un deporte que exige mucho esfuerzo para el corazón, pero ahora soy pensionista a mis 42 años, tengo la incapacidad permanente para mi profesión”.

Nicolás Sosa es un testimonio de entre las veinte familias que se han agrupado por el momento en la nueva Asociación Canaria de Afectados por el Servicio de Cirugía Cardíaca del citado hospital (ACASCCH) de la cual, además, es portavoz. Esta asociación pretende reunir al mayor número posible de personas afectadas por presuntas negligencias en el HUC, informarlas sobre las acciones legales que defiendan sus derechos y establecer una acción conjunta. Casos que ponen nombres y apellidos a la frialdad de las estadísticas nada favorables para el hospital, ya que, según la auditoría externa realizada entre 2005 y 2006, sólo en ese periodo existen hasta 80 fallecimientos por encima de lo esperado.

Sosa fue diagnosticado en 2002 con una insuficiencia aórtica severa, de la que no había tenido síntomas por estar fuerte físicamente. El tratamiento se basaba en una operación de corazón relativamente sencilla: la sustitución de la válvula enferma por una artificial, pero entonces debería renunciar a la vida que había llevado hasta entonces. Sin embargo, “me enteré por casualidad de que había una operación alternativa, algo más arriesgada, llamada operación de Ross sin dichas consecuencias. Mi médico me comunicó que el cirujano Martínez Sanz le había informado de que se estaban haciendo muchas operaciones de este tipo en el HUC con éxito”. Sin embargo, según pudo saber posteriormente este paciente, el citado cirujano “sólo había asistido, no operado,” a dos intervenciones de este tipo.

“Me mandaron a la UVI con un sangrado de 900 cc por hora, cuando el máximo es de 500cc. No se había terminado de suturar la válvula del donante que me pusieron, o bien parte de la sutura se rompió de inmediato. Fue el doctor Ignacio Díaz de Tuesta el que me salvó la vida en una reintervención”. Debido a la duración de las dos operaciones, a corazón parado, Sosa tuvo un fallo multiorgánico y necesita marcapasos. Tras numerosas complicaciones posteriores, intentó verificar si se le advirtió en el HUC de todos los riesgos inherentes a la operación: “Entre los 500 folios del historial que me enviaron, no encuentro mi copia del consentimiento informado para la operación. Tampoco figuro en un registro de operaciones de Ross hechas en España porque el HUC no ha mandado ningún dato”.

“Algo pasó entre las dos operaciones de mi marido que no han explicado”

Maribel Rodríguez cuenta a este diario con gran congoja en qué estado se ha quedado su esposo tras dos operaciones de corazón que no deberían haber tenido complicación alguna. “Mi marido tenía una válvula mitral un poquito mal desde los 12 años, por ello, a los 55 le aconsejaron que se operara y aseguraron que era una intervención sencilla”. El doctor Martínez Sanz le operó el 25 de abril de 2005, “previamente sólo le había visto una vez”. Entró en quirófano a las 15,00 horas de la tarde, “a las 20,00 nos informan de que está sangrando mucho y que no le podemos ver hasta una hora más tarde. Fue trasladado a la UVI pero nos mandan a casa porque no podemos hacer nada”.

Casi a la media noche Maribel Rodríguez recibió una llamada, tenían que reoperar a su esposo tras sufrir tres paradas cardiorrespiratorias que nadie ha justificado de las cuales derivaron secuelas cognitivas tras pasar por un coma. “Después de mes y medio pedimos el alta voluntaria y preparamos una habitación para poder atenderle, pasó un mes sin que viniera un médico”. El marido de Maribel ahora depende de una tercera persona para todo, “algo pasó entre la primera y la segunda intervención que no nos han explicado”.

De una auditoría a un simple informe interno

Mientras los afectados se organizan, las instituciones canarias intentan desviar la atención. El pasado domingo, el senador Antonio Alarcó salía de nuevo a la palestra a través de una columna “de interés sanitario” en el diario regional El Día para insistir en que el debate sobre la situación del servicio de cirugía cardiaca “ha rozado la línea de los inadmisible en política y de lo permisible por parte de la sociedad de Tenerife”. Y la razón esgrimida es que no existe una auditoría externa, “era un informe interno que relataban datos parecidos a los hospitales que, de forma absolutamente voluntaria, ceden sus datos a las sociedades profesional de carácter nacional”.

Un informe interno realizado por dos facultativos designados por la Sociedad Española de Cirugía Torácica y Cardiovascular y que no pertenecían precisamente al HUC, puesto que se trata del jefe de cirugía cardiaca de Aductos del Hospital Clinic de Barcelona y un médico asociado de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Asimismo, ambos concluyeron la existencia de una “mortalidad exageradamente elevada y muy especialmente para determinadas patologías” en las que más que dobla la tasa de fallecimientos esperada en cualquier otro hospital español.

Ingeniero aeronáutico y campeón nacional en inmersión a pulmón libre. Así era Nicolás Sosa antes de someterse a una operación de corazón en el Hospital Universitario de Canarias (HUC) por el cirujano Rafael Martínez Sanz, jefe del servicio de cardiocirugía y cuya labor se ha puesto en entredicho por el escándalo de la excesiva tasa de mortalidad en quirófano. Sosa no falleció pero tiene la invalidez total: “Varios médicos, en distintos ámbitos, me han dicho que sobreviví a mi operación gracias a la resistencia física que mi cuerpo había desarrollado por practicar un deporte que exige mucho esfuerzo para el corazón, pero ahora soy pensionista a mis 42 años, tengo la incapacidad permanente para mi profesión”.