Una ‘Blanca Navidad’ sin inmigrantes ilegales

Todas las navidades tienen un señor Scrooge. Buena parte de la prensa italiana ya ha encontrado a su particular antagonista del ‘Cuento de Navidad’ de Dickens, se trata de Franco Claretti, alcalde la pequeña localidad de Coccaglio, en el norte de Lombardia. En las últimas semanas este pequeño pueblo, de unos 7.000 habitantes, ha navegado en ríos de tinta después de que su consistorio, en manos de la Liga Norte y del Pueblo de la Libertad (el partido de Silvio Berlusconi), lanzase una campaña contra la inmigración ilegal supuestamente llamada ‘White Christmas’ (‘Blanca Navidad’).

 

La operación consiste en llevar puerta por puerta hasta el 25 de diciembre, un mensaje bien distinto del que portan los villancicos: una orden de expulsión para todos aquellos inmigrantes en situación irregular. Nombre, objetivo y formas hicieron que el escándalo se desatase rápidamente. Una explosión que no se vio menguada por declaraciones como las de Claudio Abiendi, asesor de Liga para Seguridad, que aseguró que “la Navidad no es la fiesta de la acogida, es la de la tradición cristiana, la de nuestra identidad”.

Y es que cada vez que habla algún portavoz de la Liga Norte, partido que reclama la independencia para el norte de Italia (Padania), provoca un terremoto político. Desde solicitar vagones del Metro de Milán sólo para los habitantes de la ciudad hasta la reciente reclamación de la cruz en la bandera transalpina a raíz del referéndum contra los minaretes en Suiza, la Liga sigue arañando votos en un contexto provocativo.

Sin embargo, el consistorio se defiende. En un comunicado, al que tuvo acceso El Confidencial, la corporación local niega que bautizase dicha campaña con el polémico nombre. “Ni el alcalde, ni el consistorio, nunca pensaron, ordenaron o hicieron referencia a la Navidad”, indica el comunicado, en el que se asegura que “la exigencia nació para conocer el verdadero número de ciudadanos extracomunitarios presentes en Coccaglio y equilibrar mejor los recursos económicos destinados a proyectos de integración”.

A pesar de este desmentido, el apoyo inmediato de la Liga a esta propuesta tras conocerse, provocó la cadena de reacciones. Los senadores por Lombardia del opositor Partido Democrático adjetivaron la propuesta como “vergonzosa, incivil e inconstitucional”. La polémica también se paseó por el vecino Vaticano, que se hizo oír desde Caritas, que indicó que era un “signo de intolerancia”, hasta el propio Papa Benedicto XVI, que expresó su “tristeza”, subrayó que “el propio Jesús vivió de pequeño la experiencia del inmigrante al huir de Herodes”.

La polémica ha alcanzado incluso a los socios de Ejecutivo, y la fundación del presidente de la Cámara de Diputados, Gianfranco Fini, adjetivó la operación como “inútil y vulgar”, aumentando la tensión en el seno de la coalición que dirime los designios de Italia.

Esta reacción y la respuesta negativa de la prensa es clave para que no se extienda la práctica, según la ONG italiana SOS Razzismo, consultada por El Confidencial. “El eco negativo que ha despertado esta desgraciada iniciativa provoca que, al menos, no sea repetida en ningún otro lugar. Incluso el Gobierno ha tomado distancia”, aseguran.

“Respeto a las normas vigentes”

Desde el consistorio lombardo, aunque se niega el nombre de la operación, se da fe de cómo se gestó. A comienzos de septiembre habrían enviado unas 500 cartas, “una por familia”, para invitarles a un curso de italiano. De esas misivas, un centenar, según la corporación municipal, fueron devueltas a pesar de que sus direcciones así figuraban en el censo. “Al evidenciarse esta anomalía nos planteamos cómo resolverla respetando las normas vigentes”, es decir, buscar a aquellos que no tuviesen los papeles en regla.

La iniciativa de enviar un policía por cada puerta hasta el 25 de diciembre responde a criterios meramente económicos, según el propio consistorio. Una carta certificada “habría supuesto un gasto inútil, ya que seguramente habría tenido el mismo éxito que las invitaciones al curso de lengua italiana”, indica el consistorio.

La administración de la localidad, “donde no hay ni problemas de integración ni de seguridad”, declara que no es racista, mientras que lamenta que “un serio proyecto de integración” haya sido manipulado e instrumentalizado por la prensa.

Sin embargo, los argumentos de Claretti no convencen a los que califican la operación como “racista”. De esta manera SOS Razzismo afirma que repartirán café caliente después de la comida de Navidad a los trabajadores inmigrantes que se encuentren ese día en la calle. Sólo queda saber si ese día todavía tendrán permiso de residencia.