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La Gran Barrera de Coral se convierte en una ‘autopista ilegal’ de mercancías peligrosas
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TARDARÍA MILES DE AÑOS DE RECUPERARSE DE UN DESASTRE

La Gran Barrera de Coral se convierte en una ‘autopista ilegal’ de mercancías peligrosas

No es un caso aislado. Durante la última década, la Gran Barrera de Coral ha sido víctima en numerosas ocasiones de vertidos procedentes de buques de

Foto: La Gran Barrera de Coral se convierte en una ‘autopista ilegal’ de mercancías peligrosas
La Gran Barrera de Coral se convierte en una ‘autopista ilegal’ de mercancías peligrosas

No es un caso aislado. Durante la última década, la Gran Barrera de Coral ha sido víctima en numerosas ocasiones de vertidos procedentes de buques de mercancías que se desvían de su ruta buscando atajos y violando las prohibiciones de acceso a aguas protegidas. Desde el pasado sábado, el navío chino Shen Neg 1 -cargado con 65.000 toneladas de carbón y 975 toneladas de carburante-  permanece encallado en la costa oriental de Queensland (Australia). Por el momento, ha vertido cuatro toneladas de combustible y ha provocado una marea negra de tres kilómetros en la zona protegida de los arrecifes. Pero si el desastre se llegara a agravar o se produjera otro de grandes dimensiones, las consecuencias serían catastróficas.

Los equipos australianos trabajan para reflotar el buque mientras la mancha es pequeña y el impacto localizado. Según Ricardo Aguilar, director de investigación de Oceana, los compuestos químicos del petróleo pueden provocar problemas endocrinos e inmunológicos en los organismos afectados. La primera consecuencia del vertido es que la mancha impide el paso de luz, y por tanto complica la fotosíntesis. De ahí que especies como algas y plantas sean las afectadas de forma más directa. Si el combustible llega a impregnar la zona, como apunta Aguilar, los mamíferos sufrirían daños tan graves como la obstrucción de las vías respiratorias.

Las especies dotadas con quimiorreceptores (células especializadas en la adquisición de información sobre el ambiente químico) pueden percibir la situación y escapar. Por el contrario,  aquellos que viven fijos en el fondo marino no tienen elección. Algunos arrecifes de coral tienen de 100 a 500 años, pero otros, los de las mayores profundidades han tardado en formarse hasta 8.000 años, los mismos que tardarían en regenerarse. “Por ejemplo, acabar con una esponja es acabar con 300 años de vida”, puntualiza el experto de Oceana. “Sin embargo, si el impacto es muy puntual y el ecosistema es vigoroso, puede recuperarse en cuatro o cinco años”.

Aguas acosadas por el transporte de combustible

La Gran Barrera de Coral, uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta, tiene que lidiar con el paso constante de barcos de mercancías que desvían su ruta de los ‘pasillos’ oficiales establecidos para el tráfico marino. El Shen Neng 1 transitaba a más de 15 km de las rutas habituales, por eso, WWF pide de forma urgente mejoras en la gestión y seguridad de la navegación de la Gran Barrera y teme que la situación se complique.  La Directora de Conservación de WWF Australia, Gilly Llewellyn, sospecha que estas aguas sufrirán mayor acoso en el futuro: “El tráfico marino va a aumentar de forma dramática durante los próximos años. El proyecto para instalar una planta de gas licuado en el puerto de Gladstone acrecentará las posibilidades de un desastre ambiental a gran escala”, señala Llewellyn.

Establecer límites legales es complejo en este tipo de casos. Según explica Ricardo Aguilar, existen acuerdos internacionales que en muchas ocasiones son traspuestos por otros de carácter nacional o regional. Hay un derecho de libre paso por el que un país no puede prohibir el acceso, pero sí existe una legislación específica para impedir el acceso a determinados barcos y evitar que contaminen ciertas zonas protegidas. En aguas internacionales, es la Organización Marítima Internacional (IMO por sus siglas en inglés), dependiente de la ONU, quien vela por la prevención de la contaminación marina. En este caso el país que regula las aguas es Australia, que tiene herramientas legales para hacer frente a incidentes de este tipo. Fue el propio primer ministro australiano, Kevin Rudd, quien mostró su indignación y anunció su intención de llevar a los responsables ante la justicia y de modificar la legislación para evitar casos como éste.

La Policía australiana investiga un presunto delito de negligencia por parte de Cosco, la mayor empresa de transporte marítimo de China y cuya filial, Shenzhen Energy, es la propietaria del Shen Neng 1. Así, la compañía se enfrentaría a pagar una multa de un millón de dólares australianos (686,677 euros), mientras al capitán le correspondería pagar otros 220.000 dólares australianos (151.117 euros).

Llueve sobre mojado

Es sorprendente cómo la mayor reserva marina del mundo, en la que constantemente se descubren nuevas especies, se encuentra expuesta a este tipo de agresiones. Hace solo un año el carguero Pacific Adventurer  causó en la misma zona otra marea negra de crudo y nitrato de amonio que obligó a declarar como zona catastrófica varias decenas de kilómetros de playas. En 2002 el buque griego Doric Chariot causó un daño grave sobre 3.500 metros cuadrados de coral. Y dos años antes, en noviembre de 2000, el vertido del barco malayo Bunga Terati Satu arrasó 70 metros de largo de arrecife y aniquiló 2.000 metros cuadrados de coral.

La Gran Barrera de Coral fue declarada Zona Marítima Especialmente Sensible por la OMI y patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1981. Su valor ecológico es incalculable, ya que está compuesta por casi 3.000 pequeños arrecifes y más de 900 islas a lo largo de 2.600 kilómetros en el océano Pacífico. Uno de los pocos tesoros que aún estamos a tiempo conservar.

No es un caso aislado. Durante la última década, la Gran Barrera de Coral ha sido víctima en numerosas ocasiones de vertidos procedentes de buques de mercancías que se desvían de su ruta buscando atajos y violando las prohibiciones de acceso a aguas protegidas. Desde el pasado sábado, el navío chino Shen Neg 1 -cargado con 65.000 toneladas de carbón y 975 toneladas de carburante-  permanece encallado en la costa oriental de Queensland (Australia). Por el momento, ha vertido cuatro toneladas de combustible y ha provocado una marea negra de tres kilómetros en la zona protegida de los arrecifes. Pero si el desastre se llegara a agravar o se produjera otro de grandes dimensiones, las consecuencias serían catastróficas.