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Réquiem por el binguero español
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UNA BAJADA DE IMPUESTOS TRATA DE SALVAR A ESTOS NEGOCIOS EN MADRID

Réquiem por el binguero español

El humo de un cigarrillo ciega la figurita de un San Pancracio, que se distingue apoyada junto a un cartón lleno de números, mecánicamente tachados al

Foto: Réquiem por el binguero español
Réquiem por el binguero español

El humo de un cigarrillo ciega la figurita de un San Pancracio, que se distingue apoyada junto a un cartón lleno de números, mecánicamente tachados al son de una voz metálica. Los bingos españoles corren peligro. En primer lugar, los pitillos desaparecerán en 2011, derrotados por la ley antitabaco, mientras que la figura del binguero se desvanece también acosada por el auge de las apuestas en Internet y por una fiscalidad que los propietarios consideran abusiva.

En un bingo de barrio, de los que abundan por Madrid, el panorama es desolador. Un espacio para un centenar de personas, ocupado por cuatro almas solitarias y una pareja de ancianas. Prácticamente tocan a empleado de la sala por cabeza, con un escaso botín en juego: 11 euros por el bingo, algo menos de dos por la línea.

Con este panorama, no es de extrañar que en casi 20 años España haya visto como desaparecían cerca de 200 salas. Los últimos datos oficiales facilitados en el Informe Anual del Juego en España cifraban en 401 los lugares en los que se jugaba al bingo, un 33,61% menos que en 1992. Para evitar la desaparición de estos establecimientos, las asociaciones de propietarios reclaman una bajada de impuestos, mientras esperan con temor la aplicación de la ley antitabaco.

“Tenemos nuestra parte de culpa en no haber sabido enganchar a los jóvenes”, confiesa a El Confidencial José Luis Merino, gerente de ASEJU, una asociación de propietarios de bingos de la Comunidad de Madrid. “Hemos intentado introducir adelantos técnicos, nuevas modalidades, nuevas máquinas…”, pero los problemas no cesan. Merino sitúa el perfil del binguero actual en una persona mayor o de mediana edad, sin distinción de sexo. El objetivo final “varía según el establecimiento. Hay quien va a por el premio elevado en las grandes salas, mientras que en el de barrio se va a pasar el rato”, afirma.

ASEJU calcula que el 64% de sus clientes fuma, por lo que espera con temor la llegada de 2011 con la nueva normativa antitabaco debajo del brazo. “Nuestros clientes pueden pensar que sería un buen momento para dejar tanto el tabaco como el juego”, afirma Merino, quien calcula en un 20 o 25% la disminución en el número de asistentes a las salas tras la aplicación de la ley.

Luis Miguel Cabeza de Vaca, representante del Bingo Canoe, ve un claro problema en la ley antitabaco: “La demostración práctica se ha dado en otros países del entorno. Inicialmente se produce una caída inmediata de la que se van recuperando poco a poco, pero que en un primer momento puede ser fatal teniendo en cuenta la situación actual”.

El humo de un cigarrillo ciega la figurita de un San Pancracio, que se distingue apoyada junto a un cartón lleno de números, mecánicamente tachados al son de una voz metálica. Los bingos españoles corren peligro. En primer lugar, los pitillos desaparecerán en 2011, derrotados por la ley antitabaco, mientras que la figura del binguero se desvanece también acosada por el auge de las apuestas en Internet y por una fiscalidad que los propietarios consideran abusiva.

Crisis Loterías y Apuestas del Estado (LAE)