¿Crispación? Y lo que nos queda…
La crispación no va a detenerse tras los hechos de Murcia. Al contrario, hablamos de una característica habitual del suelo político español de los últimos años. Es cierto
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La crispación no va a detenerse tras los hechos de Murcia. Al contrario, hablamos de una característica habitual del suelo político español de los últimos años. Es cierto que el contexto (crisis económica, deslegitimación creciente de los grandes partidos, aumento de la inseguridad...) favorece que las pasiones se pongan del lado de la política y que tengamos expresiones electorales más polarizadas, pero también lo es que ninguno de los dos grandes partidos da muestras de aflojar en esa guerra de la tensión en que está metida la política nacional.
La crispación no va a detenerse tras los hechos de Murcia. Al contrario, hablamos de una característica habitual del suelo político español de los últimos años. Es cierto que el contexto (crisis económica, deslegitimación creciente de los grandes partidos, aumento de la inseguridad...) favorece que las pasiones se pongan del lado de la política y que tengamos expresiones electorales más polarizadas, pero también lo es que ninguno de los dos grandes partidos da muestras de aflojar en esa guerra de la tensión en que está metida la política nacional.