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El día que compartí mesa y mantel con el Papa
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HABLA UNO DE LOS PEREGRINOS QUE COMIÓ CON EL PONTÍFICE

El día que compartí mesa y mantel con el Papa

"Me cogió las manos y sentí... sentí... sentí... una inmensa alegría". Gonzalo Cánovas es un peregrino más entre el largo millón que circula desde hace varios

Foto: El día que compartí mesa y mantel con el Papa
El día que compartí mesa y mantel con el Papa

"Me cogió las manos y sentí... sentí... sentí... una inmensa alegría". Gonzalo Cánovas es un peregrino más entre el largo millón que circula desde hace varios días por las calles de Madrid. Todos vinieron con un mismo objetivo -ver al Papa- pero Gonzalo ha conseguido algo al alcance de muy pocos: comer con él. Este viernes doce jóvenes fueron elegidos al azar para comer con el pontífice en La Nunciatura Apostólica. Entre el grupo se encontraban dos españoles además de un francés, un chino, un ecuatoriano, una maltesa y una eslovaca, entre otros.

"El Papa estaba muy cansado pero nos atendió a todos de buena gana y fue charlando con nosotros. Yo le di las gracias en nombre de los jóvenes españoles por elegir a nuestro país para venir" afirma Cánovas orgulloso. La espera se fue haciendo poco a poco hasta la llegada de Benedicto XVI y los nervios se fueron apoderando de la mayoría de jóvenes elegidos. "Yo pensaba que no me iba a poner nervioso pero cuando le vi llegar me di cuenta de lo que estaba pasando realmente y ya fue imposible controlarse".

El Papa fue tranquilizando a los asistentes y entre él y Rouco Varela les fueron invitando a tomar asiento en la larga mesa instalada en uno de los salones de la Nunciatura. Los camareros empezaron a servir el menú compuesto de potaje de garbanzos, pescado a la gaditana y como postre torrijas con helado de vainilla. El vino blanco y el agua acompañaron un encuentro que se alargó hasta casi una hora y media.

"Es un hombre cercano y lleva bien su edad" apunta Gonzalo. "Le regalé una cruz y me cogió de las manos en una señal muy afectuosa con la que inmediatamente sentí mucha alegría", reconoce con titubeo en su voz. En un momento dado el Papa le preguntó de dónde era y él contestó "de Málaga". El Papa asintió con la cabeza, le miró a los ojos y le dijo con una sonrisa "una ciudad con buen vino".

"Me cogió las manos y sentí... sentí... sentí... una inmensa alegría". Gonzalo Cánovas es un peregrino más entre el largo millón que circula desde hace varios días por las calles de Madrid. Todos vinieron con un mismo objetivo -ver al Papa- pero Gonzalo ha conseguido algo al alcance de muy pocos: comer con él. Este viernes doce jóvenes fueron elegidos al azar para comer con el pontífice en La Nunciatura Apostólica. Entre el grupo se encontraban dos españoles además de un francés, un chino, un ecuatoriano, una maltesa y una eslovaca, entre otros.

Papa Benedicto XVI