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Las espuelas del Conde de Salvatierra
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CAYETANO MARTÍNEZ DE IRUJO CRITICA A LOS ANDALUCES

Las espuelas del Conde de Salvatierra

Si Cayetano Martínez de Irujo, Conde de Salvatierra y quinto hijo de la Duquesa de Alba, tuviera que supervisar a caballo las 34.000 hectáreas que

Foto: Las espuelas del Conde de Salvatierra
Las espuelas del Conde de Salvatierra

Si Cayetano Martínez de Irujo, Conde de Salvatierra y quinto hijo de la Duquesa de Alba, tuviera que supervisar a caballo las 34.000 hectáreas que la Casa tiene por la geografía española, tendría que abandonar la hípica por unos años. Sin embargo, el Conde ha preferido detenerse en ese rincón de la finca en el que los jornaleros del Sindicato de Obreros del Campo, SOC, le increpan con denuncias sobre contratos agrícolas ilegales e impagos a Hacienda, para aguijonearles con las espuelas, y ha estado a punto de romper el pacto no escrito de Cayetana con el pueblo, su arrebato por la figura de Felipe González, y esa cultura liberalpopulista que ha convertido a la Duquesa en una especie de reina de Andalucía.

La Duquesa de Alba ha salido al balcón virtual para proclamar a los cuatro vientos que “adoro a los andaluces”. Tiene motivos. Y lo hizo horas después de que el Gobierno andaluz dijera que bajo ningún concepto le va a retirar el título de Hija Predilecta. La clase política, siempre dispuesta a defender la honra patria, se había levantado rechazando las declaraciones del Conde de Salvatierra al “Follonero” de La Sexta en las que aseguraba que los andaluces son poco dados al trabajo, que los jóvenes no se marcan objetivos ni son ambiciosos, y que el Sur es un territorio amorfo que sestea, como de otros denunciaba aquel Antonio Machado al que acunaron junto al limonero del Palacio de Dueñas… El mismo palacio en el que la Duquesa contrajo matrimonio recientemente con Alfonso Díez.

¿Pero qué es lo que hace que un conde, quinto hijo de la Duquesa de Alba, se exponga a hablar con un “Follonero”, después de pasarse la vida diciendo que no quiere cámaras como aquellas que le perseguían cuando se relacionaba con Mar Flores? Durante los últimos años, las fincas de la Casa de Alba han sido el escenario en el que el SOC ha ensayado su revolución pendiente con ocupaciones de tierras; ha interpuesto denuncias por supuestos delitos laborales y fiscales, y ha osado romper el encanto prenupcial de la Duquesa con estas acusaciones.

Entre la Edad Media y el Novecento

Dice Cayetano Martínez de Irujo que le hubiera gustado nacer en la Edad Media, y se ha querido enfrentar al Novecento de los jornaleros con el tópico propio de una manera de ser señorito que ya no existe en Andalucía. En esta diacronía diabólica, la única que parece tener el reloj en hora es la Duquesa. No en balde, Cayetana ha marcado un hito en la relación de la Casa de Alba con la sociedad y la política, que choca rotundamente con la manera de proceder de su propio hijo.

El perfil de la Duquesa de Alba no tiene nada que ver con el de Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, la “Duquesa Roja”, que desde su palacio de Sanlúcar de Barrameda bramaba entre legajos persiguiendo a Colón y empalmando los pitillos. Cayetana, más que roja es rosa, y desde su populismo fue una de las primeras representantes de la nobleza que supo lo conveniente que en su momento era aceptar de buen grado a aquellos jóvenes que con Felipe querían una España distinta, aunque sin romper el tiesto.

Cayetana no estuvo en la foto de la tortilla, pero no sería extraño que se hubiera dado un paseo por la cocina frente a la mirada esquiva de aquel enfant terrible al que jugaba a ser Alfonso Guerra. En su aggiornamiento progresista a lomos del populismo sevillano, Cayetana tuvo la suerte de encontrar a Jesús Aguirre, con quien desposó en segundas nupcias, dándole una pátina cultural a la Casa que sólo se observa hoy en el Conde de Siruela, alejado de la estética de su hermano, el Conde de Salvatierra, y a quien jamás se le ocurriría la boutade de llamar vagos a los andaluces, un pueblo culto y distinguido cuya lírica recorre los anaqueles de su biblioteca.

Ex jesuita, doctor en Teología e hijo de madre soltera, Aguirre rompió los esquemas de los Alba, y casaba con Cayetana en algo más que en nupcias. Su talante liberal abundó en la relación de la Casa con la España “progresista”, mientras Cayetana seguía bailando sevillanas, era motivo de coplas y saludaba en el real al pueblo llano que le aplaudía a su paso.

El pacto de los Alba con el socialismo del Sur

El socialismo del Sur encontró en la Duquesa de Alba un icono al que agarrarse para que la gente del pueblo viera que el poder político era poder de verdad, que tenía influencia y la bendición de la nobleza. Y de la misma forma que en ocasiones parecía que el PSOE defendía mejor a la Corona que la derecha, el socialismo del Sur era más de los Alba que sus contrarios. Fue, de hecho, una operación de imagen compartida que se tradujo en el nombramiento de Cayetana como Hija Predilecta de Andalucía.

En este esquema el que ha estado a punto de quebrar el caballo desbocado en el que cabalga ha sido Cayetano Martínez de Irujo persiguiendo a los jornaleros. Hasta el punto de que el conde ha sido capaz de provocar a trabajadores y a empresarios agrícolas hablando de las subvenciones, y se ha convertido en un verso perdido en el inmenso territorio de los Alba, cuyas fincas reciben millones de euros de fondos europeos, que para algunos podría ser el PER de los terratenientes. Tanto es así, que dentro de esa originalidad que a veces alumbra la impotencia de Izquierda Unida, alguien de esta coalición le ha mandado una azada al Duque con un libro de instrucciones… Los representantes políticos de los jornaleros no saben que hace tiempo que la maquinaria entró en el campo y ha relegado la azada a los jardines de palacio.

Si Cayetano Martínez de Irujo, Conde de Salvatierra y quinto hijo de la Duquesa de Alba, tuviera que supervisar a caballo las 34.000 hectáreas que la Casa tiene por la geografía española, tendría que abandonar la hípica por unos años. Sin embargo, el Conde ha preferido detenerse en ese rincón de la finca en el que los jornaleros del Sindicato de Obreros del Campo, SOC, le increpan con denuncias sobre contratos agrícolas ilegales e impagos a Hacienda, para aguijonearles con las espuelas, y ha estado a punto de romper el pacto no escrito de Cayetana con el pueblo, su arrebato por la figura de Felipe González, y esa cultura liberalpopulista que ha convertido a la Duquesa en una especie de reina de Andalucía.