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El movimiento #yonopago, en la encrucijada
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LA PROTESTA PODRÍA CONSOLIDARSE EN EL IDEARIO DEL 15M O DESAPARECER

El movimiento #yonopago, en la encrucijada

Hace exactamente un año un breve eslogan, democracia real ya, empezaba a reverberar tímidamente en conversaciones, medios de comunicación y redes sociales. Un fin de semana

Foto: El movimiento #yonopago, en la encrucijada
El movimiento #yonopago, en la encrucijada

Hace exactamente un año un breve eslogan, democracia real ya, empezaba a reverberar tímidamente en conversaciones, medios de comunicación y redes sociales. Un fin de semana más tarde -el del 15 de mayo de 2011-, la consigna conseguía reunir a decenas de miles de ciudadanos y se convertía en la arenga de un movimiento, el de los indignados y el 15M, que nadie supo prever pese a que sería durante meses el gran protagonista del panorama social, mediático y político de nuestro país.

¿Está ocurriendo lo mismo? Durante las pasadas semanas las proclamas #novullpagar o #noquieropagar -contra las tarifas de los peajes en Cataluña- y #yonopago -contra las tarifas del Metro de Madrid- vienen ganando adeptos. Si en un primer momento la mayoría de analistas coincidieron en restarle importancia, la persistencia y el crecimiento sostenido de las medidas de protesta –unido a su éxito en Grecia, donde se llamó por primera vez a la insumisión tarifaria– obligan hoy a preguntarse si, como ocurrió con los indignados, no estaremos asistiendo a la maduración silenciosa de una consigna que podría eclosionar repentinamente, especialmente cuando se avecina el primer aniversario del llamado movimiento 15M.

Clima de confrontación

El clima que se respira en Madrid, donde la contestación no ha hecho sino enconarse, no invita al optimismo. Al llamado tarifazo que entraba en vigor esta misma semana en el Metro -el precio de tickets como el popular Metrobus sube un 29%– se le suma la iniciativa, anunciada también esta semana por Esperanza Aguirre, de situar más peajes en algunas autovías públicas. Los activistas, por su parte, protagonizaban hace unas semanas la acción Toma el Metro y varias coladas ciudadanas destinadas a llamar la atención sobre su iniciativa, algunas de las cuales se saldaban con la intervención de las fuerzas policiales antidisturbios. 

El panorama no es muy distinto en Cataluña. La Generalitat que dirige Artur Mas ha amenazado a los insumisos del #novullpagar con sanciones sistemáticas de hasta 100 euros, mientras la portavoz de ERC, Anna Simó, pedía la semana pasada a Mas que trabajase para que  "legislativamente se puedan cambiar las cosas", defendiendo la adhesión de su formación a la iniciativa y a Prou Peatges -la autoproclamada plataforma ciudadana que lo coordina– por lo que consideran una situación de discriminación hacia los conductores catalanes.

Lo cierto es que la protesta contra los peajes ya se ha extendido también a Valencia e Islas Baleares, y las protestas madrileñas contra el Metro han prendido también en Barcelona y otras grandes capitales. Cuando falta una semana escasa para el aniversario del 15M –convocado este año para el próximo sábado 12 de mayo– las coladas en metros y autovías no sólo son más frecuentes que nunca: también empiezan a contar con el respaldo ideológico de un segmento de la opinión que, a nadie se le escapa, también simpatiza y milita en la sensibilidad indignada y del 15M llamada a convocarse la semana próxima.

A una semana del 15M

Es precisamente esta continuidad entre una y otra reivindicación la que preocupa en Madrid y Barcelona, pese a que la primera sea un ejercicio de insumisión eminentemente económico y la otra, una proclama de corte ideológico.

En el peor de los escenarios para el Gobierno central o los autonómicos, el movimiento que invita a los consumidores a no pagar en metro y autovías se vertebraría con el 15M y empezaría a adquirir la aceptación que tiene en Grecia, país en el que se gestó inicialmente. Allí, una encuesta de MRB aireada por ABC arroja el dato de que el 56% de los ciudadanos está de acuerdo con la forma de la protesta, mientras que el porcentaje de los mismos que viajan sin pagar en transporte público, según Efe, ya alcanza el 40% en el caso del autobús y el 15% en el de los restantes medios de transporte.

Hace exactamente un año un breve eslogan, democracia real ya, empezaba a reverberar tímidamente en conversaciones, medios de comunicación y redes sociales. Un fin de semana más tarde -el del 15 de mayo de 2011-, la consigna conseguía reunir a decenas de miles de ciudadanos y se convertía en la arenga de un movimiento, el de los indignados y el 15M, que nadie supo prever pese a que sería durante meses el gran protagonista del panorama social, mediático y político de nuestro país.

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