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'Absentarse'
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DECEPCIONAN LOS "IBANES"

'Absentarse'

Baltasar Ibán, una de las ganaderrías predilectas de Las Ventas, presentó una corrida de excelente presentación pero con juego decepcionante

Foto: El diestro Fernando Robleño frente a su segundo astado. (EFE)
El diestro Fernando Robleño frente a su segundo astado. (EFE)

28de mayo de 2014

Tres cuartos de entrada en tarde lluviosa entre el segundo y cuarto toro y ventosa en general.

6 toros de Baltasar Ibán. Serios y astifinos de 507 a 554 kg. Bonita presencia, agresivos por delante salvo el cuarto, bien hechos en general aunque fuera del tipo clásico de la casa;complicados en la muleta y a menos, salvo el primero.

Fernando Robleño (blanco y oro con remates negros). Silencio y silencio tras aviso

Luis Bolívar (grana y oro). Silencio tras aviso y silencio

Rubén Pinar (verde botella y oro) silencio y silencio

En las cuadrillas destacó con dos excelentes pares de banderillas Ángel Otero

La absenta es la bebida de los románticos. Los atribuidos efectos alucinógenos del 'hada verde'resultaban del agrado de aquellos cuya existencia giraba en torno a la capacidad de imaginar, inventar, crear o idealizar todo lo que a su alcance cayera... ya fueran artes o féminas, flores o golondrinas, causas perdidas o guerras... ¡esos románticos!...

Tenía que haber tomado una absenta antes de los toros de hoy. Sobre todo cuando al ver los pesos de los de Baltasar Ibánme di cuenta de que pesarían no menos de 130 kg –de media–más que sus antepasados. Aquellos que hará unos veinte años hacían vibrar aficiones, temblar picadores, triunfar o avergonzar toreros, llevarse premios y sobre todo concentrar con su anunciouno de los carteles más atractivos de la feria, los lidiara casi quien los lidiara.

Los toros de Baltasar en Madrid tenían la bula de la afición para poder ser presentados fuera del estereotipo mastodóntico general que se exige hoy en Las Ventas. Eran toros de no más de 450 kg, bajitos, prietos y cortitos, pero astifinos hasta decir basta, con una mirada seria, de los de "toro enfadao", (que asusta mucho más que el volumen o los kilos) y sobre todo con una movilidad y energía que transmitía a las gradas la sensación suficiente de peligro para poner en valor la disposición de los toreros.

Grandes triunfos entre los que destaca el de César Rincón con Bastonito hicieron de esta ganadería la excepción de que el público, entregado al toro grande ande o no ande de Madrid, permitiera ver una ganadería en su tipo original sin restarle mérito al torero por su menor tamaño, más bien al contrario, dándoselo por su movilidad, agresividad y fiereza... en definitivapor su bravura, tan compleja de manejar a veces. Pero hasta la excepción sucumbe.

El toro fue agrandándose bajo la nueva gestión de la ganadería, y aviniéndose a un estándar que no le corresponde empezó a engordar el astado... y disminuir la fiesta. La última oreja cortada en Las Ventas de esta ganadería es del año 97 y se la arrancó Luis Miguel Encabo a uno de los últimos toros del que, al verlo, podías asegurar sin riesgo a equivocarte que era de Baltasar Ibán. 42 toros lidiados desde entonces sin premio para los toreros. Es verdad que el deterioro ha sido progresivo, que algunos toros entre medias han embestido y dado espectáculo, pero también es cierto que hoy me ha dado la sensación que los toros de Ibán se ha absentado por completo de unos de mis carteles estrella de la feria.

Fernando Robleño abría una tardede una terna que nunca se había dado hasta la fecha en ninguna plaza de España, con unos buenos lances que recuperaban la esperanza en un torero al que no le ha acompañado la suerte en sus últimos compromisos en Madrid. Con la voluntad, sinceridad y disposición típica de Fernando comenzó una faena dejando ver el toro y haciendo de su movilidad y fiereza –siguen teniendo dentro todavía sangre de Baltasar–casi un inconveniente para que el público valore las cualidades de su toreo. El toro que no terminó de entregarse, demasiada caja y demasiados kilos, aumentaron sus dificultades al natural a pesar de lo cual consiguió el torero una tanda meritoria y aplaudida. Pinchó, y la expectativa de un premio mayor quedó en generalizado silencio.


Fue lo más destacado de la tarde. Después viento, lluvia, entradas y salidas de aficionados al tendido para protegerse de la tormenta trasladaron al cuarto toro la corrida como en una máquina del tiempo. No pasó nada, pero pasó en un suspiro. Después de que el tiempo meteorológico se calmara se calmó el tiempo cósmico y la corrida transcurrió despacio entre los aplausos generales a los toros de salida y los silencios a los toreros, rotos solo por algunos avisos que dejaron en evidencia el desacierto con la espada al final de las faenas y algún aplauso en el sexto por el monumental estoconazo que propinó Rubén Pinar.

Especialmente valiente Fernando Robleño con el cuarto tratando de hacer una faena de parón y de pases de uno en unoal espectacular cuarto astadoen las tablas del siete.

Bolívar y Rubén Pinar se vieron obligados a acortar sus faenas al unirse a la poca clase de la embestida de sus toros la debilidad manifiesta y exasperante de unos oponentes que hasta el público más torista tuvo que reconocer con su silencio.

Lo bueno es que quedan románticos en la plaza de Las Ventas. Aplaudían de salida los toros, pedían insistentes que se les pusiera de lejos al caballo para que lucieran la suerte de varas. En el sexto hasta abroncaron al presidente por privarles de un posible buen tercer puyazo. Arengaban a los diestros a sacar sus toros a los medios, donde la bravura luce más libre. Aficionados románticos que recuerdan la esencia del romanticismo: embellecer la realidad y tratar de transmitirla y contagiarla. No lo consiguieron hoy, pero los versos andan sueltos por la plaza: aficionados que buscan en los toros de hoy los toros de antaño... Toros que llevan dentro la sangre antigua para poder recuperarlos... Sólo falta que algunos románticos nos tomemos alguna absenta, perdamos nuestros reparos y nos atrevamos a reclamar a los cuatro vientos la vuelta a la belleza de los toros en tipo. De los toros de su verdadero tamaño.

Ojalá se consiga porque me temo que, si no, los próximos en absentarse de las plazas no serán los toros... serán los espectadores... ¡Salud!

28de mayo de 2014

Las Ventas
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