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Educación financiera contra la desigualdad social

Tomás Muñoz M.

La Fundación AFI busca la inclusión financiera de la sociedad para que cualquiera sepa hacer gestiones a través de internet

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ada vez resulta más sencillo gestionar las finanzas domésticas a través de diferentes aplicaciones y plataformas informáticas integradas en el teléfono móvil, el ordenador o casi cualquier dispositivo con acceso a internet. Sin embargo, acciones que pueden resultar tan cotidianas para un sector de la población como consultar el saldo de la cuenta corriente, ordenar una transferencia o abonar los recibos de luz, están fuera del alcance de muchas otras personas. De hecho, en las zonas más aisladas y rurales del mundo —también en la llamada España vaciada— ni siquiera se pueden llevar a cabo estas operaciones financieras in situ, ya que no existe una sucursal bancaria o un cajero en kilómetros a la redonda.

Hace dos décadas, la Fundación AFI (Analistas Financieros Internacionales) comenzó a trabajar en el fomento de la educación y la innovación en materia económica, orientando sus principales esfuerzos siempre hacia la inclusión financiera. Este término hace referencia a esa necesidad de proveer de productos financieros útiles y asequibles a toda la población para que las personas o colectivos puedan satisfacer determinadas necesidades básicas, tales como el acceso al ahorro o al crédito, contratar seguros, realizar pagos o transacciones y que, además, lo hagan de una forma responsable y sostenible.

“El concepto de inclusión financiera es amplio e incorpora aspectos relacionados con la educación, pero también con el propio acceso geográfico a los servicios financieros”. Para Emilio Ontiveros, presidente de AFI y catedrático Emérito de Economía de la Empresa de la Universidad Autónoma de Madrid, España tiene “un grado aceptable de inclusión financiera”, aunque reconoce que en los últimos diez años el número de oficinas bancarias se ha reducido y esto puede haber derivado en dificultades para acceder a los servicios financieros. “Sin embargo, uno de los mayores hándicaps —admite— es la alfabetización en educación financiera”, ya que “se da la circunstancia de que la exclusión se produce en poblaciones con una baja densidad poblacional y entre personas de cierta edad que, a la sazón, carecen de la tecnología y la formación económica adecuada”.

En esta dirección, Emilio Ontiveros destaca las principales labores ejercidas por la Fundación AFI, como “el desarrollo de proyectos de voluntariado, la ayuda a diferentes asociaciones con problemas financieros que exigen cierta capacidad técnica o nuestro programa de becas para acceder a los posgrados de formación financiera”, todo enfocado hacia la construcción de una sociedad sin pobreza ni desigualdades económicas. Y en esa tarea por generalizar la inclusión financiera, resultan fundamentales tanto la experiencia obtenida durante décadas ejerciendo la labor de consultoría, como el conocimiento generado desde su escuela de finanzas.

El propósito de la Fundación Afi es ayudar a cualquier entidad u organización que desarrolle fórmulas e iniciativas de este tipo sobre el terreno, ya sea en América Latina o en nuestro país. En numerosas ocasiones, el éxito de cada uno de estos proyectos depende del conocimiento financiero de las entidades que los promueven. Es en este punto donde Afi pone a disposición de los organismos su veteranía y puntos fuertes en el sector y les ofrece asesoramiento, análisis y consultoría estratégica, además de colaborar en diferentes publicaciones, ofrecer sistemas tecnológicos o instruir a través de sus cursos formativos.

“La exclusión se produce en poblaciones con una baja densidad poblacional y entre personas de cierta edad”

Según organizaciones como el Banco Mundial, alrededor de 2.500 millones de personas en el mundo no utilizan de forma habitual ningún servicio financiero. Además, el 75% de las personas con menos recursos carece de cuenta bancaria. Ante estos datos, la inclusión financiera se antoja como una pieza clave para impulsar la prosperidad a nivel internacional. En este sentido, el profesor Ontiveros destaca la importancia que desempeña la tecnología digital, “especialmente aquella asociada a las nuevas generaciones de teléfonos inteligentes”, que permiten “una mayor usabilidad y facilidad, incluso para las personas que tienen una formación más limitada”.

El 75% de las personas con menos recursos carece de cuenta bancaria

Pero no es necesario recurrir al siempre útil modelo del norte de Europa. El profesor Ontiveros también subraya la labor acometida en países donde no ha existido una “bancarización tradicional” y se ha dado el salto directamente “hacia la inclusión financiera a través del smartphone”. Es el caso de Kenia, donde el grado de inserción y manejo de la telefonía móvil “es equivalente al de Europa” y “resulta determinante en el manejo diario de las finanzas de las personas”, señala el catedrático.

Sobre la situación en España, el presidente de AFI pone el foco de atención sobre los efectos de la transición en el entorno bancario. Por un lado, “se intenta reducir la fuerte erosión de reputación experimentada como consecuencia de la crisis” y, a la vez, “también nos encontramos ante un proceso de reajuste de los costes del sector”. Esto ha desembocado en la desaparición de más del 35% de las oficinas bancarias, “lo que ha afectado a las personas de mayor edad, que son al mismo tiempo las que tienen una formación tecnológica más débil y menos confianza en los dispositivos digitales para llevar a cabo su interlocución financiera”, concluye.

El Confidencial, en colaboración con Banco Santander, tiene como principal objetivo dar a conocer los proyectos de personas que transforman la sociedad e impulsan el progreso.

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