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La autopsia desmonta las mentiras del presunto asesino de Manuela Chavero
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El acusado dice que fue un accidente

La autopsia desmonta las mentiras del presunto asesino de Manuela Chavero

Un informe de dos médicos forenses desvela que la versión que el detenido ofreció sobre cómo murió Manuela es incompatible con las lesiones que presenta su cuerpo

Foto: La Guardia Civil escolta al presunto asesino de Manuela Chavero. (EFE)
La Guardia Civil escolta al presunto asesino de Manuela Chavero. (EFE)

Manuela Chavero desapareció la madrugada del 5 julio de 2016 en Monesterio. La UCO de la Guardia Civil se enfrentó al misterio y a múltiples incógnitas. Durante cuatro años no dejó de trabajar buscando respuestas hasta que finalmente resolvió el enigma y detuvo a Eugenio Delgado, el presunto asesino. Se trata de un vecino del pueblo, que acabó asumiendo que sí, que Manuela murió en su presencia pero él no la asesinó. La mujer resbaló, cayó al suelo, se golpeó la cabeza en la zona de la nuca y falleció. Así de simple. Contó que se asustó porque pensaba que le iban a echar la culpa y, siguiendo su particular razonamiento, en vez de llamar a emergencias, la enterró para que nadie la encontrara. Aquella noche decidió guardar silencio y a pesar de que durante años supo del dolor de Emilia, la hermana de Manuela, de sus lágrimas, de su angustia, de su incapacidad para conciliar el sueño pensando que la que era sangre de su sangre quizá estuviera viva, él fue impermeable al dolor ajeno. Cuando al fin las pesquisas llevaron a los investigadores a ponerle las esposas, Eugenio —aparentemente compungido— se ofreció a colaborar. Reveló el lugar donde había ocultado el cuerpo de Manuela y confesó, pero a su manera. Sin embargo, la ciencia le acaba de desmentir. Dos experimentados médicos forenses aseguran en un informe, al que ha tenido acceso El Confidencial, que Eugenio Delgado es un mentiroso. No utilizan este adjetivo concreto, pero se infiere de la lectura del documento.

Foto: Homenaje a Manuela Chavero, en 2018. (EFE)

Lo primero que hacen es preguntarse si las lesiones que presentaba el cuerpo de Manuela eran compatibles con la confesión de Eugenio en las que aseguraba que la víctima sangraba por la nuca: "El informe antropológico sitúa las lesiones de Manuela en la nariz, los dientes incisivos y las costillas, estructuras que se encuentran en el plano frontal. Por tanto, no es posible establecer una compatibilidad desde el punto de vista de la dinámica lesional entre las declaraciones presentadas y los hallazgos traumáticos. No es posible que un traumatismo en los planos dorsales craneales por caída hacia atrás ocasionen fracturas nasales ni fracturas de varios incisivos". Por si no fuera suficiente respuesta, los especialistas apostillan: "No hay casos descritos que por caída hacia atrás se ocasionen fracturas buco-nasales ni costales en planos anteriores".

Cuando Eugenio se siente en el banquillo y nueve jurados escuchen las explicaciones y las testificales, no puede quedar lugar a la duda y la verdad debe abrirse paso. Por esa razón, los médicos forenses se plantean la posibilidad de si Manuela pudo fallecer en una caída fortuita como la que describe Eugenio, ya que lo hará el abogado de la defensa, y se responden así: "No es imposible que una caída simple hacía atrás (fortuita o no) pueda producir un traumatismo craneoencefálico de carácter mortal instantáneo, sobre todo en personas de edad avanzada, con patología previas, lo que no sucede en este caso. En patología forense, los traumatismos, las lesiones y los mecanismos letales hay que valorarlos en el contexto en el que ocurren. Excluimos, razonablemente, que el conjunto de lesiones se haya podido producir en el traslado del cadáver. Por ello pensamos que la mejor explicación de la muerte es que se deba a un mecanismo asfíctico".

Este informe acerca a Eugenio Delgado a una condena por asesinato que incluso podría alcanzar los 25 años de prisión

En función de todos estos datos, los médicos forenses que rubrican el documento de cinco páginas entregado al juzgado de instrucción destacan cuatro conclusiones. Primera: "No existe compatibilidad entre las declaraciones del investigado y los hallazgos traumáticos descritos en el informe antropológico". Segunda: "Las condiciones y manera del transporte del cadáver no permiten explicar las diversas lesiones que presentan los huesos". Tercera: "No es posible que una caída hacia atrás ocasione fracturas nasales y dentales múltiples". Cuarta: "Valoradas conjuntamente las lesiones óseas que presenta el esqueleto, nos permiten pensar racionalmente que la muerte pudo deberse a un mecanismo asfíctico más que a otros mecanismos potencialmente letales".

Este informe acerca a Eugenio Delgado a una condena por asesinato que incluso podría alcanzar los 25 años de prisión si el jurado considera que Manuela no pudo defenderse del ataque sorpresivo, como parece obvio, y además hubo ensañamiento, que vistas las lesiones que presenta el cuerpo de Manuela también es un elemento que seguro esgrimirá la acusación particular. Para conseguir la prisión permanente revisable, habría que demostrar la violación. Aunque muchos creen que la muerte oculta una agresión sexual, hay que probarlo y, de momento, los indicios no pesan tanto como los del asesinato.

Manuela Chavero desapareció la madrugada del 5 julio de 2016 en Monesterio. La UCO de la Guardia Civil se enfrentó al misterio y a múltiples incógnitas. Durante cuatro años no dejó de trabajar buscando respuestas hasta que finalmente resolvió el enigma y detuvo a Eugenio Delgado, el presunto asesino. Se trata de un vecino del pueblo, que acabó asumiendo que sí, que Manuela murió en su presencia pero él no la asesinó. La mujer resbaló, cayó al suelo, se golpeó la cabeza en la zona de la nuca y falleció. Así de simple. Contó que se asustó porque pensaba que le iban a echar la culpa y, siguiendo su particular razonamiento, en vez de llamar a emergencias, la enterró para que nadie la encontrara. Aquella noche decidió guardar silencio y a pesar de que durante años supo del dolor de Emilia, la hermana de Manuela, de sus lágrimas, de su angustia, de su incapacidad para conciliar el sueño pensando que la que era sangre de su sangre quizá estuviera viva, él fue impermeable al dolor ajeno. Cuando al fin las pesquisas llevaron a los investigadores a ponerle las esposas, Eugenio —aparentemente compungido— se ofreció a colaborar. Reveló el lugar donde había ocultado el cuerpo de Manuela y confesó, pero a su manera. Sin embargo, la ciencia le acaba de desmentir. Dos experimentados médicos forenses aseguran en un informe, al que ha tenido acceso El Confidencial, que Eugenio Delgado es un mentiroso. No utilizan este adjetivo concreto, pero se infiere de la lectura del documento.

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