24 horas en el corazón de Apple

Era martes a mediodía y la vibración de mi BlackBerry hizo que ésta correteara sobre la mesa. Se trataba de un correo de Paco Lara, el hombre de Apple en España con quien ya había tratado en otras ocasiones. Paco quería que le llamara. El tema parecía urgente, así que no tardé mucho en volver a empuñar mi móvil y ponerme en contacto con él. "Nos gustaría que vinieras con nosotros a la presentación de Apple en Londres, va a ser algo importante". Me quedé demudado.

 

Una invitación en viaje relámpago a Londres y a conocer de primera mano los productos que iba a lanzar la empresa más carismática y fascinante del mundo de la tecnología (casi, con tintes hasta místicos) era un asunto serio de lidiar. Moví Roma con Santiago para poder hacer un paréntesis laboral y asistir como uno de los frikis más que tantas veces hemos visto aplaudir contagiados de un entusiasmo desgarrador. ¿Sería yo una víctima más de ese clímax semi divino?

Era un viaje coordinado con una precisión sorprendente y en las comunicaciones previas al mismo no se dejó un cabo suelto: que si puede que llueva, mejor equipaje de mano... en definitiva, toda la información necesaria para que no hubiera lugar a los imprevistos. Le comenté este extremo a Paco y me hizo saber que esa organización no era sino la filosofía Apple: para hacer las cosas sencillas, había que haber trabajado durante muchas horas antes contemplando todas las eventualidades.

Apple quiso hacer una presentación paralela a la de San Francisco, en la que se retransmitiría en directo y en un gran teatro el contenido de la original. El lugar era The Brewery, un centro de exposiciones en plena City londinense y muy conocido en la capital británica. Aunque con semejante organización era prácticamente imposible perderse, al llegar al lugar uno no tenía ningún resquicio de dudas de haber dado con una presentación de Apple: múltiples nacionalidades y todas cortadas por el mismo patrón, con aspecto juvenil, sonrisa pétrea en la boca y sosteniendo sus respectivos iPhones en las manos.

La entrada al teatro fue impactante. Aquello estaba atestado de gente con portátiles, móviles y cámaras de fotos a pleno rendimiento. Todo parecía resistir en una tensa calma que se rompió cuando con su habitual andar desgarbado la pantalla se llenó con la presencia de Steve Jobs, un semi dios para los que me rodeaban. Con aspecto demacrado, muy delgado, pero con el entusiasmo del que ha superado una prueba vital estremecedora, comenzó con un "estoy encantado de estar aquí" que supo a todos los presentes como las palabras más sinceras que ha dicho Jobs en toda su vida.

El Steve Jobs más humano

Algo había cambiado en el semblante, pose y palabra del CEO de Apple Computer. No era el mismo hombre frío, emprendedor y carismático que mantenía al público boquiabierto mientras se paseaba con su botellín de agua. Quedó patente con su primera intervención y creo entender que se trata de la primera vez que habla públicamente de su enfermedad: Jobs agradeció con una sinceridad desgarradora al donante de 20 años y fallecido en un accidente de tráfico, que le dio la vida cediéndole el hígado que ahora disfrutaba. La gente que le rodea reconoció a posteriori que nunca habían visto a un Steve Jobs tan humano y hablando a corazón abierto a su público.

La presentación llevaba el lema 'It's only rock and roll, but we like it' y así fue. Fue 'sólo' una renovación del segemento musical de Apple (nuevo iTunes, nuevos iPods) y ahí acababa la cosa. No obstante, Steve Jobs cerró la presentación con un 'nos veremos pronto' que fue motivo de todo tipo de especulaciones y es que, según parece, los de Cupertino podrían estar trabajando duro en un lanzamiento del famoso tablet o similar. Si nos ceñimos al 'pronto podríamos verlo estas mismas navidades o a comienzos de año en la presentación habitual que suelen hacer los californianos (hasta ahora en MacWorld). Hay mucho más por ver en Apple y es inminente. Jobs ha vuelto.