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Síndrome Hourglass: cuando el PC es víctima de nuestras iras
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EL RATÓN TAMBIÉN PAGA LA FRUSTRACIÓN DEL USUARIO

Síndrome Hourglass: cuando el PC es víctima de nuestras iras

Lunes por la mañana. Todavía adormecido, enciende el ordenador para imprimir un documento vital que debe defenderse en una reunión que va a comenzar en breve.

Lunes por la mañana. Todavía adormecido, enciende el ordenador para imprimir un documento vital que debe defenderse en una reunión que va a comenzar en breve. La sala de juntas está atestada y todos los asistentes esperan impacientes que se presente con dicho documento para dar inicio al acto. Introduce su contraseña de usuario en el PC y el traqueteo del disco duro se le hace interminable. A fuerza de hacer clic en el ratón en un intento vano por acelerar los trámites internos del computador, las cosas se ponen más feas puesto que ahora el puntero del ratón ha tornado hacia un reloj que da vueltas sin fin. El traqueteo aumenta y con él su nerviosismo. La temperatura en la sala sube, y recibe la primera llamada de su jefe: “¿Falta mucho?”. El nerviosismo se apodera de nuestro sufrido protagonista que se dedica a aporrear levemente el teclado para ver si así logra sacar de ese inexplicable letargo al ordenador. De repente, aparece un mensaje apocalíptico con frases del tipo “la aplicación x ha dejado de responder”, “el sistema está ocupado” cuya única salida es tirar del cable y empezar de cero. Desesperado, nuestro héroe asesta un merecido derechazo al monitor que cae estruendosamente al suelo. No es un caso aislado, se trata de un fenómeno y recibe el nombre de Síndrome Hourglass.

El término lo ha acuñado el fabricante de procesadores Intel tras financiar un estudio llevado a cabo por la consultora Harris Interactive en Estados Unidos y que arroja un dato demoledor: cerca de la mitad de los usuarios de ordenadores en aquel país admiten haber descargado sus iras contra la máquina en alguna ocasión en un momento de frustración, alcanzando el 60% de los usuarios que han gritado enfurecidos al ordenador. Los resultados del estudio no han caído en saco roto para Intel, que promete tomar nota de ellos, ya que en buena parte de los casos, la lentitud del ordenador y los bloqueos son consecuencia de un pobre rendimiento de los procesadores. Como en toda descarga de ira, en el síndrome Hourglass también hay daños colaterales, y es que cerca de un 29% de los encuestados reconocen haber pagado su frustración con el ratón, periférico no implicado en la lentitud, pero situado muy a mano del usuario.

 

Otro dato revelador que indica la desesperación de los usuarios apunta a que casi la cuarta parte de los mismos reconoce haber golpeado bien la pantalla, bien al teclado, como ‘venganza’ ante la espera interminable de algún proceso sin fin. Este estudio revela, además, que los usuarios enfurecidos tienen en parte justificada su reacción, ya que una tecnología que no funciona correctamente produce retrasos en el día a día personal y profesional de los usuarios. Así, un 35% de los encuestados reconoce haber perdido alguna oportunidad (entiéndase, como una oferta limitada, una buena ubicación en el cine o el avión), todo ello provocado por una tecnología que no funciona como debiera.

Margaret Morris, psicóloga de Intel que ha desempeñado la dirección del estudio, afirma que “los ordenadores son una extensión de nosotros mismos y cobran un protagonismo crítico en nuestras relaciones”, y por este motivo, “cuando las cosas no funcionan, la decepción es considerable”. Desde Intel apuntan bien los resultados del informe: “Estamos determinados a diseñar productos que mejoren la calidad de vida de nuestros usuarios y reduzcan su estrés, en lugar de aumentarlo”, afirma Karen Regis, directora de marketing de la compañía.

Lunes por la mañana. Todavía adormecido, enciende el ordenador para imprimir un documento vital que debe defenderse en una reunión que va a comenzar en breve. La sala de juntas está atestada y todos los asistentes esperan impacientes que se presente con dicho documento para dar inicio al acto. Introduce su contraseña de usuario en el PC y el traqueteo del disco duro se le hace interminable. A fuerza de hacer clic en el ratón en un intento vano por acelerar los trámites internos del computador, las cosas se ponen más feas puesto que ahora el puntero del ratón ha tornado hacia un reloj que da vueltas sin fin. El traqueteo aumenta y con él su nerviosismo. La temperatura en la sala sube, y recibe la primera llamada de su jefe: “¿Falta mucho?”. El nerviosismo se apodera de nuestro sufrido protagonista que se dedica a aporrear levemente el teclado para ver si así logra sacar de ese inexplicable letargo al ordenador. De repente, aparece un mensaje apocalíptico con frases del tipo “la aplicación x ha dejado de responder”, “el sistema está ocupado” cuya única salida es tirar del cable y empezar de cero. Desesperado, nuestro héroe asesta un merecido derechazo al monitor que cae estruendosamente al suelo. No es un caso aislado, se trata de un fenómeno y recibe el nombre de Síndrome Hourglass.

Estudio científico