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El modelo de empresa familiar está obsoleto y tiene que cambiar
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El modelo de empresa familiar está obsoleto y tiene que cambiar

Por más que suene a topicazo y relación de lugares comunes lo cierto es que vivimos una época empresarial como pocas veces en la historia se

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El modelo de empresa familiar está obsoleto y tiene que cambiar

Por más que suene a topicazo y relación de lugares comunes lo cierto es que vivimos una época empresarial como pocas veces en la historia se ha debido conocer. La concurrencia en espacio y tiempo de factores como la globalización, la irrupción de la era digital sumado a la crisis económica internacional ha provocado un cambio de escenario radical. Veníamos de casi 20 años con viento a favor y un mercado doméstico que se lo tragaba todo y, de repente, nos encontramos en medio de la tempestad, tormenta, truenos, rayos, y fuerte viento en contra y, además, un consumo tímido y retraído y una banca con la caja cerrada a cal y canto para muchos.

 

Buena parte de quienes lideramos empresas familiares no nos habíamos enfrentado nunca a un escenario tan complejo como éste y el efecto pavor permea en la sociedad española. Lo observan a la primera muchos extranjeros que visitan España: desde el camarero, el taxista o la recepción del hotel todo el mundo asustado habla y no para de crisis.

 

Contamos con un tejido de negocios de familia donde, todavía en demasiados casos, se venía actuando de forma más intuitiva que planificada, sin hacer uso generalizado de modernas herramientas de gestión, con un foco de acción nacional, una ausencia de plataformas de pensamiento estratégico como deben ser los gobiernos corporativos, un estilo de dirección más orientado a lo urgente que a lo importante, una gestión del talento muy paternalista que premia a unos y castiga a otros haciendo primar más la confianza que el mérito, una visión de la formación no como inversión sino como puro gasto, con escasa inversión en I+D, un escaso uso de las tecnologías de la información, un espíritu emprendedor que decae con el paso de las generaciones, una confusa mezcla de asuntos de negocio y familia, en algunos casos además se han perdido valores tradicionales y el derroche sustituyó la austeridad así como el tacticismo a las relaciones de largo alcance…..Sin duda unos planteamientos que no son los más adecuados para competir hoy con éxito.

 

Para cambiar el panorama se está acudiendo a buscar soluciones de manual: incorporar directivos ajenos a la familia, crear consejos con presencia de independientes, elaborar protocolos que articulen las relaciones del triángulo familia-propiedad-empresa, lanzarse a la carrera internacional, implantar políticas de ajuste o refinanciar deuda cuando los bancos lo permiten.

 

Creo que estas acciones triunfarán sólo si desde la propiedad de la empresa familiar se cree en el cambio y se actúa inequívocamente como impulsor del mismo aun a costa de sacrificios. Hay quien ha tenido la grandeza de entender que el cambio de modelo obligaba a revisar estrategias, sin excluir la de dividendos,  o estilos de dirección. Por contra, otros se obstinan en no entender que vivimos en una nueva era.

Por más que suene a topicazo y relación de lugares comunes lo cierto es que vivimos una época empresarial como pocas veces en la historia se ha debido conocer. La concurrencia en espacio y tiempo de factores como la globalización, la irrupción de la era digital sumado a la crisis económica internacional ha provocado un cambio de escenario radical. Veníamos de casi 20 años con viento a favor y un mercado doméstico que se lo tragaba todo y, de repente, nos encontramos en medio de la tempestad, tormenta, truenos, rayos, y fuerte viento en contra y, además, un consumo tímido y retraído y una banca con la caja cerrada a cal y canto para muchos.

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