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La formación en la empresa familiar: ¿gasto o inversión?
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Artículo de Manuel Bermejo

La formación en la empresa familiar: ¿gasto o inversión?

En el ámbito de una presentación del Programa de Dirección de Empresas Familiares que dirijo en el IE Business School una persona me hacía, por enésima

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La formación en la empresa familiar: ¿gasto o inversión?

En el ámbito de una presentación del Programa de Dirección de Empresas Familiares que dirijo en el IE Business School una persona me hacía, por enésima vez en mi vida, la pregunta del millón: “¿Consideras que para la empresa familiar la formación es considerada un gasto o una inversión?”

Reproduzco en este artículo mi tesis al respecto. Por mi experiencia en este ámbito distingo tres tipos de compañías familiares en función del tratamiento que hacen de la formación:

Tipología 1: Empresas familiares endogámicas. Son aquellas en la que no se considera útil ni necesaria la formación. Se entiende que nadie mejor que los miembros de la familia para conocer las claves del negocio. Lo que vale es la experiencia. El dinero usado en formación es como dinero tirado a la basura y por eso no se gasta. Por lo general en estas empresas la figura de responsable de recursos humanos no suele existir

Tipología 2. Empresas familiares con responsable de recibir formación. Se trata de familias empresarias que han designado a uno de sus miembros como responsable de acudir a cursos. Cada vez que regresa a la empresa a contar lo aprendido, el resto de la familia lo ve como un “rara avis” y suelen decirle que eso que les cuenta está bien pero no aplica a su empresa. Al final se crean reinos de taifas: los que van a cursos y los que de verdad mandan en la empresa

Tipología 3. Empresas familiares con plan de formación. Son organizaciones que cuentan con un responsable encargado de las personas y, como parte de un plan sopesado, existe un plan de formación tanto para empleados como para miembros de la familia propietaria. Es común que toda la familia propietaria acuda a ciertos programas de formación para asegurarse que todos comparten el mismo idioma y la misma visión.

Es evidente que prefiero las empresas de la tipología 3. Pero no porque gran parte de mi actividad profesional esté ligada a una escuela de negocios sino porque es así como se comportan las empresas más competitivas del planeta. La empresa familiar no debe olvidar que vivimos en un mundo de grandes desafíos a los que nos lleva la globalización de los mercados, el enorme dinamismo empresarial o el cambio generado por el avance de las nuevas tecnologías de la información. Competimos es escenarios globales, y las empresas líderes, aquellas sobre las que las familias empresarias deben hacer su benchmarking, se caracterizan, entre otras cosas, por dar prioridad a la gestión del talento. En ese contexto la formación juega un papel trascendente. Por eso siempre les digo a los propietarios de empresas familiares que aprendan de lo que hacen las empresas más competitivas de su industria.

Los miembros de las familias empresarias con vocación de continuidad y liderazgo deben invertir en formación de calidad. Aquella que les ayuda a desarrollar pensamiento estratégico, anticipar tendencias, conocer las técnicas de gestión de negocio y familia más adecuadas para superar momentos tan complejos como los que estamos viviendo, tomas mejores decisiones en tiempos de incertidumbre, potenciar capacidades para liderar equipos de alto rendimiento o ampliar su visión y comprensión del entorno para impulsar nuevas oportunidades de negocio que aseguren un crecimiento sostenido del negocio.  

Parto de un presupuesto básico: en muchos negocios las personas son prioritarias y, en algunos, lo más prioritario. Hoy muchas empresas quieren crecer internacionalmente  porque su mercado doméstico está muy golpeado por la crisis o quieren diversificarse para salir de una dependencia total en negocios de dudoso futuro o quieren reinventarse para volver a ser competitivas. Eso exige ideas que emanan del talento y talento para llevarlas a la práctica con éxito.

Sé que a muchos empresarios familiares les cuesta rascarse el bolsillo para formación. Al fin y al cabo, ese dinero sale de su bolsillo y no de un presupuesto de formación que hay que gastar como ocurre en las grandes corporaciones. Pero, honestamente, el dinero mejor empleado es el invertido para la formación de la familia y de los colaboradores del negocio familiar.

En el ámbito de una presentación del Programa de Dirección de Empresas Familiares que dirijo en el IE Business School una persona me hacía, por enésima vez en mi vida, la pregunta del millón: “¿Consideras que para la empresa familiar la formación es considerada un gasto o una inversión?”

Manuel Bermejo Empresa familiar