¿Cómo encontrar buenos programadores en España?

¿Hay buenos programadores en España? Esta pregunta me la hacían hace unos días mientras hablaba con un cliente sobre como desarrolla Splendeo sus aplicaciones.

La primera respuesta que me vino a la mente fue, claro que hay buenos programadores. Sin embargo, ¿por qué existe la sensación de que son tan difíciles de encontrar? En mi opinión  la clave está en lo que espera el cliente del programador, es decir, un programador no solo es bueno por dominar PHP, Python, Ruby on Rails o similares, algo que, como el valor al soldado, se presupone. Se precisan otras capacidades como trabajo en equipo, disciplina y son deseables el trato con clientes, y manejo de especificaciones y expectativas.

Hay varias maneras de determinar si un programador cumple con dichos requisitos, pero uno de los más sencillos es preguntarle si está familiarizado con las metodologías ágiles de gestión de proyectos como XP o Scrum.

Metodologías ágiles
El modelo tradicional de desarrollo del software es una aplicación literal de los principios de fabricación de otras ingenierías, como la construcción: en una primera fase se establecen los requerimientos, luego se “diseña” el producto, se desarrolla, y finalmente se pasa a producción.

En los últimos años se ha hecho patente que el proceso tradicional no se ajusta bien a las necesidades del desarrollo del software; al contrario que un edificio o una pieza de maquinaria, el entorno del software es cambiante – y el proceso tradicional es demasiado rígido para adaptarse a esos cambios.

Las metodologías ágiles son una respuesta a esa realidad.

Al igual que en el modelo tradicional, las metodologías ágiles comienzan con una descripción de requisitos. Sin embargo estos requisitos no se consideran definitivos – son más bien una indicación que permite hacer una primera estimación de costes y tiempos.

La siguiente diferencia es la fase de desarrollo. En un proyecto ágil, el desarrollo se divide en iteraciones al final de las cuales el cliente recibe un producto funcional, que puede empezar a usar, aunque con una fracción de las funcionalidades globales requeridas. El cliente puede (y debe) proveer de feedback durante todo el desarrollo, y además puede ir validando el producto de manera incremental al final de cada iteración.

Esta participación del cliente minimiza los problemas que aparecen en los proyectos tradicionales, en  los cuales el cliente no puede ver la aplicación hasta que el desarrollo finaliza; por lo tanto, se eliminan las “sorpresas” y se gestionan mejor las expectativas.

La siguiente diferencia concierne a los requisitos: el cliente es libre de cambiarlos en cualquier momento. Los nuevos requisitos tendrán que priorizarse dentro del plan general del proyecto, y posiblemente el número de iteraciones tendrá que ajustarse. Al finalizar un desarrollo ágil, el cliente tiene exactamente el software que necesita, sin sorpresas, y con un coste ajustado a los cambios que pueda haber habido en el negocio.

La última diferencia reseñable es que en un proceso ágil los programadores no están “blindados” frente al proceso de gestión – por el contrario, el equipo de desarrollo debe verse involucrado en el proceso. Los programadores tienen voz y voto en la priorización y asiganción de tareas, para lo cual se realizan pequeñas reuniones de control (de no más de 15 minutos al día).

De esta forma, los desarrollos ágiles promueven un sistema de supervisión continua, interacción con el cliente, el trabajo en equipo, control del proceso y gestión de expectativas.

Como conclusión podemos decir que la metodología ágil nos sirve para identificar buenos programadores y la combinación de ambos eleva la garantía de éxito de un proyecto.

--

Enrique García y Enrique Roibás son dos de los fundadores de Splendeo Innovación, empresa de desarrollo de aplicaciones web. Enrique García es Ingeniero Superior Informático y Enrique Roibás es MBA por el IE Business School.

Twitter: @splendeo